Me gusta Decepcionar..!

Y espero seguir decepcionando a mucha más gente…

Ya casi es mi cumpleaños, un año más de recuerdos y pensamientos, de aprendizajes o lecciones inconclusas. Me preguntaba que podía regalarme, por un instante pensé que eso sonaba muy materialista de mi parte. Luego, decía que talvez podría regalarme un viaje y postear esa frase que dice «hay que viajar y conocer pueblitos».

Y ya pensando algo más profundo, creía que regalar algo que le hiciera feliz a alguien más sería un regalo que me daría años de vida, no física, pero si existencial.

Había pensado o quizás rondado por varios días en mi pensamiento que se debe hacer lo correcto, en todo sentido. Y con eso me refiero a lo que se dice, se hace y se piensa. Atada a la creencia de que la familia lo sabe todo, por como te vio crecer. Al final, nadie ha vivido las batallas personales de la misma manera o la misma intensidad que uno lo hizo, entonces como puede ser que todo el que se atreve a opinar de tu vida este en lo correcto.

Había buscado varias respuestas a una sola pregunta, me cuestionaba el hecho de haber madurado o no. Pensaba que mi suerte talvez se había esfumado porque últimamente había experimentado demasiado caos en la vida, y llegaba a decir que tal vez, solo tal vez en otra vida tuve muchos errores, que en esta tenía que pasarme factura. Me olvidé que la suerte no te visita, sino que se la atrae.

Había canciones que me daban la razón de lo anterior, hasta que una mañana se puso de cabeza mi existencia, y llorar no, no fue necesario, aunque hacerlo me hubiera liberado de cierta carga emocional. Dicen que vamos por la vida visitando lugares y conociendo personas que vienen a cachetearnos con guante blanco. Eso había empezado a suceder aquel día.

Quise dejar de ser cobarde, de sonreír por compromiso. Dejar de querer complacer a todo el mundo, aunque se resuma en familia y aquellos que decían ser mis amigos. Olvidarme de la idea que tuve otra vida y gracias a ello no cerrarme la puerta a una mejor existencia. No hablo de lujos ni mucho menos, solo digo que ya está próximo mi cumpleaños y me gusta la idea de pensar que puedo regalarme una caja llena de «no».

Y repartirlos donde son necesarios, decir no, a aquello que no encaja con mis pensamientos, personalidad y forma de ver la vida. En pocas palabras empezar regalándome un «no» envuelto en papel seda que traiga mucha decepción detrás. No para mí, sino para quien lo reciba. 

Olvide por un tiempo que antes ya había tenido este regalo, porque cada vez que elegía algo le decía no a muchas otras cosas. Como aquella vez en la que elegí donde estudiar, que aprender, con quien hacer amistad o pareja, los lugares que visitar y detrás de todo esto siempre hubo un «NO», en mayúsculas para las otras tantas opciones que tenía.

Y me pesaba mucho volver a decir «NO», no quiero ir a cierto lugar, no quiero continuar con cierta relación, no quiero visitar más a la familia que está solo para cuestionar mi vida, no quiero seguir en ese trabajo, no quiero ir por los mismos caminos que me recuerdan aquello que hice solo por agradar a mis semejantes. Me pesaba como una tonelada el hecho de decepcionar a quien tenía que decirle «NO».

Estaba muriendo en vida, estaba decepcionándome a mi misma. Y volvía a pensar en mí cuando era libre, libre de decir lo que pensaba y mantener mi verdad. Justo cuando decepcionar a otros no era opción, sino una elección firme de mi parte.

Así que si, no hacer lo que otros quieren sé que decepcionara a muchos, porque reflejan en mí sus creencias. Quizás están sobreprotegiéndome o tienen miedo a que me equivoque, pero estoy segura de que todo lo que he aprendido hasta este día me ha moldeado, y quiero continuar siendo mi propio escultor.

Me gusta la historia que vivo, pero me parece repetida al dejar de decir «no», empezaré por poner limites asi como rayas que se dibujan en el suelo marcando un territorio. Y si decir nuevamente no es decepcionar a quien espera mucho de mí, pues espero seguir haciéndolo.