He de verte en la cornisa, muy lejana a mi, estas a punto de saltar.
Por favor, amor, no avances.
Estoy hundiéndome en el pavimento, mis pies parecen desaparecer entre la grisácea grava. Hay algo jalando; abajo, sólo abajo. A pesar de no luchar por subir mi mente grita, gritos desesperados de auxilio. Mi mente tiene miedo a morir y sin embargo insta mi muerte cada que anochese. Así que ya no lucho contra ella, ya no lucho por salir. Lo intente una vez, y mis pequeños dedos apenas se notaron, cómo cuando dejas a la arena tragar tus pies de a poco.
Sólo que pesa, pesa mucho mantener los pies a flote.
Papá ha dicho que mantuviera los pies sobre la Tierra, sin saber que la Tierra era quien me arrastraría a mi suplicio.
Lo que me queda es esperar que el pavimento cubra hasta mi garganta, y así, dejar de respirar. Y sin embargo, aún puedo mirar hacía arriba.
Te veo desde abajo, ¿si saltas volarás?
Que no se te ocurra dirigir tu mirada a mi, no quiero que veas en lo que me convertí.
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