Hace un tiempo pensé que podía tener control absoluto sobre mi vida, qué felicidad me daba vivir en una burbuja.
Desde el final de la primaria estuve en la búsqueda de que iba a estudiar cuando finalizara el secundario, fue una investigación constante donde fui y vine por miles de carreras y profesiones. Nunca me plante el tomarme un tiempo para conocerme fuera del sistema educativo, siempre fui una fiel creyente de que cualquier duda que me surgiera la resolvería estudiando y esforzándome más.
Pero mi mente y mi cuerpo no apoyaron mis creencias cuando decidí tomarme un tiempo de la carrera que había elegido con mucho esfuerzo al finalizar el secundario. Vi mi vida donde creí que nunca iba a estar, en duda.
Llanto, angustia, ansiedad, miedo, confusión y muchos mocos fueron lo que sentí al comenzar este proceso. Mi primera reacción al decidir tomarme un tiempo de la carrera fue alivio, la determinación de tener que estudiar en todo momento, tratando de memorizar y saber todo me alejo de mis emociones. Sentía que estaba en piloto automático, todo lo realizaba de forma automática sin parar a reflexionar que estaba sintiendo o simplemente si estaba feliz.
No pienso que un ser humano, en un estado mental normal, pueda no sentir emociones. Pero si considero que puede ignorarlas y reprimirlas hasta un cierto punto donde termine explotando, que es lo que siento que yo viví.
Al empezar a tomar conciencia de lo que me pasaba, empecé a abrumarme con mis pensamiento, como ya no los estaba reprimiendo, tomaron vía libre para ocupar todo mi tiempo.
Lidiar con ellos fue estar en una conversación constante conmigo misma, donde mi peor enemigo era irme a dormir, en el silencio de la noche se libraban las peores batallas y el cansancio por mi llanto era mi pastilla para dormir.
Tuve que retomar terapia, tuve que lidiar con lo que había ignorado tanto tiempo, tuve que hacerme cargo de que yo soy la responsable de mi vida, tuve que enfrentarme a mi miedo de no saber, tuve que sincerarme con lo que yo quiero para mi vida y aceptar que no voy a poder complacer a todos con mi recorrido.
Viví mis emociones a flor de piel, agudice mi oído para escuchar a las personas que me aportan y me volví sorda para las personas que me quieren imponer como tengo que vivir mi vida.
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