2.1 El despertar de la magia

 ¡Peter! Vamos hermanito corre, corre…

    Era una niña, más pequeña que él, su cabello castaño rojizo parecía brillar cuando la luz del sol lo tocaba. Estaban en un jardín muy hermoso, corrían y reían sin parar, pero no era él ¿Quién estaba con ella? ¿Quién era ella? ¿Dónde estaban?}

     Peter rápido – ella estiró la mano…


    Desesperado, estiró el brazo para tratar de alcanzarla, pero en vez de tocar la mano de aquella misteriosa niña, se levantó de la cama y de pronto una de las sillas que estaba en la dirección que señalaba su mano se incendió, era una pequeña flama, pero si no hacía algo rápido, pronto toda su habitación se consumiría. No podía procesar la información de lo que estaba pasando, el sueño daba vueltas en su cabeza al tiempo que trataba de pensar en qué hacer con respecto a la silla.

    Nate hijo, debes despertar… – su madre, Lady Leah Henderson, estaba entrando en su habitación, y lo primero que vio fue al niño tratando de apagar el fuego con un zapato hasta que lo logró – ¿Pero qué…? ¿Cómo…? ¿Nate?

      Era una mujer de piel blanca, con cabello rubio y lacio que caía hasta la cintura, y tenía una delgada diadema coronando su alargado y alegre rostro, con grandes ojos verdes, apariencia heredada del continente sureño.

       Yo no lo sé… desperté y ya estaba así, te lo juro mamá, que no sé qué es lo que paso – el niño estaba desesperado, aún era muy joven y apenas le estaban enseñado magia para controlar elementos, pero no para crearlos, por lo que el suceso se escapaba de su entendimiento.

       Cariño, no te preocupes – se acercó a su hijo y lo miro a los ojos –, no está pasando nada malo, vístete, mientras le diré a tu papá que venga para que hable contigo y te explique la situación, él es el único que puede hacerlo. Por lo mientras cálmate antes de que incendies el castillo.

       De acuerdo, gra… gracias.

      Nate, un niño de 12 años, se tranquilizó un poco y se vistió, trató de recordar lo que había soñado, pero por el susto, quizás, se había escapado de su memoria, simplemente se había quedado con un leve sentimiento de nostalgia. Aunque en ese momento lo que le preocupaba era saber el origen del fuego que casi consume su hogar, así que se apresuró a vestirse para estar listo para cuando llegara su papá, aunque solo alcanzó a ponerse pantalones y camisa, antes de que su padre llegara.

      Nathaniel – su padre, Lord Ryan Henderson entró en la habitación –, tu mamá me dijo acerca de un pequeño incidente que sucedió en tu habitación.

      Ammmm… si, bueno yo, yo no – el niño no sabía por dónde empezar, y solo comenzó a escupir palabras al azar –, la verdad no sé qué pasó.

      Tranquilo hijo, no tienes nada de qué preocuparte, siéntate por favor, tengo algo importante que explicarte.

      Su padre era una versión adulta de él, o tal vez Nate era la versión joven de su padre, eran muy parecidos, ambos de piel clara, altos, y de complexión delgada, con cabello negro y ojos cafés, además, el parecido no solo era físicamente, también en su actitud correcta y educada, pero al mismo tiempo divertida y con un espíritu aventurero. Lord Henderson era el gobernador de Coitleua, uno de los siete estados que conformaban el reino de Iztlán, el país donde se concentraba una gran cantidad de magia, como en ningún otro país; y sobre su impecable traje, a la mitad de su brazo derecho, sobresalía un pañuelo color rojo, símbolo característico de los tlaminis de su estado.

      Pero Iztlán no siempre fue el país de la magia, su verdadero origen se desconocía, pero se adjudicaba a un pequeño archipiélago conocido como el Semanahuac, que se ubicaba al noroeste de Iztlán, donde una antigua cultura habitaba. Por muchos siglos se mantuvieron alejados del resto del mundo, totalmente aislados, protegiendo sus conocimientos, hasta que el rey Edward Henderson, logró convencerlos de compartir su sabiduría, casi un milenio antes.

      Iztlán estaba rodeado por el mar casi en su totalidad, a excepción de parte de su frontera este, originalmente era un territorio dividido, dentro de una tierra que siempre estaba en conflicto, las guerras eran recurrentes en ese entonces, fue así como el entonces explorador Edward Henderson, llegado del continente sureño, con ayuda de la magia extraída del archipielago, le puso fin a los conflictos y unió gran parte del territorio, época conocida como la primer gran conquista, convirtiéndose así en rey, y el reinado de su familia duró por casi siete siglos; pero en esos momentos, los Henderson gobernaban sobre uno de los dos territorios que se integraron al país durante la segunda conquista, apenas 300 años antes, después de que su antepasado, Nicolás el loco, perdió la cordura y asesinó a casi todos los miembros de su familia, desde entonces gobernaba la familia Dawson, qué entregó ese territorio a los últimos Henderson, protegiendo así la descendencia de quien unificara el reino.

      Ambos se dirigieron a los pequeños sillones que se encontraban dentro de la habitación, era una habitación amplia y cuidadosamente arreglada por su madre, la pequeña sala hacía de “estancia” antes de la zona donde se encontraban su cama y vestidor.

      ¿Recuerdas en las clases de historia cuando Marie les habló del rey Edward Henderson y sus hijos? – le preguntó su papá.

      Si, nuestros ancestros, los hermanos que pelearon contra Masiosare, el creador del Yauhco, antes de que Nicolás el loco perdiera el trono para la familia Henderson – recitó Nate, casi de memoria.

      Así es, en las escuelas se les enseña la misma historia, sin embargo, hay algo que se oculta, y que solo se sabe en nuestra familia y muy pocas otras. Los hermanos se llamaban Peter y su hermana menor Ana, ella sacrificó su vida para poder acabar con Masiosare. Después de eso, Peter jamás supero la pérdida de su hermana, quien le había prometido regresar, por lo que, antes de nacer su primogénito hechizó el vientre de su esposa, para que su voluntad y su magia fueran heredados a él, y así sería hasta volver a encontrarla.

            Nate no alcanzaba a comprender la magnitud de las palabras de su padre, y en realidad no lo haría hasta un par de años más tarde, en ese momento, le preocupaba más como no repetir el incidente de aquella mañana.

            Entonces ¿es verdad? ¿toda esa historia es real? – el niño estaba atónito ante las palabras de su padre, y no sabía que tanto crédito podía darle.

            – No puedo asegurarte de que tanto de la historia es real o no, pero por lo menos la parte de la magia si lo es, no tendrás la necesidad de aprender magia de creación de fuego como los demás, ya que lo has heredado, justo como yo lo herede de mi padre y él de su padre. Pero es una magia con un potencial enorme, deberás trabajar y entrenar mucho para poder controlarla, se dice que su propósito es encontrar a la princesa escarlata.

            – ¿Por qué le decían así?

            – Creo que era por su cabello castaño rojizo, a decir verdad, nadie está seguro, hay otras versiones en las que se dice que era porque siempre vestía de ese color, otras que era porque fue la primera en dominar la magia de fuego, lo cual no tiene sentido, nadie sabe con exactitud. Por lo pronto, solo quédate con que ahora posees la magia del Quetzal.

              La magia del Quetzal, magia aún más antigua que Iztlán, y que había sido entregada por un ave hermosa y de gran poder, adorada por la antigua civilización. Nate trataba de procesar toda la información que había obtenido antes de las 8 de la mañana por lo que no estaba seguro en que contestarle a su padre, pero por suerte él se adelantó.

              – No tienes de que preocuparte, pasaran muchos años antes de que obtengas todo el poder de la magia, solo concéntrate en las prácticas para que no vuelvan a suceder accidentes como el de la silla – le dijo a su hijo mientras miraba con curiosidad la silla –, ahora, bajemos a desayunar.

                Lord Henderson salió primero de la habitación, y Nate le siguió después de un rato, cuando por fin estuvo listo.

                – ¡Nate! – una niña dos años menor que él, de cabello rubio y ojos color miel, lo alcanzó en el pasillo mientras se dirigía al comedor.

                – Buenos días.

                  Su nombre era Blair, ella era una Dumont, y no una Henderson, hija menor de Lord Adolf Dumont gobernador de Calnahuac, un estado vecino; cuando ella nació, murió su madre, por lo que su padre decidió que era mejor enviarla con Leah Henderson, su hermana menor, para que la criara, por lo que en realidad era prima de Nate, pero veía a los Henderson como su familia y al castillo como su hogar.

                  – Tom y Lucy se fueron muy temprano, no entiendo cuál es el alboroto por ir a Meztli – le dijo Blair, mientras caminaban al comedor para desayunar.

                  – Eso lo dices porque tú vas de vez en cuando a visitar el castillo Dumont, pero nosotros rara vez logramos salir del castillo, más allá del gremio, por lo que ir a la ciudad representa una gran aventura, aunque no lo creas – Nate sentía algo de envidia por no haber ido con sus amigos, pero su padre no lo permitió, cuando se trataba de salir del castillo, era muy estricto.

                  – Supongo que tienes razón, aunque tampoco es tan seguido, además paso de un castillo a otro.

                    Blair era muy parecida a su tía Leah, con una piel muy blanca, característica de los países que se encontraban en el continente del sur, de donde fueron originarios los Henderson y las demás casas que conquistaron Iztlán, y que habían logrado mantenerse en el poder por siglos.

                    – Pero por lo menos ves otras cosas, y personas.

                    – En eso tienes razón – reflexionó por un momento -, me preguntó si llegarán muy tarde.

                    – Lo dudo, papá les ordenó que no debían tardar.

                    Los niños nunca habían entendido las razones del porque Lord Henderson los mantenía en el castillo con tanta insistencia, era un castillo enorme, como cualquier otro, y tenían al alcance jardines, mucho terreno, y grandes huertos, para salir a montar, pero no dejaba de ser un encierro, además de que no conocían a muchos más niños de su edad; al contrario de ellos, Lord Henderson solía ir dos o tres veces a la semana a Meztli, capital del estado, para resolver asuntos políticos y del gobierno, pero no solía tardar más de medio día, casi todo el trabajo lo realizaban, él y su esposa, en el castillo.

                      Continuaron su camino hasta que por fin llegaron al comedor y desayunaron junto con los papás de Nate y la institutriz de Blair. El castillo era una hermosa construcción de tres siglos de antigüedad, aunque en su origen fue más pequeño, y la más reciente intervención se hizo cuando Nate era un bebé, Lady Leah, había dispuesto de las habitaciones de los sirvientes, para convertirlas en lo que parecía más una casa dentro del castillo, y donde ya no había sirvientes, sino dos pequeñas familias, Pettygrew y Stark.

                      El castillo Henderson se componía principalmente por dos volúmenes, el primero era un rectángulo donde se ubicaba el acceso principal y la mayoría de las áreas comunes como el comedor, varios salones, la biblioteca, la sala de música entre otras, distribuidas en los dos pisos, y después, en el siguiente volumen, de forma cuadrada, en planta baja, la casa dentro del castillo, y en la planta alta, se encontraban las habitaciones, todo distribuido en torno a un patio interior.

                      El castillo estaba a orillas del lago de Meztli, o el lago de la luna, y contaba con una privilegiada vista del nevado, un volcán inactivo que se encontraba del otro lado del lago, y que se vestía de blanco la mayor parte del año, lo que ofrecía un espectáculo digno de verse, sin importar cuantas veces se hubiera presenciado antes.

                      Se ubicaba algo lejos de la ciudad capital del estado, Meztli, en una zona alta, desde la que se podía observar la urbe, se le nombro de esa manera, porque en el antiguo lenguaje significaba “luna”, las leyendas contaban que fue elegido, porque la luna azul era sagrada en la antigua civilización.

                      Después de desayunar, Nate se encontraba practicando con Jefe Topo, un golem, hechiceros que se especializaban en magia de elemento tierra, provenía de uno de los países del Este, pero llegó desde muy joven al castillo, en compañía del abuelo de Nate, Lord Harry Henderson, y al volverse adulto se había convertido en el jefe de seguridad del castillo, el mejor amigo de Lord Ryan Henderson, administrador de los huertos, y más recientemente en el entrenador de Nate y Tom. Era un hombre corpulento, con voz ronca, barba espesa color castaño, y una cabellera que comenzaba a desaparecer, del mismo color.

                      Nate aun no lograba comprender lo que había pasado, pero era seguro que su padre ya se lo había comunicado a Jefe Topo. Estaba tratando de esquivar la espada de su contrincante, pero el sueño que había tenido seguía molestándolo.

                      – Con un demonio Nathaniel, que es lo que te está pasando, estas con la cabeza en las nubes – le gritaba Jefe Topo a Nate mientras caía al suelo.

                      – Lo siento, lo siento, yo solo… Necesito un respiro – balbuceaba Nate mientras trataba de incorporarse.

                      – Bueno, algo me dice que eso no es lo que necesitas. Lo que a ti te pasa no se cura “tomando un respiro”, te he visto crecer, y no creas que puedes ocultarme algo tan importante por siempre… – Jefe Topo hablaba mientras movía sus enormes brazos en el aire, y hablaba sin parar – Ahora, dime ¿Qué es lo que tanto te preocupa? ¿Acaso te preocupa lo que acababas de descubrir? – Concluyó mientras se cruzaba de brazos.

                        Nate no había logrado captar ni la mitad de todo lo que acababa de decir, pero algo era seguro, realmente estaba preocupado, pero no creía conveniente preocuparlo de más, primero, no estaba seguro de lo que ese sueño significaba, ni siquiera se lo dijo a su padre, ni siquiera sabía si realmente era importante o no, y segundo, Jefe Topo era conocido por ser un gran hablador, podría cometer una indiscreción o armar un alboroto.

                        – En parte sí, no estoy seguro de poder manejar una magia tan poderosa, ni siquiera estoy seguro de que se trata.

                        – No tienes por qué preocuparte por eso, para eso estoy yo aquí, el jefe de la guardia personal de la casa Henderson, conformada esencialmente por mí – Jefe Topo se mostraba muy orgulloso al decir aquellas palabras –. Los entrenamientos serán cada vez más duros, este es un gran acontecimiento que deberá ser celebrado como corresponde. Me he prometido a mí mismo que te entrenaré para convertirte en un hombre fuerte, valiente y honorable como tu padre y tu abuelo. Aún recuerdo cuando tu amable abuelo Harry Henderson me rescato siendo yo un chiquillo sin rumbo en la vida, en ese entonces…

                          Jefe Topo comenzaba a hablar sin parar una vez más, Nate creía que tendría que escucharlo relatar sus historias sin fin por el resto del día hasta que a lo lejos escuchó una carreta, seguramente eran sus amigos regresando de la ciudad. Tom y Lucy habían acompañado a algunos sirvientes a la ciudad para comprar suministros para el castillo. Nate aprovechó un momento de distracción de Jefe Topo para salir corriendo y recibir a sus amigos.

                          – ¡Nathaniel regresa! – le gritaba mientras veía al chico correr, pero era demasiado tarde, no lo haría regresar –. Ese vago, cada día se parece más a su padre, en fin.

                            Las carretas entraron por el acceso principal de los jardines del palacio, pero en vez de tomar el camino al acceso principal, se desviaron por uno que llevaba hacia la parte trasera, donde se encontraban la cocina y la alacena. En cuanto se detuvieron Tom salto de la carreta y se volteó para poder ayudar a su pequeña hermana a bajar.

                            – Muchas gracias por el paseo – le dijo Lucy con una dulce y tierna voz al chofer de la carreta.

                            – No tiene por qué agradecer, siempre es un deleite escuchar sus grandiosas historias señorita Lucy, ahora si me lo permite debo ayudar a descargar las cosas para después ir a dejar la carreta y los caballos a los establos – se despidió con una sonrisa el joven sirviente y procedió a ayudar a bajar todo lo que habían traído.

                            – ¡Tom! ¡Lucy! Están de regreso – Nate los recibió con un gran abrazo a cada uno y los condujo de inmediato dentro del castillo.

                              Pasaron corriendo a través de la cocina y algunos corredores, sus risas se escuchaban a lo lejos, hasta que se encontraron con Blair, quien corrió a abrazar a Lucy.

                              – ¡Basta ya! – detrás de Blair llego sin previo aviso su institutriz, una mujer con una cara larga y muy pálida, como si jamás hubiera visto la luz del sol, y una expresión como si nunca hubiera sonreído en su vida –. Los miembros de casas tan importantes como ustedes, joven Nate, señorita Blair, no deberían comportarse de una forma tan vil y despreciable – miró a Tom y Lucy con gran desprecio, su mirada calaba tanto como un cuchillo con mucho filo -. Es obvio que se ven mal influenciados, pero para eso estoy yo aquí, para corregir lo que se deba corregir.

                                La institutriz había sido enviada del castillo Dumont, meses después de que Blair llegara, para poder apoyar en su educación, pero era muy estricta con ella, y no tenía aprecio por sus amigos. Antes de que cualquiera de los niños pudiera decir una palabra, Leah Henderson apareció, saludando a los recién llegados con una enorme alegría y llevándose a la mujer lejos con pretextos sin sentido.

                                – Pero Lady Henderson, ¿Cómo es posible que no recuerde donde dejo su caballo?

                                  Se escucharon los gritos de la institutriz por algunos segundos, y los niños no hacían más que reír.

                                  – Lamento no haber ido a recibirlos, pero la Señorita odio el sol no me dejo ir – explicó Blair refiriéndose a su institutriz, al mismo tiempo que volteaba los ojos.

                                  – No te preocupes, todos sabemos que es algo, demasiado estricta – le dijo Tom.

                                  – No importa, mi mamá se la ha llevado, estoy seguro de que no la volveremos a ver el resto del día, rápido, debo decirles algo – les dijo Nate mientras salían corriendo una vez más.

                                    Los niños caminaron hacía uno de los jardines, y en el camino se encontraron con el resto de sus amigos, Emy y Jack, para que pudiera contarles lo que había pasado esa mañana. Tom y Lucy eran un par de huérfanos que habían sido acogidos por los Henderson, sus padres habían sido tlaminis, amigos muy cercanos de Lord y Lady Henderson, por lo que después de un trágico incidente en el que murieron, fueron llevados al castillo, en ese entonces Tom tenía 7 años y Lucy solo 5, por lo que prácticamente se habían criado en el castillo, al igual que Blair. Sus padres habían sido inmigrantes, llegaron de un país del norte cuando tenían más o menos la edad de sus hijos en esos momentos, lograron estudiar magia, para después entrenar y trabajar en el gremio de magos Totocalli, que estaba bajo la administración de la familia Henderson. Los hermanos habían heredado la apariencia de sus padres, piel morena oscura, cara redonda ojos color café y cabello color negro y lacio.

                                    – ¿Entonces ya dominas magia de fuego? – dijo Tom casi gritando y con una expresión de asombro

                                    – Eso es magia muy avanzada, no muchos magos pueden hacerlo – añadió Jack.

                                    – Yo nunca dije que ya lo domino, solo que herede de mi familia una magia especial, se llama la magia del Quetzal, pero que tengo que trabajar mucho para aprender a dominarla, o algo así me explicó mi papá.

                                    – Tienes que aprender a escuchar Tom – Blair reprendió en tono de broma a Tom –, es por eso por lo que Marie siempre te está regañando, nunca prestas atención.

                                    – Eso no es cierto – contestó Tom enfadado.

                                    – Si es cierto – Lucy solía ponerse del lado de Blair, ya que sentía que Nate y Tom siempre conspiraban en su contra.

                                    – De acuerdo, no tenemos por qué discutir – Nate intercedió antes de que los hermanos se pusieran a pelear.

                                    – Claro que no, deberías seguir contándonos sobre lo que acabas de descubrir – le dijo Emy.

                                      En la mayoría de las ocasiones era Emy quien ayudaba a Nate a controlar al grupo, y él siempre se lo agradecía. Aunque ellos no lo sabían, eran conocidos como los niños del castillo, en la ciudad se hablaba del hijo del gobernador, su sobrina, y otros niños que estaban creciendo bajo su protección, aunque eran conocidos por muy pocas personas, principalmente algunos miembros del gremio, que se encontraba muy cerca del castillo. El mayor era Nate, después, siendo un año menores, Tom y Emy, la hija del mayordomo, y amigo cercano de Lord Henderson, Josh Pettygrew, una pequeña de complexión gorda, piel de color moreno claro, y cabello negro que siempre tenía sujeto en un par de trenzas, en recuerdo de cuando su mamá solía peinarla, ya que ella había muerto por una desconocida enfermedad años antes. Después de ellos estaba Blair, le seguía Lucy, y finalmente Jack, el más pequeño de todos, su papá era Jefe Topo, y su mamá Susan, el ama de llaves del castillo, había heredado más rasgos de su mamá, piel morena clara y ojos cafés, y los rasgos característicos de Iztlán, pero tenía el cabello castaño de su papá.

                                      Pasaron el resto de la tarde en los jardines escondiéndose de Jefe Topo y la institutriz de Blair, hasta que llegó la hora de la cena, y Susan llegó a buscarlos, parecía que su don especial era saber exactamente donde se encontraban.

                                      – ¡Lord Henderson! Espere por favor, espere, me urge tratar algunos asuntos con usted.

                                      – Muy buenos días – Ryan Henderson freno de golpe y volteó de mala gana hacia la institutriz quien caminaba rápidamente, cuidando de no correr.

                                      – Lord Henderson, muy buenos días, espero pueda otorgarme un momento, para poder expresarle una preocupación que inunda mi mente.

                                      – Claro que sí, sin embargo, debo rogarle que sea breve ya que tengo asuntos que atender.

                                      – Por supuesto, muchas gracias por su tiempo, seré breve.

                                        Ambos entraron al despacho, se sentaron alrededor de la mesa y la institutriz comenzó a hablar, pero no estaba tratando ningún asunto nuevo, siempre había sido una gran preocupación para ella la presencia de Tom y Lucy, siendo hijos de inmigrantes de un pequeño país del norte, donde reinaba el caos y la violencia, no contaban con su aprobación en lo absoluto, y le irritaba la manera en que se comportaban. Su trabajo se limitaba a cuidar de Blair y enseñarle todo lo que una señorita de alta cuna debía ser y hacer, y la presencia del par de huérfanos suponía, en su altanera opinión, una mala influencia.

                                        – Es por eso Lord Henderson, le ruego una vez más, considere mi petición, con hijos de inmigrantes, que además fueron tlaminis… El incidente en el que murieron estuvo lleno de misterio… Mi Lord, esos niños pueden representar un problema, un peligro…

                                        – Señorita, soy yo quien le ruega se mantenga al margen, sus padres llegaron muy jóvenes a Iztlán, eran unos niños, y si llegaron aquí es porque sus familias estaban en busca de una mejor vida para ellos. Y le recuerdo que yo soy un tlamini, al igual que lo fueron ellos, no entiendo cuál es la alarma con eso…

                                        – Mi Lord perdone que lo interrumpa, pero son casos totalmente distintos, usted es un gobernador, una persona importante, miembro de una distinguida familia, que dedica su vida al bienestar de su pueblo…

                                        – Y ellos también dedicaron sus vidas a proteger el bienestar de las personas, peleábamos desde diferentes trincheras, pero nuestro objetivo era el mismo, incluso llego un punto en que nuestra pelea fue la misma. Los Gómez eran personas respetables, y amigos muy queridos, así que no voy a permitir que se hable más de ellos de esa manera. Usted fue recibida a petición del hermano de mi esposa, cuidar de Blair es una noble responsabilidad, pero me veo en la necesidad de pedirle que se limite a ello – la institutriz estaba a punto de argumentar más, no se rendiría tan fácilmente, toda su vida se había dedicado a cuidar de la imagen de la casa Dumont, pero él no se lo permitió -. Ahora le pido por favor se retire.

                                        – Claro, gracias por su tiempo.

                                          Salió del despacho y se encontró ante la misma situación que antes de entrar, pero no podía permitir que una señorita, miembro de la casa Dumont siguiera involucrándose con unos chiquillos como los Gómez, así que pensó que tal vez debía pedirle ayuda directamente a Lord Dumont, y mientras pensaba cuál sería su siguiente movimiento se dispuso a buscar a Blair.

                                            Etiquetas: aventura magia

                                            URL de esta publicación:

                                            OPINIONES Y COMENTARIOS