Un guión para un videojuego (Cap 1)

                                                             Capítulo 1:

                                   Estoy trabajando en un guión grandioso.

_Han sido días difíciles. No lo niego, ¿Sabe? Sé que no he hecho bien las cosas últimamente… y he estado algo triste, pero creo que estoy mejorando, me he sentido bastante bien en realidad…_

_ Me has dicho eso varias veces antes. Y siempre que lo haces, después dejas de venir por un par de sesiones, te borrás completamente, dejás de tomar las pastillas y después volvés con el rabo entre las patas.

¿Me estás hablando en serio?_

_Absolutamente. Me siento bien, muy bien en realidad… no me cabe la menor duda de que esta vez no va a ser así_

_Cuando hacés estas cosas, Lucía, no me estás mintiendo a mí. Soy tu psiquiatra, no soy tu amigo. Me da igual que me mientas, si en cada sesión querés inventar una historia distinta hacelo, a mí no me afecta en nada. Sos vos la que se está mintiendo sola, sos vos la que está haciendo que este tratamiento se atrase y que sea casi imposible ayudarte.

Sos vos el que tiene que querer ayudarse a sí mismo… ¿Entendés eso? ¿Estás seguro de que realmente lo entendés?_

_Las veces anteriores me fui sin decir nada. Ahora estoy acá diciendo que genuinamente, quiero dejar de tomar las pastillas. ¡Estoy siendo sincero! Sé que no parece mucho, pero es un gran paso. Aunque a usted no le parezca, yo sé que estoy mucho mejor. Me siento mucho mejor…_

_ No sé si creerte, es la verdad. Y tampoco tengo porque creerte, no tengo ninguna autoridad sobre vos_

_Es que usted no me está entendiendo doctor. Ya no tengo esas ideas suicidas, tampoco me siento mal, de verdad, tiene que creerme porque…_

_Yo no tengo que creerte absolutamente nada. Si vos me lo decís no tengo nada más que hacer.

Y eso es algo que tenés que entender, no toda la vida podés depender de que alguien te diga que sí o que no a algo.

No tenés que demostrarle nada a absolutamente nadie, es un tema tuyo. Es tu vida… solamente tuya. Así que decime vos, ahora mismo… ¿Qué vas a hacer?_

Hubo un profundo silencio en el consultorio, mientras el viento del exterior sacudía levemente una de las ventanas. El silencio se prolongó por poco más de un minuto y finalmente, una sonrisa apareció en los labios de la muchacha, quién se puso de pié dando un golpe sobre el escritorio, haciendo que el doctor delante suyo se sobresalte un poco.

_ Estoy trabajando un guión para videojuegos. Y va ser una porquería que va a unificar algunas de mis más grandes inspiraciones, en general. Va a ser una propuesta narrativa ambiciosa, sí… ¡Pero no por eso menos fascinante!_ Aquella sentencia fue realizada de manera exagerada y teatral, y tras la misma hubo un largo instante de silencio…

Al salir del interior de la clínica, llevaba en su mano una receta médica con una firma y sello, además de una actitud ligeramente disgustada y cabizbaja que chocaba frontalmente con el llamativo saco color rojo que colgaba de sus hombros como si se tratara de una suerte de capa.

Una persona le estaba esperando afuera, una muchacha de baja estatura y cabello corto absolutamente desalineado y enmarañado, de contextura robusta y cuyas gafas parecían caricaturescamente grandes, siendo el marco rosado y llevado dos llamativas correas rojas para sujetarlos, además de una extraña bandita adhesiva en el medio.

_ ¿Cómo te fue? ¿Qué te dijeron? ¿Podés dejar las pastillas?_ Hablaba rápido y de forma atolondrada, pero claramente preocupada.

_ Nah, todavía no. Lo mismo de siempre, ya sabés… si las sigo dejando de golpe después no las puedo volver a cortar como nada. Así que… toca seguir adelante, de todos modos no me quejo. Me molestó un poco más que dijera que sigo teniendo ataques de euforia para compensar inseguridades, pero supongo que es normal que esté eufórica. Estoy feliz_

_ ¿En serio no te molesta que te hagan seguir tomándolas? Viniste todo el camino… mejor dicho, toda la última semana quejándote de que era posible que te volvieran a dar pastillas…_ Arqueó la ceja al decir aquello.

_Supongo que es parte de mi encanto_ De manera despreocupada, Lucía se apoyó en la pared, cruzándose de brazos con una sonrisa victoriosa.

_Un encanto compartido por la gran mayoría de inestables emocionales diría yo, pero si decís que estoy bien te creo… ¿Qué prosigue entonces?_ Preguntó cruzándose de brazos mientras dejaba escapar un pesado suspiro.

_Usted, mi querida Martina, ¡Será mi cochera real esta tarde! Y vamos a ir a tomar un helado…_ Comentó señalando la bicicleta azul apoyada en el árbol detrás de la contraria.

_Ya te dije que no voy a llevarte en la bicicleta, no sos especialmente liviana…_ Tras decir aquello guardó un instante de silencio, cerrando los ojos y apresurándose a agregar a su frase…_ Como cualquier persona en general.

_ Vamos… ¡Solamente un par de cuadras! No soy buena caminando y hablando a la vez. Tengo muchas ideas… ¡Pero vas a tener que llevarme si querés que te las cuente!_

……………………………………………

Esa tarde, llevé a Lucía en mi bicicleta, tal y como lo había hecho muchas veces. Tanto en nuestro pueblo natal, como ahora que estábamos transitando el segundo año de nuestra carrera universitaria.

Ante una puesta de sol, viéndola sentada en el manubrio de mi bicicleta, aquella tarde pregunté…

“¿Por qué insistís tanto con hacer arte?”. Una pregunta quizá ofensiva si se la saca de contexto. Pero no la dije con mala intención, y estoy segura de que ella supo interpretarla bien.

“La mayoría de la gente vive vidas que no quieren. Ya sea viviendo un trabajo que no le gusta o incluso vivir bajo un género que originalmente no querían.

A veces pienso… ¿Qué va a pensar la gente cuando me muera? No quiero ser solo una persona más. Lo único que me hizo feliz en vida fue mi arte. Quiero que al morir, recuerden mi arte. No la vida que ni siquiera pedí vivir y que de todos modos tuve que cargar a mis hombros”.

Había algo triste en esa frase. Pero por el modo en que lo dijo, estaba claro que para ella era una frase bastante esperanzadora.

Mi nombre es Martina Ferreyra. Esta es mi historia. La historia de cómo ayudé a construir la mejor obra de arte de todo el mundo.

Y de cómo fui la mano derecha de la persona que escribió el guión de esta ridícula obra.

Todo empezó con esa frase… “¿Te conté que estoy trabajando en el guión de un videojuego?”

Etiquetas: juvenil novela ligera

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