MISA NEGRA.
1
Curiosidad. Todo empieza con eso ¿A caso no ha sido la curiosidad humana la que nos ha llevado a tan maravillosos descubrimientos? Y aun así pareciera ser nuestra condena, o al menos eso fue lo que significó para ella.
La canción de Oh, Pretty Woman sonaba de manera ensordecedora mientras todas cantaban a todo pulmón, todas excepto ella, quien mantenía sus ojos fijos en la ventana, su mirada se perdía con el pasar de las figuras que se esfumaban al instante cuando aquel Toyota pasaba a considerable velocidad, nunca un viaje había sido tan largo, y la extraña herida que se posaba en su muñeca derecha parecía estarle diciendo que no habría retorno. Mientras la rozaba con las yemas de sus dedos el miedo y el arrepentimiento se hacían más profundos, los recuerdos de aquella noche se revolvían en su mente, aún frescos.
– Bueno ya – no tardo en decir una de las 4 pasajeras restantes al callar la voz de Roy Orbison – Hay que poner algo más mi estilo ¿no? Hay que buscar algo de AC/DC u Ozzy Osbourne.
Con tan solo escuchar aquellas últimas dos palabras, ese nombre, sus sentidos se pusieron alerta, el trance en el cual se encontraba se despejó de repente y sus labios se movieron antes de que pudiera ser consciente de lo que hacía.
– ¡NO! – gritó, el pánico se sentía en su voz, en sus ojos que se movían viendo todo, pero mirando nada.
Nadie dijo palabra alguna, tal vez porque las había sorprendido aquella reacción, o simplemente porque era extraño. Por un momento el sonido del aire acondicionado era lo único que llenaba el silencio que se abrió con aquella voz.
– Pero ese tipo de música también te gusta a ti ¿cierto? ¿A qué se debe tu negativa, entonces?
Alguien la cuestionó, ni siquiera fue capaz de notar quien había tenido la amabilidad de decir algo en medio de tan extraña incomodidad, pero fue suficiente como para que la hiciera caer en cuenta de lo que había hecho, sus ojos ahora miraban cada uno de los rostros que la acompañaban, todos los ojos puestos en ella, la copiloto se torcía en su asiento incómodamente para poder verla, incluso la conductora la dirigía sus ojos de vez en cuando hacía ella a través del retrovisor sin perder de vista el camino, y fue esta última quien dijo:
– Igual me parece que has estado de un humor raro, no has hablado en todo lo que llevamos de viaje ¿estás bien? ¿Estás mareada?
– No… lo que pasa es que… creo que deberíamos escuchar algo que todas podamos disfrutar…
– Tiene razón – una voz más cercana a su oído afirmó – hay que buscar algo en español – sus dedos comenzaron a deslizar la pantalla de su celular, nadie más dijo algo.
La música regresó a iluminar a tan oscuro ambiente haciendo que la incómoda escena quedara en el olvido rápidamente, Bella Traición de Belinda contrastaba con sus sentimientos en aquel momento, las voces que sonaban tan alegres cantaban al unísono de nuevo, regresaron retumbando en sus tímpanos, ignorantes al terror que ella sentía, indiferentes a su silenció. Sus ojos dirigieron su órbita a la ventana de nuevo, solo que ahora percibían algo entre las sombras fugaces y las figuras deformadas. Miraban una figura que apenas pareciera diferenciarse entre el contraste de luz y oscuridad que se mezclaban al pasar los faros de los autos.
No pudo más.
Cerró los ojos con fuerza.
Su mano izquierda sostuvo su muñeca derecha apretándola aún con más fuerza.
2
El viaje llegaba a su fin, habían tomado la salida que las dirigía a tan ansiada casa en la playa, se encontraban a pocos minutos, y la idea de un relajante fin de semana prometía hacerlas olvidar, dejar atrás cualquier preocupación, mantener alejado el miedo.
El Toyota ahora se habría paso atreves de un camino sin pavimentar, se movía de un lado a otro haciendo que sus usuarios bailaran a su ritmo, se escuchaba el chasquido que las piedras emitían cuando los neumáticos pasaban sobre ellas, y una interminable vegetación se extendía más allá de lo que las luces altas del carro podían alumbrar. El alegre entusiasmo con el que habían iniciado su travesía ahora se encontraba consumido por el cansancio y el aburrimiento, situación que se vio interrumpida cuando el auto frenó repentinamente, causando que todas dentro despertaran de aquel semi sueño, giraban sus cabezas en busca de algún motivo lo suficientemente válido como para recurrir a aquella pausa.
– Perdón, niñas, me pareció ver que alguien iba a cruzar, pero no hay nadie.
– Son casi las 10 de la noche, no creo que alguien esté vagando a esta hora, y menos en este país donde «todos» están en casa a las 8:00 pm – contradijo la copiloto con su mal humor claramente expresado en su tono.
– Probablemente solo es el sueño que traes – intentó mediar la situación la chica detrás de esta última.
Una pequeña discusión referente a que si debía de haber frenado el carro o no comenzaba a surgir al rededor de ella al momento que se inclinaba nuevamente a espiar por el cristal de su ventana, ella sabía que el hecho de que «alguien» o «algo» estuviera allí afuera con ellas era posible, se percató de su vulnerabilidad, de su fragilidad. Solas 5 mujeres en sus 20´s sumergidas en una oscuridad tan inmensa como el océano, donde los faros del auto apenas si les permitían (engañosamente) guiarse por aquel sendero las dejaba en la posición menos favorable, la cálida luz del sol tardaría en llegar, y no había nada que pudiera darles algún tipo de refugio, de apoyo, de ayuda en caso de necesitarla. Aquella sensación de ser tan insignificantes e impotentes causo que un frío recorriera su espalda y que el bello de la nuca se le erizara, aclaro su garganta y trató que su voz se pronunciara de la manera más tranquila posible para disimular el pánico que la inundaba.
– Vámonos, la casa ya no debe estar lejos, no sé si viste algo o no, pero lo que importa es llegar ya.
– Sí, tienes razón además la casa debe de estar por aquí a no más de 10 minutos, incluso menos – comentó la conductora, reanudando así la marcha del carro.
Visto desde las alturas, si alguna de ella hubiera sido capaz de hacerlo, sin duda alguna hubieran dado media vuelta, hubieran deseado estar en la seguridad de sus camas, donde las cobijas les brindaban una sensación de protección y calidez, ya que había algo más, algo siniestro que acompañaba a esa visión del carro que navegaba diminuto en aquella abrumante oscuridad, se sentía en el viento (bastante frío para ser verano) que suavemente movía las ramas de los árboles, se sentía en el silencio sepulcral que llenaba la atmosfera, ese sendero en donde la luz de los faros se notaba insignificante a comparación de la inmensidad del bosque, algo las acompañaba.
No tardaron mucho en llegar a su destino, la casa se levantaba orgullosa en medio de un claro en el bosque, dos pisos, acabados de madera, grandes ventanales cubrían la mayor parte de la fachada, y el porche era bastante espacioso, tal vez no se trataba de una mansión o ni de una casa gigantesca, pero no se necesitaba la luz de día para saber que se trataba de una casa bastante lujosa, y por dos días estaría a su total disposición. La emoción no se hizo esperar, salieron del auto entusiasmadas, motivadas también por el simple motivo de estirar las piernas. Incluso ella se unió a esa carrera hacia la maletera, tomar su mochila y correr directo a la puerta principal, ansiosa por conocer el interior de la casa, por un fugaz momento olvido sus miedos y preocupaciones, incluso fue la primera en subir las escaleras del porche, sus pasos retumbaron cuando sus tenis vans hacían contacto con las escaleras de madera, de un salto llego a la puerta desde el último escalón, dejo caer su mochila con todo su peso al suelo, dejando sus dos manos libres lo cual le permitió apoyarlas contra el frío cristal incrustado en la ventana de la puerta, su rostro se acercó y su aliento choco contra el vidrio, y en el preciso instante en el cual su nariz no podía estar más cerca de su propio reflejo una mano de ultratumba apareció, estampando su grotesca palma contra el vidrio, el tono de piel era casi negro, callosa y áspera, las largas uñas emitieron un «clic» cuando hicieron contacto con el cristal.
Soltó un grito al tiempo que caía sobre su espalda, al instante sus amigas corrieron a su auxilio. Ella sentía su respiración agitada quemarle el pecho, y el sonido de su corazón retumbaba en sus oídos, cuando el resto del grupo llego hasta ella notaron que sus ojos, abiertos como platos, se encontraban fijos en la puerta, la cual para ella había cobrado una forma distinta, ahora era más grande y parecía ser la boca cerrada de alguna bestia, lista para dar el primer mordisco.
– ¿estás bien? ¿Qué pasó? – La conductora preguntó mientras se arrodillaba a un lado para ayudarla a que se incorporará.
– Alguien… una mano apareció del otro lado de la puerta.
– Oye, ¿segura que la casa esta disponible? – la conductora levanto la mirada dirigiéndose a la chica que hizo de copiloto, la cual estaba recogiendo la mochila que ella había dejado caer a un lado de la puerta.
– Si, segura, revisé y confirmé las fechas en las cuales no estuviera rentada, y esté fin de semana estaba completamente disponible – afirmo con un tono de voz seguro y hasta severo, un tono en el cual no cabía la duda – además la casa esta más que blindada, nadie puede entrar sin saber la contraseña numérica, hay cámaras en cada ventana, y en el caso de que alguien llegara a entrar a la fuerza el sistema de seguridad informaría a la policía la cual no tardaría mucho en estar aquí – explicó al mismo tiempo que sus dedos presionaban rápidamente la contraseña en el candado y su mano contraria introducía una llave en la chapa de la puerta.
El candado emitió una luz verde y se escuchó un «biiip», la puerta se abrió ligeramente.
Las dos chicas restantes que se habían mantenido a raya de la situación se colocaron detrás de la copiloto quien ya se encontraba adentro de la casa, las tres formaron un semi círculo como montando guardia.
– ¿qué hacemos? ¿Revisamos la casa? – una de ellas preguntó temerosa.
– No, no creo que sea necesario, como les dije, la casa tiene un muy buen sistema de seguridad – dio media vuelta para dirigirse a ella que se intentaba incorporar con ayuda de la conductora – has estado muy rara ¿te pasó algo?
– si – una de las chicas que estaban adentro de la casa le hizo segunda voz – no has hablado tanto como acostumbras y ya van dos gritos de la nada. Si algo te está molestando dinos.
Ya de pie, a un paso de cruzar aquella puerta, sintió como la impotencia recorría su cuerpo manifestándose en cada uno de sus músculos, perdiendo fuerza, y las lágrimas en sus ojos estaban listas para rodar sobre sus mejillas ¿cómo podría contarles? ¿Cómo explicarles algo que se supone solo sucede en la ficción? ¿Podrían al menos escucharla sin prejuicios? ¿Dejar que terminara su relato? Y aún más importante ¿realmente ella quería contarles? O ¿no era una mejor idea dejar de hacer líos en la cabeza e intentar dejar todo en el olvido?
Dio un paso hacia delante, conteniendo la respiración, conteniendo su miedo y desesperación.
3
La noche era joven, cada una había escogido uno de los tres cuartos disponibles en el segundo piso, la idea de compartir habitación o dormir en la misma cama no tenía importancia si eso significaba estar lejos de sus responsabilidades y olvidar por un momento que son solo Au Pairs, dejar de lado el hecho de que están lejos de casa, que son ajenas o temporales, y que la vida que tenían en aquel momento era solo un sueño.
Se reunieron en la cocina para una cena antes de ir a dormir, entonces, en un ambiente sin música o sin la concentración que manejar en carretera requiere, sus amigas estaban listas para escuchar su historia. No estuvo segura de si era una buena idea o no, ni siquiera sabía como iniciar aquel relato, así que fue directa, en un principio creía que contar detalles sería peor así que se limitó a un comentario «asistí a una misa negra, no sé qué papel jugaba yo pero me marcaron. Tengo una herida en la muñeca». Por supuesto que nadie le creyó, y por supuesto que hubo preguntas.
– Entonces, lo que nos estás diciendo es que asististe a un tipo de ritual satánico.
– Sí…
– Y que la herida en tu muñeca derecha es algún tipo de marca para indicar que eres miembro…
– No lo sé… yo únicamente quería ver cómo era un evento como ese, yo no esperaba que alguien me llevara al centro del pentagrama y me hiciera esta herida.
– Espera ¿había pentagrama dibujado en el piso? Cuéntanos todo, con lujo de detalle.
– No la molestes, pudo haber sido un momento traumático… pero si, cuéntanos tenemos curiosidad.
Sus comentarios sonaban sinceros, como si de verdad le creyeran, sintió una reconfortante confianza en ellas y, por alguna razón, en sí misma, confianza que era opacada por los recuerdos de aquella noche, los cuales comenzaron a aparecer como dardos que aterrizaban hirientes en su mente, dando justo en el blanco, en la poca fuerza emocional y cordura que sentía que le quedaba. Aunque la idea de enterrar esos recuerdos en lo más profundo de su mente era tentador, no podía negar que primero debía y necesitaba desahogarse, expulsar todo lo que sentía, vomitarlo.
– Bueno… unas cuantas noches antes yo…
… Estaba sentada frente a su laptop, dentro de su habitación se podía percibir el tenue sonido de la música que provenía de sus auriculares, Black Sabbath de Black Sabbath daba un ambiente lúgubre a toda la habitación que apenas estaba iluminada por la lámpara que se posaba en su escritorio.
Tenía los ojos puestos sobre alguna página web acerca de física, y el libro de «Breve historia del tiempo» por Stephen Hawking se encontraba abierto frente a ella, pero en realidad no lo estaba leyendo, y para ser honestos, tampoco estaba prestando atención a la explicación de alguna ecuación que venía desglosada en la pantalla. Ella estaba hipnotizada por la guitarra cuyos acordes, al juntarse con la batería y el bajo, emitían una melodía tan tétrica que cualquier otra persona seguramente habría cambiado de canción, pero no culpemos a Ozzy por lo que vendría después, eso fue única y puramente curiosidad.
La letra de la canción siempre le pareció interesante, hablaba abiertamente de un culto, de algún tipo de ritual, actividades que probablemente no se encuentran tan fácilmente o ¿si? Esos temas son muy comunes en las películas, en las series de televisión, leyendas y mitos están plagados de esas sectas, pero ¿son reales? O ¿son solo eso, cuentos? Decidió abrir una nueva pestaña de búsqueda en su navegador, cuando se dio cuenta se encontraba tecleando «sectas satánicas» a lo que el buscador arrojó noticias sobre la «desviación religiosa» y el ascenso del satanismo en Europa y Estados Unidos, así como esto representa una actividad económica para las personas que se dedican a la brujería (en su mayoría estafadores), análisis socioculturales, así como la historia de esa «desviación religiosa», sin mencionar que existían varios grupos en redes sociales en los cuales los miembros hacían lo que se hace en cualquier otro grupo: compartir memes y criticar a personas con creencias y valores distintos.
Nada que no supiera con anterioridad o nada realmente que llamara su atención. Estaba a punto de abandonar su búsqueda para regresar a lo que sea que estuviera haciendo antes de que esa canción comenzará a reproducirse, pero algo llamó su atención, casi al final de la cuarta página de búsqueda que Google había arrojado se podía leer «Satanic Cult near you», simple, directo, lo que sentía que estaba buscando.
Dio doble clic sobre el vínculo, la página tardo en cargar, como queriendo mantener el misterio, lo primero que apareció fue una pantalla completamente negra, poco a poco comenzaron a parecer imágenes de diablillos colocados perfectamente como margen en la página, al instante se escuchó una risa macabra a modo de bienvenida, en medio con letras rojas parpadeantes se podía apreciar un anunció:
«con brazos abiertos
deja que las tinieblas
guíen tus pasos»
Intentó subir y bajar la página, busco alguna otra pestaña que la llevara a alguna otra ventana, pero no había más opciones, dio clic sobre aquella extraña descripción, al instante se abrió una página emergente que le mostraba lo que parecía ser la captura de pantalla de un mapa, debajo de la imagen venían las coordenadas:
38.69569º N, 77.160077 °W
El orden de los números le causo gracia, parecía que el «número del diablo» se encontraba entre las coordenadas.
Tomo su celular e ingreso las coordenadas en Maps, le pareció aún más gracioso que la ubicación estuviera a escasos 13 minutos de donde ella se encontraba. Cuando regreso sus ojos a la pantalla de su laptop algo nuevo había parecido a un lado de las coordenadas, fecha y hora:
Agosto XX de 20XX
11:30 pm
Sus ojos se buscaron la hora, 11:10 pm. Esa noche se estaría celebrando algo ¿un rito satánico? Al menos eso decía la descripción en la página de búsqueda ¿son así de descarados como para dejar que cualquier persona vea su «invitación»?
Volvió a mirar la hora, 11:13 pm, tomar el carro, fisgonear un rato y ver si eso es real, regresar y meterse en la cama ¿qué es lo peor que podría pasar? No es como si eso fuera en serio, era solo curiosidad, era solo eso, además no pensaba salir del auto, únicamente desmentir una página de internet que seguramente alguien había configurado con la fecha actualizada y la hora adelantada.
11:18 pm y se encontraba en busca del auto estaba estacionado en alguno de los cajones del complejo de apartamentos. Mientras caminaba el único sonido que la acompañaba era el cantar de los grillos, melodía que, en la soledad de aquella bochornosa noche de verano, era ensordecedora, la luz de luna era ocasionalmente interrumpida por alguna nube que cruzaba tranquila la inmensidad del cielo nocturno.
Si hubiera sido honesta consigo misma en ese momento ni ella sabía lo que estaba haciendo, un impulso de locura y sentido de aventura la habían dominado, e incluso una vez dentro del carro, un KIA Óptima modelo 2020, dudo por un instante, esa chispa de cordura que nos enciende algún tipo de alarma en momentos de inconsciencia había sonado dentro de su cabeza, algo que quedo en el olvido cuando encendió el motor, dio marcha atrás para salir del cajón de estacionamiento e iniciar su aventura.
Condujo sin interrupciones por la carretera que se encontraba casi desierta, a excepción de uno que otro conductor que aparecía para después desaparecer devorado por la noche, no se atrevió a reproducir ninguna canción, sentía cierta complicidad con el silencio, como si mantener todo callado fuera a guardar su secreto, su pequeña fuga, era casi como un viaje anónimo, un disfraz para camuflarse con la ciudad que duerme sin emitir sonido alguno, era para ella una manera de no dejar pista a la mañana siguiente. Sintiendo la adrenalina en sus venas, pisó el acelerador, escuchando el rugir del motor una ligera sonrisa se dibujó en sus labios.
«… que las tinieblas guíen tus pasos».
Su velocidad se redujo a 10 KM/HRS, se encontraba en un camino parcialmente pavimentado en medio del bosque, había llegado a su destino o al menos eso es lo que indicaba la pantalla en su celular, las luces altas del carro le permitían diferenciar señalamientos de «parking» o nombres de los «trails» lo que le indicaba que se encontraba en alguna zona de pícnic o parque natural. Sus ojos se paseaban de un lado al otro buscando cualquier cosa que le diera señales de que algo estuviera ocurriendo en medio de la noche mientras todos duermen. Comenzaba a creer que todo se trataba de alguna broma, un evento falso tal y como había sospechado en un principio, sin embargo (como sucedió durante su búsqueda en internet) una figura llamó su atención, frente a ella, lo suficientemente cerca como para ser iluminado por los faros del auto, pero lo demasiado lejos como para poder identificar con certeza de que se trataba.
Se acercaba lentamente a esa figura, un par de cuernos comenzaron a dibujarse mientras las luces se acercaban, en lo primero que pensó fue en un siervo, aunque la figura era muy delgada para serlo, al estar a escasos 7 metros de distancia de aquel individuo notó que se trataba de una persona en túnica roja. No detuvo el carro hasta estar a unos 2 metros de distancia, por un momento se quedaron quietos, estáticos. Ella, por un instante, se sintió a sí misma, se encontraba completamente tranquila como si se tratara de la situación más normal del mundo, no pensó en dar marcha atrás, no cruzó por su mente que se podría tratar de un psicópata, ni en que pudiera estar acompañado, en vez de eso solo observaba como el sujeto de rojo y los cuernos de siervo se acercaba tranquila mente a su vehículo, lo siguió con la mirada hasta que lo único que los separaba era la puerta del carro, ella miró directo a su rostro, lo que encontró hubiera hecho que cualquiera arrancara y huyera. Un cráneo de siervo cubría su cara, antes de que pudiera sentir algo el sujeto levantó su brazo izquierdo señalando dos puntos: el primero le mostró la orilla derecha del camino, indicándole que debía estacionar el carro, el segundo punto se trataba de un lugar iluminado por una gran fogata. Sin pensarlo estacionó el auto en el lugar indicado, apago el motor, las luces altas se desvanecieron repentinamente dejando todo a su alrededor sumergiendo en las tinieblas, en donde el ente de rojo cobraba una apariencia aún más lúgubre y siniestra, salió guardando las llaves en la bolsa de la pijama, encarando a esa máscara ornamentada. El hombre de la túnica esperaba por ella como buen anfitrión, con un movimiento refinado le indico que avanzara por delante en dirección a la fogata.
Un estrecho sendero guio su camino cruzando de la espesa vegetación que apenas si era visible, constantemente los pantalones eran perforados por espinas y ramas, sentía como los mosquitos cruzaban zumbando a su lado, fue un camino corto pero muy poco ameno. Cuando por fin llegó hasta donde se encontraba la fogata lo primero que notó fue que el fuego se encontraba en medio de un círculo, de un pentagrama rodeado por al menos 20 personas, todas usando la misma túnica roja y mascaras de siervo, la única diferencia era que carecían de cuernos, en seguida vio los tambores delante de cada persona, percibió el olor a incienso, agradable, casi embriagante.
No había nadie más que pareciera ser invitado o ajeno al rito que estaba a punto de iniciar, y esto únicamente lo pensó cuando el anfitrión tomó sus hombros con fuerza y los tambores comenzaron a retumbar imitando el sonido del corazón «tun, tuum, tun, tuum, tun, tuum» sonido que parecía acelerarse al mismo tiempo que su propio ritmo cardiaco. Sin darse cuenta sus pasos se dirigían hacia el centro del pentagrama, y el anfitrión, una vez que estuvieron cerca de la fogata, lo suficiente como para sentir como el calor del fuego acariciaba su rostro, tomo su mano derecha al tiempo que los tambores se detuvieron, sintió unos fríos y esqueléticos dedos rodear su muñeca, al instante la uña del dedo pulgar se enterró en su piel, el dolor causo que sus ojos buscaran el origen de que malestar, el recuerdo de esa imagen le causaría pesadillas por los siguientes días. Una mano que no podía ser humana sostenía su muñeca firmemente, sus dedos tan largos y delgados que parecía que lo único que impedía que los huesos fueran visibles era esa piel grísea, al final de cada uno sobresalían esas garras negras y gruesas, un grito se ahogó en su garganta cundo pensó en que una de esas afiladas uñas estaba perforando su piel. Miraba perpleja como aquel dedo dibujaba algo en su muñeca. A este punto comenzó a sentir el miedo surgir desde lo más profundo de sus entrañas, todas las emociones y dudas que no había sentido desde el momento en el cual salió de su habitación llegaron de golpe, manifestándose en lágrimas que brotaban incontrolables de sus ojos, comenzó a cuestionarse a sí misma, a dudar de su propia cordura, preguntas que parecían ahora tan obvias ahora comenzaban a explotar en su mente: «¿por qué viniste? ¿En qué pensabas cuando saliste del carro para seguir a un completo desconocido? ¿No piensas defenderte y huir? Que estúpida, maldita sea ¿no te pareció extraño ver a un puñado de idiotas parados en círculo vistiendo una túnica?…»
«… que las tinieblas guíen tus pasos».
Levantó la mirada y algo comenzaba a formarse en el interior de las llamas, un ente negro de largos brazos y piernas, tan alto que parecía sobresalir de la fogata. Ella movía su cabeza de izquierda a derecha, las lágrimas caían con más abundancia resplandecían cuando su rostro era iluminado por las llamas que habían perdido su acogedor calor. El anfitrión dejo de sostener su mano y hombro mientras daba un paso hacia atrás, en ese preciso instante la misma chispa de cordura que se había encendido cuando decidió ingresar al auto unos momentos atrás volvió a aparecer, no perdió tiempo y salió corriendo sin mirar atrás. Los presentes miraban como se alejaba, pacientes, imperturbables, sabían que por mucho que corriera ya no había salida para ella.
Llegó hasta la orilla del sendero en donde se encontraba el auto estacionado, rápidamente y con movimientos certeros fue capaz de ingresar al carro, colocar las llaves y encender el motor, el cual rugió estrepitosamente al tiempo que las luces volvían a aparecer despertando de aquel sueño profundo, dio vuelta en «U» a una peligrosa velocidad de 25 km/HRS, y no se detuvo, no miro por el retrovisor hasta que considero que se encontraba a una distancia lo bastante lejos como para que dejara de representar algún riesgo, a través del espejo pudo divisar al Anfitrión parado en medio del camino, sentía su mirada fija en ella incluso detrás de la máscara, a pesar de la creciente distancia que los separaba, sabía que esos ojos demoniacos se posaban directo sobre los suyos, ella sabía que…
– … Me iban a buscar, sé que están allí en alguna parte, fuera o dentro de esta casa, pero sé que están esperando por mí.
Terminó su relato, no mencionó que durante todo el camino de regreso esa noche tuvo la sensación de que la observaban, incluso cuando estaciono el carro de nueva cuenta en el cajón de estacionamientos en aquel complejo de apartamentos, sentía una mirada sobre su espalda, o que en cuanto se metió debajo de las cobijas rezó a todos los dioses y todos los santos, o que lloró hasta quedarse seca o dormida, no supo que ocurrió primero, ni que no había sido capaz de dormir con las luces apagadas desde esa noche. No, no podía contarles eso, ya les había dado material suficiente como para internarla e algún psiquiátrico, no les daría material para que ahora fuera la burla del grupo.
– Ok… si querías asustarnos ya lo has logrado…- la conductora inició con los comentarios.
– no te preocupes, estamos lejos de Virginia, no estás sola, vamos a compartir los cuartos en parejas y la casa es segura…- una voz compasiva, que contrastaba con el lúgubre relato, dijo.
– Yo no te creo, y si lo hiciera te diría que eres muy tonta al haber hecho todo eso ¿no viste todas las «red flags»? Cualquiera hubiera entrado en razón al ver a un tipo… ¡NO! ¡Nadie hubiera siquiera ido a esa hora a ver qué pasaba! Simplemente me parece muy tonto – el tono de arrogancia con el que la copiloto habló fue algo que nadie esperaba, los ojos estaban fijos en ella esperando alguna palabra de compasión para contrastar su discurso. No salió nada más de su boca.
– Bueno – comenzó ella mientras su rostro comenzaba a mostrar enojo – tal vez mi historia suene tan creíble como tú diciendo que le eres fiel a tu novio estando aquí, ambas sabemos que te has cogido a cada wey que te encuentras y acepta salir contigo, si no es que más.
– Mira pend…
Un trueno seguido de un destello segador interrumpió aquella discusión emergente, las luces parpadearon por un momento, y eso fue suficiente para dar fin a cualquier conversación o pelea, no fueron necesarias las palabras para saber que todo había acabado y era momento de ir a la cama. Apagaron las luces de toda la casa y activaron el sistema de seguridad, subieron las escaleras al segundo piso en silencio y una tras de otra, recordando a una pequeña caravana fúnebre. Ella iba por delante.
En el momento en el cual cerraron las puertas de cada habitación otro trueno se hizo sonar y nuevamente un relámpago iluminó todo a su alcance. Por un segundo, apenas si el tiempo en el cual el rayo despliega su luz y esclarece todo, se pudo observar a las sombras que se pegaban a cada ventanal en el primer piso arañando los cristales causando un ligero rechinido, manos que se pegaban al frío y húmedo cristal, espectros ansiosos por entrar e irrumpir en aquella paz que solo el dormir puede dar.
La lluvia caía con un sonido monótono callando todo lo que le pudiera quitar protagonismo.
4
Hundida en la cama perdió la noción del tiempo, se retorcía entre las cobijas buscando conciliar el sueño, pero todos los esfuerzos fueron en vano. Se sentó en la cama mirando a la ventana más cercana, la lluvia que caía constante parecía haber llegado para quedarse y la idea de que su perfecto fin de semana en la playa se viera arruinado cruzó por su mente, pero claro que esa era la última de sus preocupaciones, sin embargo la idea de pensar en que «mañana» sería un nuevo día la emocionaba, le daba esperanza, un «mañana» era igual a que todo acaba, a que nada dura para siempre.
Y con la promesa de un mañana en la mente decidió bajar a la cocina, tal vez caminar podría ayudarle a calmar su ansiedad. Sus pies descalzos sintieron el frío piso de madera lo que causo que un escalofrío recorriera su cuerpo que aún conservaba la calidez de las mantas, camino lento tratando de no causar ningún ruido, antes de salir de la habitación miro a su compañera de cuarto, la misma chica con la que casi inicia una pelea se encontraba perfectamente hundida en el más tranquilo de los sueños, al ver que seguía durmiendo ella continuo caminando olvidando cerrar la puerta. Bajo las escaleras con una extraña tranquilidad, sensación que no había sentido en los últimos días. «Todo acabo, todo acabo» se decía mientras el viento soplaba furioso afuera sacudiendo sin piedad las ramas de los arboles. Entonces levanto la mirada cuando llego a la planta baja, el anfitrión se encontraba esperándola, erguido, orgulloso e intimidante, la miraba hacia abajo a través de las cuencas negras y vacías de ese cráneo. El miedo se manifestó en su garganta, quemaba como si se hubiera tragado un fósforo encendido, y su estómago se encogió, todo lo que había comido parecía regresar por donde había entrado.
– Por favor…- el sonido salió de sus labios agonizante, suplicante – dejame tranquila… dejame ir…- su rostro no reflejaba terror, era una expresión que rogaba por piedad, y las lágrimas que caían por sus mejillas le daban una apariencia aún más miserable.
– Tú… lo… buscaste…- una voz grave, ronca salida de lo más profundo del averno sonaba en su cabeza, como un pensamiento ajeno. Supo en ese instante que estaba dentro de ella, y entendido que ahora su cuerpo y alma ya no le pertenecían.
Un relámpago volvió a caer cortando la oscuridad que envolvía la casa dejando al descubierto que el anfitrión no estaba solo, todos aquellos entes que había visto en el bosque frente a la fogata se encontraban con él. Una sensación de desmayo se apoderó de ella y sus rodillas se doblaron, débiles. Trato de usar el barandal de la escalera como apoyo, de otra manera su cuerpo se habría tumbado sobre el piso, al mismo tiempo el ardor en la herida de su muñeca se hizo presente lo que de algún modo la ocasionó que reaccionara, para su buena suerte (si es que aún le quedaba algo de eso) la puerta principal se encontraba justo a su izquierda, corrió hacia ella, sus movimientos no le fallaron, abrió la puerta sin titubear o tropezar, al estar fuera sintió la lluvia sobre su cabeza y hombros mientras corría hacia el bosque con sus pies que se hundían en el lodo a cada paso que daba. Avanzar entre las ramas, arbustos y lodo era cada vez más difícil conforme se adentraba en el bosque, incluso llego un punto en el que parecía que se arrastraba para poder seguir. De vez en cuando miraba por encima de su hombro par asegurarse de que nadie la seguía, y a pesar de que aparentemente se encontraba sola no dejaba de mover los pies que para ese punto ya sentía que sus músculos quemaban y la respiración le fallaba, pensó en descansar por un segundo, recuperar algo de aliento. Sin embargo, la situación estaba lejos de mejorar.
Campanas.
Dan, don.
Campanas de iglesia.
Dan, dan, dan.
Las escucha fuera o dentro de su cabeza, no sabía de donde provenía el sonido, pero tampoco le importaba mucho.
Dan, dan, dan.
Una misa.
Dan, dan, dan.
Una misa negra se anunciaba.
Acordes que ya conocía comenzaron a acompañar a aquel sonido.
– ¿te arrepientes? – la misma voz grave le decía dentro de su cabeza mezclándose con el sonido de la canción.
Era agobiante, ya ni siquiera parecía una melodía ¿cómo es que salía de su cabeza? ¿Cómo es que algo así podía estar sucediendo? La voz de Ozzy ni siquiera parecía ser humana, retumbaba en sus oídos lastimando sus tímpanos, causándole un dolor que le impedía concentrarse en sus pasos o en la dirección que tomaba. Llevo ambas manos a sus orejas con con la esperanza de bloquear el sonido, no funcionó. Soltó un grito.
Un grito que llego hasta la casa, apenas audible a causa de la lluvia que ahora dejaba soltar toda su furia. La chica que dormía placidamente abrió los ojos, soñolienta apenas dándose cuenta de que su amiga no se encontraba en la cama, difícilmente escuchaba que la puerta principal que había quedado abierta era azotada por el viento contra la pared, tranquilamente se sentó en orilla de la cama, dudosa de bajar y cerrar la puerta que le impedía volver a dormir.
Mientras tanto desgarrada por la incredulidad, y torturada por el sonido de una canción que se reproducía incesante en sus tímpanos, ella no daba crédito a sus ojos…
Whats is this that stands before me…
El mismo rito, a unos cuantos pasos frente a ella, la misma hoguera cuyo fuego estaba tan vivo a pesar de la lluvia, los tambores que sonaban todos al mismo tiempo, y el anfitrión, quien se supone había quedado atrás, ahora estaba allí, esperándola como la primera vez que lo vio.
Figure in black which points at me
Le extendió la mano, sus monstruosos dedos se hicieron visibles una vez más, y las mismas uñas que le habían causado la herida ahora la invitaban a unirse a ellos…
Turn around and start to run
Ella movía la cabeza de izquierda a derecha mientras de su boca salía un «no», sus pies comenzaban a dar marcha atrás, quiso girar y comenzar a correr, pero algo la había hecho caer, su rostro fue lo primero que toco el piso causando que su labio inferior se partiera, su cara ahora estaba cubierta de sangre y suciedad. Levantó la cabeza lentamente, llorando de dolor y angustia, miro en dirección a sus pies y un esqueleto cuyos huesos se veían parcialmente cubiertos por piel en estado de descomposición sobresalía de la superficie, su asquerosa mano se encontraba rodeando su tobillo, en seguida vio el cráneo, se horrorizó, la quijada estaba dislocada causando que los dientes sobresalieran de una manera antinatural, la piel que le quedaba al rededor de las cuencas de los ojos se estiraba como un trapo mojado, el lugar en donde alguna vez pudo haber estado cubierta de una abundante cabellera ahora solo mostraba tiras opacas de pelo, pero lo peor fue cuando esa quijada fuera de lugar comenzó a moverse y la tierra al rededor del cadáver se removía, calmado y sin prisa el muerto comenzaba a ponerse de pie sin soltar a su presa, mientras tanto ella trataba de liberarse, pataleaba con todas las fueras que le quedaban, incluso llego a golpear en la cabeza a aquel zombi a lo que aquel cuerpo solo respondía con un quejido, todo intento fue en vano. Ahora era arrastrada, sería entregada.
Find Out I´m the chosen one
– ¡NO!- gritó, mientras movía sus manos y pies queriendo escapar, tratando de liberarse, buscaba aferrarse a cualquier cosa, sus uñas se clababan en la tierra, más de una se despego de sus dedos.
Big Black shape with eyes of fire
El muerto la llevaba hacía la fogata, y en las llamas volvía formarse una figura negra, humanoide, una sombra que comenzaba a salir abriendo sus fauces demasiado grandes para aquel cuerpo tan delgado. Sabía lo que venía, sabía que sucedería.
Telling people their desire.
Tal vez lo último que escucho fueron los aplausos de los espectadores…
Satan´s sitting there, he´s smiling.
O tal vez fue la carcajada burlona del anfitrión, sabía que le hacía gracia que ella haya intentado escapar…
Watches those falmes get higher and higher…
Y por un momento sintió como las llamas la abrazaban cálidamente, casi consoladoras, y por un instante dejo de pelear… todo se oscureció.
Is this the end, my friend?
La lluvia había cesado, el cielo comenzaba a cambiar de color, la claridad de la mañana se estaba haciendo presente, y alguien parada desde la puerta principal de la casa observaba hacia los adentros del bosque, tentada a adentrarse en él dejándose guiar por las huellas que aquellos pies descalzos habían dejado atrás.
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