Gózate la vida.!!

Tenía mil historias que contar, unas me hacían reír y otras me daban miedo. Me brillaban los ojos, eso me decía el cuándo reía sujetándome la barriga. Hagas lo que hagas, sigue a tu corazón y disfruta de ser una buena persona, siempre decía eso.

Arréglate la camisa, ponte bien el suéter, péinate, no te olvides de saludar. Y sostenía mi mano por la calle, siempre ayudaba a quien lo necesitaba. Muchas personas lo reconocían y siempre lo recibían y despedían con una sonrisa. Era un don que tenía con todos los que lo rodeaban.

Me acompañaba los domingos a jugar en el parque. En un inicio empujaba el columpio para que yo me balanceara y sintiera que volaba. Mañana lo harás solo, me decía, pero me ayudaba a tener vuelo. Un día quise lanzarme desde lo alto del columpio. Él solo sonrió mientras movía su cabeza en desaprobación. Aquel entonces no lo intente, pero cuando baje, me abrazo y decía que más adelante lo haría.

El siguiente fin de semana me enseño a subirme en la resbaladera, pero me resultaba difícil soltarme y bajar con la gravedad hasta el final de esta. Olvide por un instante que abajo me esperaba él. Cada vez que intentaba algo nuevo, él estaba ahí para apoyar mis locas aventuras e incluso involucrarse en ellas.

Luego de 5 años, mientras festejaba mi cumpleaños lo vi llorar. Le pregunté por qué lo hacía y me decía que algún día lo entendería. Al siguiente día supe que a quien él consideraba su mejor amigo lo había engañado. Perdió un poquito el brillo en sus ojos, así que me acerque hasta ese asiento de madera sobre el que descansaba por las tardes y sirviéndome un poco de chocolate caliente, empezó a decirme como era el de pequeño.

Mantente derecho, sé íntegro. Cuida tus pensamientos y nunca apagues tu luz.

A muchas personas no les agradarás, y está bien.

Si tienes miedo a fallar, está bien.

Eres humano, es normal que tengas miedo, pero aprenderás a volar.

La traición no es comida, pero tiene un sabor desagradable.

Lo miraba detenidamente luego de que me dijo esto. Ahora háblame del amor, le dije, porque tenía una hermana que era mayor que yo y la había visto llorar. Ella decía que era por amor y pensaba que el amor era malo porque lastimaba su corazón. Y a todo eso me dijo:

Querido, el amor no lastima. Somos nosotros los que intentamos que el amor se fuerce.

El amor nunca se marchita, conocerás a muchas personas.

Unas te amaran, otras te fallaran y pensaras que tú estás mal, y es que no.

Todos alguna vez tenemos que ir, por eso que nos hace falta aprender.

Te propongo un brindis, menciono. Por qué lo haremos abuelo, le pregunte. Escucha lo que diré, pronuncio.

La vida sabe más que nosotros mismos, y aunque ahora quieras ser un adulto cuando lo seas, querrás regresar a este momento. Disfrutar un poco más de jugar en el parque, tomar tu refresco favorito, ir por un helado, besar la frente de tu madre, que tu padre construya un coche de madera contigo y que tu hermana vaya por ti a la escuela, será tan lejano y nostálgico al mismo tiempo luego de unos años.

Tu hermana crecerá y de pronto mamá y papá estarán más ocupados, te sentirás algo extraño. Conocerás la traición y de pronto no querrás perdonarte por no haber sido un poco más precavido. Experimentarás el amor, tendrás miedo de volver a confiar cuando la traición ronde por tu vida. Dormir para escapar de lo que sea que estés viviendo no será la escapatoria a las consecuencias de tus decisiones.

Si no te perdonas no podrás ser feliz y si llego a morirme me culparás por haberme ido. Me preguntarás por qué te abandoné mirando al cielo, pues pensarás que estaré allí, y no, yo no se a donde iré después de morirme. Lo que quiero que no olvides es que yo moriré cuando tú pierdas la memoria, yo mismo me encargaré de estar presente hasta el día en que tú decidas.

Así que si, hoy hago un brindis porque estamos vivos y porque tú eres mi nieto. Estás aquí y eso cuenta. Estamos viviendo un presente, aprendiendo de los errores, siguiendo nuestro corazón. No tengas miedo querido nieto, todo tiene una razón de ser. Salta, vuela, corre, simplemente vive.

Y así, bajo su taza de café y la chocó con mi taza de chocolate, me sentía feliz por esa reunión que tuvimos frente a la chimenea de la casa y el brindis que habíamos hecho. Eso era solo cosa de adultos y por primera vez a mis 6 años estaba presenciando uno.

Hoy he vuelto a encontrar la taza de chocolate que compartí con mi abuelo, y si, tenía toda la razón. Algunos días he tenido miedo por las decisiones que he tomado. Él se marchó cuando cumplí 8 años, quiero pensar que ahora está con la abuela, su eterno amor como él decía. Me ha costado volar un poco, pero le prometí que lo haría, que disfrutaría de la vida, que no guardaría mis sentimientos.

De pequeño, luego de su partida recordaba que me decía que ser una buena persona estaba en ser diferente sin dañar a nadie. He cuidado mi luz interior y aunque ya experimente el amor y llegue a lastimarme, aún sigo expectante de conocer a una persona con quien pueda bailar por la noche sobre la acera, sin ninguna música, solo por el placer de hacerlo. Sonreír y tener complicidad solo con la mirada.

Aún le hablo al cielo, pensando que le hablo al abuelo. En realidad me recuerdo como ese niño pequeño que tomaba el té por las tardes, con ese anciano lleno de vida y sabiduría, y su constante…

¡Gózate la vida!

Etiquetas: abuelo vida amor brindis

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