Como ves, no tengo una respuesta de la que estar orgullosa. Siendo “orgullosa”: lejos de la hipérbole emotiva. No quieres hablar del tema, nunca lo has hecho. Si eso tenía que ser un plot twist… en fin. Si eso tenía que ser un plot twist no voy a renunciar a escribir lo que siento como sé hacerlo. No caigas en la falta de pensar que esto es lo que he escrito dejándome llevar. Lo he pesado mucho, no eres el único amante del control. Ni tampoco peques de convencerte de que eso es todo lo que tendría que decirte. Esto es lo que siento que debo decir ahora para no despertarme de nuevo asustada. Te dejaré tranquilo diciéndote que no me siento más triste que en toda mi vida. Solo sigo atrapada por estos silencios en los que dices lo que sientes —o me lo invento—, esas risas que huyen del horror que se alza en un futuro sin vernos. Confieso que, en algún punto del viaje ingenuamente pensé que por una vez tendrías el coraje de hablar de lo que sientes o al menos de lo que te hago sentir. No hubo sorpresa ninguna. Quizás nunca tendré esa suerte, no obstante, si me odiaras todo se habría trenzado más sencillo, supongo.”
Este mensaje tampoco lo recibirás. Siguen siendo demasiadas palabras, más verdad que la que deseas digerir. Te deseo que tengas feliz vuelta desde la puerta de esa estación en la “Que tengas un ameno transbordo”. De vida, supongo que quisiste desearme.
Sin embargo, si hubiera guardado paciencia y confiado en el camino como tantas otras veces había querido creer. Al cabo de los meses hubiera podido escribir…
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