Un cachito de alma

Un cachito de alma

Shanti Coral

17/06/2022

Hubo una vez un pueblo escondido en las montañas, cobijado de los años, sus habitantes vivían en paz sembrando la tierra, cantando a la luz del sol y de el resto de las estrellas, en el acuerdo de nunca mostrase al mundo, pues a sus oídos habían llegado las noticias de la guerra y la ambición que fuera se desarrollaba, el juramento fue bendecido por los sabios del pueblo, y se oró a los espíritus para que así se cumpliera. Durante mucho tiempo fue de este modo, hasta el día en que un joven viajero se perdió, y, ya que no tenía intenciones de aprovecharse de nada ni de nadie, los espíritus se olvidaron de prohibirle el paso. Cuando el hombre llegó a la aldea se quedó estupefacto, pues lo primero que notó fue la extremada longevidad de las personas, y, en general, la plenitud del lugar, el muchacho venía hambriento, exhausto de la poca indulgencia que mostraban las bravas sierras, y no tardó en despertar la compasión de una chica que sacaba agua de un poso, ella se acercó a él, y, como dictaban las costumbres de su pueblo le ofreció agua, Tarik se llamaba aquel forastero tan extraño, Aicha era el nombre de ella, los dos hablaron largas y tendidas horas sobre las particularidades de los lugares en donde vivían, y se fascinaron mutuamente con existencias tan diferentes, como ninguno quería dejar de conversar todavía, Aicha le ofreció hospedaje en su choza por unas semanas, y así también podría examinar algunos de los objetos que tanta curiosidad le causaban, como la brújula que él traía sujeto al bolso, o la pequeña linterna que se escondía al fondo, el joven, aliviado por tener un lugar donde guarecerse aceptó encantado.

Mientras más pasaban los días, más cariño se tomaban los jóvenes, hasta que se convirtieron en apasionados enamorados, Tarik no quería marcharse, y pidió quedarse una semana más con Aicha, hermosa fue su estancia, llena de besos he historias transcurrió, luego de esta, Aicha no quiso que el se fuera y otra semana más consintió en quedarse él, pero a la tercera, con un dolor en el alma el muchacho se armó de valor contra sus propios deseos, pues, aunque le hubiese encantado permanecer allí sabía que sus padres eran ya muy viejos para trabajar por sí mismos, y él no podía simplemente desvanecerse, era preciso que regresará cuanto antes, el dolor le partía el corazón, ningún otro ser en la tierra habría adivinado cuanto, salvo por la pobre de Aicha, quien se sentía desfallecer porque, igual que él, tenía un compromiso con su gente, y salir de su pueblo habría sido un riesgo muy grande que sin duda podría relatar su existencia.

—Amor mío, si debes marcharte, contéstame entes una cosa, ¿Me llevarías contigo a cualquier lugar a donde fueras? —. Preguntó ella con lágrimas en los ojos.

—¡Desde luego! —Respondió él.

—Si te confiara mi misma alma, ¿La cuidarías sin importar qué le pasara? —.

—Lo haría, sí, como al tesoro más valioso de todos, pero ¿Por qué me preguntas estas cosas?, ¿Qué no ves que solo haces más grandes nuestras penas? —.

Aicha bajó la cabeza y confesó —Hay una manera—. Intrigado, Tarik se adentró en el bosque junto a ella, y juntos buscaron el árbol más viejo de la aldea, se recostaron bajo de él, como la mujer indicó.

—Lo que te compartiré ahora son nuestros cantos, con ellos medimos el tiempo, en ellos encontramos nuestra identidad, en ellos guardamos nuestros recuerdos, allí vertemos nuestras almas, porque la música y el alma están hechas de el mismo material, si tu te aprendes estas canciones, tendrás un pedacito de mí a donde quiera que vallas, es un compromiso serio, ¿Lo aceptas? —. Reveló ella.

Tarik asintió, y sellaron el pacto con un último beso, durante toda la noche estuvo memorizando las canciones de su amada, las había para arrullar, para trabajar la tierra, para hacer pan, para jugar con los niños o simplemente para pasar el rato, incluso escuchó de nuevo las coplas de amor que ella ya antes le había dedicado. Así fue como salió el viajero con la única prueba de que el amor de su vida existía, lejos, en un pequeño universo de ensueño, a partir de ese momento ni un solo día dejó de catar.

Etiquetas: fantasía romance

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