Sobre mi mano, tan frágil, tan pequeño, tan hermosamente marchito

Entre mis dedos siento como el calor escapa de tu minúsculo ser

Puedo sentir como la vida se desdibuja en cada resonar de tu corazón bendito

Cada segundo que pasa lágrimas se escapan y comienzan a crecer

Forman un río y pronto un mar, mar de un dolor infinito

Por la pérdida de todo un universo de posibilidades que no se han escrito

Eres aquello que sacudió mi mundo y lo convirtió en algo distinto

Pero no pudo ser, tiempos incorrectos, circunstancias de orden prescrito

Instantes para amarte más que a mi misma y ahora estás en un pasado maldito

Maldito el día y la hora en que esa terrible decisión me hizo perder

Porque con tu partida me perdí a mi misma, y extravié un pedazo pequeñito

Pequeñito pero que ocupaba totalmente mis pensamientos cada anochecer

En la oscuridad te soñaba e imaginaba tu rostro, tus cabellos, tu cuerpecito

Tu delicada piel contra la mía, tu respirar y el compas de tu latido cada amanecer

Ese latido que alegraría mis días y consolaría mis noches

La respiración que calmaría mi alma y haría brotar sin control mis lagrimas

Lagrimas de felicidad al mecerte entre mis brazos, pero escucho tus reproches

Ser tu madre habría sido el más grande honor en la vida de este triste ser

Pero ahora cada noche me convierto en una sombra que muere entre gemidos

Porque a pedazos mi alma he vendido, ya no es mía es tiempo de verla arder

La oscuridad se encarga de atormentarme en sueños, de hacerme sufrir 

Dime tú desde aquel cielo, ¿Cómo una simple mortal puede ganarse el paraíso?

Después de cometer el peor de los crímenes y hacer tan terrible sacrificio

Estás muerto, en mi mano puedo ver como te marchitas entre sollozos

Te esfumas y secas con el paso de las horas y yo nunca volveré al gozo

La culpa corrompe mi espíritu, me quita la sonrisa y me nubla el juicio

Perdona a esta tu madre que no tuvo el valor de dejarte vivir

Que eligió separarte de su vientre cuando apenas eras un cúmulo de células

Perdona mi crueldad, mi cobardía, mi renuencia a dejarte existir

Perdona que tu padre no pudiera ser quien tu merecías, y ahora estoy incrédula

Sorprendida al caer en la cuenta de que ya no estás, que has dejado de vivir

Y en esa cruel realidad me reprocho cada día haber sido tan estúpida

Te amé tan profundamente pero solté tu mano y fingí indiferencia

No merezco respirar este aire, me siento asfixiar y preparo mi huida

No puedo describir mi arrepentimiento, tú habrías hecho la diferencia

Pero fui débil, consumida en mi propio ego y cegada por el egoísmo

El miedo no me dejó ver que habríamos encontrado dicha en tu existencia

Que tu sola presencia sería motivo para salir de cualquier abismo

Vuelve a mi, visítame en sueños y libérame de tu ausencia

Hazme digna de llamarme madre nuevamente porque ahora me siento ahogar

No duermo, no vivo, no respiro, camino y finjo existir pero no vivo

Soy un muerto viviente que a cada segundo desaparece y se deja controlar

No quiero sentir más este indescriptible dolor, poco a poco huyo

Me refugio en los confines de la mente, donde nadie me puede juzgar

Donde no soy este deforme, pusilánime y desnaturalizado animal

Donde tu vives y yo no muero, donde tu ríes y yo te escucho

Donde los dos nos amamos por siempre y donde no me obligan a dejar

Los pedazos de mi alma muertos entre mis manos para no volver jamás.

 

Etiquetas: poema

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS