Por. Karol Bolaños
Hace días tengo ganas de abrir una hoja de plátano, meter ahí todos mis recuerdos, conocimientos y saberes; añadirle la emoción que de vez en cuando vuelve a piel y se mete en mi memoria; echarle sal, hojas de tomillo, granos de comino y pimienta fresca; para finalizar comprimir con la ayuda de una masa de papa caucana y maíz.
Envolver y amarrar con un cincho de penca todas las veces que sea necesario.
Hacer un buen fuego dentro de un huequito en la tierra, sin olvidar proteger la tierra con hojas de plátano recién cortadas. Formar el soporte de las brasas con piedras de río, cuando las brasas estén listas y las piedras calientes, poner unas hojas de plátano y sobre ellas los tamales, taparlos con el restante de hoja que seguro quedara y fijar la cubierta con algo que guarde bien el calor. Dejarlos por muchas horas, todas las que se sean necesarias hasta que se cocinen al interior de la tierra y el fuego.
Al estar listo, sentarme en una montaña con vista al infinito, comer, disfrutar del pasado en el paladar y guardar en mí, solo aquello que me alimente.
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