valencia, 17 de Marzo de 1976
Estimada Martina V. Piterrs
Aquella
veterana acompañante de mi vida, en la que mis llantos de niña se posaban en
tu regazo año tras año, aquella alma que en una parte de su vida puso de
su empeño y dedicación para hacer de mí su creación más humana de la
humanidad, la cual en las noches de insomnio y miedo me refugiabas en tus
brazos con gran ternura, esa misma que es incomparable con la que
solo una madre es capaz de demostrar a su cría ese amor que yace de lo profundo
de su interior y no digo que la sangre sea el lazo para definir a una
madre, considero que es el amor mismo aquel capaz de definir a una madre de una
sola y exclusiva progenitora, lo que digo es que no hay amor más puro que aquel
que se crea con el paso de los años sin volverse otra cosa diferente a lo que
respecta el amor.
Desde mi estancia te escribo
querida mía queriéndote querer y deseándote abrazar todos los días, de forma
indiscutible me encuentro aquí escribiéndote hoy, este día que quizás sea como
los demás, pero para mí, es el día en que el recuerdo de tu amor me lleva a
agradecerte incesantemente por haberme permitido esto del vivir, porque para mí
eres aquella dama que me abrió las puertas de su vientre para hospedarme en él
durante 9 meses, y llevarme a conocer otro mundo que no era el mío, esa misma
guiándome a cada paso que daba, enseñándome cada regla que debía tener en
cuenta para sobrevivir, enseñándome el lenguaje de las palabras y entre los
lenguajes el del amor, aprender a confiar en ti fue lo que hice cuando me
enseñaste este mundo inexplorado para mí. Para esta pequeña que te escribe,
eres aquella guía que recibió en su primera existencia de vida, siendo su
modelo a seguir y su principal objetivo por proteger, esa misma dueña de
sonrisas inexplicables, anhelos imparables e historias sorprendentes. Indefinidamente,
me regalaste muchos recuerdos que ahora hacen parte de mi memoria, y de
aquellos momentos que no dejan de recorrer mi alma.
Esta carta se asemeja a lo que en
mi alma se encuentra de tu recuerdo, si te escribo esto es para agradecer cada
caricia, sueño, amor, anhelo que en mí depositaste. Agradezco conocer una parte
de esa persona que eres, aquella vida humana que para mí aportó demasiado,
aquella vida que injustificablemente me tuvo a su lado sin dejarme ir al más allá, injustificablemente me tuvo e injustificablemente me amó, agradezco cada
cosa que has hecho por mí, sé que han pasado muchas cosas, pero, sin embargo,
eso no me quitan las ganas de amarte con todo mi corazón.
Me despido de ti queriéndote cuidar, queriendo que en la
lejanía el recuerdo prevalezca y más que un recuerdo el amor que forma el todo,
nada es más valedero que un amor puro que brota de lo profundo del alma.
Ahora me despido con gran deseo de encontrarte en otra ocasión, Mamá te quiero
y en realidad te extraño mucho
Con un gran beso me despido de ti queriéndote ver en
nuestro próximo encuentro
Atte: Lia V. Piterrs
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