Me apasiona la ciencia. Siempre procuro revisar las últimas publicaciones y esos nuevos descubrimientos científicos. Para acercarnos más al punto en cuestión, diré que la astronomía y la cosmología son fascinantes. Cuando se observa la inmensidad del universo y se medita en lo pequeño que somos, se activan muchas ideas filosóficas en aquellos que disfrutan de esos temas trascendentales. Aún en esta diminuta escala podemos proyectarnos y alzar la mirada al infinito. Nuestra ciencia nos dice que hemos visto más de lo nunca soñado.

A pesar de todo lo mencionado anteriormente, me pregunto: ¿doblaría la vista un ser superior hacia nosotros? ¿Acaso hemos salido del salvajismo? No lo creo. 

No hemos alcanzado el más importante de los avances, y me atrevería a decir que no merecemos que una civilización avanzada ponga atención a un ser que no se valora a sí mismo. Y no sería para menos, pondríamos en riesgo la existencia de esa hipotética especie inteligente en cualquier momento que tuviéramos una oportunidad. Es más “fácil” cometer el crimen en un extraño, y con el conocido lo hacemos de manera “cómoda”. 

Las cosas (metales, sustancias, terrenos…) tienen más valor que la vida en este mundo civilizado en que vivimos. El ser humano se menosprecia a sí mismo. No es una exageración esa aseveración. Bastaría con examinar las diferentes noticias que se presentan en los medios para estar de acuerdo. Si, ellas son más relevante que lo que decimos, pues presentan los hechos.

Especulemos un poco. Es posible que nos observen y no quieran contaminarse. No los culpo, le corremos a los depredadores. ¡Qué ironía! Somos algo peor que eso. No es necesario mencionar una guerra. De hecho, hay veinte guerras que se libran en el mundo en la actualidad, aunque solo una de ella “nos interesa”. Guardemos la palabra interés, es posible que seamos malinterpretados. Los de allá afueran, no vengan, no nos contacten, y mucho menos nos permitan contactarlos.

Etiquetas: reflexión

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS