Conoce a Gaspar Jones

Conoce a Gaspar Jones

Clark Peterson

21/03/2022

La pareja sigue discutiendo, pero esta vez la contienda pasó desde el cuarto al living. Abajo, un hombre con mameluco azul gastado cruza la calle, lleva un gancho de matarife en la mano. Es una tarde de sol y en el balcón tengo las plantas de mi tía casi secas, reflejando una sombra semi terrorífica en las baldosas. En la vereda del supermercado de enfrente tres obreros comparten una botella de cerveza y ríen cansados.

Recostado sobre las baldosas del balcón, miro la calle en posición horizontal. Cierro los ojos y me trato de aislar. No es fácil aquí fuera, escuchando los ruidos de la calle y donde cada grito o bocinazo parece reverberar en el aire encajonado entre los edificios. Abro los ojos. Ojalá pudiera tener una vista del cielo directamente desde mi balcón, sin que el edificio de enfrente me tape la línea de visión. Ver las estrellas, todo eso. Pero en la ciudad ya casi no se puede.
Miro el reloj y falta una hora para que me pasen a buscar. No tengo ganas de levantarme, estoy empezando a agarrarle el gusto a las baldosas y al frío que provocan en mi espalda. Hay veces que podría quedarme quieto durante una eternidad. Algo me vibra en el pantalón, es el celular.

– Levantate del balcón ahora mismo, ya es lamentable y además ridículo. Ahora en media hora paso por tu casa. ¿Te acordás de lo de Álvaro no?

– Claro que me acuerdo Pep – Pep es un flaco buenazo, afecto a la música y calavera impenitente, de esos que lo muestran con orgullo. -Bueno, comprá las birras entonces. No nos podemos quedar sin chupi. Ah, otra cosa, Quién pone la merlu? -acá pregunté, esperando que no se notara el hilo de preocupación en mi voz.-

-Alvarito papá, es all inclusive.

Me empiezo a cambiar apurado y casi trastabillo al ponerme el jean. Elijo mi camisa de la suerte, una totalmente blanca de algodón. Completo el atuendo con zapatillas negras sin medias. Me miro al espejo y tiro un beso. Muack. Soy un ganador mmmmm, mmmmmm, mmmmm, mientras me golpeo el pecho con el puño cerrado. ¿Qué espera encontrar uno en la noche que lo excita tanto? «We all feel better in the dark» dicen los Pet Shop Boys.

***

Recién corto con Mariela y parece que Marcos va a ir. Me tiro en la cama como una quinceañera y boca abajo, con las pantorrillas levantadas y moviendo mis piernas adelante y atrás. En la mesa de luz el celular se está cargando en mi nuevo set que acelera el tiempo de carga en un 100%. Tengo 24 mensajes sin leer, y dudo entre si leerlos antes o después de bañarme. Decido leerlos después. La fiesta de Alvarito tiene a todos medio locos, así que más vale no caer en el tsunami de locura mediática. Entro al baño con un campari en la mano. Todos saben que la gente con plata tomaba alcohol mientras tomaban una ducha, así que, allá vamos. Empiezo por el agua caliente y después bajo la temperatura hasta sólo dejar el agua fría abierta, lo que deja mi piel tirante e irrigada. Salgo de la bañera, me seco y me coloco crema en todo el cuerpo, a conciencia. Esta noche voy de pollera negra y top violeta, con unos stilettos negros brillantes que son una monada. ¿Dónde habré dejado las pastillas? Reviso mi cuarto y pongo todo patas para arriba, hasta que justo antes de entrar en el panic attack las encuentro en la bolsa ziploc transparente de siempre, escondiéndose debajo de la cama. Respiro aliviada y tomo 2 en seco, que me dejan una molestia en la garganta. Pero ya estoy acostumbrada.

***

Bum bum bum shaka shaka, es lo que he escuchado en mi cabeza desde que las pastillas me encendieron los motores. Si según la kabbalah, Adam Kadmon creó el mundo con un profundo soplido, ¿Quién habrá sido el iluminado que creó la noche, con sus lunas que se reflejan en el agua, con las luces de neón de las ciudades que se diseminan como nervaduras de una hoja? Está por atardecer y desde mi casa veo el valle, empezando por las casas residenciales de las afueras hasta los edificios del centro. El aire tibio y seco me pega en la cara, en el instante en que comienza a bajar la temperatura con un soplo de la tierra, que pide tregua por tanto sol.

¿Qué dirá Laura? No puedo ni imaginarlo. Ni siquiera después de haber pasado la noche dándole vueltas al asunto. Odio cuando no puedo concentrarme. Prendí y apagué la luz del cuarto tantas veces que es una sorpresa que las lámparas sigan funcionando. Los fantasmas también siguen funcionando ahora en la vigilia, un resabio de las luchas nocturnas. Ahora entiendo porque en la edad media velaban armas. No habría alma que reposara en ese estado mental.

Por más que lo pienso tomar un Rivotril no me haría bien, me sacaría la poca sinapsis que me queda en el cerebro. NECESITO no poder echarle la culpa a nada. Tengo que absorber el golpe sin anestesia, una especie de autoflagelo. Me miro al espejo del baño mientras me visto, las clavículas y las costillas marcaban caminos en la carne. La camisa de algodón negra cubre mi humanidad como coraza para lo que la noche pueda deparar.

¿No es eso lo que buscamos simbólicamente todas las noches? Bum ShakaLaka Bum Bum ChakaLaka. Ahora estoy en el club y trato de no pensar en nada. ¿No es para eso la música trance? En el futuro inmediato lo importante es que vería a Laura, el tótem imantado que atraía a todo lo que respira.

***

Con las chicas estamos en la fila del Tafirem. Ya no es lo que era antes, en los tiempos en que los punks dominábamos la escena, y sacábamos a caderazos a las gringas pueblerinas. Ahora todos traen sus plataformas gigantes y sus brillos. El neoglam invadió la escena y no se puede hacer nada contra eso, sólo que dejarse llevar. Cada época tiene un estilo, y en ésta la reina es el neoglam. Lo malo es que las épocas duran 2 meses a lo sumo.

La cola avanza lenta como una babosa, y los chicos se van poniendo así también. Finalmente entramos las tres y pedimos tragos e hicimos face en la barra. Se nos acercan tres chicos con cortes de pelo a mordiscones y actitud de James Dean. Mis amigas les hacen ojitos para provocarlos, pero no les dan cabida. Es porque no conocieron a James Dean, eso es lo que te hace estar tirada todo el día en la cama con esas cabronas redes sociales. El asiento de la barra está elevada con respecto la pista de baile, lo que me permite mirar a la distancia por sobre las cabezas de los entregados al baile, pero no veo a Marcos.

***

Con Pep entramos en el Tafirem sin hacer cola, señalados por el dedo mágico de Alvarito, que actuaba como corte suprema en materia de quién entraba directo y quién debía pasar por la humillación de la fila. La oscuridad de la noche despierta fantasías. Lo hace ahora y lo viene haciendo desde tiempos inmemoriales. Era una mezcla de miedo y fascinación. Miedo a lo desconocido y fascinación por eso mismo. cualquier cosa que uno imaginara tenía la oportunidad de suceder en una noche cualquiera. Al menos eso es lo que uno espera. Inevitablemente, la operación está destinada estallar, o más bien a implosionar por el peso de su propia ambición. Nunca lo sucedido la noche anterior nos satisface, jamás está a la altura de lo que imaginamos que puede pasar, simplemente porque jamás tenemos una idea concreta de lo que puede pasar. Cuando se es joven cada noche es una flor que se abre con su secreto aparentemente a nuestro alcance. Es una planta carnívora, eso es lo que es.

***

Pasé muchas noches en vela pensando en aquel encuentro fallido con Marcos, quizás en esa esquina que doblamos sin sincronía, todas las veces que seguramente nos habíamos cruzado en lugares banales como la fila del supermercado o un trámite en el centro. ¿El destino no lo quiso, o no pudo?

Se me acerca un tipo en la barra, alto, pelo castaño. En unos minutos ya había me había hecho contarle la mitad de mi vida. Así conocí a Gaspar Jones.

Etiquetas: noche novedad romance

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