Toda mi vida viví en este lugar, desde afuera le dicen la vida que está en la botella. Debo tener unos seis meses. Eso la escuché decir una vez. No es muy precisa a la hora de hablar de datos.
No me puso nombre, ella es humana, pero como puede ser tan inhumana de no ponerme nombre. Tiene una guitarra que se llama Chocolate, una bicicleta que llama Cetta, un par de gentes como ella que les llama por sus nombres o a veces la escucho que dice «no te puedo creer boluda», «¿sos boludo?». Todavía no entiendo si algo genérico o es un nombre popular. Cuestión que yo nombre no tengo. A veces pone vos de pito y me llama «cosita hermosa», pero a mí no me gusta que me trate como una cosa.
Mi casa está hecha de vidrio y está posada sobre una madera. Tengo una casa de una sola planta; un sillón; una biblioteca; una pequeña piscina hecha con una tapa de una bebida, forrada en papel de colores; una huerta; un árbol; un banco de plaza hecho con palitos de helado y un montó de libros que tienen hojas en blanco; y la posibilidad de observarla todo el día.
Su casa, no es como la mía, es chiquita pero tiene vecinos abajo y arriba que hacen ruido; si va al baño va a la cocina; si va a la habitación va a la cocina y siempre que va a la cocina abre la heladera. Debe ser un tic. A veces no saca nada, pero igual abre la heladera.
Toma algo que se llama mate, que es algo que se parece a los árboles que tengo en mi huerta, pero secos y son un montón adentro de un recipiente con un tubo y le pone agua caliente. A veces la veo que tira los ojos para atrás y chupa y chupa pero no sale nada y dice «la puta madre, se tapó esta mierda». En realidad primero le pone agua fría y después le pone agua caliente. Ese coso lo tiene adosado al cuerpo, va a todos lados con el mate y el termo, aunque hagan ochenta mil grados de calor, como suele pasar en ésta ciudad.
En realidad yo no conozco otra ciudad, de hecho nunca salí de acá pero ella cada tanto dice «Boluda no se puede creer el calor del infierno que hace en esta ciudad del orto, me voy a ir a vivir a la playa», así que asumo que hace mucho calor. Ella transpira e igual toma mate con agua caliente.
A veces no entiendo a los humanos, en realidad tampoco sé si los humanos se parecen todos a ella.
Otra cosa que hace es hablar por Internet con otras personas, a veces en otros idiomas. A esos no les dice ni boludo ni boluda, es como si usara esas palabras cuando se relaciona con personas que hablan su mismo idioma.
Lo que no entiendo bien es porque habla solamente usando la computadora o el teléfono. Nunca viene nadie a esta casa, ella sale. A veces se cambia y a veces sale como está, sea vestido; pijama; con o sin corpiño. No le importa nada. A veces va al baño y se saca los pelos de las axilas y las piernas y se maquilla. A veces sale y cuando vuelve se desploma en el sillón.
Una vez había conocido a uno y cuándo él la llamaba ella no tardaba ni cinco minutos en salir. Ahí se sacaba los pelos todos los días y se lavaba los dientes a cada rato. Se ponía perfume, cuestión que un día volvió llorando y no la vi salir más.
Se quedaba mirando películas, a veces se reía a carcajadas, a veces lloraba, a veces hablaba sola. Que se yo, yo nunca me aburro de observarla porque aunque haga lo mismo ningún día es igual a otro.
A veces se peina, a veces ni se baña. A veces se tira en el sillón y dice «no salgo más». A veces hay días que ni viene.
A veces se olvida de darme agua, a veces me llena la pileta tres veces.
No la entiendo, no sigue un patrón, hace lo quiere. A veces me habla, y dice en vos alta «Dios, si me escuchan los vecinos van a pensar que estoy del moño» que no sé que significa pero bueno, en algún momento voy a poder entenderla, supongo.
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