20 km para recordar..!!

20 km para recordar..!!

ESTEFANYA PARRA

30/12/2021

El sol estaba por desaparecer, podría decirse que apenas faltaban unos minutos. Pronto todo volvería a ser un recuerdo de lo vivido.

Aun cuando las situaciones que se presentan con el día a día estaban para enseñarle lo fuerte que era, de repente tenía esa sensación de correr o incrustarle a su bicicleta toda la adrenalina de su cuerpo y en unos cuantos segundos llegar a su próximo destino.

Aquella tarde que pintaba un cielo color anaranjado con destellos de un rosado indescriptible hicieron toda la diferencia para cerrar el año, un 2021 que jamás pensó vivir. Y es que pese a ser responsable de lo que hacía y de lo que no, también estaba esas lecciones pendientes en las que no tenía asignaturas definidas, pero su vida misma era el lugar académico que demandaba mucha paciencia y audacia en su aprendizaje.

Y si las matemáticas llevaban a un cálculo perfecto, había sido hora salir y comprobar que su ruta preferida para pasear en efecto tenía 20 km. Había intentado varias veces recorrerla completa, pero el destino se empeñaba en que quedara inconclusa. A veces caminaba, otras corría y en ninguna lograba llegar al otro lado. No importaba si era temprano o por la tarde. En el camino había alguien que le daba claridad al contarle su historia y para ella era más fácil encontrar las respuestas que buscaba a preguntas que muchas veces ni siquiera se había formulado.

Había pasado así hasta que agosto llegó con vientos intensos y su vida empezó a cargarse de más responsabilidades. El amor había llamado a su puerta desde el año pasado y a esas alturas, junio por alguna razón se empeñaba en cambiar su situación. Aunque era evidente lo que tenía que ejecutar no se permitía aceptarlo. Era hora de dejarlo, pero aferrada a intentarlo una vez más lo único que conseguía era lastimarse un poco más.

El calendario empezaba a marcar con rapidez los días de agosto y pronto el 19 del mismo, se hallaba recordando aquello que le llevo a decir «es suficiente».

Nadie ha descubierto aún la receta para arrancarse recuerdos en segundos, y mucho menos para dejar de lado ese pensamiento constante de escarbar en el pasado. Entonces hubo autores de libros y música que le enseñaron lo grandioso que podía resultar canalizar esas emociones que exprimen las entrañas. Después de todo, llorar por un desamor era como colocar una llave en los ojos que no podían controlar el caudal de agua que había acumulado el corazón.

Faltaba 1 día para que terminara el año. Su mente calmó los pensamientos que quisieron derrumbarla y no volver a levantarla. El corazón se había vaciado del sufrimiento que había experimentado. En el registro de su memoria ya pudo grabar las lecciones de todo lo sucedido y había conseguido abrirse a volver a vivir. Autentica como solo quienes la conocían podían confirmarlo.

En los últimos meses, había prestado sus oídos a quienes lo necesitaban y se había vuelto luz para quienes se permitieron convertirla en un refugio. Su filosofía de vida era servir y llegando a marcar su calendario «diciembre 2021- jueves 30» era hora de prestarse atención y tener un tiempo consigo misma.

Por cientos de años la música fue la calma para muchos y el chispazo para explotar de alegría. Aquel día no era la excepción. El celular en el bolsillo de su capucha y los audífonos en sus orejas era la señal para terminar un camino que estaba pendiente por recorrer.

Pasaron unos minutos y en efecto, el sol empezó a reducirse frente a su vista. Los rayos de luz cubrían cuántas nubes estaban a su alcance. De pronto un viento se manifestaba para acariciar sus mejillas, desordenar su cabello y revolotear las hojas del camino. Mientras pedaleaba llegaban a ella incontables recuerdos. Ya no peleaba con ninguno, se permitía tenerlos y darles otro significado.

Poco a poco vació su mente, y se volvió una con la bicicleta, música, viento y el camino a recorrer. Por tramos pedaleaba para tener más velocidad, en otros solo dejaba que la gravedad hiciera su trabajo.

Quizás 20 km eran poco para rememorar todo lo que había sucedido aquel año. Ahora tenía más sentido empatizar con quiénes habían perdido un padre, dejar la vida de adolescente y tomarse en serio las nuevas responsabilidades como adulta.

Pensar en el amor, claro que era importante. Solamente que esta vez, había que ser menos emocional y entender que hay ocasiones en los que la compañía elegida para caminar como pareja debía poder platicar y también estar en silencio. Y antes de querer que alguien más cumpla con lo que se quería, convertirse en aquello. Esta sería la prueba fiel de quienes decían que no había que ir tras las mariposas, sino convertirse en un jardín que las invitará a quedarse.

Celebrar un cumpleaños más, estaba vez más el número 26, represento valorar a su familia, madre, amigos y también al padre que ya no tenía, pues aún después de muerto su legado era interminable. Entre sus 3 deseos al soplar su vela del pastel, primero le agradeció a Dios por el conocimiento que poseía y podía compartir con quiénes lo necesitaban. Encontró el significado de «nunca dejar de aprender». Y antes de ser incrustada en la crema de su pastel, se aseguró de grabar en su memoria a largo plazo la canción de cumpleaños entonada por toda su familia, las palabras de agradecimiento de su tía y primos. Estaba claro, tras un año lleno de emociones no había nada de que quejarse por un año cumplido, pues a muchos esa oportunidad les había sido negada.

Respirar y sujetar con su mano izquierda la dirección de la bicicleta le permitió mover la cabeza y su mano derecha para entonar con más énfasis el coro de la canción que escuchaba a todo volumen. Al ser un lugar apartado de la ciudad, no había la necesidad de preocuparse por algún automóvil que aparezca de forma abrupta.

Así fue que atendió aquellos dolores que le causaban una molestia. Aprendió de quién podía ayudarla y dotarla de herramientas para continuar con su vida. Conecto con su verdadera esencia.

Asumió que todo era un proceso mágico, además que las personas eran como eran y no como ella quisiera que fueran. Y tras un pedaleo necesario allí donde la imperfección existe, acepto por qué las veces pasadas no había concluido aquella ruta.

Para hacerlo debía estar escucha do música, con lecciones aprendidas y con quién fue su compañera de inspiración. Una hermosa estrella que aunque estaba lejana el brillo que tenía transmitía paz y la satisfacción de un camino concluido.


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