Mensaje de sangre

Mensaje de sangre

Zuzart

07/12/2021

Cae la tarde mientras recorres la orilla de la playa. Algo llama tu atención: es una botella que con el vaivén de las olas se mueve despacio hacia donde estas. Esperas, paciente a que el mar o quizás el destino te la traiga; al fin la logras coger. Tiene unas plantas marinas adheridas al vidrio que apartas con rapidez. Todo puede ser una broma, está de moda en el barrio las historias de piratas y tesoros escondidos, por lo tanto, muchos niños o padres, para fomentar la imaginación, puede que hayan hecho un mapa con el fin de ser encontrado. Aun así, la curiosidad te hace quitar el corcho. Dentro, la botella huele a alcohol puro, y hay un pedazo de lo que parece papel. La hoja es rara, no parece un pergamino, ni una tablilla, es suave y delicado, además de estirarse. La tinta empleada es también de lo más curiosa. Te acercas el documento encontrado para oler la tinta; apesta a putrefacción, pero sin llegar a destilar esa peste que abunda en los cadáveres. Te pasas la mano por el rostro para secarte algunas gotas de agua que te han bañado. Oyes el sonido del mar que despacio rasga la escena como un instrumento delicado a tono suave, relajante. Sin darte cuenta el agua ha llegado a tus pies mojándote los zapatos; retrocedes en busca de un lugar seguro donde sentarte. Con la botella en la mano caminas hacia una roca; después de acomodarte despliegas el documento para leerlo, dice así:

Espero que seas cubano, sino eres cubano, al menos que hables la lengua hispana. ¡Por favor, busca ayuda! Que estoy mezclado en algo espantoso (palabra ilegible), y no sé si pueda sobrevivir. Era profesor en Cuba de español, y a pesar de todas las obras fantásticas y de ciencia ficción que leí, no encuentro lógica para esta realidad, que quizás sea fruto de una irrealidad en mi mente (palabras ilegibles) ¡Ya no se ni lo que escribo! ¡Por favor, ayúdeme! Quise irme en balsa junto con una pequeña tripulación con el fin de llegar a Estados Unidos, ahora estoy varado en una Isla donde el suicidio es la mejor de las soluciones. (La pluma rasga el documento de una forma que la tinta se corre varios renglones, luego la nota continua:) Una tormenta nos trajo aquí… no sé dónde pueda estar, pero debe ser al norte de Cuba unas 40 millas… salimos de la Habana. Venga en helicóptero, lancha, lo que sea, pero que ellos no los vean.

Al levantarme aturdido en la playa, sin saber que fue de mi tripulación, bueno, en ese momento no sabía, ahora sí sé que les sucedió, me espanté. La balsa estaba destruida por completo y algunos palos flotaban todavía en el mar. ¿Saben por qué ellos no me raptaron? Porque yacía acostado y la arena tapaba todo mi cuerpo, tuve suerte de no ahogarme. Caminé por el frondoso bosque que llenaba de misterio y horror aquel lugar; yo creía estar en Miami o al menos en Cuba, pero caminé hasta que cayó la noche sin encontrar ni siquiera una carretera. El teléfono me daba sin cobertura y el cansancio, la sed y el hambre comenzaron a martirizarme. Creí que moriría. Entonces hallé un pequeño estanque, con peces y rodeado de árboles frutales. Comí, bebí hasta reventar. Luego hice una fogata pequeña para calentarme y pasar la noche. (La tinta vuelve a correrse… palabras ilegibles, por lo menos dos renglones; luego hace un salto y continua la historia).

Me encontraba pescando en el estanque cuando escuché los arbustos agitarse. Al principio sentí alegría, pero como todo cubano llevado por reflejos, estimé conveniente esconderme detrás de unos árboles. Entonces, la alegría se convirtió en pánico, mis ojos no podían creer lo que veían: tres hombres vestidos de negro caminaban llevando por gravedad, sí, como lo lees, mi tripulación, al menos vi dos de ellos, flotaban acostados en el aire por gravedad; ¡Lo peor no es eso! Los tres hombres de negro se iban quitando las pieles humanas como si fueran prendas de vestir. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, aquellas bestias no llegan si quiera a que yo pueda describirlas, porque el horror que causan es indescriptible… casi caigo desmayado, pero me mantuve cuerdo; porque lo estoy, aunque no lo parezca. Me fijé que aquellas cosas con sus tentáculos jalaban una rama de un árbol, y algo se abría en el piso: una escotilla.

Si fuera otra persona hubiera salido corriendo, pero una inaudita curiosidad enfermiza me llevaba a meterme dentro. Quizás estaba siendo impulsado por esa fuerza interna de querer salvar a las personas, aunque en el fondo soy un cobarde; también cabe la posibilidad de que no quisiera seguir sólo en esa Isla. (Tinta ilegible varios renglones)

Esperé sin pegar ojo toda la noche a que las bestias volvieran a salir. Ellos, con pieles nuevas se marcharon de día cuando apenas el sol comenzaba a despuntar. Aguardé unos minutos y no actué hasta estar seguro de que se fueron. Fui cauteloso donde el mismo árbol y moví la rama; enseguida la escotilla se abrió: frente a mí había una escalera de granito que bajaba hasta una especie de laboratorio alumbrado por paneles. El espanto al entrar en ese laboratorio no tiene descripción. Mis músculos se tensaron llenos de odio hacia lo que le estaban haciendo a mi tripulación. Los tenían gravitacionalmente flotando en el aire desnudos con vías intravenosas hacia uno de ellos, que yacía acostado sobre una mesa ¡Lo Estaban alimentado con sangre! Entonces lleno de remordimiento agarré una silla y le encesté un fuerte golpe. Recuerdo la sensación placentera de escuchar el grito agónico de la bestia, mientras con su tentáculo que se convertía en mano intentaba agarrarme. La sangre roja manchó todo el piso, y yo no dejaba de golpearlo sintiendo placer repulsivo en lo que hacía. Murió, pero yo continué golpeándolo, hasta que la alarma resonó. No pude rescatar a nadie, lo he intentado otras veces, pero ellos han duplicado la vigilancia y no dejan de acosarme por la Isla. Tuve suerte de poder agarrar una botella de alcohol del laboratorio, quitarle un pedazo de piel al monstruo y coger una vasija metálica que contenía sangre, antes de salir huyendo; con eso estoy dando mi única salvación. ¡Por favor, ayúdame! Otra cosa… (Letra ilegible en el resto del documento)

Sonríes y estrujas la piel. -Buena, buena broma- piensas en voz alta. Pones el pedazo en la botella y lo tapas con el corcho. Caminas hacia el mar y lo arrojas lo más lejos que pueden tus brazos. Al darte la vuelta me ves, sabes que te observo, percibo tu miedo… quiero tu piel.

Zuzart

Etiquetas: aliens isla muerte

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