Venezuela

Leí el otro día que Venezuela es como un gigante que está dormido. Y si lo es. Venezuela es un gigante. Pero no está dormido. Lo durmieron. Lo maltrataron, lo golpearon y torturaron. Lo amordazaron. Desde 1998 que Venezuela es un gigante que esta en agonía y que se entienda la analogía: cada venezolano que conozcas lleva una parte de ese gigante consigo mismo.

Mi patriotismo estaba dormido. Yo nunca fui la mas patriota. Me acostumbré al día 2 a mi nuevo país y desde entonces decía que quería volver solo para ver a mi familia. Hasta que hace poco vi un documental de Venezuela. Quizás también es porque soy de los venezolanos que no ha podido regresar. La gente siempre me decía: cuando vayas, todo el amor va a volver.

Hoy sueño con estar en un avión que aterrice en tierra venezolana y escuchar el “Bienvenidos al aeropuerto internacional de Maiquetia Simon Bolivar”. Que para los que no saben, es el aeropuerto de Caracas. Que era el que me indicaba que había llegado a casa. Y mas tarde, sueño con escuchar el “Bienvenidos al aeropuerto internacional del Caribe General en Jefe Santiago Mariño”. Que era el aeropuerto de Margarita. Y entonces, yo sabía que había llegado a mi hogar.

Que ilusa, por Dios. Pido perdón a Venezuela y a mi misma por las veces que en estos 5 años dije que solo regresaría por mi familia.

¡Cómo duele la patria! Cómo duele ver destruídas las calles de tu niñez. Como duele ver que en mi país la pobreza y la miseria se combate con sonrisa para no morir de tristeza.

El venezolano vive de recuerdos y esta siempre sobre una balanza de esperanza y desesperanza que al final termina en nostalgia. Nostalgia que es un recuerdo constante de que tenemos algo por lo cual luchar. Que hay algo que tiene que cambiar. Nostalgia por el día que dejamos a nuestras familias sobre el piso de Cruz Diez, momento en el que no miramos hacia atrás esperando que duela aunque sea un poquito menos. Nostalgia que duele todos los días pero que así también nos hace imparables ante adversidades miles.

Sueño con volver a casa de mis abuelos y tíos. Sueño con volver a las playas donde definitivamente quedó mi niñez. Sueño con conocer Venezuela de punta a punta. Sueño con ir a Canaima. Sueño con subir la mirada y tener el Salto Ángel de frente ¡COÑO!. Que para los que no saben, es la cascada, caída de agua o como quieran llamarle, mas alta del PLANETA TIERRA y si, está en mi país. Sueño con que mis papás, los de ustedes y todos los que quieran terminar sus días en Venezuela lo hagan. Pero de manera digna y feliz. Quiero que no se vaya mas la luz en Venezuela y una vez mas que se entienda la analogía, que salgamos de la oscuridad en la que estamos hace 23 años.

Estoy en expectativa SIEMPRE de los votos a estas “revoluciones” y perdonen la expresión pero desde el fondo de mi corazón, no me jodan. Y no se jodan. Si no les duele su patria al menos que les duelan sus padres, porque sí, los jóvenes mayormente nos vamos, pero nuestros padres, no todos, pero muchos si, prefieren siempre quedarse. Incluidos los míos. Y duele escuchar lo que algunos tienen que pasar. Cuando mis papas me cuentan algo me indigna pensar que están acostumbrados a atrocidades de ese nivel. Pero entendí que no es costumbre, es supervivencia. Rezo porque NUNCA A NADIE le tengan que doler sus padres por haber dado un voto equivocado. O peor aún, como es mi caso y el de muchos de mi generación que nacimos ya en “revolución” : nuestros votos nunca fueron escuchados y SIEMPRE fueron manipulados.

Sueño con que el gigante se despierte, que se curen todas sus heridas y que las cicatrices nos recuerden a mi, al mundo , a esta generación y a las próximas, que la libertad NO ES negociable. Que lo difícil se combate. Que lo que amamos se defiende, con trabajo, con esperanza, con fé. Y que cuando la fé parezca extinta, nos haga seguir el amor por lo que creemos perdido. El amor todo lo puede. El amor TODO lo puede. EL AMOR TODO LO PUEDE. Y por amor, el gigante se VA A DESPERTAR y Venezuela va a volver a nosotros. O nosotros vamos a volver a Venezuela.