La soledad de los extraterrestres
«La duda es uno de los nombres de la inteligencia»
(J. L.Borges)
«La televisión es uno de los nombres de la estupidez»
(Anónimo)
Miraba televisión.
De pronto, una ráfaga de viento a mis espaldas, me recordó que había dejado una ventana abierta.
Fui a cerrarla, pero cuando estaba por hacerlo, algo me detuvo: en el cielo nocturno, las estrellas brillaban como diamantes que un dios enorme hubiera derramado sobre un terciopelo negro.
Maravillado, imaginé a esos puntos de luz como lejanos soles rodeados de planetas y me pregunté, ¿será posible que en tal inmensidad no exista ni un solo ser inteligente?
No cerré la ventana.
Permanecí hipnotizado por lo que veía, hasta que, por fin, decidí ir a la cocina a prepararme algo.
Mientras tanto —sin que yo lo sospechara— desde años luz de distancia, un extraterrestre observaba mi ventana.
Y no solo eso, gracias a su aparato de observación ultra sofisticado, había advertido el brillo de mi televisor, así que, intrigado, se puso a mirar lo que allí sucedía.
Pronto, desilusionado de nuestra especie por lo que vio en mi TV, apagó su visor y se alejó refunfuñando: ¿será posible que en tal inmensidad no exista ni un solo ser inteligente?

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