Historias Cortas

El olvido

Yo sí puedo recordar a aquel despreciable caballero de nombre Martín Mancina, que fue tan ligeramente olvidado por sus allegados y parientes que, en su entierro, no llegaron siquiera a tapar su tumba. De pronto, todos se miraron alelados, desorientados, y lentamente se fueron ahuyentando por los álgidos senderos del cementerio. Ni lágrimas, ni pena, tan solo olvido.

El cambio

Porque hoy en día todo ha cambiado, lo que es lindo no se debe decir, o es mejor no destacar y en lo feo, se debe mentir y resaltar sin convicción.

Lo perfecto

Busco en la oscuridad del buzón de las cartas del olvido, esa que no has escrito, esa que pudo haber sido, y siento frío ante la sinceridad del vacío.

Es tan eterno lo que no es como agobiante su añoranza, tan efímero lo perfecto que en su definición se pervierte.

Soy esa luz cerril que la frágil sombra disipa.

Las emociones

Mis escritos pasarán indefectiblemente al olvido porque no interactúan con la emoción, y mis emociones serán perpetuamente mudas porque no serán descubiertas en mis palabras.

La existencia

Es probable que no exista ni el futuro, ni el pasado, todo sea producto de una obra instantánea, como el arte instantáneo de las partículas, en un preciso momento todas las partículas se organizan de tal forma que todo existe, el universo, el hombre, los recuerdos, la ciencia, el pasado, todo en ese preciso momento, pero no estaba ni antes ni después. Azar de combinaciones, de pronto, todo se da y todo existe, solo eso. Como un cerebro de Boltzmann que surge del caos. No se puede descartar esta posibilidad, somos y estamos en ese preciso instante, que para la ilusión parece eterno, evolutivo, histórico, pero no es así, es sólo un único momento donde todo se sincroniza, absolutamente todo.

El juego de los tiempos

Aquellas cartas que escribí en el presente y que descubrirán, después que me vean partir en el barco del pasado. Cuando el barco se aleje, no lloren por mi, es verdad que es un viaje sin retorno, y quizás no nos volvamos a ver, pero tengan por seguro que ese destino, misterioso y perenne, valdrá la pena ser descubierto.

La Felicidad

Ese momento donde se suspende el dolor y la tristeza, en que el tiempo sólo pasa para los demás, allí están tus hijos, tu mujer, por allá tus padres, tu familia, todo fluye por un instante estático. Allí, ella asoma, se vislumbra, es ella, humilde e introvertida, la felicidad.

Los Universos Paralelos

El universo que experimentamos es aquel al que nuestra conciencia ha colapsado su función de onda, es el que intervenimos. Y de esa forma es nuestro único universo aparente, todos los demás están indefinidos para nosotros. Éste universo actual es el señalado por el «dial universal», es el que vibra en nuestra frecuencia.

No sabemos cómo mover este «dial», no sabemos ser conscientes en más de un universo a la vez. Y no podemos advertir que allí en frecuencias muy cercanas existen infinitos universos, no advertimos interferencias.

Pero cuando morimos liberamos este universo, liberamos su decoherencia. Instantáneamente, por mantener un entrelazamiento con cada universo, provocamos la decoherencia de otro universo, donde nos hacemos conscientes. Se ha movido el «dial». Este enajenamiento universal no lo percibimos, es un instante imperceptible. Sencillamente ya somos, como siempre, el ser consciente en el nuevo dial, sin siquiera sospechar esta transmutación.

La Nada

Si tengo dos elementos, y quito uno, obtengo la existencia del otro elemento y la ausencia del elemento retirado.

Si retiro el segundo elemento, pasaré a tener la ausencia de ambos elementos, mi nada estará definida por la ausencia de los dos elementos.

Considerando esto, he advertido que la nada al menos podría dividirse en dos partes, y quizás en alguna más, pero seguro en dos partes. La ausencia de todo aquello que conozco y, por otro lado, la ausencia de todo aquello que desconozco su existencia. La nada, la ausencia de todo, contiene estos dos conjuntos.

El Sistema

Fue el dilema del capitalismo: una búsqueda incesante de superación y progreso individual, que florecía únicamente cuando las necesidades fundamentales estaban satisfechas. Sin embargo, se enfrentaba a la paradoja de no poder ser impuesto de manera obligatoria. Por otro lado, el comunismo y su distinguido postulado con un eterno desafío de depender de la honestidad y calidad humana para su funcionalidad, aspectos que, lamentablemente, la naturaleza humana a menudo incumplía. Como si este antagonismo no fuera suficiente, los individuos no compartían ni coincidían en sus interpretaciones de beneficio, realización y felicidad. Era un tiempo de dualidades, donde las aspiraciones individuales chocaban con las realidades humanas, creando un paisaje complejo de ideales y limitaciones.

Pequeña

Este mundo terrenal y de materia siento que ya no basta, que no colma mi ser. He hallado entre líneas el espacio vacío, y ahora, no puedo saciarme en lo palpable.

Ahora escucho tu ausencia y me deleito con tu presencia. Dejé mi organismo en piloto automático y le encomendé mi cuerpo al entorno, necesitaba expandirme para cobijar tu suavidad.

Allí entre la introvertida materia oscura y la efusiva energía oscura se expande un espacio sutil y puro, vacío y adimensional, con un propósito perenne, dar sustancia al instante. Agobiando a las fórmulas y eludiendo el tiempo.

Ahora sé que allí está ese ingrediente de ti que la ambrosía manifiesta en mi.

No me voy

No siento frío, no, en serio. Ni siquiera la camilla dura, estoy bien.
En serio, me siento inclusive mejor, mucho mejor, no lloren así, ¿qué les pasa?. Cálmense, acá estoy. Llega más gente, pero tranquilos, calma. No, no estoy helado, no.
Quizás no me escuchan, eso entiendo.
No, no me cierren los ojos, aún los quiero ver. Bueno igual los veo, ya no soy aquel, pero casi igual.
Ahora su dolor es mi dolor, ahora sus vidas son mi vida, ahí me tienen, búsquenme.

No me voy, tranquilos, ese cuerpo ya no soy yo.

Cronos y Kairós

Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos.

Para algunos, el poder de Cronos marcaba el ritmo inexorable, una marcha constante hacia un futuro tan incierto como inevitable. Para otros, la presencia de Kairós tejía una ilusión dorada, invitándolos a vivir con pasión y plenitud el momento.

En aquel mundo de contrastes, dos concepciones se enfrentaban, la rigidez inexorable del tiempo y la ligera fluidez del instante.

Soledad

Como olvidar tu fragancia, el aroma de la estancia de mi eterna soledad.

Si he generado un concepto de belleza, sé que harás que crezca, si he logrado llenar tu cielo de estrellas, se que harás que amanezca.

Si logro que éstas palabras suenen como una sensación, es porque por un momento dejé de lado la razón.

Si creen que lo pude haber dicho con una mirada, es porque saben de lo que estoy hablando, si creen que no, es simplemente, porque no me están mirando.

Ciclo mortal

El latido de la ciudad se detenía a su paso.
Iba cruzando a mi lado, sentí una tensa y oscura calma.
Al encontrarnos me miró, y me dedicó un sutil guiño.
Le devolví una sonrisa, supe que no era mi día.
Era primavera y ella lo sabía.

Ahora te asusto yo

Nos miramos con Javier, la tensión era máxima.

No podíamos irnos, me guiñó un ojo.
Me corría una gota por la frente.
Los vi distraídos y me mordí el labio,
Javier no dudó y cantó:
falta envido y truco.

Leibniz y Gregory: El espejo de los infinitos

En la inmensidad sin límites de los números, donde la mente busca consuelo en los patrones, hay un secreto susurrado a través de los tiempos.

Es un relato de dos infinitos, entrelazados y dependientes, cuyo abrazo da origen a una verdad elegante y profunda.
Imagina, si quieres, un tapiz tejido con los hilos más elementales: los números impares, marchando como en una procesión hacia el horizonte eterno. Resta, luego suma, vuelve a restar y así sucesivamente, tejiendo un patrón tan majestuoso y armónico como una espiral de Fibonacci en un girasol. Divide esta suma infinita por cuatro, y ¿qué maravilla emerge? Pi, la constante natural, el aliento primordial del círculo, se revela.
Este, entonces, es el legado de Leibniz y Gregory: haber vislumbrado lo infinito, no como un vacío, sino como un reflejo de sí mismo. Dos series infinitas, distintas pero entrelazadas, convergiendo hacia un solo punto.

Incluso en el reino sin límites de los números, existe una armonía, una belleza que trasciende el alcance de nuestras mentes restringidas.

Pi/4 = 1 – 1/3 + 1/5 – 1/7 + 1/9 – 1/11 + ………….

La palabra

Leerla es violentarla. Escucharla es un grato presagio.
Cada una de sus letras, al ser reveladas, van quebrantando su voluntad.
La palabra silencio debería cambiarse por un ideograma, que no rasgue lo que pretende sino que lo preserve con discreción.

Iré agregando nuevos relatos.

Etiquetas: fantasía relatos

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