La libertad contemporánea como el caos

“Si dejas a un niño que aún se encuentra significando el mundo —como un niño de año y medio— que pueda comer, tomar, o hacer lo que quiera, le estarás rompiendo los límites que controlan su propia seguridad y bienestar, como no comer dulces, no tocar el fuego, o no subir una escalera; y veo tantas semejanzas en las libertades que se le han otorgado al adulto contemporáneo, como las semejanzas en su falta de autoconocimiento, es decir, los adultos contemporáneos aún se encuentran significando su propia existencia, su propósito y su lugar en la vida, y destruir sus límites solo lo conducirán a que se haga daño a sí mismo y a otros, como ya ocurre, por un lado, con la destrucción de la naturaleza en relación al cambio climático, y por otro, con la abolición del equilibrio social, que hoy reside en el caos que orbita en el sentido de la libertad en tanto la libertad, como una virtud que debiese carecer de toda forma de control —y por consiguiente se evangeliza la inexistencia del castigo como virtud— significando a la libertad como lo único dentro de todas las ideas y virtudes en el mundo, que no necesita de nada que la contenga como tal, transformando a la libertad, en caos, sumergiendo a la realidad en ella”.