Un gato metafísico

Un gato metafísico

Pachu Del Valle

19/07/2021

Todas las noches veo un gato muerto merodeando por los tejados frente a mi ventana. Y os preguntareis, ¿Cómo es que merodea si está muerto? Pues yo qué sé, será el gato de Schrödinger, que se ha escapado de la caja, y también está vivo. 

El caso es que este gato mío, que no es mío ni es de nadie, es un gato metafísico, un gato fantasma. Pero no un fantasma de los de Dickens ni de los de Chesterton tan correcta y británicamente formales. No, más bien es como uno de esos fantasmas de Juan Rulfo, de los que pueblan Comala en Pedro Páramo y se paran a platicar con uno como si tal cosa. Bueno, este no habla, al menos no habla conmigo. Tal vez hable con la muchacha que vive en frente porque también le veo merodear delante de su balcón. A veces la veo salir a esperarle justo tras caer la noche, ella ya ha entreabierto las ventanas a esa hora para que refresque la casa y el gato se acerca a la barandilla y se está un rato a su lado, él mirándola a ella y ella mirándole a él, o a través de él, eso no puedo saberlo. Como tampoco puedo saber si a ella le habla o no, a mí no me ha dicho nunca ni una palabra. Ni el gato ni la muchacha. Tras unos minutos, tal vez horas, el gato se cansa y se viene a mi tejado, al que veo desde mi ventana.

Conmigo el gato se comporta de manera diferente, se pasea por delante de mí, a un lado y a otro, con esa chulería gatuna que exhiben los que disponen de siete vidas como si nada en el mundo pudiera hacerles daño. O quizás, tal vez, sea la propia muerte la que le hace saberse indestructible, yo qué sé, y como está muerto ya no le teme a nada.

¿Cómo sé que está muerto? Ah, porque es transparente. O traslúcido, no estoy seguro. Transparente, creo, porque yo también miro la ciudad a través de él. Pero todo esto que estoy contando es baladí, al fin y al cabo, porque la particularidad de este gato no es que sea transparente o traslúcido, ni que hable con la muchacha de enfrente y conmigo no, ni que esté muerto y esté vivo como el de Schrödinger. 

Lo verdaderamente asombroso de este gato es que fuera del gato es siempre de noche, pero dentro del gato aún está cayendo la tarde.

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