Vacíos están sus ojos
Su visita temprana le impide llorar
Esboza una mueca que atenta a su libertad
Con un rostro perdido, se dispone a charlar
―Benditos sean, por visitar nuestro hogar ―señala apenada
Aunque espera que se marchen, la visita va a contestar
―Lamento su perdida y su profundo malestar… Lamento verla de duelo,
El negro le sienta fatal…
No se equivoca, su palidez se hace notar
»Si desespera o sufre, no dude en llamar
Somos familia. No somos doctores,
heridas no sabemos sanar.
Pero cicatrices se construyen, luego de un daño mortal
―Las cicatrices necesitan suturas y yo necesito a Julián
―Mi hijo se ha ido. No se puede cambiar.
Tu esposo, mi hijo, nuestro Julián. ―Se acomoda su saco,
negro, y se impide llorar
Pero de nada sirve, el cuerpo lo manifestara
Aunque el llanto no surja
En el cuerpo se han de notar
Ha perdido peso y no regresara a la felicidad.
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