Poema de amor negro

Poema de amor negro

JAMA

01/07/2021

Poema de amor negro

No luchamos por las cosas que son, sino por lo que creemos que podrían ser.

En el fondo de todo, dentro de los barrios más bajos, en el fondo de todo, dentro de los pasillos más húmedos y oscuros, en el fondo de todo, adentrándonos en una vieja habitación con ya varios ayeres visibles, en el fondo, realmente en el fondo de todo yace sentado un viejo escritor cuyas obras son, fueron y serán reconocidas únicamente por el mismo (pues él siempre ha sido su público más importante).

La habitación no es más que un reflejo de sí mismo, pues los cuadros en las paredes, las esculturas, los libros, la chimenea, y las armas antiguas colgadas no cubren de ninguna manera la demacrada y solitaria estética de ese peculiar habitáculo, pero allí surge el nacimiento de una nueva obra que promete de entre todas las demás superarse a sí misma.

El viejo escritor redacta las últimas estrofas de un poema romántico para su amada, ella no es como el resto de las mujeres quienes alguna vez juró amor eterno, pues con esta última la cosa iba en serio.

La quinta estrofa rezaba: su rostro, ojos y tez rozan la perfección (si es que algo en la naturaleza puede alcanzar tal grado de superación estética).

La sexta estrofa rezaba: su juventud me llena de vitalidad, su fragancia cubre las carencias básicas de la existencia humana (si es que esas carencias pueden ser cubiertas por algo tan superfluo y subjetivo).

El escribir rápidamente le dejó las manos adoloridas, pero esto no le importaba, pues el siempre decía que si escribía lento, las ideas eventualmente se esfumarían de su mente para nunca regresar, lo cual era aterrador dentro de su perspectiva, pues creía de antemano que las ideas le dan ese sentido al poema más incomprendido y hermoso del universo como lo es la vida misma.

En el botecillo quedaba apenas un charco de tinta negra, pero eso no importaba, pues él siempre decía que más vale capturar los caudales del corazón en el momento justo, aunque estas sean apenas visibles.

El papel ya se había terminado, pero esto no importaba, pues él siempre decía que el espacio que ocupan las cosas siempre es cuestión de perspectiva.

Ya nada importaba, pues por sobre todas las cosas, “cuando el corazón habla las demás cosas se limitan a ser simples ambigüedades sin significado”(una filosofía no respaldada pero muy humana al fin y al cabo).

El viejo terminó con fina sutileza el último párrafo para posteriormente levantar la mirada, lanzar un suspiro y esbozar una mueca de satisfacción, pues lo había logrado, había escrito el poema perfecto para conmover hasta el alma más ennegrecida que haya pisado la existencia.

-Te encantará amor mío – pensó el escritor – no puedo esperar a que deslices la mirada y te pierda con el suave roce de estas palabras.

El dulce narcisismo perdió por unos segundos la excitada mente del poeta hasta que un susurro rompió abruptamente el satisfactorio momento onírico.

-Tu realidad es..(inaudible) – rezo una dulce voz femenina.

El escritor volvió rápidamente la mirada y al ser consciente de la imposibilidad de que alguna persona o cosa estuviera en ese preciso instante cuestionó firmemente.

-¿Qué carajos eres?

Tras no escuchar respuesta el confundido poeta regresó a su escritorio con el objetivo de guardar sus herramientas y al situarse en el ángulo visible perfecto se percató horrorizado que su poema yacía cubierto en una extenso charco de tinta negra brillante que apareció abruptamente en la mesa sin indicios lógicos de su origen.

-¡Oh no, no, no, no! – repitió a sí mismo el alterado escritor.

-¡No por favor, no, no! – gritó horrorizado.

El desenfreno emocional fue tal, que el viejo comenzó a golpear frenéticamente la superficie rígida de su escritorio hasta pelarse los nudillos. La acción ocurrió tras unos segundos hasta que se dejó tras de sí unas abolladuras en la madera consecuentes a los duros nudillos los cuales mancharon los relieves con una delgada capa de sangre haciendo parecer a la mesa como un ser herido tras ser castigado por su portador.

El frenesí colérico se vio interrumpido por un nuevo suspiro coqueto a las espaldas del frustrado poeta.

-Regálame tu re..(inaudible) – rezo nuevamente aquella voz encantadora.

El viejo volvió violentamente a sus espaldas y tras unos instantes de desconcierto brinco de un sobresalto, pues frente a él yacía un ente idéntico a él situado exactamente en la misma posición (solo que este estaba invertido).

Pasaron unos segundos para que el viejo recobrara la cordura y se percatara que este misterioso ente imitaba a la perfección sus movimientos en inversión especular, pues se trataba de un reflejo producido por un enorme espejo incrustado en la entrada principal de la alcoba el cual usaba únicamente para afeitarse todos las mañanas.

Alguna fuerza cuya naturaleza resultó incomprensible ejerció atracción en el viejo quien poco a poco se acercó al espejo decorado para observar su reflejo detalladamente y tras pasar unos instantes de observación aquel reflejo realizó una desagradable mueca parecida a la de una bestia hambrienta y sacó una daga de uno de los bolsillos para ejecutar un limpio corte transversal que sorpresivamente lacero ligeramente el hombro derecho del viejo dejando una línea roja cruzando la clavícula.

El viejo retrocedió rápidamente hasta perder el equilibrio y desplomarse en el escritorio el cual se fragmentó al instante, pues la manera ya se encontraba muy podrida; las hojas empapadas cayeron encima suyo, manchando sus ropas de tinta negra.

El endemoniado reflejo saco extremidad tras extremidad de la barrera especular, transformándose tras de si en una masa negra y humanoide cuya piel era brillante como la tinta mas fina, su rostro carecía de ojos, nariz, orejas y cabello, únicamente podía apreciarse una enorme mandíbula con varias hileras de dientes puntiagudos y depredativos; de su mano agusanada colgaba la daga del que escurría sangre del escritor y liquido negro que cubría la anatomía de aquel esperpento.

El viejo escritor cubría la herida con su mano sin mostrar un solo indicio de dolor, pues el terror abrazaba insistente su corazón que bombeaba sangre al borde del colapso, además su mano temblorosa yacía en el piso tratando con mucho esfuerzo de sostener su peso.

Aquella desagradable criatura ejecutó un leve alarido para posteriormente abalanzarse hacia su presa herida quien instintivamente giró su cuerpo para quedar fuera de una muerte segura, y luego de un rápido movimiento logró tomar una de las lanzas decorativas en un soporte tubular a la esquina del cuarto para sin pensarlo demasiado encajar ese trozo de metal en aquella aberración; el gran esfuerzo dio sus frutos y la lanza se hundió de un crujido en las costillas de la criatura, atravesando la placa rígida recubierta de esa sustancia obscura.

Tras esto la criatura entonó un profundo alarido y después retiró el tubo plateado sin mucha dificultad haciendo brotar líquido oscuro del orificio luego de sacar la punta. La repugnante mano se situó en el punto lacerado y se ondeó por unos segundos hasta que la herida desapareció por completo.

Luego de esto la criatura quedó inerte en unos instantes para después articular algunos espasmos nerviosos y abrir sus fauces a tal grado que los dientes se separan entre sí y quedaran colgando en los hombros hasta parecerse a un abanico con varias puntas afiladas en el arco, dejando a la vista un bulto en su interior del que salía una boca pequeña, replicando a la perfección unos finos labios femeninos (al menos eran humanos).

La extraña boca se abrió para soltar una preciosa voz perfectamente vocalizada como si de una cantante profesional se tratase.

-Regálame tu realidad – dijo en voz dulce.

El viejo se mantenía en el piso y cubría con fuerza la herida de su hombro en la que afortunadamente no había ninguna arteria perforada debido a la posición conveniente de la clavícula, pues a menudo la naturaleza resulta conveniente; aun así el flujo de sangre era constante.

-Regálame tu realidad – dijo nuevamente la criatura manteniendo su porte sereno y dominante.

El desdichado poeta estaba paralizado ante la naturaleza irreal de su situación, el miedo invadió hasta el rincón más oscuro de su ser; su mente ya era incapaz de sostener algún pensamiento racional pues la locura lo cubría en su frío manto.

-Vamos, dámela, tu realidad será mi alimento pues merezco reclamar aquello que me pertenece – replicó insistente la criatura.

El viejo sin una pizca de raciocinio despertó alguna parte de su ser consistente y empezó a entonar pedazos inconexos de su obra maestra, soltando estrofas del poema romántico cual anciano alimentando a las palomas en los parques; era sorprendente que el poema aun estuviera almacenada en aquella mente que apenas era más que una inservible masa anatómica.

-Tus ojos son el destello que le dan sentido al universo, marcando cada ramificación circulatoria como una galaxia en expansión de los sentidos – Expresó el poeta con las palabras focalizadas pero la mirada perdida.

La bestia se estremeció luego de aquellas palabras para luego elevar sus brazos delgados dejando repulsivos trozos de carne negra colgando de sus extremidades.

-Si, si – expresó eufórica la bestia – mas, dame mas.

El viejo prosiguió.

-Has de cruzar el reino onírico para rozar con tu calidez cada rincón de este sórdido plano – continuó.

-Más – dijo nuevamente la criatura – necesito más.

A medida que el viejo ejecutaba estrofas de su voluntad estrujada, la criatura se agitaba y sucumbía ante un frenesí de satisfacción que ya era imposible de contener, los espasmos nerviosos se acentuaban con las sacudidas tectónicas y cambios abruptos de la habitación que a este punto ya era irreconocible; la metamorfosis estaba comenzando.

El viejo prosiguió.

-Déjame calmar el llanto de tu inexistencia con mi esencia y naturalmente mi toque corpóreo dulce niña, nos perdamos en un mundo construido por los dos que supera todos los planos existentes donde exista vitalidad.

-¡Vamos! – motivo la criatura – un poco más, solo un poco más, necesito más realidad.

La habitación se sacudió nuevamente con más violencia hasta el punto de agitar todas las superficies de concreto, la tenue iluminación se convirtió en un gran destello carmesí del que no se veían sombras (como si allí dentro ya no existiera algo parecido a la vida) y del suelo agrietado comenzó a brotar liquido espeso y negro hasta que esta formo una membrana delgada; los cuadros y la decoración en general se desvanecieron por completo.

El sentido mismo se perdió en aquel espacio del tiempo (si es que a eso se le podía atribuir la cualidad temporal); si el infierno tenía una apariencia, seguramente sería parecida a aquella habitación devastada por alguna mente cochambrosa y trastornada.

El ritual prosiguió con mayor intensidad hasta que la última estrofa se entonó tímidamente.

-Renace mi más fiel ángel de la muerte, renace y materialízate hasta hacerme soñar, hasta que el sufrimiento sea apenas un destello en el sentido de las cosas, te amo, te amo tanto, y te amare hasta que mi mente sea ya incapaz de entonar las estrofas de la razón.

Y así sin más, el poema termina.

-¡No, no, por favor! – gritó la criatura con indicios de desesperación – no puede acabar así, ¡no por favor!.

La transformación de la habitación cesó para quedarse en un estado demacrado en similitud a una obra arquitectónica inacabada.

La criatura se encontraba en la frustración más profunda por encima de aquella que pudiera experimentar cualquier ser consiente, lo cual era curiosos pues aquella “cosa” no cumplía con ninguna de las cualidades atribuidas a los seres humanos, o al menos a los seres pensantes, ¿Acaso aquella cosa eras capaz de ejecutar un raciocinio humano?, si es así, entonces queda en duda la propia integridad de la humanidad e incluso el mero acto de pensar, pues sepa querido lector que aquella “cosa” no provenía de otro lugar, planeta, galaxia o siquiera algún espacio en la existencia misma; esa cosa era fruto de la propia naturaleza humana y en aquel instante lo que invadía su ser era la frustración más intensa debido a no poder alcanzar ese hipotético punto de satisfacción básico al que todo ser en plena conciencia suele aspirar.

-¡Por favor! – repitió agónico aquella criatura sumida en la desesperanza – necesito mas, dame tu realidad, dame mas realidad.

El viejo sin embargo ya era incapaz de ejecutar un alarido siquiera, pues aquello ya era una carcasa desconectada completamente de la existencia que apenas podía sostenerse por sí misma.

La bestia enfurecida en fiel muestra de desesperación al no obtener respuesta soltó un rasgado rugido de rabia.

-¡Mentiras! – grito afónico – ¡todo lo que te dijiste fueron mentiras pues ese amor fue solo un mero capricho para satisfacerte a ti mismo asquerosa criatura!.

La criatura siguió rugiendo a aquella masa inerte con forma de hombre.

-¡Maldito!, !maldito! – repitió frenéticamente – las mentiras tiene su precio asquerosa criatura, pues a diferencia de ti, yo si te amo, y tomaré lo que por derecho me pertenece.

Luego de esto la enfurecida criatura se abalanzó hacia el inerte escritor para después cerrar las fauces a los límites del lóbulo frontal. Los dientes se hundieron con facilidad en la coraza ósea la cual luego de esto quedó hecha pedazos y dejó al descubierto aquella masa grisácea sanguinolenta repleta de pliegues.

La criatura regurgito los restos de hueso y cabellos para después sacar de su boca una larga y aterciopelada lengua que envolvió maternalmente al cerebro para desprenderlo violentamente de su conexión vertebral, y así lo hizo, de un tirón aquella masa se desconecto del resto del cuerpo dejando al mismo en una serie de espasmos que cesaron pasando algunos segundos; finalmente el cuerpo se desplomó en el suelo húmedo en tinta.

La masa grasosa fue llevada bocado a bocado en esos tersos labios situados dentro de las fauces para ser devoradas con gran deseo hasta no dejar rastros de ese delicioso manjar.

Nunca en el mundo existió tal satisfacción como la que se experimentaba en ese momento tras cada bocado, y cuando el último trozo fue devorado le siguió un frenesí placentero que invadió a la criatura para dar paso a la metamorfosis final.

Grandes coágulos de masa negra y gelatinosa se deslizaron del cuerpo amorfo dejando poco a poco al descubierto cual ostra del mar a la brillante perla en su interior, pues al desprenderse todo el tejido se desenvolvió a una hermosa mujer completamente desnuda de cabellos rizados, ojos rojos como la sangre, tez suave y rojizo como si de un durazno se tratase y por supuesto, una febril belleza irreal; era claro lo que era aquella criatura, por lo que a este punto se reservan explicaciones.

La joven mujer observó el panorama el cual sorpresivamente tomó una elegante apariencia renacentista con paredes decoradas en bajos relieves y pilares romanos, muebles de nogal oscuro y un enorme espejo con marco chapado en oro.

La dulce dama miró su reflejo por unos segundos y tocó suavemente la plataforma liza del cristal (su contraparte hizo lo mismo).

-Oh mi amado – entonó la dulce mujer en un hermoso cántico angelical – gracias por tus hermosas palabras, que no te quepa dudas que siempre estarás en mi corazón, pues te amo y siempre te amare hasta que tu mente sea ya incapaz de entonar las estrofas de la razón.

Por. JAMA

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