UN DEBATE INDESEABLE

Los debates son muy viejos en la historia, se han practicado en muchas culturas y en diversas formas; pero sólo han sido para los más sabios y competentes; así era en el tiempo de los griegos en la Acrópolis de Atenas, o de los místicos en el bosque de Naimasharanya en India.

Con el pasar del tiempo, en tiempos ya republicanos, fueron naciendo los debates políticos. Es en estos encuentros en que uno puede conocer a los candidatos, puede conocer la calidad de su persona, de su carácter y sabiduría; incluso hay quienes, en estos debates suelen ganarse el corazón de los oyentes a través de su excelente oratoria.

En el debate político uno expone sus argumentos sobre determinado tema, puede retar a sus contrincantes, atacarlos y defenderse; pero se espera, por supuesto, que ellos se comporten con dignidad; es decir con respeto, seriedad y responsabilidad.

Pero, ¿qué ha pasado con nuestros políticos peruanos, sobre todo en este último debate del 31 de marzo del 2021? ¡Fue un debate indeseable! 

Dos candidatos del debate, López Aliaga y Rafael Santos, faltaron completamente el respeto a la audiencia, al pueblo peruano.

El uno por leer su discurso, y para colmo, balbuceando; lo que nos hace ver que no se sabía la lección, ni siquiera de memoria; también podemos decir que se aferró a leer su libreto para que no le traicione el subconsciente y se contradiga como siempre. Vergüenza ajena debería darle. 

El otro, Rafael Santos, que en lugar de exponer sus propuestas, se dedicó a insultar a Julio Guzmán y a Daniel Salaverry. En términos groseros se les dice «placeros» a estos personajes que se expresan así en pleno público… una vergüenza más para el país. Me quedo sin palabras…

Tenemos que reeducarnos, no podemos aceptar más que personas de este tipo o de este nivel tan bajo, que faltan de esta forma el respeto al pueblo peruano, sean candidatos a un cargo tan elevado como es la presidencia de la república. 

Tiene que haber reglas en este juego político, ¡por favor, señoras y señores! 

Debemos exigir que el ente regulador que acepta a los candidatos a la presidencia de la república, exija a su vez, no sólo que los aspirantes sean personas sin antecedentes judiciales, sino que también sean muy profesionales, competentes, y que por lo menos sepan expresarse en público; ¿por qué tendríamos que aceptar este tipo de personas, del más bajo nivel, como candidatos a un cargo tan elevado?

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