Víctor Cáliz y la Gélida banca en ciudad del silencio

Víctor Cáliz y la Gélida banca en ciudad del silencio

Josué Jaco Lucha

08/02/2021

Era una noche de lluvia en la ciudad del silencio, las calles se encontraban solas y el aire era gélido, tan gélido que mis fosas nasales ardían por el aire frio. Caminé encorvado por la acera, con las manos en el bolsillo daba pasos lentos como si no tuviera adonde ir. Frente a mí, un vagabundo se encontraba refugiándose bajo una estación de bus, este tenía la mirada vacía, su rostro desgastado y su cabeza era escasa de cabello. Este me miró extrañado y dijo — ¿Quién eres tú y porque caminas sin vacilar sobre estas frías calles en estos momentos?, ¿Acaso no le temes a la enfermedad?

Caminé frente a él como si no lo hubiese escuchado. Al haberlo dejado atrás y con la duda, me detuve en seco. —Soy macho, me tengo que aguantar… —exclamé con serenidad y gran masculinidad. Seguí mi camino sin escuchar respuesta alguna. Debo admitir que sentí curiosidad de la reacción del viejo. Me pregunté si le ofendí con mi comentario, pensé en regresar pero ya me encontraba muy lejos de este. Observé el cielo grisáceo y lo único que conseguí fue que pequeñas gotas de lluvia cayeran sobre mis retinas. Saqué mis manos para enjuagarme los ojos y al abrirlos pude ver como un auto giraba en la esquina. En esa esquina se encontraba una pequeña banca, en ella acostumbraban sentarse ancianos para conversar y ver los autos pasar lentamente por esa esquina. Podías ver pasar Cadillacs, Mercedes, Hudson hornets, etc. Me detuve frente a la banca por unos segundos y noté que jamás había usado esta en todos los años que había pasado en la ciudad. Me senté lentamente, y al hacerlo mis pantalones escurrieron agua de lluvia hasta el suelo. Peiné mi cabello hacia atrás, dejando caer una gran cantidad de agua sobre mi espalda. La banca escurría agua mientras las gotas de lluvia se estrellaban contra ella. — ¿Si las bancas hablaran que dirían?— Me pregunté torpemente. Una pequeña sonrisa se marco en mi rostro al pensar lo estúpido que era esa pregunta, pero la duda permaneció allí, dejándome con la mirada perdida y llegando a mí el sentimiento de nostalgia. Traté de recordar la primera vez que dije la frase «Soy macho, me tengo que aguantar». Pensé que ese recuerdo ya estaba borrado de mi memoria cuando de la nada llegó. Ese día me encontraba recostado sobre el verde pasto, ya el sol comenzaba a esconderse en el horizonte. Recuerdo que estaba con una rodilla raspada y la calceta un poco empapada de sangre, respiraba entrecortado y repetía constantemente en frase en mi mente: «Soy macho, me tengo que aguantar». Esta frase me daba el aliento de seguir adelante, parecía casi como magia, ya que al decirla sentía un deber obligatorio de olvidar el dolor y ponerme de pie sin chistar. Recuerdo también que era un muchacho escuálido, con el cabello negro y la nariz mediana. Era un muchachito callado, de aquellos que observan demasiado. Ese día no regrese a casa, recuerdo haberme quedado bajo el árbol toda la noche, solo observando el cielo estrellado y contando sus estrellas. Esa noche tuve una extraña sensación, estaba inmóvil. Mi mente pareció desprenderse de mi cuerpo, no estoy seguro si esto es lo que se le conoce como «Shock», pero era como si por un instante deje de existir. Al estar así, una pregunta chocaba con las paredes de mi mente; «¿Quién soy yo?».

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