Si fuéramos realmente conscientes del daño que le hacemos al planeta y a todas las especies que conviven, o convivían con nosotros, las cuales se van extinguiendo a nuestro alrededor y por todo el globo sin que nos afecte una mínima parte o nos duela, puesto que hemos normalizado que la evolución implica la pérdida más que el sostenimiento armónico entre especies. Solo reaccionamos cuando la muerte o la injusticia nos roza de cerca. Somos pobres de espíritu. Tan desconectados de lo que es la vida real (esto que sucede justo aquí y ahora, al mismo tiempo en cada zona del mundo) y que tarde o temprano llegara a afectarnos directa o indirectamente. Es una lástima que mientras que el peligro no lo veamos de cerca en nuestro entorno, mientras la injusticia no llegue a los ojos de todo el mundo y ya sea insostenible ocultar el hedor de este sistema rancio que nos gobierna y a la par destruye todo lo que toca, seguimos sin mirar atrás ni a los lados. Cada cual pendiente de seguir teniendo el ombligo en su sitio.

Esto no es cuestión de enfadarnos unos con otros, ni de señalar culpabilizando a unos o otros, sino que por el contrario la vida se trata de autogobernarse y autoresponsabilizarse empezando por uno mismo, si no eres capaz de gobernarte a ti mismo ¿de qué manera serás útil al conjunto? ¿Acaso necesitas un “ente” superior que te guie como si fueras un niño?

Si yo sé que lo que he estado haciendo (por tradición o inconsciencia) durante “x” años, no suma o beneficia al conjunto sino simplemente a mi comodidad individual, ¿se convierte entonces en motivo sustancial para seguir reproduciendo patrones obsoletos o para defender mi posición de víctima del sistema que me empuja a la mala praxis por encima de mi consciencia? No. No hay excusas que valgan cuando una mente despierta, llegados a este punto, o tomas consciencia y te autoresponsabilizas de tus actos (incluso los más nimios) o por el contrario, una vez que la simiente de conocimiento ha arrojado luz a tu ignorancia permitiéndote conocer ciertos resultados que dicho acto (sea producto del sistema o resultado de él) comprometen al conjunto y a pesar de ello, te sigues acomodando en la “tradición” y “el victimismo”, llegados a este punto debes asumir que eres un engranaje más de lo que va mal en el mundo, puesto que por tus propios intereses o los de un conjunto cercano estas siendo cómplice y participe para que dicho sistema corrupto se perpetúe. Así pues, en esta misma línea, pasas a ser parte de la trama y no de la solución.

Para ser parte de la solución debemos cuestionarnos todo lo que hacemos en nuestro día a día, tanto individual como general, cuestionar si el mensaje que nos han ofrecido tanto y tanto tiempo es correcto, nos beneficia a todos o solo al 1% de los poderosos del mundo. ¿Puedo hacerlo mejor de manera que no dañe al resto? ¿Existen otras soluciones, otras formas de hacer? Cualquier paso que demos por pequeño que sea beneficia en mayor medida al conjunto, y no solo de nuestros congéneres, sino a nivel planetario y de especies. Sería preciso llegados a este punto, que todos revisemos nuestras costumbres, nuestra manera de ver el mundo y de relacionarnos con él.

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