Estrella eterna

01.Día a día

La luz solar pegó contra su rostro incomodando que su largo sueño fuera interrumpido por las altas horas de la tarde. No era bueno quedarse leyendo Wattpad a la madrugada, cubriendo sus verdaderos pensamientos sobre su realidad. Era normal que Anahí fuera tan perezosa, que sus esfuerzos día a día le agotaran emocionalmente, casi nada físico. Se movió entre las cálidas y reparadoras sábanas, no recordaba qué día era hoy, ni siquiera le importaba mucho. Se sentó sobre su pequeña cama, viendo su entorno; las paredes esmeraldas con varias hojas de dibujos que solía realizar hace unos años, un logro que no dejaba de sentirse orgullosa. Y lo demás, era un caos. Hace más de una semana que no organizaba sus cosas, y el desorden crecía. Anahí aún vivía con sus padres, estaba en ese momento inexistente al mundo, intentando coordinar sus sueños y salieran bien.

-¿Estás despierta, o acaso te faltan cinco horas más de sueño?-inquirió su madre, parada en la entrada del dormitorio. Estaba molesta.

-Quejarte de mí, no me ayuda.

-¿Te olvidaste que tenías que ayudar a tu padre esta mañana?

-Ah, mierda…-dijo, dado que anoche había prometido apoyarlo en la entrega de un nuevo pedido-. Perdón.

-Ya pasó, perdiste el día-le dijo su madre, se acercó y se sentó a unos metros, estudiándola fijamente- ¿Qué harás hoy?

-Hace dos minutos me desperté…-vaciló, su madre frunció el ceño- ¿Tengo que pedirte permiso para respirar, también?

-Cuida tu boca, Anahí. La próxima no veras tus aparatos.

Su madre, Susana, tenía un carácter mucho más afilado y frío que cualquier otra persona. Muchas veces, Anahí se sentía intimidada por ella, y eso nadie lo sabía. La mujer frunció las cejas, con aquella mirada de furia, provocó algo de dolor en Anahí. Susana se fue, cerrando la puerta con fuerza y las ventanas vibraron ante el golpe. La chica de vientitantos años, se golpeó la cara con frustración ¿Cuándo dejaría que su vida se convirtiera en la dependencia de su familia? No era el mejor día. Bajó de la cama, sin molestarse en ponerse algo limpio o darse una ducha. Había pasado una mala noche, las pesadillas y sus negativos pensamientos le consumían todo el sueño, provocando que su cansancio sea aún mayor.

Salió del dormitorio, caminando pesadamente hacia el baño y tras unos segundos de mirarse en el espejo, hizo sus necesidades y notó que su malestar físico, se trataba por su día menstrual. Con razón, pensó. Salió del baño tras unos minutos de asearse medianamente bien, entró a la cocina y sintió ese pesado sentimiento de inutilidad. Su hermano menor estaba estudiando desde temprano, parecía que era el único que verdaderamente se preocupaba por su futuro, a diferencia de ella, solo vivía día a día sin nada más que hacer, no importaba mucho. Fijó su mirada sobre el reloj de la cocina, un pequeño aparato que aún funcionaba más allá de sus años de creación; marcaba las 13:48 ¡Realmente perdió toda la mañana! Anahí preparó su improvisado almuerzo con unos mates y unas galletas que no le daban mucho placer.

-Tu papá vendrá en cualquier momento, ¿qué le dirás?-intervino su madre apareciendo por la puerta de la cocina.

-Él va a entenderme.

-¿Acaso yo no?

-La verdad, que ambos son diferentes.

-Te levantaste muy sabionda, ¿no?

Anahí se hundió de hombros, ojalá dejará de sentirse así de miserable delante de su madre, que le recordaba todos los días lo inútil que era para mejorar su estilo de vida. Sufría depresión desde hace años, pero nunca nadie aprendió a entenderla, no cómo lo hacía su padre y desde esos tiempos, Anahí no era la misma. Sus sentimientos eran profundos, sentía rencor y miedo a las personas que marcaron algo dañino a su vida. Las cosas no eran fáciles, aunque todos podían ir por ahí diciendo que sí lo era, pero no lo sabían, en verdad.

-Es un tema mío y de él-se atrevió a decir Anahí- Voy a mi cuarto.

-No-le impidió su madre, poniéndose delante de ella- Mira, necesito ayuda en la casa. Si no vas a colaborar con tu padre, al menos hazlo aquí.

-Lo hago siempre, mamá. Solo, que no te molestas en valorarlo.

-¡Estás muy contestona!-le reprendió.

Anahí se quedó callada. No sabía cómo hablarle, usaba su defensa contra una mujer que se sentía líder de todo el hogar. La joven se disculpó con su madre, pidiéndole permiso para comer y luego, le ayudaría. No tuvo oposición a su pedido, respiró hondo y se sentó a la mesa para almorzar, tranquila. Mientras, su corazón se hundía de miedo y humillación de no poder defenderse. Por eso mismo, prefería quedarse sola.

Más tarde, Anahí había terminado con las tareas de la casa encerrándose en su habitación. Su cansancio era continuo, no sabía a qué se debía tanto pesar. Se tiró sobre la cama, boca arriba y abrió la aplicación de Wattpad en su celular, donde las mejores historias de otros usuarios latinos le daban una libertad de expresión diferente. Ella también escribía, pero casi nadie valoraba sus sentimientos. Tampoco, era capaz de terminar las grandes historias que tenía desde más joven, justamente en la escuela secundaria y cada año que pasaba prometía terminarlas, aunque solo era un engaño. Comenzó a leer algunas novelas de fanfic, pasaron unos minutos hasta que terminó las actualizadas.

-¿Puedo pasar?-dijo su papá, no se dio cuenta que había llegado.

-Sí, entra.

-¿Cómo estás?-le pregunto el hombre de gran barriga, con una sonrisa serena. Siempre era el primero en ver su estado, su hermano también- Hoy te esperaba.

-Perdón, últimamente me siento mal-se justificó, dejando su celular a un lado de ella.

-¿Se puede saber el motivo?

-Yo.

-¿Y, vas a permitir que tú misma arruines todas las oportunidades de mejorar?

-No es fácil, papá-le dije, sintiendo pena de sí misma-. Ojalá nunca hubiera sentido tanta vulnerabilidad con las personas. Quisiera ser un héroe de verdad, ellos siempre tienen un motivo y una solución.

Su padre, Alberto, volvió a sonreír pareciéndole absurdo que su hija pensara que las cosas eran fáciles en la vida. Tomó la mano de Anahí, plantándole un beso de cariño. Era un hombre que no juzgaba, ponía su mejor y buen oído para escuchar los problemas de sus seres queridos. Más allá, que los problemas del trabajo lo dejaran agotado, discutir con algunos clientes para sacar un buen negocio.

-Sé que encontrarás lo que deseas, pero solo si pones tu voluntad.

-Está bien.

Alberto sonrió, una vez más. Salió del dormitorio, dejando algo en que pensar.

02. Un visitante extraño

Luego de la cena, Anahí decidió ordenar todo para que su madre pudiera descansar del largo día de actividades y su padre, también. Sobretodo, se libraría de regaños y quejas. Aún pensaba en lo que dijo su padre, no podía seguir rechazando y dejando que su vida sea tan mediocre que, pronto todo sería imposible de reparar, se miraría en el espejo y se daría cuenta, que pasaron treinta años sin hacer nada. Acabó con todo, pasadas las doce de la noche y todos se fueron a dormir. Anahí secó sus manos con un trapo, miró a su alrededor; la casa donde se crió, seguía siendo su hogar, después de todo. Se acercó al mueble del gran televisor, sacando un cigarrillo y salió al patio, donde alzó los ojos verdes al cielo estrellado, encendió el cigarrillo. Se preguntaba si habría vida más allá de la Tierra, ¿realmente creíamos que había seres más intelectuales que nosotros? No sabía nada, de muchas cosas a su alrededor. Ni ella misma se comprendía.

Termino de fumar, mientras nadaba en sus continuos y mismos pensamientos desgastados.

Entró, cerró con llave y apagó las pocas luces que estaban encendidas por toda la casa. Activó su linterna en la completa oscuridad para no tropezarse o llevarse una pared puesta, solía pasarle. Llegó a su cuarto, encendió la lámpara junto a la cama. Se quitó la vieja ropa que usaba para limpiar, se vistió con una remera de Avril Lavigne y unos pantalones anchos grises. Anahí se metió debajo de las sábanas, apagó la luz y tomó su celular para leer en Wattpad, aquella historia que tenía varios capitulos y la atrapaba cada noche, una razón para desvelarse.

Pasadas las dos de la mañana, Anahí había logrado quedarse dormida después de tres maravillosos capitulos. Una fuerte vibración provocó que la casa temblará, con crujidos de las vigas, las ventanas igual. Anahí se despertó, rápidamente. Encendió su lámpara, buscando algo de donde protegerse y se tiró debajo del escritorio, esperando que el temblor dejará de sentirse. En Argentina, esto no era normal. Era terrenos bastante resistentes, a diferencia que otras provincias más cercanas a volcanes inactivos, pero todo podía ser.

-¡Chicos!-gritó su padre, corriendo por la casa- ¿Están bien?

-¡Sí!-gritaron sus hijos desde sus cuartos.

-¡Vengan, despacio!

Obedecieron. Entre los sacudones de la casa, intentaron mantener el equilibrio y acercarse a sus padres desconcertados. Luego de unos veinte minutos, todo se calmo y algunas grietas se dibujaron en las paredes. Era peligroso. Los cuatro estaban abrazados, preocupados.

-¿Qué ocurrió?-pregunto su madre a su esposo.

-No tengo idea, querida.

-¿Qué es eso?-dijo su hermano, Facundo, viendo una parpadeante luz azul desde el pequeño patio- Parece que viene de la terraza, viejo.

Todos intercambiaron una mirada bastante miedosa. Sin decir nada, Anahí entró a su dormitorio donde tomó unas zapatillas. Cuando volvió su padre y hermano no estaban, no iba a dejar que ellos se metieran en una situación compleja que no pudieran defenderse. Tal vez, su vida fuera mediocre, pero no permitiría que quienes podrían triunfar fueran aniquilados. Su madre estaba en shock, le ayudó a sentarse sobre una silla de la cocina-comedor.

-Ya vuelvo-le dijo Anahí.

-No, ellos están bien.

-Quiero estar segura de eso-le dijo, besó a su madre en la frente y subió a la terraza- ¡¿Qué mierda es eso?!

Había una especie de cabina plateada en forma hexagonal, ocupaba el largo de la terraza y parecía pesar una tonelada, por eso mismo, la estructura de la casa tembló peligrosamente. Alberto y Facundo estaba examinando aquella nave ¡No podía creer que los extraterrestres existieran! No era bueno, nada iba a salir bien ¿Cómo iban a sacar esa cosa de su casa? El gobierno buscará la manera de indagar, ser los primeros en demostrar que la vida lejos de la Tierra era real.

-Tengan cuidado, ¡Por Dios!-dijo Anahí, por las dudas, entró al quincho y buscó algo de hierro, encontró una estructura oxidada. Podría servir para un primer golpe antes de quebrarse- ¿Qué haremos con esto?

De pronto, las luces azules dejaron de iluminar y el ruido del motor de esa cosa de hierro se apagó. Anahí respiró hondo para controlar sus nervios, se acercó a su padre que estudiaba los siguientes movimientos para descubrir qué tipo de amenaza había llegado a su hogar.

-¡Atrás mío!-ordenó Alberto, sus hijos se quedaron a su lado- ¿No escucharon?

-Si vamos a dar batalla, yo lo haré a tu derecha-dijo Facundo levantando los puños-. Después de cinco años de entrenamiento, voy a poder disfrutarlo.

La nave estaba intacta, no había sufrido daños exteriores. Pasados unos segundos, la puerta del aereo se abrió despacio, deslizándose a la derecha. Facundo avanzó dos pasos, sin bajar la guardia. Anahí tardó en reaccionar, alzando su arma. Lo primero que se vio, fue una mano gris con un líquido azul que se deslizaba por los largos dedos de la criatura. Lo segundo, fue una cabeza calva con dos pequeños cuernos, recientemente, cortados y de un tono preocupante. Y, finalmente, la criatura cayó sobre el suelo de la terraza, herida y perdiendo el conocimiento.

-Papá…

-No se muevan, puede estar engañándonos.

-Está herido, papá-le dijo Anahí-. No creo que tenga muchas ganas de comer nuestros corazones.

-¡Ah, gracias, hija! Diste una excelente idea a esta cosa-inquirió el hombre.

Anahí rodeo los ojos, acercándose con la guardia baja y su hermano le quitó el fierro para cubrirle las espaldas. La chica examinó las heridas en los brazos, la sensación de tener un ser extraordinario en su casa y desmayado no le agradaba mucho, pero no podía dejar de sentir que debían ayudarlo a sanar. Anahí miró a su hermano, e hizo un gesto para que se acercará.

-No, gracias.

-Hemos visto miles de películas sobre ellos, no creo que tengan malas intenciones-repuso Anahí, volvió sus ojos al alienígena- Ya nos hubiera atacado, como destruir la casa con alguna bomba…

-Más ideas, hija-regaño su padre- En serio, no meteré este cuerpo extraño a mi casa, por nada.

-Papá, por favor.

Hubo una pausa. La noche estaba cálida en septiembre, miraron al cielo esperando que no cayeran más naves para destruir a la Tierra y toda su humanidad. Parecía un sueño, pero no. Ahí, estaba este individuo de piel gris y unos cuernos arrancados de su rectangular cara. Vestía con una túnica negra de tela gruesa, de donde venía era un planeta con mucho frío. Su padre ordenó que resolverían este accidente, era mejor descansar y Anahí no quiso obedecer a su padre, se quedaría para sanar las heridas profundas del alienígena.

-Hija,- dijo su padre, acercándose a la joven inclinada sobre el ser-no estás viendo el peligro de esto.

-Nosotros somos el peligro, en realidad-le dijo a secas-. Vos no querés curarlo, yo sí.

-Bien, lo harás en tu cuarto-dijo rendido, no pensaba dejar a su hija en manos desconocidas- Facundo, ayudame con esta cosa.

Así, descendieron con mucho cuidado las escaleras. Su madre pegó un salto, grito tan fuerte que los ojos del extraño se abrieron por unos segundos y volvieron a cerrar. Al menos, seguía con vida. Anahí intentó calmar a su madre, que se sentó de golpe en su silla y parecía más pálida del miedo. Alberto regresó, indicándole a su hija que se ocupará de ese sujeto y seguido, se ocupó del creciente pánico de Susana.

03.Hospitalidad

Anahí logró curar las heridas más profundas, eran quemaduras y algunos cortes. Observó con atención al ser extraño. Tenía la piel gris con tatuajes en color plata, en su idioma, porque esos símbolos no eran parte de otra cultura de la Tierra, claro que no. Medía casi un metro con noventa, era esbelto y unos marcados músculos demostraban que era más fuerte. No podía decir que era atractivo, ya que era diferente a los humanos. Anahí guardó las vendas, alcohol y otros químicos en la caja de primeros auxilios. Sintió un movimiento del ser extraño, estaba despertando. Anahí se puso nerviosa, sus padres estaban esperando en el comedor y su hermano, pues ni idea.

-¿Cómo te sientes?-fue lo primero que salió de su cabeza. El ser extraño se movió para sentarse sobre la cama de la chica y al comprender dónde se encontraba, fuera de su nave, se alertó- ¡Tranquilo, no te haremos daño!-se apresuró decirle para que no usará algún letal poder sobre ella- Estabas herido, y te desmayaste hace quince minutos.

-¿Humana mala?-dijo en un extraño intento de hablar español.

-No, no-dijo Anahí sonrojada-. Nosotros somos buenos, caíste sobre nuestra casa.

-Humanos.

No pudo seguir hablando cuando volvió a desmayarse, ya sea por el pánico de lo inesperado o las heridas lo habían debilitado. La puerta del dormitorio se abrió despacio, sus padres ingresaron sin hacer mucho ruido. Anahí se levantó del suelo, con la caja de primeros auxilios y miró a sus padres.

-Habló y se volvió a desmayar.

-¡Ay, Alberto!-dijo su madre tapándose la cara- ¿Qué vamos a decir? No podrá quedarse aquí por mucho tiempo.

-Ya veremos cómo lo resolvemos, paso a paso-respondió, no muy confiado que este asunto sería todo un lío-. Descansemos.

-¿Pero, no podremos dejarlo aquí solo?-dijo Anahí, abrazando a la caja y viendo al alienígena inconsciente- Volverá a despertar.

-Ya me quedaré con él, entonces-dijo Alberto- Vayan a dormir, por favor.

Las mujeres asintieron, retirándose.

Lo que quedaba de la noche y parte de la mañana, ningún miembro de la familia pudo dormir con tranquilidad, estando atentos sobre algún ruido o lo que fuera. Pasaron unas tres horas, ya todos estaban despiertos, aún cansados. Su padre estaba destruído sus ojos rojos de no dormir hace cinco horas, Facundo tenía clases dentro de una hora y no quería irse sin estar seguro que su familia estaba bien. Susana estaba preparando el desayuno para no pensar sobre el asunto. Cuando la puerta del comedor se abrió, entró Alberto y atrás de él, estaba el individuo.

-Te presento a mi familia-dijo Alberto con unos movimientos de mano-. Mi hija, Anahí. Mi hijo, Facundo. Y, mi esposa, Susana.

Todos se quedaron quietos, sin hacer algún gesto que confundiera al alienígena que miró a todos y se detuvo en un rincón, donde estaba el perro de la familia. Anahí siguió la mirada del visitante, entendiendo que desconocía la raza del animal. Sonrió, se levantó y se inclinó sobre su mascota que dormía sin problemas.

-Es un perro y nuestra mascota, lo cuidamos y queremos-le explicó Anahí con claridad-. No hace daño, es amigable y bueno. Se llama Falucho.

-Entiendo-dijo el alienígena-. Soy Ivok.

-Toma asiento, por favor, debes estar muerto de hambre-dijo Alberto, enseñándole la silla delante de él. Sobre la mesa redonda, había galletas y tostadas con frascos de mermelada.

-Tengo hambre, pero no estoy muerto-repuso ofendido. Anahí sonrió, volviendo a su silla.

-Es una expresión-le aclaró Alberto.

Susana se acercó con una taza de café, temblaba sin adaptarse a la idea de lo imposible. En realidad, nadie estaba calmado, lo peor sería dejarse llevar por el miedo y las cosas acaban mal. Anahí decidió ayudar a su madre con el resto de las cosas, porque no era capaz de hacerlo por sí mismo. El silencio era aterrador, nadie sabía qué estaba pensando Ivok.

-Mi nave no destruirá la casa, está construída con el metal más liviano de mi planeta y hacer más veloz para los viajes.

-Gracias por comentarlo, Ivok-dijo el padre.

-Ya debo irme, es tarde-intervino Facundo, dando su último sorbo al café- Avisen si las cosas cambian.

-¡Qué tengas suerte en el examen!-animo Anahí.

Así, el joven de veintidós años tomó su mochila retirándose y dejando otro silencio. Era seguro que las cosas iban a cambiar, la vida de todos sería modificada por lo que siempre creyeron que no era posible, ya que no había pruebas de más vida en el universo, que la Tierra.

04.Ama de casa

Un planeta, a tres años luz de la Tierra y fuera del Sistema Solar, provenía Ivok Korvonetk. No sabía mucho sobre los humanos, solo ideas o algunas historias de otros alienígenas de su universo. Sonaba sospechoso, la familia de Anahí no podían mostrar debilidad a su extraño huésped.

Pasaron dos días desde la impronta llegada de Ivok. La nave se transformó en una pieza miniatura por la sotisficada tecnología de Ivok. La casa estaba bien, con algunas grietas que debían reparar, evitando peligros. La ropa de Ivok llamaba la atención, tenía tecnología de indumentaria y los humanos no habían imaginado algo así -para la suerte de la moda-, Ivok podía vestirse a su gusto sin tener que gastar un centavo por ella.

Como Alberto y Susana trabajaban en la semana en el taller. Facundo tenía sus horarios completos entre la universidad y su nuevo trabajo. Solo, quedaba Anahí manteniendo la casa, ocupándose de los sustentos y demás cosas de ama de casa. También, debía cuidar a Ivok y enseñarle sobre lo desconocido del planeta Tierra.

-¿Qué es esto, Anahík?

-Espera un segundo, ya voy-dijo ella, terminando de tirar la basura tras haber barrido el baño. Se acercó a su huésped, en sus manos tenía un diccionario de español- ¡Ah! Es un libro con todas las palabras del idioma español. Hay varios países que lo hablan.

-Estudiar y aprender de él.

-Cierto-concordó la joven, secándose el sudor de su cara- Tenemos un abecedario, así están ordenadas todas las palabras. Así, lo aprenderás, vas a adaptarte al léxico argentino.

-¿Léxico?

-Sí, son formas de expresión.

Los ojos de Ivok eran negros, no poseían algún destello personalizado, no tenía cejas pero se veían sus emociones en sus ojos. Su nariz era recta, chata y sus labios eran carnosos, con una pigmentación oscura. Su forma de comprender era sorprendente, era muy rápido. Anahí pensaba que dentro de unas semanas, Ivok podría salir al exterior y relacionarse con otros humanos.

-¿Otra duda que tengas?

-No, por el momento, Anahík.

-Bien.

La chica regreso a sus tareas, aunque no estaba cómoda, limpiando todo sola, y le fatigaba ser interrumpida por Ivok. Quería estar tirada sobre la cama, leyendo en Wattpad. Solo, que su madre puso al extraterrestre como un supervisor, Anahí temía ser atacada por detenerse en las tareas. Su madre no había puesto pautas, se olvidó que Ivok estaba aprendiendo y no tenía idea de las leyes, normas, disciplina. Sus hombros le dolían de estar fregando el moho de las paredes del baño, mientras Ivok se disponía a intentar leer el diccionario en el comedor. Ojalá que sus padres llegaran pronto, estar sola con él le daba más miedo que la oscuridad.

-Ivok-llamó la chica quitándose unas mechones negros de su frente. El huésped apareció en la puerta del baño, había un olor a desinfectante bastante fuerte-. Saldré a comprar unas cosas para la cena.

-¿Cena?

-Sí, hay horarios para la comida-le explicó, limpiando el trapo húmedo en la fuente de agua turbia- Desayuno, almuerzo, merienda y cena.

-¿Y, qué son esas cosas?

-Ingredientes para preparar la comida de la cena-le dijo lo más claro posible-, que se compra con dinero. El dinero viene del banco central, tienes que trabajar para ganarlo.

-El dinero y el trabajo está en mi mundo también-le comento ofendido.

-Perdón, pensé que sería diferente.

-Soy diferente a los humanos por mi anatomia, mis pensamientos y mis poderes. Pero, no soy tan idiota-le inquirió, sintió la pesada mano del individuo sobre su hombro y se tensionó.

-No quise decir eso, en serio-se disculpó Anahí. Tenía tantas ganas de llorar y detenerse por un rato de sus tareas-. No me toques.

Ivok alejó su mano, retrocediendo. La chica respiró, dejó el trapo a un lado y se puso de pie, su espalda estaba matándola, le costaba lo doméstico porque su cuerpo no se adaptaba a las continuas tareas. Necesitaba un descanso. Salir a caminar para comprar sería un receso, además dejaría de lidiar con las preguntas de Ivok. Salió del baño, yendo a su dormitorio para vestirse y tomar dinero del jarro de ahorros. Su madre no le encargó nada, pero necesitaba mentir para no verse en líos con el alienígena. Abrochó la camisa blanca, recogió su cabello negro en una coleta más cómoda. Ivok estaba leyendo el diccionario o algo así, con el ceño fruncido aunque no tuviera cejas, sus expresiones eran muy claras.

-Ahora vuelvo.

-¿Cuánto tardarás?

-Lo que tenga que tardar, ¡Dios!-dijo inconscientemente, como si estuviera hablando con su madre. Los ojos de Ivok le lanzaron una mirada de advertencia- Quiero decir, que habrá más personas comprando donde voy, y eso llevará un tiempo incierto.

-Intenta volver lo más rápido para completar tus tareas.

-Sí, ya sé.

En el mercado, Anahí tenía que comprar pocos ingredientes para una cena sencilla. No tendría que sacar dinero del jarro por no sentirse amenazada con ese individuo en su casa. No sabía que era capaz de hacer, y sus poderes aún no eran demostrados, ya sea algo genial que los humanos no tenían. Pero, conociendo que los poderes son peligrosos y pueden ser letales. No quería imaginar cuáles eran y qué dañinos podían ser. Respiró hondo, tomando tres latas de atún y una masa para tarta. Era suficiente para cultivar su mentira. Además, dejar a Ivok solo por mucho tiempo en la casa, había posibilidades de destrozos y si tenía hambre, ¿se comería a su perro? ¡Dios! Sus pensamientos no habían sido tan bizarros, confusos y daños por el pánico. Respiro hondo, otra vez y fue a una de las cajas, solo había tres personas. Ya habían pasado unos quince minutos.

Este no era el cambio que esperaba para su vida. Vivir con ese sentimiento de miedo constante. Verse amenazada por alguien más superior y desconocido a su mundo. Era el peor miedo que se pudiera cumplir en su vida. Porque, Anahí temía a lo extraordinario. Le tenía miedo a Ivok.

05.Sin mentiras

Anahí había hablado con su madre sobre los recesos necesarios para las tareas del hogar, estar más de cinco horas limpiando sin parar le parecía una explotación. Claro que la mujer asumió su parte de poner horarios necesarios, se disculpó con su hija y prometió que mañana tendría el día libre, hablaría con Ivok sobre el tema. La chica respiró con alivio de charlar sobre su malestar físico por el gran esfuerzo, no estaba acostumbrada. Su madre salió del dormitorio, al tiempo que Ivok entraba con una mirada fría y dura sobre la joven, que estaba sentada a su escritorio con unos bloc de dibujos.

-¿Qué pasa?-le preguntó tímidamente al huésped.

-Mentiste.

-¿Cómo?-dijo sin entender.

-La cena. Lo que trajiste de ese lugar, no era la preparación de hoy-le respondió con enojo. Anahí se sonrojó, levantándose de la silla y una fuerza le obligó a sentarse contra su voluntad. Sintió todo sus músculos tensos, Ivok estaba usando sus poderes. Era lo que quería evitar- ¡Me engañaste, me mentiste! Eres una humana mala.

Anahí quería responder y disculparse, su voz estaba saliendo como un zumbido de su garganta. La telekinesis de Ivok era fuerte, no había experimentado tal sensación que no fueran las parálisis de sueño, solo que agregabas que estabas completamente consciente y sintiendo que todo no correspondía a tus fuerzas. Ivok se acercó a la joven, tomándola del cuello.

-¡Mentirosa humana!

-Ivok-llamó su madre al otro lado del dormitorio- ¿Puedes venir? Quiero hablar con vos.

-Enseguida voy-respondió-. No le dirás a nadie sobre esta conversación, y no me engañarás ni me dirás mentiras.

Había hipnotizado la mente de Anahí. Ella parpadeo, el alienigena se fue. Ahora, entendía porqué los yankis estaban tan obsesionados con encontrar vida más allá del cielo azul, porque ellos eran una gran amenaza.

A la noche, Anahí había tenido varias pesadillas respecto al trato hostil y descuidado de Ivok. Lo peor que no logró articular palabra del tema hacia sus padres, advertirles que este individuo era peligroso y debía irse de la Tierra. Sin embargo, se quedó callada y las palabras se ahogaron en un extraño quejido. Había llorado, luego que Ivok se fue del dormitorio. Se sentía impotente, defenderse de él en un principio no iba a mejorar nada. Por no querer mostrar debilidad, le mostró que controlaba a través de las palabras a Ivok. Ese fue su primer error.

-Anahík, despierta-llamó el alienigena.

-¿Qué quieres ahora? Tengo que dormir.

-Perdón, no quise controlarte. Estaba molesto porque confiaba que decías la verdad, solo mentiste-le dijo apenado, estaba a unos metros de ella y Anahí sintió que quería tocarla.

-No te muevas, no me toques.

-Está bien, no lo haré.

-Te mentí porque quería descansar, no soy un robot para trabajar tantas horas y estuvo mal, no fui sincera-le soltó, sin medir las palabras. Salían como lo sentía, a causa de la hipnosis, no le podía mentir a Ivok, ya no- Tenía miedo que me lastimarás, si me detenía a descansar.

-¿Vos, curaste mis heridas?

-Sí, todos teníamos miedo. Entonces, me di cuenta, que estabas vulnerable y seguramente, no nos atacarías. Por eso, logre curarte.

-Gracias, decir la verdad no es difícil.

-¿Ya puedo dormir tranquila?

-Sí, descansa-se despidió Ivok, saliendo del dormitorio.

La oscuridad ya no le daba miedo, sino, que la llegada de él era su verdadero miedo de muchos cuáles intentaba luchar. Se quedó llorando, no hablaría con su psicóloga de esta manipulación y la verdad sobre la vida fuera del planeta, la mandarían a una internación, de nuevo. La impotencia era aún mayor, no era capaz de defenderse antes de Ivok. Y, ahora menos.

Al día siguiente, su madre le pidió que ayudará con el desayuno. Todos volverían a sus rutinas diarias y ella se quedaría con el alienígena en la casa. Eso le produjo un nudo en el estómago. Cualquier cosa que pensara de él, sería dicho con la verdad. Sabía que su mente estaba desprotegida y dañada por remedios, por lo cual, era más alarmante. Se cambió el pijama y fue a la cocina. Allí estaban todos.

-¡Buenos días, Anahik!

-Hola…

Ivok sonrió, por primera vez, sabía que esa sonrisa era falsa. Había designado la habitación continúa al dormitorio de ella, donde estaba su hermano y eso no le gustó. Pero, no iban a echarlo. Sus padres eran buenas personas, inteligentes y no juzgaban a un libro por su portada. Anahí se sentía peor. Ayudo a su madre preparando un cuenco de avena con leche tibia para Ivok que, era su preferido desde que su madre le ofreció hace poco. Le di el desayuno al alienígena, y preparo el café para su hermano, que estaba metido en su celular.

-Mamá, olvidé decirte que Laila quiere venir a dejar a las nenas- dijo Anahí, mirando al huésped con temor- Le dije que no estaba, pero no me creyó.

-Me gustan los niños, además aprendería de ellos-intervino Ivok, sintiéndose llamado por la indirecta.

-Soy niñas bastante inteligente, y hacen muchas preguntas- le advirtió Anahí.

-Ivok, supongo que puedes cambiar de apariencia más humana, ¿no?- sugirió Facundo. Su hermana cerro los ojos maldiciendo a los escritores que asimilaba a los extraterrestres. Para su sorpresa, Ivok asintió con una sonrisa.

-Genial…-murmuro ella.

-Ese tono es diferente, ¿A qué se debe?

-Es que, no soporto tu apariencia natural y ahora voy a tener que encargarme de tres personas.

-Ana…- reprendió su madre- Amas a tus sobrinas, y Ivok necesita entendernos para manejarse solo.

-No puedo más-murmuro, otra vez. Dejo lo que estaba haciendo, dirigiéndose a su dormitorio y cerro con llave. Se tiró en la cama para llorar ahogando los hipidos de dolor con la almohada.

06.Niñera

El timbre sonó a las 10:35, tal como dijo su hermana mayor. Ya que estaría ocupada por trabajo, y no tenía a quien dejar a las niñas. Anahí se levantó del escritorio, dirigiéndose al dormitorio de su hermano. Tocó la puerta dos veces, Ivok no respondió.

-¡Es hora de actuar, extraño!- dijo con nervios- Espero que te acuerdes todo lo que hablamos hoy temprano.

-Sí, amiga-respondio él desde adentro del cuarto.

-Voy a abrir la puerta, tienes cinco minutos para ser humano y seguir la historia que armamos, ¿Entendido?

-Copiado.

Anahí recibió la llamada de su hermana, atendió y se disculpó por tardar. Atravesó la cocina y el patio, bajo las escaleras, abriendo la puerta de calle. Allí una mujer de treinta años, de cabello castaño oscuro y unos bonitos ojos verdes le miraban con cansancio. A cada lado de ella, había dos niñas rubias, quejosas y con ganas de jugar todo el dia. Emma y Mora.

-Gracias, voy a devolverte el favor- dijo su hermana mayor, Laila- Dijo papá que vino un chico de intercambio.

-Sí, intercambio…-repitio pérdida. Esperaba que Ivok haya cambiado de apariencia-Se llama Ivok.

-¿Qué edad tiene?

-Ah, yo no…

-27 años- le respondió el susodicho, parado en el descanso de las escaleras. Anahí abrió los ojos, no estaba en el plan. Ivok bajo las escaleras para presentarse y la imagen humana era increíble.

Ivok aparentaba ser joven. De cabello negro, rizado. De piel pálida, con todos sus tatuajes en tinta negra y manteniendo sus símbolos desconocidos. Sus ojos eran hermosos, una tono gris y verde. Estaba afeitado, y olía a un perfume tan varonil. Anahí se quedó callada, miró a su hermana.

-Te aviso si pasa algo…-dijo nerviosa- Con las nenas, claro.

-Ah, okey- dijo Laila. Se despidieron y las niñas entraron, subiendo.

-¿Que opinas?-dijo Ivok.

-Eres un loco modelo ruso.

-¿Que significa eso?-dijo confundido. Ella negó con la cabeza, no quería responder con la verdad, pero la telekinesis le obligó.

-Te ves muy bien. Los modelos son personas muy lindas y esbeltas que representan una marca de ropa, perfume, anuncios, zapatos y más cosas. Rusia es un país. Asique, te ves como eso.

Ivok asintió aún pensando en esa definición. Anahí negó con la cabeza avergonzada, subió dejando atrás al alienígena. Busco a sus sobrinas que esperaban ansiosas y con muchas preguntas para él. Sería un día largo. Ivok ingreso a la casa, realmente era un modelo masculino y tan varonil con esos fuertes brazos que se veían en la tela blanca de su remera. Sus sobrinas ya preguntaban de dónde venía, que estudiaba y por qué no vivía en otra casa. El alienígena se inclino sobre ellas, y les enseñó un reloj digital.

-No, Ivok- le pidió. Sabía que usaría su tecnología avanzada con las niñas.

-Pero…

-Por favor.

-¿Que querías mostrarme?- pregunto Mora intrigada- Ahora, quiero saber.

-Ey, tiene luces…

Anahí soltó el aire y los nervios se suavizaron. Se sentó sobre una silla con cansancio mental, no estaba segura de mantener la cordura por unas horas. Las preguntas de sus pequeñas sobrinas, en especial de Mora de seis años eran confusas e Ivok tardaba en responder, estaba incómodo. Necesitaba ayuda. Anahí dejaría que el karma fuera a él por manipular la telekinesis y persuadir su mente. Era claro que los niños humanos eran irritantes y muy curiosos.

A lo largo de la mañana, Ivok se ausento en el dormitorio, según él iba a meditar. Anahí conocía que la presencia de las niñas lo dejaron agotado. Sonrió satisfecha. Por suerte, compro un juego de mesa y aprovecho a jugarlo con sus sobrinas. Mora era tramposa, no dejaba de llevarse cartas y dinero del Monopolio. Pensaba que podía seguir jugando con Ivok, tenía reglas elementales y básicas de la vida económica. Su hermana regresó pasadas las doce, sus sobrinas estuvieron conformes y entretenidas como siempre. Era cierto, amaba a sus sobrinas, únicas personas que le daban una razón para seguir en pie.

Anahí tocó la puerta del dormitorio de su hermano. Y, segundos después la puerta se abrió. Había olvidado que Ivok seguía en su fase humana.

-Ya se fueron- le dijo ella-. Podes volver a tu forma.

-No esperaba que esas niñas fueran tan es..no sé cómo decirlo.

-Asi son todos los niños- dijo, simplemente-¿Terminaste de meditar?

Ivok se transformó en su apariencia normal. A la chica le hubiera gustado que se quedará en forma humana y sensual. Pero, no tenía esa confianza. Y, capaz que su miedo no cambiaría, porque seguiría viéndolo tal como era.

-Sí, estoy bien.

-Entonces, te quiero enseñar un juego.

-¿Cómo?

-Un juego es para entretenerse y aprender de diferentes formas interactivas. Este se llama Monopolio y es muy famoso

-Esta bien, acepto.

Fueron al comedor, donde el juego de mesa estaba desordenado por culpa de Emma que investigo todas las tarjetas con imágenes. Anahí acomodo todo el Monopolio, seguido le indico a Ivok que se sentará cerca y le explicó unas reglas básicas del juego. Así estuvieron dos horas hasta que el extraterrestre aprendió las normas del banco e impuestos sociales, entre otras cosas.

07. Teorías de mecánica

-¿Cómo están? – pregunto Alberto, entrando al comedor con un cansancio físico notable en su gran cuerpo.

-Sí, todo salió bien- respondió su hija cambiando el canal de noticias-. Las nenas hicieron muchas preguntas por Ivok y él se escapó a la pieza a meditar. Asique, nos evitamos un lío.

Alberto sonrió conforme, solo eran niñas y sus preguntas no eran tan complicadas. A diferencia de Laila-, una mujer inteligente y audaz para los interrogatorios. Ivok apareció en el comedor, hace poco que se baño y olía a jabón. Estrecho la mano de Alberto, el alienígena noto algo diferente por su expresión de preocupación.

-¿Está bien, señor? Está temblando, sus defensas están bajas.

-Papá…

-Anoche, tomé frío y tengo un resfriado.

-Ah, bueno- se tranquilizó Anahí. Sin embargo, la mirada confundida de Ivok, mostraba lo contrario.

-Es una enfermedad leve, necesito dormir bien, cuidarme del frío y tomar un antibiótico por una semana, y todo vuelve a la normalidad,- le explicó Alberto, dándole un golpecito en el hombro.

Ivok confío en él. El hombre se dirigió a la cocina para tomar algunas sobras de comida de la heladera y la jarra de jugo. Se sentó a la mesa, Anahí le entrego el control remoto y se fue a su dormitorio, donde pude tirarse a la cama para descansar unas horas. Las niñas habían agotado todas sus energías.

Cuando se despertó ya eran las 18:34, estiró sus músculos y bostezo aún cansada. Salió del cuarto, paso a la cocina y saludo a su madre que, hace poco volvió de los trámites del centro. Estaban tomando mate, y comiendo facturas. Eso le animo y agarró la última medialuna entre las demás. Ivok le quitó la factura, y le dio un mordisco.

-¡Eh, era mía…!- le recriminó Anahí.

-Son las únicas que me gustan.

-¡Qué complicado que sos, Ivok!

Sus padres se rieron. Pero, lo dijo con la verdad. El alienígena sonrió, pensando que se divertían con él y no, por ella. Anahí tomo el primer mate que le tocaba. Su padre hablo con Ivok sobre mecánica de automotor, y las mujeres oían los conocimientos básicos del joven alienígena. En su planeta, solo se lograba volar y las veces que inventaron vehículos, el cálido y seco clima de su planeta descomponía algunas piezas de metal de los autos. No valía la pena, así inventaron las naves compactas y desarrollaron una tecnología para el sustento y resistencia del transporte.

-Nosotros nos ahorraríamos un montón de plata con eso- opino Alberto.

-Sí, pero los químicos y minerales de los metales de ustedes no son ligeros para volar. Sus naves son muy pesadas, necesitan un gran motor y una gran cantidad de combustible para que funcione bien. Y, con eso escasean al planeta. Cuando descarten, se convierte en chatarra y son inútiles para otros usos mecánicos.

-¿De dónde sacaste eso? – pregunto Alberto impresionado.

-Mire por la ventana, los camiones y autos son grotescos y saque esa teoría, ¿Estoy equivocado?

-Para nada, es justo lo que ocurre- asintió el hombre barrigón.

Escucharon el ruido de la puerta de calle, Facundo había regresado de su trabajo y hoy, no tenía clases en la universidad. Su profesor tenía una conferencia de residuos industriales y como mantener un medio ambiente limpio de impurezas automotrices. Casual. Facundo saludo a todos, agarró una factura y le dio un mordisco.

-¿Ya conociste a mis sobrinas?- le pregunto Facundo al alienígena.

-Sí, son lindas pero entrometida.

-Yo diría que curiosas. Y eso no es malo.

-¿ No lo ven como intervenir en la privacidad?

-No, porque la curiosidad surgen cosas buenas y útiles. Por ejemplo, las excavaciones dónde se descubren antiguas civilizaciones y eso nos dan información del pasado. Y no existe otro modo de hacer Historia.

-No lo pensé así, me equivoque.

-Solo, estás aprendiendo a conocer ciertas virtudes humanas- le animo Facundo, sentándose cerca de Ivok.

– No te estreses por comprenderlo todo rápido, todo tiene su tiempo- agrego Alberto.

Anahí se dio cuenta que su padre había dejado de tenerle miedo, casi se olvidaba de su aspecto antinatural y su ignorancia. Porque, veía las buenas intenciones del alienígena, lástima que ella no podía contarle sobre la telekinesis y la hipnosis que Ivok uso con ella ayer. Se disculpó con ellos para irse a su cuarto. Cerro con llave, sintiéndose culpable de desarrollar un miedo cubierto de una sonrisa y gestos amables

08. Música

Ivok seguía aprendiendo de los humanos como cocinar dos comidas sencillas, algunas leyes básicas de la sociedad y usando palabras del léxico argentino. Aún no estaba preparado para salir al exterior según los padres de Anahí, necesitaba más tiempo, o las cosas irían muy mal. Por otro lado, Anahí evitaba hablar con él, lo menos posible. Se encerraba en su dormitorio cuando otra persona del grupo familiar volvía a la casa, y no salía hasta la hora de la cena. Su inseguridad de tener a Ivok casi todo el día era su problema.

-Anahik quiero preguntarte algo- dijo el alienígena desde el otro lado de la puerta del cuarto.

-¡No molestes!

-¿Por qué? Tengo el derecho de conocer esa cosa en mí dormitorio.

-¡Dije que no!

Arrojo una zapatilla contra la puerta para asustarlo, no funcionó y ella sabía que no se iría hasta obtener una respuesta. Ivok era terco, orgulloso y curioso, así podia definirse. El extraterrestre volvió a llamar a la puerta, sin darse por vencido. La chica respiro profundo, abrió la puerta con mala gana, fulminando a su huésped por interrumpir su lectura, casi terminaba el libro de vampiros de su autora favorita

-¿Qué pasa?

-Hay un objeto que llama mí atención hace tres días, pero no dije nada porque estaba comprendiendo otras cosas de humanos.

-Un objeto…

-Te enseñaré.

– Si no tengo opción…

Ivok la guió al cuarto continuo, estaba todo más organizado que el suyo. Se preguntaba cómo lograba Facundo ordenar y limpiar con el poco tiempo que tenía sobre sus obligaciones. Ivok camino al armario, donde saco lo que llamaba su atención y la chica sonrió con burla.

-Es una guitarra- dijo ella, esperaba que el ser lo entendiera pero, su expresión sería indicaba que no- ¿Mí hermano no te explico para que sirve?

-Como te he dicho; no tuve tiempo de preguntar entre las demás que procesaba.

-Musica- soltó Anahí, se hartan de este entrenamiento de conocimiento- Hay muchos instrumentos que producen música, sin ellos no existiría.

-¿Tocando un botón? ¿Haciendo una ecuación?

Anahí se rió. Esto le parecía tierno, lo que menos pensaba del individuo es que causará ternura. Le pidió la guitarra, quitó la funda y le enseño el aspecto del instrumento, algo que llama la atención de Ivok. Estiró su mano para tocarla con miedo de romperla, algo imposible que una caricia destruyera algo material. Anahí rasgueo las cuerdas, sonando el acordé de Sol y Dos, los ojos oscuros de Ivok se abrieron con sorpresa.

-Es una habilidad artística. La música es arte. Y, se necesitan instrumentos, hay canciones que se estudian con el lenguaje de notas musicales.

-¿Podes tocar música?

-No tocaré nada porque no tengo ganas desde hace dos años- le dijo Anahí, volviendo a fundar la guitarra y la guardo en el armario-Perdon.

-¿Quién más sabe tocar música? ¿Albertk, Susanak o Facundo?

-Ninguno, solo yo y no voy a mostrarte nada-le respondió, salió del dormitorio.

Era cierto. Hace dos años que no tocaba nada, la inspiración y la motivación habían desaparecido como muchos de sus sueños. Ahora, tendría a Ivok insistiendo que tocará la guitarra, prefería que haya e contrato otra cosa que no le correspondiera. Entro a su dormitorio, cerrando la puerta y pego su espalda contra está, deseando que todo fuera más fácil. Debía trabajar como niñera le iba bastante bien en el rubro.

Al mediodía, Anahí cocino un poco de carne de cerdo y una ensalada bastante cometa de verduras. A Ivok le preparo un tazón con arroz y una salsa agridulce, porque no le gustaba la carne y no le parecía correcto sacrificar animes para comerlos. En su planeta, se preservaba toda la vida de seres vivos. Se alimentaban de legbres, verduras y frutas, bebian mucha agua. A la madre de Anahí, una mujer naturista apoyaba esta forma alimenticia de Ivok.

-¿Por qué dejaste de tocar música?- pregunto Ivok buscando su programa favorito, el canal de Historia.

-No me sentía unida a ese arte. Aprendí dos canciones de las clases, y al otro día, toda la motivación se fue.

-No entiendo cómo abandonaste algo tan lindo.

Anahí no dijo nada, habia oído el mismo comentario de otras personas y era peor para motivarla, tenía que salir de ella misma, no porque los demás pensaran que era algo lindo tuviera aue hacerlo a obligación. Saco la carne de la sartén, colocándola en su plato y se reunió con Ivok a la mesa, él seguía comiendo mientras veía los documentales de los nazis en Inglaterra.

09.Buenos amigos

Anahí iba a reunirse con sus amigos, luego de un mes sin verse, porque todos tenían horarios diferentes en sus trabajos. Hoy, era viernes y saldrían a comer afuera, en el centro de la ciudad. El año pasado habían probado una nueva receta de pizza en un famoso restaurante de avenida Corrientes, y era riquísima. El lugar más visitado por porteños y turistas.

Ivok estaba algo desanimado por quejarse otro día más encerrado. Paso una semana desde su llegada, aprendió varias cosas esenciales, y todavía faltaban como la cultura de otros países, reconocer a los famosos y relacionados con sus mejores trabajos, aprender referencias culturales ( libros, cómic, películas y series, frases célebres,etc,) entre otras.

-Hay un viejo auto en la puerta- anuncio Ivok con desgano cuando vio a la chica vacilar sobre el labial rojo o violeta-. Supongo que es tu colega.

-Es mí amigo, no un colega no compañero. Son diferentes.

-Te llaman al celular- volvió a decir Ivok, recargando su cuerpo contra la pared. Anahí contestó el llamado de su amigo, Leandro.

-Ya bajo, dame dos minutos- hablo ella por el teléfono. Colgó, y siguió arreglando los bordes del labial violeta en sus labios.

El huésped se quedó mirando a Anahí mirarse al espejo como si fuera la primera vez que notaba la estética de la joven. Anahí Rey no era alta ni delgada. Media un metro con cincuenta, como la mayoría de las mujeres en su familia. No era delgada, pero voluptuosa y rellena. Su cabello era negro, ondulado y tan corto que llegaba a su cuello. Sus ojos tenían un tono verde con detalles en marrón y largas pestañas. Aunque ella no lo admitiera, era bonita.

-. Las mujeres en Orlak se pintaban el rostro para una unión conyugal o para las guerras. Vos, no irás a ninguna de estas ¿Por qué pintas tu cara, entonces?

La joven lo ignoró, guardo el kit de maquillaje en su bolso y eligió un perfume cítrico. Pasó delante de Ivok, yendo al comedor donde se despidió de sus padres. Cogió las llaves, miró al extraterrestre que esperaba salir con ella, u otro miembro de la familia a recorrer la ciudad, le daba pena que se sintiera atrapado en la casa, solo lo protegían del gobierno y una muerte segura, luego de dolorosos experimentos.

(…)

Anahí y sus amigos iban en coche al centro, casi una hora de viaje. Hablaban sobre sus trabajos, las experiencias en otros y opiniones sobre eso. Ella no comentaba nada, ya que nunca trabajo porque estuvo tres años estudiando diseño gráfico lidiando con la creciente depresion. Ojalá tuviera esa oportunidad determinar la carrera.

– Ana, ¿Estás bien?- pregunto su amiga, sentada a su derecha. Era rubia con una piel trigueña clara, resaltaba más sus rasgos latinos.

-Nada más pensaba que no debí dejar de estudiar.

-¿Y, por qué no te anotas en noviembre? Falta un mes y medio.

-No sé si voy a rendir de la misma forma.

-Espera un momento- intervino Mónica desde el asiento delantero, se giró cómo pudo y examinó a su amiga desde las sombras del auto-. Eso no lo sabes, hasta que lo intentes y si es lo que realmente querés.

Durante toda la semana con Ivok había sentido esa sensación de seguir estudiando lo que abandonó hace cinco años, capaz que ciertas materias aprobadas no valieran lo mismo después de tanto tiempo ausente. No estaba segura que fuera así, pero podría investigar en la universidad. Además tenía que ocuparse de finalizar el tema de conocimiento y cuidado de Ivok, ahora era una prioridad.

(…)

En la pizzería, tomaron asiento en una mesa de cuatro. Anahí quedo sentada junto a Leandro, y delante de ella, estaba Norma que miraba su teléfono cada dos minutos como si estuviera esperando un mensaje. Sabía que su amiga estaba de novia, jamás le sería infiel pero, le preocupaba que su novio se olvidará de ella. La camarera trajó una botella de cerveza, y dos Coca Cola, destapó cada una y se fue.

-Hace años que no vengo acá-menciono Leandro, sirviendo en los vasos las bebidas para cada uno.

-¿Por qué me servis Coca?-pregunto Anahí, mirando ofendida a su amigo- No pienso emborracharme ni nada peligroso.

-¿Y, para quién era la gaseosa?

Mónica levantó su dedo índice con inocencia, su amigo rodeo los ojos y cambió los vasos, haciendo un gesto exagerado de molestia. Las chicas rieron. Anahí quería confesar que tenía un extraño viviendo en casa, nunca oculto nada a sus amigos, casi hermanos. Debía esperar un tiempo para abrirse, no desconocía la reacción de sus amigos ante una muestra de más vida fuera de la Tierra. La gran pizza llego a su mesa, ya cortada en ocho porciones. El queso derretido tenían un aroma increíble, había tanta cantidad que lo hacía especial. Cada uno, se sirvió y Anahí no dudo ni un minuto en darle una privada. Todos los sabores se formaron en uno solo. Valía la pena esos seiscientos pesos.

10.Tenemos un problema

Al día siguiente, Anahí se levantó de golpe, sabía que algo paso por alto desde la llegada de Ivok. Los satélites y radares espaciales pudieron captar su nave, más allá de la oscuridad de la noche. Era posible que los científicos estuvieran buscando el lugar exacto. La chica salió como un rayo, sin molestarse en ponerse a estirar sus músculos o aguantarse las ganas de orinar. Entró al cuarto de Facundo, buscando al extraterrestre que estaba limpiando unas estanterías de libros y cómics. Aprendió a ser pulcro, usar los productos adecuados, y no le resultó difícil.

-Tenemos un problema- soltó Anahí con el corazón acelerado.

-¿Ah, hola?

-Sí, hola, está todo mal- apresuró a decir, avanzando unos pasos hacia él- Estaba segura que me perdí de un detalle, y no descubrí cual era hasta ahora.

-¿Te despertaste y notaste un problema?- dijo en forma de burla. Anahí lo fulminó con la mirada-Esta bien, seguro que podemos resolverlo.

-Tu nave pudo ser registrada por la NASA. Tienen radares espaciales y demás cosas que logran ver movimiento no identificado en la atmósfera. Lo mejor para todos, es que vuelvas a tu planeta y borrar nuestras memorias.

Ivok se quedó pensando, sostenía un libro de filosofía con las tapas desgastadas y olía a humedad. Anahí se dejó caer sobre la cama con rendición, ¿Cómo no se dieron cuenta de eso? Facundo era más listo que todos, tampoco lo pensó. A esta altura, estarían investigando dónde cayó la nave de Ivok. Respiro profundo varias veces, sentía un calor tan fuerte en el pecho que iba a darle un infarto. El colchón se hundió por otro cuerpo, la joven levantó su cabeza viendo a Ivok analizando la situación. Los ojos de Anahí se llenaron de lágrimas, no le importaba que le sucediera al alienígena, sino, su familia que guardaron el secreto y todo era su culpa, convencer a sus padres que la sociedad creaban estereotipos de ellos, como criaturas malignas.

-Anahik, no llores.

-¡Es mí culpa, estoy jodiendo todo! Y, solo quiero ayudar a las personas…-dijo en llanto de angustia y el terror de esconder alguien desconocido.

-Nada está mal. Tus intenciones son buenas, siempre lo son. Centrarte en los riesgos, no va a solucionarlo- intento animarla el extraterrestre. Ella seguía pensando en las consecuencias de sus decisiones apresuradas, claro que no analizaba el pro y contra de estas.

– ¡Arregla tu nave y vete de este planeta!-le pidió histérica, se levantó y lo miro con miedo. El mayor error de su vida era poner a su familia en un riesgo de muerte, ¿Se llamaría traición internacional? ¿Ahora, serían criminales?

Anahí perdió el equilibrio del estrés que le causan todo esto. Apoyo sus manos sobre el suelo, el alienígena se acercó a ella y le ayudo a recostarse en una de las camas. No le gustaba que Ivok le tocará, evitaba todo el tiempo que se acercará a ella. Pero, no tenía fuerzas para mantenerse en pie. Poco segundos, la joven perdió el conocimiento.

Al despertarse, sintió que su cuerpo iba recuperándose y sus pensamientos se almacenaban de una manera acelerada. Ojalá que su mente no fuera todo un caos, a causa de la depresión, se volvía más inestable mentalmente. Era todo un trabajo aclarar su memoria, dejar de mirar el pasado y construir un presente agradable, con metas seguras a un futuro sin alteraciones. De eso se trataba todo, de vivir sin preocuparse por lo que pasó anteriormente. Se sentó sobre la cama, aún estaba en el dormitorio de su hermano, pero no había presencia de Ivok. Esperaba que haya tomado una buena decisión y se fuera pronto. Anahí bajó de la cama, sintiendo que todo se movía rápido y cayó de rodillas, aun no estaba muy estable. Igualmente, lo intento y salió del dormitorio sosteniéndose de las paredes y los muebles hasta llegar a la cocina.

-Loca, ¿qué haces acá?-dijo Facundo, dejando su taza de café y se acercó a su hermana ayudándola a sentarse pronto, antes que volviera a caerse de los nervios.

-¿Dónde está Ivok?-le preguntó directamente.

-Está tendiendo la ropa con mamá.

-Tiene que irse.

-Ya nos contó lo que descubriste, y me alegra que hayas hecho. Esto nos involucra a todos-le dijo su hermano, volviendo a su lugar.

-Es mi culpa, yo metí a todos en este lío del orto-se lamentó, apoyó los codos sobre la mesa redonda y tapó su cara avergonzada-. No hay nada que pueda hacer bien, pensando que puedo ayudar a los otros.

-Eh, tranquila-dijo Facundo, bebió de su café-. Vamos a resolverlo. No estamos seguros que hayan interceptado la nave de Ivok, ni siquiera pueden saber qué parte del mundo está él. Eso nos da una ventaja para trazar un plan, ¿de acuerdo?

Escucharon la risa de Susana, pocas veces lograban verla feliz y segura. Su madre e Ivok bajaban las escaleras, donde las anécdotas planetarias del extraterrestre divertían a la mujer cargando con una bolsa, y él sosteniendo la ropa limpia. Entraron a la cocina, ambos pusieron atención a Anahí, no esperaban que se levantará, no tenía condiciones de caminar hasta que su glucosa se subiera y evitará más descompensaciones. Su madre dejó la bolsa con alimentos de la despensa, acercándose a su hija y obligó que le mirará a los ojos.

-Hija, ¿cómo te sientes?

-Mal, ¡No puedo creer que las cosas nunca me salgan bien, aunque tenga las mejores intenciones de toda la humanidad!

-Anahík, pasaron siete días y la tecnología desarrollada por los humanos no es precisa-le aclaró el extraterrestre en su forma humana, ya que desde la terraza había vista de otros edificios y podían verlo en su aspecto natural.

-Espero que tengas razón-dijo ella rendida sobre el tema.

11.Vulnerabilidad

Todos sus dibujos se trataban de Ivok, representado con sus cuernos cortados y los tatuajes misteriosos, con esos ojos negros como el carbón. Era la forma que le tranquilizaba, visualizaba al alienígena como otra persona más de su imaginación. Quisiera que fuera un personaje de su creatividad, y no alguien real, de huesos y carne. Quería escapar de la realidad por unas horas, sentarse con la mente en blanco y perdurar un tiempo de paz. Susana estaba preocupada por el estado ausente de su hija, desde que pensaron en aquel detalle, la chica no volvió a hablar del tema, quería olvidarlo. Solo, comía y dormía, las terapias no servían si no podía contar la verdad y engañaba a su psicóloga con problemas anteriores, o inventados. No era sano que pusiera estos límites en su vida, ¿Pero, qué más podía hacer con esto? Iría a una internación directa por delirios y otras formas de vida que los demás humanos solo veían en la ficción.

-Ana, compramos helado-dijo su madre al otro lado de la puerta de su dormitorio- ¿Querés comer? Pedimos tu menta granizada.

-No quiero-le respondió. El picaporte se movió, pero la puerta estaba cerrada con llave cuando ella quería estar sola y no relacionarse con nadie de la casa.

-Apenas, comiste el pollo.

-¡Déjame sola!

Susana no dijo nada más, se fue. La chica dejó su bloc de dibujos en un cajón de su escritorio, había usado el pijama todo el día y su cabello era todo una maraña de nudos. Estaba descuidada, pero era el menor de los problemas. Apagó la luz central del dormitorio, con pasos lentos y cuidadosos camino a su cama, donde se metió entre las sábanas. Recogió su celular de la mesita de noche, hoy no tenía ganas de leer en Wattpad y sus autoras preferidas. Buscó el playlist de música, conecto los auriculares e intento dormir.

Unas horas después, se levanto cerca de las dos de la mañana con muchas ganas de ir al baño. Entre la oscuridad, llegó a su destino de la casa y orinó como un campeonato. Lavó sus manos, cuando escuchó ruidos en la cocina, asomó la cabeza por la puerta del baño, donde había un hueco que dividía toda las habitaciones, y la cocina estaba iluminada. No era la única despierta en la madrugada. Se dirigió allí, encontrándose a Ivok con un vaso de leche fría y sus miradas se cruzaron por unos segundos.

-¿Te desperté? Intente no hacer ruido-se disculpó el ser. Ella negó con la cabeza.

-Tenía ganas de ir al baño, nomás.

Anahí giró sobre sus pies, tras descubrir que nada sobrenatural sucedía en la casa, sería el colmo. Sintió la mano del extraterrestre sobre su hombro, suspiró y volvió a él con una ceja alzada. El viento soplaba con fuerza, llovería en nada como pronosticaron en las noticias. Una semana de tormentas intensas.

-Seguramente, estás cansada-comenzó diciendo Ivok, con un rubor oscuro en sus definidos pómulos-. No me pareció correcto preguntar a tus padres. No tienes el derecho de responder, si no te parece aceptable.

-¿Qué quieres saber?-le dijo, dando un pequeño bostezo.

-Son varias preguntas, en realidad.

-Ivok-le llamó la atención. La curiosidad de este sujeto era interminable, se entendía que todo lo que veía y desconocía, despertaban un cuestionario sin fin.

-He visto que tomas remedios como tus padres, ¿qué sucede con ustedes?

-Estamos enfermos, diferentes cosas en cada uno-le respondió Anahí, se sentó a la mesa bajo la poca luz que traía las lámparas de la cocina y el anexo del comedor quedaba en penumbras-. Mi papá sufre del corazón, no puede dejar sus remedios porque causarían una gran crisis y es una enfermedad crónica, es importante que se cuide mucho. Mi madre sufre de epilepsia, desde que tengo conocimiento y tampoco, puede renunciar a sus medicinas, otra causa importante de alteraciones neurológicas.

-Entiendo, pueden causar la muerte en ellos, ¿no?

-Sí, es así-correspondió. Ivok se sirvió otro vaso de leche, guardó el jarro en la heladera y se unió a la mesa con ella-. No sé si mi enfermedad me causaría un término mortal, no estoy segura. Además, mis diagnósticos son confusos. Sufro de depresión, esquizofrenia y todo eso se resuelve con remedios. El único con una salud estable es Facundo.

-Lamento mucho eso, no debe ser fácil sobrellevar tales enfermedades-dijo Ivok con tacto. La chica sonrió.

Se escuchó un gran trueno romper en el cielo nublado, el viento se volvió más fuerte y segundos después, los ladridos de la mascota de la familia hizo aparición en la escena tormentosa. El perro no le agradaban las tormentas, lo ponían nervioso y sus ladridos eran fuertes, como si pudiera asustar al clima. Ivok terminó su bebida, viendo a la joven quedarse pensativa sobre la charla.

-Iré a descansar-dijo Anahí, finalmente-. No quiero que los demás se despierten. Si tienes más preguntas, te lo diré mañana.

-Bueno, ya contestaste lo más importante- dijo él.

La joven se levantó con cansancio como si estuviera trabajando duramente y le parecía normal. La mente humana es todo un misterio, las pruebas de evolución eran estudiadas aún por los expertos en neurología. Se despidió de Ivok, regresando a su dormitorio y volvió a dormirse.

12. Superhéroes

-Anahik, despierta- llamó el extraterrestre, sacudiendo el cuerpo de la joven con suavidad-. Ya has dormido para toda una eternidad.

-No, déjame en paz- se quejó ella, cubriéndose con las sábanas y desapareció debajo de todas ellas.

– Tu madre me pidió un favor, y trato de cumplirlo. No quiero fallar.

Dormir más de ocho horas era uno de los síntomas de depresión. Aunque, la joven siempre tuvo esa dificultad de levantarse a una hora más temprano. Sobre todo, si el clima se prestaba para quedarse metida en la cama. Afuera, llovía levemente ni siquiera el sol lograba colarse por las espesas nubes negras. Ivok suspiro, no iba a rendirse y cumpliría la tarea de despertar a la chica.

– ¿Quieres que te muestre otro de mis poderes?- le amenazó él, esperando que Anahí respondiera.

-No, ni lo intentes porque reveló tu existencia- lo atacó ella, sin moverse. Temia que el nuevo poder fuera peor que la telekinesis.

-Bueno, sé inteligente y haz lo correcto-le regañó, quitándole las mantas dejando su cabeza visible-. Dormir no solucionará nada, es escaparse de la realidad y no tener el valor de enfrentarla.

¿Qué significaba hacer lo correcto para ella? De seguro, no era invitar a alguien de otro planeta a su casa. No era abandonar sus sueños. Anahí arrojo las sábanas hacia el final de la cama, se sentó y tardo en fijarse en su entorno iluminado por la luz débil del día, se detuvo en Ivok que sonreía orgulloso de lograr la tarea asignada por la madre de la chica. Él lo tomaba con gran responsabilidad; si iba a hacer algo, se preocupaba que fuera perfecto.

-¿Estás feliz?- inquirió la chica molesta, refregando sus ojos.

-La felicidad es remota, se deben lograr actividades para llegar a sentir ese sentimiento temporal.

-Lo decía con sarcasmo-le aclaró.

Salió de la cama, tocando el suelo con sus pies desnudos, estaba muy frío y una escalofrío recorrió su cuerpo. Busco sus pantuflas, estiró sus músculos siendo observada por el extraterrestre, quien vestía una camiseta blanca y unos jeans, unas zapatillas. La forma de vestir de él era sencilla, le quedaba bien y era más agradable que sus mamelucos negros traidos de su planeta.

-¿Qué aprenderé hoy?- dijo Ivok animado, viendo a la chica que se abrigaba con una sudadera gris con líneas rosadas laterales en las mangas, una capucha y otras líneas de colores combinados sobre el pecho. Era su sudadera preferida.

– No sé- vaciló, mientras buscaba un cuaderno que usaba como guía para anotar los temas de conocimiento y algunos estaban tildados como aprobación.

-¿Y, bien?

– Mejor voy a desayunar, muero de hambre- dijo desviando el tema, sin embargo el poder que Ivok indujo en ella, le obligó a elegir un tema del cuaderno- Veremos unas películas clásicas, algunas que me gustan y no has visto con mí hermano porque tenemos gustos diferentes.

– Entretenimiento.

-Sí, el cine y el teatro son considerados unos de los ocho artes visuales del mundo.

-Eso no lo se tampoco.

Anahí salió del dormitorio, seguida del extraterrestre r y pasaron a la cocina. Dejo el cuaderno sobre la mesa, las luces estaban encendidas, noto que las mesadas estaban repletas de platos, ollas y demás. Miró a Ivok con una sonrisa maliciosa, usaría su venganza por inducirla a responderle con la verdad siempre, ¡Maldito el día que lo engañó!

-¿Puedes limpiar algunas cosas, mientras desayuno y busco una película?

-Claro, lo haré.

Su venganza funcionó, logrando que el extraterrestre se ocupará de limpiar todo el caos de la cocina. Anahí preparo los mates, dejo que el agua se calentará y busco unas galletas para comer. Luego, decidió que verían una de las películas de cómic; Batman y Superman, las más recientes de los últimos años.

Luego de ver las dos películas de superhéroes, venían las preguntas de Ivok sobre eso, como siempre y ella respondía lo más claro posible. A él le sorprendió que Superman fuera un alienigena, la gente no temía que fuera malvado y destructivo, sino, que protegía a la Tierra. Le explicó que era ficción, creada la historia por la creatividad del hombre y la realidad era diferente, los alienigenas no eran considerados existentes, no podía ser un héroe.

-Pero, sus poderes no causan daños a los humanos, los protege-dijo Ivok, ilusionado que su presencia en la humanidad no causaría terror.

-No, Ivok. Estás equivocado, Superman es bueno porque cree en la gente.

-No encuentro el problema.

-Hay un puto problema de vos-le inquirió molesta- ¿Recuerdas, que cruzaste la atmósfera y la NASA estará dispuesta a muchas cosas para tenerte prisionero con malas intenciones?

-Ah, cierto.

Hubo una pausa. Ivok tenía una mirada pérdida, imaginando todas las consecuencias de su llegada, no quería lastimar a nadie. Anahí se sintió apenada por la posición de él, pensó un modo de animarlo. Apagó la televisión, tachando las películas que acabaron ver. Se reincorporó, mirando decidida a su huésped misterioso.

-Saldremos a caminar, te enseñaré el exterior-le informó Anahí.

-¿Tus padres te dieron permiso?

-No, pero no iremos lejos. Ya tienes diez días encerrado, y mis padres siempre protegen a las personas.

-Será mejor hablar con ellos antes de tomar esa decisión tu sola.

-¿Estás rechazando salir a descubrir y aplicar todo lo que te enseñamos, Ivok?

El extraterrestre se hundió de hombros, sin una respuesta confiada que animará a su ego de orgullo. La chica suspiró, podía responsabilizarse de él, no era un niño que ignoraba las órdenes de los adultos tras un paseo. Anahí se acercó a él, observándolo en su inseguridad de ver más allá de las paredes y las ventanas que daban a la avenida. Reconocer los autos, ver a las personas dirigirse a otros sitios, aprender a diferenciar las funciones de cada vehículo como un móvil policial, ambulancia y buses.

-Como quieras-le dije rendida, no iba a obligarlo si no se sentí cómodo a su lado y desconfiará de sus decisiones.

13. No eres ella

Había pasado dos semanas, Ivok había salido al exterior, en dos ocasiones, con su madre al mercado, allí reconoció productos y eligiendo precios, calculando los descuentos con más rapidez que la mujer. También, paseo por otras tiendas como perfumerías donde su madre compraba sus tinturas. Esos lugares, esas calles y reglas de tránsito quedaron grabadas en su memoria colectiva. Anahí seguía ignorando ese tema de la NASA, continuaron viendo más películas clásicas como Volver al futuro y Forrest Gump. Mientras que Facundo le mostraba cómic’s de DC y Marvel, le pedía apoyo en sus materias que resolvían ambos los ejercicios prácticos de física y álgebra, ya había aprobado dos parciales con los consejos de Ivok. Su padre le enseñaba nuevas recetas en la cocina, ahora se ocupaba de cocinar para todos. Las cosas iban bien, estaba avanzado día a día.

-Che, Anahík-llamó, entrando al dormitorio de ella. Los ojos del alienígena se enfocaron en las curvas voluptuosas de la joven que estaba cambiando su pijama.

-¡¿Qué haces?!-espetó ella avergonzada- ¡Salí de acá, idiota!

Ivok tardó en reaccionar, sonrojado. Salió del cuarto de la chica, no esperaba verla semidesnuda en ninguna ocasión. Anahí cerró la puerta, terminó de elegir un remera de su cajón y la acomodó en su cuerpo, estaba roja de pena que el extraterrestre le observará por esos largos segundos sin decir ni hacer nada, solo se quedó quieto contemplándola con sorpresa. A veces, Ivok se entusiasmaba con las cosas que olvidaba pedir permiso para entrar a los dormitorios, como esas tres veces que entró al baño cuando su hermano estaba orinando, pero eran hombres. Anahí respiro hondo, abrió la puerta y el alienígena no estaba ahí. Se dirigió al dormitorio de Facundo, encontrando al extraterrestre sentado recto sobre la cama y los ojos cerrados. Notó lágrimas cristalinas del alienígena resbalar en su perfecto rostro, no esperaba verlo tan afligido por verla en sostén. Tampoco, era un gran problema.

-Perdón, Ivok, no quise gritarte así-se disculpó la joven, tocando el hombro de él-. Me sorprendiste, nomás.

-Aliana era mi esposa-soltó él, limpiando el llanto de su rostro gris. Anahí se sonrojó, buscó una caja de pañuelos y le tendió un par.

-¿Es cuando, dices que soy igual a ella?-dijo la chica divertida, sonriendo un poco. Los ojos negros de Ivok le miraron un momento, y negó con la cabeza.

-Aliana era una guerrera, la más fuerte y líder de nuestro clan. Sin ella, no habría paz en nuestra comunidad. Se convirtió en un ícono importante en nuestra historia-le explicó Ivok, dejó de llorar-. No eres nada parecida a ella. Vos, sos vulnerable todo el tiempo, no saldrías viva de una guerra y no estás en forma.

-Ah, okey, eso fue grosero-murmuró la joven- ¿Qué querías mostrarme?-le preguntó, dejando el tema de lado.

-Ya no importa-respondió desanimado-. Hiciste que pensará en Aliana.

-Bien, seguiré con lo mío-asintió Anahí, hundiéndose de hombros-. La próxima toca la puerta para que no te recuerde a otras de tus mujeres.

La joven salió del cuarto, sintiéndose vencida por los comentarios despectivos del extraterrestre. Y, entró a su habitación, encerrándose como todas las veces, que quería escaparse de la gente a su alrededor, así fue siempre, huyendo de las cosas que no le gustaban y le generaban un clima tenso. Ivok no tenía tacto para hablar, era directo y nunca se arrepentía de sus comentarios, no pasaba lo mismo con el resto de la familia. Había una falla en ella, que dejaba que las repercusiones de Ivok le influenciará.

Más tarde, Anahí estaba navegando por internet desde su celular, donde veía historias de extraterrestres en Wattpad e imágenes artísticas. Había pensado escribir sobre Ivok como ficción, hasta que el problema de NASA estaba persiguiendo las decisiones de todos en la casa, no era conveniente porque desconocía las reacciones de la gente. Escribir era su escape, donde todos sus sentimientos y pensamientos era inducidos a las hojas digitales. No había hablado con el alienígena de piel gris y cuernos partidos desde el incidente de la mañana, donde le recordó su pasado y le describió como una persona débil e incapaz, no esperaba que él la viera de ese modo. Incluso los extraterrestres notaban su inutilidad humana.

-Hermana,-llamó Facundo, asomando su cabeza por la puerta semi abierta y buscando con sus pequeños ojos a la chica, vio que estaba centrada en la pantalla de la PC- ¿Cómo estuvo todo hoy?

-Bien, Ivok ya puede manejarse solo en la sociedad-le respondió con desinterés-. Asique, podría irse y conseguir un trabajo.

-Ah, okey-dijo Facundo suspirando, se sentó sobre la cama- ¿Qué paso?

-¿Sabías que Ivok estaba casado?

-No dice mucho de sí mismo,-asintió, pensativo- lo que si me dijo es que su planeta está en una continua guerra, sometidos a ser esclavos de otros extraterrestres dado que su planeta está fuera del nuestro Sistema Solar, se puede comprobar que hay más planetas con vida.

-Eso no sabía-murmuró. Sería un motivo por cual Ivok no hablaba con nadie- ¿Crees que llegó para esconderse?

-No, espero que no, porque puede causar una invasión y haríamos realidad la ficción.

-Entonces, tenemos que averiguar qué hizo que llegará a la Tierra.

-Yo no subestimaría sus razones, desconocemos sus poderes.

Eso último le recordó que ella estaba obligada a ser sincera, y ocultarle a todos en la familia que era sometida a la telekinesis. Sus padres se volverían en su contra, por lo tanto, Ivok estaría solo en el planeta, arriesgándose a ser asaltado o secuestrado por el gobierno. Anahí no era capaz de permitir que el alienígena, a pesar de sus malos comentarios, ella no iba a acusarlo con hostilidad. Ser diferente no es malo, ya todos luchaban por el racismo y la desigualdad que su política era respetada y fiel a sus principios. Era una humana con corazón.

14. Libertad espacial

A la madrugada, Anahí escuchó sonidos extraños como golpes a un objeto de metal. Estaba dormida que no podía comprender de donde venía todo ese ruido, se sentó sobre la cama y tomó su celular, viendo la hora ¡Tres de la mañana! ¡¿Qué mierda pasaba?! Salió del dormitorio, aún escuchando ese sonido constante traspasando las paredes. Entonces, entendió. Era Ivok reparando su nave en la terraza, había prometido que no activaría el modo original de su vehículo espacial para no dañar la estructura de la casa. Anahí subió las escaleras hacia la terraza, donde las luces azules rodeaba todo el entorno, como luces de neón, era peligroso que los vecinos vieran eso (en caso, que alguien estuviera despierto a estas horas).

-¿Qué haces?-le interrumpió en el lugar, provocándole a Ivok un buen susto.

-¡Por Júpiter!- exclamo sorprendido de la presencia de la joven- ¿Te desperté?

-No, soy un zombi-se burló, la expresión de confusión del alienígena le pareció dulce- Era un chiste.

-Ya sé, solo iba a decir que siempre pareces un zombi.

-Está bien, es un poco desagradable comer a las personas- dijo ella con una mueca ante la idea.

-Porque, es canibalismo y es ilegal, inhumano-le aclaró Ivok, tomando una llave inglesa y ajustó unas tuercas.

-Tenemos que ver Hannibal Lecter-dijo haciendo referencia a la famosa película de Jack Nickolson-. Me traumo verla que ni recuerdo como era, reprimí ese miedo.

Ivok sonrió con simpatía, levanto un poco su cabeza viendo a la joven de brazos cruzados temblando del frío de la madrugada, debajo de una lejana luna aterciopelada entre las finas nubes púrpuras que pasaban por sus cabezas. El alienígena volvió a su tarea, el rugido débil del motor indicaba que faltaban piezas para que funcionará, nuevamente. Anahí se acercó para husmear el tipo de motor espacial. Se sorprendió, era mucho más pequeño que los otros que, normalmente, suelen tener los autos, y no se igualaba. Había cables cortados, algunas partes ya no estaban dado que tendrían que ser reemplazadas.

-No sé dónde podrás conseguir estas cosas, Ivok-le dijo haciendo una mueca, mientras recogía un elemento parecido a una fuente de energía nuclear-. Mi padre no tiene nada de esto en su taller. Deberás buscar por otro lado.

-Eso lo sé, Anahík-correspondió, quitándole la fuente dañada.

-Bueno, lo comentaba por las dudas.

-No soy un idiota a nivel extremista. Tengo que ser discreto y cuidadoso con los humanos-le inquirió molesto, que Anahí siempre terminará explicándole las cosas que daban por hecho ser comprendidas-. Ya he aprendido suficiente de ustedes, puedo irme en cuanto termine de arreglar todo esto. Así es como lo deseabas, ¿no?

La chica se sonrojó apenada que el extraterrestre estuviera considerando en partir, dejarlos y enfrentarse a una guerra en su planeta, donde el tiempo avanzaría en el viaje, probablemente Ivok no encontraría nada vivo, o volvería a la lucha. Anahí sintió culpa por su modo de ser con él, quien necesitaba ser comprendido porque las guerras no dejan opciones convenientes, solo podías escapar o quedarte en la resistencia.

-Perdiste a Aliana en la guerra, ¿no?-soltó la joven, llegando a la conclusión que sería una razón de escaparse de ese planeta. Ivok no contestó, deteniéndose en sus reparaciones y se giró a la chica que lo miraba con lástima.

-No trates de comprenderme, porque soy más complejo que la existencia del Hombre.

-Eso es lo interesante, Ivok-le aseguró, avanzando unos pasos que los distanciaban. Toco su mano, sin sentirse amenazada por él-. Todos tenemos algo complicado de entender. Y, quienes deciden entenderlo, realmente lo hacen porque ellos mismos lo son.

El alienígena no dijo nada, se quedó mirando fijamente sus herramientas como lo único importante del lugar. Quitó su mano, dejando a Anahí allí parada, dispuesta a apoyarlo con sus sentimientos. Pero, él no quería realmente ser comprendido o amado. Quería ser libre.

15. Día libre

-Ana, ¿escuchaste lo que dije?

-Eh, no…

-¿Qué te pasa? Últimamente, estás super rara y no hablas-observó Mónica, comiendo unas papas de un bol que se adueñó para ella misma.

Anahí se reunió con sus amigos, nuevamente. Necesitaba otro ambiente, otra gente y lo incómodo, es que no podía olvidarse de Ivok y su decisión de irse del planeta, así afrontar a la guerra de su mundo. Ella se comportó egoísta, sin pensar que sus motivos de sobrevivir y no pertenecer a un gobierno tirano, deshonesto y no ayudaba mucho que viniera a la Tierra, aquí nadie conocía el significado de «paz».

Sus amigos, Norma y Leandro se divertían cocinando arepas. El resto estaba en el comedor, hablando sobre una fiesta de disfraces muy conocida en Buenos Aires. La mitad de su cerebro estaba recordando momentos con Ivok, y su otra mitad, pensaba que debía seguir adelante de algún modo, no iba a rendirse aunque había momentos que parecía no ser resistentes.

-El disfraz de Totoro está en rebaja-repitió Mónica.

-Cool, entonces puedes comprarlo-correspondió Anahí a su amiga.

-¡Voy a vestirme de estriper!- animo Valeria, sacudiendo su cabello negro como diva- ¡Todos van a amarme, luego los mato por ser imbéciles e ingenuos!

-Ey, no es mala idea-observó Mónica, ya no había más papas.

-¿Asesinar personas? Es mi vocación.

Anahí sonrió divertida que sus amigas fueran tan bromistas, ojalá pudiera bromear así con Ivok sin tener que aclararle que eran bromas y no cosas tomadas al pie de la letra. Valeria hizo la imitación de una pistola en su mano, disparando contra todos y luego, a ella misma. Era una asesina digna, se suicidaba luego de su masacre. Anahí se sirvió lo último del trago de Campari, estaba bien frío y delicioso.

-Bueno, puedo ser Batwoman o Mujer maravilla- pensó Anahí en voz alta. Sintió que alguien le sujetaba del hombro, su otra amiga tenía un gran plato con las arepas. Depositó el recipiente de la comida sobre la mesa.

– El disfraz de la mujer maravilla es mío-le dijo Norma, indicándole a sus amigos que se sirvieran sus arepas.

-Esta bien, creo que buscaré otro disfraz-dijo Anahí desanimada.

-¿Qué tal, de Avatar?-mencionó Leandro sentándose delante de ella.

-Tengo que pintarme todo el cuerpo de azul, no creo.

-Cierto.

-¿Acaso no estás enamorada de los vampiros?-sugirió Valeria-. Te quedaría muy sexy.

No había pensado en esa opción, tenía una idea de cómo usar la indumentaria gótica y los ingredientes para crear sangre de fantasía. Ya Anahí tenía una piel muy clara, con varios lunares por su cuerpo y pequeñas pecas esparcidas por sus pómulos. No era mala idea. Comenzaron a comer las arepas, con el Campari y cervezas, mientras salía otro tema de conversación. Amor. Todos ellos estaban en crisis amorosas como Mónica intentando salvar su relación, Valeria separada del padre de su pequeña hija y Norma, bueno, estaba de novia y se veía muy feliz con él. Solo, quedaba Leandro que era todo un alma libre en conquistar, pero nunca enamorarse de esa persona, más que era gay y su familia no lo sabía aún.

Ya pasada la medianoche, los chicos estaban viendo una película de terror, tan común en sus reuniones. Casi todos estaban dormidos, Anahí miraba su celular sin interesarse por ese tipo de cine, que le causaba ansiedad. Tuvo la idea de comentarle a Ivok sobre esta fiesta, más para que se relacionará y comprendiera la forma de festejo de la humanidad. No estaba segura que sus padres lo aceptaran, ya que el alienígena estaba aprendiendo a reconocer las reglas de tráfico. Podía ser algo peligroso, pero no estaría sola, sus amigos quienes confiaba tanto como parte de su vida podrían proteger a Ivok de cualquier duda o situación que estuviera metido. Porque, algo que no cambiaba en la vida del ser humano, es que siempre, donde sea, cuando sea; nos protegíamos entre todos.

Al día siguiente, Anahí se despertó por un llamado a su celular, se quedó a dormir en la casa de Norma. Se levantó, recogiendo su móvil sobre la mesa, atendió sin fijarse en el contacto. Escuchó un silencio, luego unos ruidos de motores y los ladridos de un perro.

-¿Ah, hola?-dijo ella.

-Anahík, ¿qué tal todo por ahí?

-Sí, la pase muy bien-le respondió soñolienta, se sentó sobre el sillón, viendo a sus tres amigos durmiendo en la gran cama. Era increíble que todos lograran quedarse dormidos en una misma cama-¿Qué es todo ese ruido?

-Es la nave, todavía no logró reparar la fuente de energía.

-¿Y, estás como humano…?-dije en un murmullo.

-Sí, obvio, tranquila.

-Bueno, iré más tarde a casa. Acá todos duermen.

-Nos vemos, entonces.

Anahí colgó la llamada, dejando el celular sobre la mesa. Pasó sus manos por todo su cabello, desenrando algunos mechones y se inclinó hacia adelante, ocultando su rostro sonrojado por las horas de sueño, quería desaparecer por unas horas de la tierra. No estaría mal tener algo de calma a tu alrededor. Desde que Ivok estaba en su vida, no tuve mucho tiempo para pensar que haría luego, que él se fuera y logrará moverse entre las personas, discretamente, sin levantar sospechas del gobierno, ni de la NASA. Esperaba que cuando eso sucediera, él fuera más inteligente y le fuera muy bien.

16. Trazando un plan

-¿Qué…?

-Es la única opción, perdón-dijo Ivok, mirándolos a todos.

-Estás arriesgado todo lo que te dimos, ¿así es como lo agradeces?-inquirió Anahí molesta.

-No puedo irme si mi nave está por la mitad, no lograría pasar los límites de las capas de la atmósfera-se defendió el alienígena, cruzado de brazos.

Ivok quería entrar a una base científica para tomar algunas herramientas, entre otros aparatos para arreglar su nave. Era algo insensato, podría descubrirlo y todo se iría al carajo. La chica miró a sus padres, tampoco estaban seguros que ese plan funcionará, pero no iban a impedirle al extraterrestre que pasé su vida sin volver al espacio. Anahí estaba molesta, arruinaría todo y pasaría el resto de su vida en la cárcel, no quería imaginarse todas las cosas que podría pasar en una celda con otras mujeres más violentas. Se reincorporó, viendo a Ivok con incredulidad, pensaba que era un tipo más inteligente que los humanos, pero pasar un mes con la familia Rey, se volvió idiota.

-Tranquilos, por favor-pidió Alberto, siendo quien debía calmar la tormenta de su familia, tal conocía no eran buenas-. Ivok tiene que existir otro modo que podamos ayudarte.

-Tengo que hacerlo solo, perdón, en serio.

-¿Sabes, que los científicos pueden perder el juicio por alguien como vos…?-gruñó Anahí, apretando los puños- ¿Acaso las películas que te mostré, y esos vídeos no son suficientes para vos? ¡Es misión suicida!

-No entiendo porqué estás tan molesta. Vos, dijiste que me fuera pero…¿ahora quieres que me quedé en tu planeta?

-Son mujeres, Ivok, ellas cambian de opinión todo el tiempo-dijo Facundo con naturalidad. Ambas mujeres de la familia lo fulminaron con la mirada- ¿Qué? Son complicadas, no es novedad.

-Ana, ¿le pediste que se fuera?-dijo su madre decepcionada, ese tono era bajo y le preocupaba que su hija pensará demasiado deprisa-. Ivok, no creo que lo dijera…

-Lo dije, porque estaba enojada…¿Recuerdas, que me identificaste como una mujer débil?

-¿Acaso no es así? Los humanos son débiles, en teoría. Yo llevó unos cien años de vida, pero aún soy joven. Todos los humanos, tiene ese número como algo máximo. A cambio…

Una zapatilla voló sobre la mesa, chocándose contra la cara del alienígena y los ojos furiosos de Anahí acechándolo desde el otro lado de la mesa, siendo responsable de ese ataque de furia. Hubo una pausa, la chica salió de la cocina. Sin querer detenerse ni disculparse, sacó las llaves de la puerta y decidió irse a una plaza para despejar sus pensamientos. Sobre todo, en Ivok que, parecía más a un humano que alguien de su especie.

¿Por qué eligió este planeta? Había todo un universo con la probabilidad que el suyo no fuera el único con vida terrestre. Algo pasaba, Anahí no confiaba mucho y los gestos amables parece ser toda una actuación. Suspiro agotada de este tema, saco sus cigarrillos que todavía seguían en su chaqueta, encendió uno y fumo mientras caminaba hacia la plaza cercana a su casa.

Regresó cerca de la medianoche, ya la calle estaba peligrosa por la poca luz, y solitaria de personas que estarían en sus casas durmiendo normalmente. Anahí cerró todas las puertas con llave, en la oscuridad y el silencio de su casa, le daba vueltas el hecho de perder a Ivok y su familia sufriera todas las consecuencias de tenerlo como invitado, con la farsa de ser un estudiante, nadie iba a tragarse eso. Encendió la luz de su habitación, se giró y pego un grito de susto. Ivok estaba sentado sobre su cama, esperándola desde hace rato.

-¡Puta madre!

-¿Por qué no quieres que me vaya?- preguntó, usando el control mental en la chica.

-Porque, eres la prueba que lo imposible es real. Porque, mi vida seguiría siendo un asco. Y, no quiero perderte.

-¿A qué te refieres con perderme?

-Por la humanidad. Somos destructivos y crueles, ya te dije que el gobierno es…controlador.

-¿Te importo?

-Sí, sos único y no todos son sinceros a tal nivel de meterse en problemas.

-No podemos seguir juntos, ustedes me dieron todo el apoyo y yo debo seguir con mi plan.

Anahí cayó de rodillas cuando el extraterrestre le quitó el control mental. Ella respiro hondo, sentándose sobre el suelo, rendida a enfrentarse con Ivok. Levantó su cabeza viendo al extraterrestre, quien estaba conforme a todas sus respuestas. Se fue del dormitorio, dejando a la chica confundida y un dolor de cabeza que iba a pasarle factura en la mañana.

17.Rastreo

-¡Mamá!- llamo Anahí desde la heladera, buscando por tercera vez aquella porción de torta helada-¿Quién se comió mi porción? Ni pude saborearla…

-Le di tu parte a Ivok, ¿por qué?

-Claro, ¡Cómo no! Consentido-se quejó la chica, cerrando la puerta de la heladera con fastidio-. Falta que use mi ropa, también.

-No exageres-le pidió su madre que estaba limpiando el baño- ¿Terminaste de trapear toda la cocina y el comedor?

-Ajá.

Era un día de semana. Su madre tenía tiempo libre para organizar la casa, cuando vinieran la familia por el cumpleaños de Facundo. Ahí, sería un gran problema presentar al alienígena como un estudiante de intercambio de uno de los países más históricos, más cosas inventadas para que la familia no descubriera que él no formaba parte de la humanidad. Anahí se encargaría de preparar algunas ensaladas, y tenía el bizcochuelo de chocolate, solo necesitaba rellenar con crema y dulce de leche, sería algo delicioso. Esperaba lograr tener una buena torta de cumpleaños. Revisó su celular, donde sus amigos escribían sobre la fiesta de disfraces este fin de semana, Anahí ya tenía su disfraz de vampira y demás cosas para completar a su personaje. Por otro lado, Ivok estaba completando unos trámites con identificaciones falsas, las verdaderas serían reemplazadas por algunos datos. Alberto se ocupó de encontrar a un falsificador, algo que nunca pensó necesitar, hasta ahora.

El timbre se escuchó, no esperaban a nadie. Anahí dejó su celular sobre el mesón, acercándose al portero y habló.

-Soy Eduardo Gómez, ¿está es la residencia de los Rey?-

-Sí, pero no conozco a ningún Eduardo Gómez.

-Soy agente de seguridad internacional, ¿puedo hablar con usted?

Anahí abrió los ojos. No creía que este momento llegará, luego de un mes y medio evitando que Ivok fuera descubierto. Esto estaba mal. Colgó el teléfono del portero, corriendo hacia el baño donde vio a su madre limpiar unas repisas de vidrios.

-¿Quién era?

-Seguridad internacional.

-¿Qué…?

-Nos descubrieron.

-Tranquila, estaremos bien.

-Mamá, no intentes ser optimista, van a meternos presos-dijo ella con nervios. Su madre se quitó los guantes de goma, se miró en el espejo arreglando su cabello y infló su pecho.

-Eso no sucederá, lo prometo.

El timbre volvió a sonar, Susana salió para ir a abrirles al agente de seguridad internacional, o dos agentes ¡Patrullas, un tanque de guerra! La imaginación y los nervios de Anahí no eran precisos en estos momentos. Moriría por su ansiedad, respiró hondo varias veces pero no funcionaba. Escuchó unas voces, salió del baño cruzando las demás habitaciones hasta llegar con su madre, que sonreía con calma ¡Mierda, Susana podía ser una excelente actriz! Los agentes de seguridad internacional mostraron sus credenciales, formaban parte de la INVAPy eso era un puto problema confirmado. Anahí pestaño varias veces, eran dos hombres con trajes impolutos y camisas almidonadas.

-No hemos visto nada de naves espaciales, Gómez-repitió su madre, fingiendo ponerse molesta- ¿Acaso cree que existe más vida?

-Señora Rey, no intente ocultar información sería perjudicial para usted.

-¿Qué información? ¿Acaso tienen pruebas que cayó una maldita nave en mi casa? ¡No escuché nada, nadie de mi familia!

Los agentes intercambiaron una mirada dubitativos de haber llegado a un lugar equivocado, Anahí mordía sus uñas de color negro y miraba a los sujetos que estaban perdiendo la calma. Y, su madre estaba a punto de cerrar la puerta, cuando Anahí decidió dejarlos pasar. Los ojos negros de su madre le miraron con interrogante, y ella le susurró:- Confía en mí.

Susana y Anahí le enseñaron todas las habitaciones a los agentes de INVAP, estos murmuraban cosas y cada tanto, hacía preguntas. Vieron libros de estudios, física y química, elementos de reparaciones de aparatos complejos siendo materiales de estudio de su hermano, que también usaba Ivok para su nave. Susana les enseñó una libreta de la universidad de su hijo, que olvidó llevarla con él esta mañana.

-¿Y, ustedes a qué se dedican?-preguntó el agente Jimenez.

-Trabajo con mi esposo, tiene un taller de automotor independiente-respondió con honestidad.

-Yo no tengo trabajo, ni estudio. Digamos, que soy ama de casa.

-Está bien, no vemos nada fuera de lo común-dijo el agente-. Pueden llamar a nuestra base si encuentran algo fuera de lo normal, ¿sí? Ya nos vamos, disculpen que interrumpimos en su casa.

Susana tomó la tarjeta personal del hombre uniformado, los acompañaron a la salida y detrás de ellos, se estacionó la camioneta de su padre. Anahí pasó delante de los agentes, corriendo hacia su padre e Ivok que descendían de su auto.

-Saluden con normalidad, son agentes-susurró la chica.

-No esperamos eso-dijo Ivok.

-En realidad, sí. Pero, olvidamos el tema.

-Cierto.

Alberto e Ivok saludaron a los agentes que se miraron unos segundos, pero se fueron sin hacer más investigaciones. Vieron que subían a una Cadillac negra, comenzando a circular por la calle hasta perderse entre los demás vehículos. Todos soltaron el aire de pánico, por ahora, zafaron pero tenían que estar más atentos, era posible que regresaran y cuando ocurriera lo podrían mentir más.

18. Familia

-¿Otra vez, pintándote?-dijo Ivok pasando por el cuarto de Anahí-. Sigo sin entenderlo.

-Preocupate por aparentar ser un humano normal, con sueños increíbles en ingeniería espacial-le respondió mientras pasaba rímel a sus largas pestañas.

-Va a estar todo bien-le aseguró el alienígena, dando unos pasos más y tocó su hombro con suavidad-. Relájate, o quemarás más que el sol.

Anahí suspiró, guardó el rímel y giró su cabeza hacia él, con su apariencia humana, aquella que podía sacar suspiros, pero inalcanzable para ella, ese tipo de hombre perfecto y hermoso eso no pasaba en su vida, era algo fuera de lo común. Volvió su cabeza al gran espejo para terminar de arreglarse, cuando escuchó el timbre y todos sus controlados nervios saltaron, el labial oscuro quedó desprolijo, pasándose de las comisuras de sus finos labios. Los primeros invitados habían llegado. Ivok sonrió divertido que la chica fuera tan descontrolada que los demás, que llevaban todo con más control.

-¿Qué?-dijo la chica, limpiando el desastre de la pintura facial de su boca.

-Sin duda, no serías una guerrera en mi mundo, pierdes el control en dos segundos.

-Habrá una guerra, si no te callas-le amenazó, Ivok dio unos pasos entrando al dormitorio.

-Inténtalo.

Facundo llegó al dormitorio, mirándolos con una mueca divertida dado que estaban cercanos, con sus respiraciones invadiendo cada poro de sus cuerpos. Anahí se alejó, sintiendo que su piel se erizaba cada vez que sentía al alienígena bastante cerca de ella, cortándole la respiración con sus intensos ojos negros y afinados, con sus emociones serenas que no podría estar segura que él pudiera entender lo que es la amistad y el amor.

-Vayan-les pidió la chica, mirándose en el espejo sonrojada.

-Creí que habría una guerra.

-Adiós, fuera de mi habitación, a los dos-les ordenó. Ivok sonrió de lado, su reflejo humano le volvía incómoda.

Facundo se llevó al alienígena para presentarles a una parte de la familia. La puerta se cerró, Anahí respiró hondo aflojando sus hombros. Tocó su brazo derecho, siguiendo el recorrido de un tatuaje de una brújula, aquel que representaba los cuatro caminos que un ser humano perdido podía tomar en la vida y orientarse en su eje vital. Suspiró, quitó el labial de los brodes de sus labios. Luego, se hizo una trenza sencilla. Buscó unas botitas de gamuza gris, colocando cada una en sus pies. Y, recogió su celular, saliendo para saluda a los invitados.

Todos habían llegado, cada integrante de la pequeña familia de Anahí estaban reunidos en la terraza, con una gran mesa improvisada y bancos para todos. Sus sobrinas jugaban con el perro, ¡El pobre no sabía dónde esconderse! Los adultos mayores charlaban sobre el descontento de la política argentina, dando sus opiniones y debatiendo sus propias ideas sobre cómo salir adelante con la economía. Lo que necesitaba el país, eran personas sinceras, más allá del poder y la corrupción. Ivok escuchaba atentamente, sin abrir la boca solamente, hablaba para responder curiosidades de los miembros de la familia. Anahí conversaba con su prima sobre la fiesta de disfraces, sugiriéndole algunos productos de belleza para alcanzar una mejor imitación de vampira, cada tanto miraba a Ivok que comía sin decir nada. Debía sentirse muy solo, viendo a toda su familia allí presente, mientras que él tuvo que abandonarlo todo.

Más tarde, Anahí e Ivok bajaron a la cocina para llevar la comida dulce, la torta de cumpleaños y una botella de champagne. Estaban guardando las cosas en bolsas para que no fuera difícil subir con todo.

-Espera-le pidió la chica- Quiero saber que sientes.

-¿Eh? No entiendo.

-Sí, lo que sabes, dime.

-La sangre te hace pariente, y la lealtad te hace familia.

-Okey…¿En mi idioma?

-Tienes una buena familia, no lo dudes.

-¿Y, tu familia no era buena?-preguntó sin darse cuenta, que los ojos de Ivok estaban apagados.

-Ya no tengo nada, no importa ahora-dijo a secas, miró a Anahí-. Tengo que seguir adelante.

El alienígena dio unos pasos con la torta de cumpleaños hacia la salida, deteniéndose ante Mora que veía a ambos confundida. Los chicos intercambiaron una mirada, Ivok se fue con los demás, dejando a Anahí con la niña, que necesitaba ir al baño. No debió preguntarle sobre su familia, era obvio que huía de la guerra, con la posibilidad que haya visto la muerte en miles de formas. Sus mentes funcionaban de una manera opuesta, mientras Anahí deseaba morir sintiéndose inútil y frágil, al contrario, Ivok prefería vivir más años sin familia pero, en un lugar seguro

-Tía, ¿ya es tu novio?-preguntó con una sonrisa. Anahí negó con la cabeza-. Todos dijeron que Ivok es muy callado, y raro como vos.

-¿Soy rara…?

-Creo que es bueno ser un poco así, yo también lo soy. Eso nos hace diferentes, ¿no es verdad?

-Ojalá el mundo entendiera tan rápido-murmuró.

Salieron del baño, regresando con los demás y miró a Ivok sentado con su primo político que le contaba sobre un partido de fútbol. Facundo le enseñó los deportes más comunes, otros que no se practicaban mucho y las reglas, equipos, profesionales famosos. Si ella estuviera en su situación, su cerebro hubiera explotado en el segundo día de entrenamiento de conocimiento y conducta. Ivok era fuerte en todo sentido, estaba segura que podría lograr muchas cosas sin necesidad de usar sus poderes.

19. Aplicando enseñanza

Ivok ya conocía muchas cosas de la gente, desde ese hombre pidiendo dinero por unos calcetines, o aquellos que eran vulgares con las mujeres como le pasó a Anahí, tuvo que obedecer a la chica que no hiciera nada heróico o terminaría con un pulmón perdido por un disparo, ¿Quién sabe cuántos locos existían en el mundo? A lo que Ivok le pareció injusto, ¡Bienvenido a la Tierra! Había acompañado al alienígena a dejar sus solicitudes en los ministerios de ciencia. Por el momento todo estaba bien. Ivok le gustaba la manera de trasladarse de las personas, según él, podrían conocerse más a sus habitantes y lugares, sus actitudes. Era un ejercicio para aplicar las cosas que le enseñó la familia, especialmente ella. Y, Anahí odiaba en la forma que las otras mujeres miraban al alienígena, comiéndolo con los ojos ¡Que vergüenza! Solo, que Ivok no se daba cuenta de eso, para él era algo insignificante.

-¿En serio?- dijo Anahí, cuando subieron al último micro directo a casa- ¿Ninguna te llamó la atención?¿ Es decir, no te parecen lindas…?

-No, ninguna-contestó, tomaron asiento en dos asientos continuos.

-¿Por qué? La chica de los tatuajes era hermosa.

-No toda la belleza es externa, Anahík- le explicó su forma de sentir atracción por otra mujer- ¿A vos, te pareció linda esa mujer pelirroja?

Anahí se rió, explicándole que era una especie de empatía, reconocer la belleza era algo muy común, como quejarse de problemas o elegir un sabor de helado. Claro que el alienígena no iba a entenderlo por el momento, se sentía más calmada que él no se enamorara a primera vista, eso quedaba en los humanos.

-Gracias por acompañarme-dijo él, mirando hacia la ventana, abriéndola un poco. Había varias personas ya.

-No tenía opción, ibas a perderte solo.

-Caminamos por dos calles incorrectas, y no dejaste de hablar con la gente sobre como llegar a nuestro destino. Creo que si nos perdimos juntos.

-Esta bien, no conozco todo el centro, no es un lugar que recorro constantemente. Podía pasar.

Ivok sonrió. El recorrido fue estresante, había muchos vehículos en la avenida, y la chica sentía un gran cansancio, evitaba dormirse o nunca llegarían a casa. Ivok iba contemplando el camino de regreso, compartiendo un auricular con ella, escuchando las canciones del celular.

Cuando llegaron a su parada, Ivok logró reconocer algunos lugares y despertó a la chica que, no pudo resistirse al sueño. Bajaron rápido, Anahí tardó en entender dónde estaba. A dos calles de su casa, bueno, no estuvo mal. Comenzaron a caminar, en silencio. En un momento, Anahí observó que un chico alto, delgado con un estilo de vestir particular venía del otro lado de dónde ellos iban. No se fijo por dónde caminaba, tropezó cayéndose de rodillas y colocó las manos frente a ella, evitando golpearse la cara.

-Auch-dijo Ivok, inclinándose hacia ella- ¿Te hiciste daño?

-Solo, mi orgullo.

-Está bien, arriba-dijo el alienígena. Anahí se reincorporó con ayuda de él, se miró sus jeans arruinados y manchados de tierra- ¿Qué paso?

Anahí miró por el lugar, había reconocido a un viejo amigo que ya no se hablaban, a pesar de vivir como vecinos. Aún sentía algo por él, que pudo arruinar la amistad y le daba vergüenza volver a verlo, casi siempre evitaba verlo por el barrio.

-Era un amigo, pero ya no hablamos ni nada. Somos conocidos, y nada más-dijo sin darse cuenta. Había olvidado que Ivok tenía su mente controlada, no podía mentirle.

-Bueno, creo que esa mirada y tropezarte significa que hubo algo con él

-Olvida el tema, por favor. Necesito descansar, sigamos.

Continuaron caminando la última calle hacia su casa. Estaba sonrojada, ojalá pudiera olvidarse de algunas personas que marcaron su infancia, sería menos tedioso pensar en ellos y representarlos en sus sueños, como algo pendiente, como si su niña del pasado quisiera recuperar ese tiempo y moldearlo de otra forma menos humillante, tal vez, tener otro futuro.

Llegaron a la casa, la joven abrió la puerta de calle y dejó pasar al extraterrestre, cuando escuchó un silbido de un grupo de adolescentes que sus ojos registraron la agradable y atractiva apariencia de Ivok.

-Entra, dale-le apresuró ella.

-No sabía que mi aspecto generaba emociones en niñas-comentó, la puerta se cerró detrás de la chica.

-Son adolescentes están creciendo, asique no te sorprendas por ellas-le dijo, subiendo un par de escalones para abrir la última puerta. La casa quedaba en un primer piso, único departamento.

Subieron. Anahí estaba exhausta de tanto viaje, visitando todo el centro y perdiéndose con Ivok, hubiera dejado que su madre dejará su trabajo por este día. Ya eran las cinco de la tarde, todos estaban en la casa ya que la televisión se escuchaba desde la entrada. Ivok fue el primero en entrar, sonriendo y detrás llegó Anahí. Susana se acercó a ellos con una sonrisa, esperando las noticias.

-Anahík, hizo que nos perdiéramos y casi no llegábamos a tiempo-dijo él.

-¿No pudieron seguir mis indicaciones? ¿Por qué?-preguntó Susana, los chicos se sentaron a la mesa.

-Porque, nombraste como diez calles y ahí es cuando me confundí-respondió Anahí.

-¿Y, el celular? ¿Lo tienes de decoración?

-Tenía poca batería, asique no lo usé. Acabamos preguntando a los kiosqueros y a las garitas de revistas.

Sus padres sonrieron. Había unas facturas recién compradas, Anahí tomó una medialuna dándole un mordisco disfrutando del sabor, relajándose en el entorno de su casa. El alienígena explicaba lo demás con entusiasmo, cómo percibió a las personas y cómo reconoció reglas de tráfico, algunos autos rompían con ellas sin importar nada, entre otras cosas que llamaron su atención.

20. Amistad

Había llegado el fin de semana, ya era la fiesta de disfraces. Anahí consiguió todas las prendas para ser una vampira. La indumentaria fue costurada por una vecina agradable, con carácter de una mujer talentosa para la moda, y dispuesta a apoyar la idea del vestido victoriano, de falda corta y una capa negra de terciopelo con capucha. El corset era negro con diseños en bordo, un escote sutil. Ella no solía vestirse así, pero quería interpretar bien a su personaje. Su cabello negro estaba alisado, con dos hebillas plateadas, no tenía idea cómo peinarse, fue a lo sencillo.

Sus padres aceptaron que Ivok acompañará a su hija a la fiesta, que pudiera interactuar en esos lugares y gente de su edad, en teoría, ya que su aspecto humano era joven. Aunque, el alienígena no entendía sobre el sentido de esta fiesta, ni el día festivo de Halloween. No quería usar un disfraz, Anahí estuvo dos días insistiendo que creará alguno con su tecnología de moda.

Llamaron a la puerta de su habitación, la chica dio el permiso. Entró Ivok, con su mirada en el celular que Alberto le consiguió a un buen precio, y él no había dejado de investigar todo de tipo de dudas, o significados sin tener que recurrir a los demás. A pesar de tener la PC, no se adaptaba al programa de esta, le parecía algo incómodo de manipular. Ivok levantó la mirada, encontrándose con la nueva imagen de Anahí, algo sensual y peligrosa. Las mejillas del extraterrestre se volvieron rojas de timidez.

-Espero que hayas cambiado de opinión-le dijo ella, guardando lo que necesitaba en su bolso de mano.

-¿De qué?

-Tu disfraz, Ivok. No te dejarán pasar.

-¿En serio, tengo que hacerlo?

-Sí, no tienes que pintarte o algo, solo usa ropa y nada más.

Anahí se giró, mirándolo esperando ver su tecnología crearse a gusto de su portador. No ocurrió nada, la chica suspiró y buscó en sus libros gráficos, encontrando a un hechicero de Señor de Los Anillos, se acercó a Ivok mostrándole la imagen del libro. El extraterrestre rodeo los ojos, estiró su brazo en forma recta y desde su muñeca hasta su codo se generó una prenda de color verde musgo, que continuó subiendo hasta su hombro, y del otro brazo ocurría lo mismo. Luego bajaba hasta su torso. Sus piernas adoptaron unas levitas negras, unas botas de caña alta del mismo color y un diseño de montar. Luego, apareció una larga túnica de cuero.

-Fantástico-dijo Anahí conforme-. Ahora podemos irnos. Mis amigos nos esperan abajo hace quince minutos, ¡Van a odiarnos por la demora!

El extraterrestre no dijo nada, solo veía a la chica salir del dormitorio y siguió sus pasos hacia el comedor, donde se despidieron de sus padres y su hermano. Salieron de la casa, encontrándose un pequeño y viejo auto. Ivok sonrió de lado, incrédulo que ese vehículo aún se moviera.

-No seas grosero, a Leandro le costó como tres sueldos repararlo.

-Con ese dinero podía conseguir algo mejor-se burló, Anahí rodeo los ojos y cerró la puerta con llave.

-Vamos, conocerás a mis amigos.

Se encaminaron al vehículo blanco, no sabían si podrían ir todos. Verían que posibilidades tenían. Anahí abrió la puerta trasera, donde vio a Norma sola allí y delante estaba sus otros dos amigos. Por lo que faltaba Valeria en el grupo. Los ojos de sus amigos se posaron en Ivok, con su mirada serena y recorriendo cada rostro de los jóvenes. Leandro apresuró a qué subieran, mientras se presentaban entre todos.

-¿Hace cuánto salen?-pregunto Leandro metiéndose en el tráfico.

-No somos novios. Es mi huésped- respondió Anahí.

-Vine a estudiar, los señores Rey pusieron un anuncio como residencia de estudiantes. Son amables-respondió Ivok, con una mueca fingiendo que era algo altanero. Anahí arqueo una ceja, sabía qué pasarían todo el viaje interrogando a Ivok, mala idea traerlo a conocer a sus amigos.

A mitad de camino, los amigos de Anahí habían formado un buen lazo amistoso con el alienígena, quien seguía la historia inventada y algunas preguntas eran respondidas de forma retórica, dejando confundidos a los chicos. Las luces de la ciudad iluminaban todo con una debilidad, que algunas sombras superaban los rincones más estrechos de Palermo. Se trataba de un shoping que estaba autorizado para este evento desde hace unos cinco años. Los amigos de Anahí no tuvieron oportunidades de asistir a las anteriores, ni ella. Hoy, sería todo un estreno de disfraces y conocer a otras personas. El auto se estacionó, se apagó el motor y bajaron todos, se colocó la alarma. Las chicas, Norma y Mónica iban juntas, como dos piezas unidas del rompecabezas que siempre se complementaban.

-¿Es normal que las mujeres sean así?-pregunto Ivok, acomodando su capa alrededor de su cuello.

-Sí, bueno, en ellas es muy normal, se conocen desde hace mucho.

-¿Y, tienes envidia de no tener ese tipo de conexión?

-Tuve algo así, con una mejor amiga que nuestras madres son buenas amigas-le respondió, iban caminando detrás de las chicas-. Ya no, las personas cambian. Un día son mejores amigos, y al otro día, prefiere dejarte solo con fuertes dolores en el corazón.

-Lo dices cómo si fuera así.

-Porque, lo fue-asintió, negando la cabeza odiando recordar a esa mejor amiga que decidió fijarse más en ella, que levantar un telefóno y preguntarle cómo estaba. Una sonrisa era todo lo que necesitaba en ese tiempo.

-Perdón, no mereces qué alguien te traicione.

-No fue traición, ella eligió otro destino.

-Che, ¿hablan de Lucía?-intervino Leandro, ya habían olvidado que venía con ellos. La chica asintió, evitando ponerse de mal humor-. Es linda, algo zorra.

-Cambiemos de tema, o alguien va a perder los ojos-sentencio Anahí con amargura.

-Bien, bien-dijo su amigo sonrojado por la amenaza- ¿Cómo vas en la búsqueda de trabajo?

-No hice nada aún. Es que, no me sentía muy bien, estaba cansada y deprimida- respondió. Llegaron a dónde estaban las chicas, en la entrada de las escaleras mecánicas-. Pero, estoy buscando un curso de inglés, quiero recibirme de algo…Me arrepiento de no seguir con diseño gráfico.

-¿Te enseñó los dibujos que hace?-le pregunto Leandro a Ivok.

-Seguro-asintió este con una sonrisa, giró su cabeza mirando a Anahí-. Tiene talento, solo debe saber en qué momento enseñarle a los demás lo que su mente es capaz de crear.

-No lo hubiera dicho mejor, man-asintió Leandro.

Los chicos subieron por las escaleras, Ivok quedó detrás de sus amigas y observaba en qué momento saltar de los escalones de no darse un buen golpe. A Anahí le pareció que él estaba atento a esos detalles, ya podía manejarse solo y entender otras cosas.

21. Todo a su tiempo

Habían pasado la seguridad, incluso Ivok con sus credenciales falsas. Era un lugar circular, de esos salones especiales para los eventos empresariales. Y, de seguro que el dueño de esta propiedad le beneficiaba esta fiesta de Halloween. Las chicas dejaron sus camperas y mochilas en el guardarropas. Ivok estaba hablando con Leandro, sobre algún tema que la chica no podía oír. Mónica se acercó a ella, notando que su mirada preocupada por alienígena en su forma humana tuviera algún defecto que pudiera revelar su condición. La música era de los ochenta, ambientando el comienzo de la noche, y el lugar no estaba tan lleno
Tal vez, unas cien personas, y probablemente, superarían ese número.

-¿Te gusta?-

-No, estoy esperando que se convierta en sapo- dijo con sarcasmo. Mónica se rió.

-Si necesitas un empujón, yo te ayudo.

-Al abismo, por favor, y no dudes que me rompa un par de huesos

En ese momento, los chicos volvieron con ellas. Anahí agradecía que la tenue luz azul disimulara el rubor de sus mejillas. En ningún momento, veía a Ivok con un interés amoroso ya que no era de su especie. Desconocía muchas cosas de él, que no hablaba con sinceridad o temía que sus conocimientos afectarán la buena relación que tenía con la familia, incluyendola a ella. Norma empujó a las chicas para ir por unos tragos, la mano de Anahí rozo la de Ivok y se alejo de él incómoda de la charla que tuvo con su amiga hace instantes. Fueron a una barra donde cuatro bar tenders atendían a gran velocidad. Cada uno, pidió sus bebidas y Ivok solo ordeno una botella de agua.

-¿En serio?- dijo Anahí con su cerveza en su mano derecha.

-Sí, voy a tomar agua como alguien normal.

-Lo normal, es que tomes un poco alcohol- se burló Anahí-, porque es una fiesta. Creo que leíste su significado y como son.

-Todo a su tiempo.

Anahí sonrió, llevando el vaso a sus labios. Sintió una mano sobre su hombro, Mónica estaba sacándola a la pista con sus otros amigos. Ivok los siguió, pero no conocía los movimientos de danza humana. Solo, se quedó viendo cómo bailaban, la música y la gente disfrazada a su alrededor. Como los amigos de Anahí lo veían inseguro, Leandro entendió que no sabía bailar y le indico unos movimientos fáciles. Tras unos segundos, Ivok tenía dominado unos pasos, algo torpes. Claramente, las mujeres a su alrededor, lo contemplaban como un dios griego, hecho de carne y hueso. Anahí le daba rabia que fueran así las chicas, luego andaban quejándose de los ex. Una joven rubia de vestido de Cenicienta se acercó a él, comenzaron a hablar un poco y, se besaron. Anahí gruñó, dando un último trago a lo que quedaba de su cerveza. Y, se separó para buscar más cerveza, o tal vez un preparado.

-¿Qué eres?- pregunto un joven a su izquierda, se refería al disfraz de ella.

-La que te puede romper los dientes.

-¿Con qué ventaja lo ves?- se burló el chico vestido como Spiderman.

-No lo sé, a lo sumo, puedo girarte la cara de un cachetazo.

-Eso es una posibilidad válida.

Anahí dejo de sentirse molesta, la charla con este muchacho le ayudo a darse cuenta que Ivok tenía razón, no era suficiente fuerte para vencer a los demás. Se presentaron. Y, apareció Leandro con preocupación, por lo que ella demoraba. El chico le pasó su número, quedando en verse en otro momento, o durante el resto de la fiesta. El nombre del chico era Ezequiel. Leandro miraba a su amiga con picardía, esperando que ella dijera algo.

-Sales con Ivok, y te chamullas a otro. No esperaba algo así de vos- soltó Leandro.

-No somos novios.

-Pero, quisieras que fuera así. Te pueda corresponder- aseguro el chico rubio, vestido como un zombie.

-¿Por qué crees eso?

-Sos muy obvia con tus emociones, Ana.

Dio unos sorbos a su vaso, volvieron con los demás. Ivok aún seguía con aquella rubia teñida. Apretó los puños, no creía que tuviera sentimientos por él, es decir, era imposible enamorarse de alguien que no conoces sus verdaderas intenciones. Todavía, tenía la idea que el alienígena venía por una única razón.

22. Todo tiene su primera vez

Anahí se perdió fuera del salón para ir al baño, con pasillos iluminados con luces led que costaban una barbaridad, pero ayudaba a ver mejor todo a su alrededor. Sus amigas habían salido solo que, Anahí no vio que estuvieran allí. Capaz que pensaron que ella había regresado. Cuando decidió volver sobre sus pasos, era imposible llamar a sus amigos, no escucharían nada con la música a todo tope, poseídos por la música reggeaton y las hormonas controladas por el alcohol en sangre, donde los latidos eran tan fuertes que solo la música podía elevar la presión arterial como un mal. Se chocó con alguien al doblar a la izquierda, era Ezequiel que sonreía al reconocerla con su ajustado corset y dejando ver las clavículas marcadas en su cuerpo voluptuosa que aquel traje ayudaba a mostrar su verdadera forma femenina, algo que reprimía para no sentirse comida por la mirada pervertida de los hombres. No volvieron a cruzarse desde el bar. Ella se sonrojo, causando que la sonrisa en el chico creciera por el reencuentro.

-El destino nos llama-dijo él metafóricamente. Anahí sonrió de lado.

-¿Te parece?

-Claro, estarías sola por acá. Todos están disfrutando a Ricky Maravilla en el escenario.

-Odio el cuarteto-mencionó, recordando que el coordinador de la fiesta había traído a un cantante que no le agradaba.

-Algo que tenemos en común.

-¿Sabes, volver?-le preguntó, ignorando que se pusiera a hablar. Quería llegar con sus amigos, sobre todo comprobar que Ivok no estuviera descuartizando a todos los humanos, o simplemente, borracho hasta la coronilla.

-Por supuesto, conozco este shopping como la raíz cuadrada de dos.

-Sí, bueno…¿Vamos?

Ezequiel asintió con otra simpática sonrisa de buen corazón, que le gustaban los desafíos en la vida, y el destino era una metáfora que usaba para creer en algo bueno. A Anahí le parecía impredecible, así fueron debatiendo acerca de esa creencia, claro que el joven moreno tenía buenos argumentos sobre todo eso del destino y papeles dignos de la vida en cada ser vivo. Llegaron al salón de la fiesta, donde una vibración de las puertas de cristal dejaban traspasar el sonido de la banda de Ricky Maravilla.

-Espero que no elimines mi número después de que sepas que soy fiel creyente de lo imposible-dijo Ezequiel con una risa terminando su comentario.

-Imposible-repitió Anahí. ¿Quién más que ella sabía de eso? No a todos nos cae una nave espacial en el techo de la casa.

-Espero un mensaje tuyo a la mañana.

-¡Qué optimismo!

-Viviendo en Argentina, sé necesita más que optimismo, linda.

-Eso no lo niego.

Entraron, despidiéndose. Anahí comenzó a recorrer el lugar, buscando a sus amigos con gran atención. Tenía que volver con el alienígena completo, con ojos y un poco de cordura. Los jóvenes bailaban, saltaban y otros manoseaban los cuerpos de las mujeres como si fuera peluches mimosos, desprotegidos. Rodeo los ojos, cuando una mano le arrastró dentro de un grupo de muchachos, altos y miradas rojas a causa de la marihuana que metieron saltando la seguridad, no quería imaginar dónde escondieron esos cigarrillos.

-¡Qué linda!-dijo alguien del grupo, no logró verlo debajo esa máscara de calavera- ¿Te quedas con nosotros, dulce?

-No…

-¿Qué tal, conmigo? Puedo tratarte como una reina.

-¡Qué asco!-gruñó Anahí en un pensamiento, que salió al exterior.

-Asco, serán las cosas que puedo hacer contigo en mi cama-dijo el primero, sacándose la calavera de su real rostro. Completamente, ido del mundo terrestre, disfrutando el viaje de esos narcóticos y alcohol. ¿Dónde estaban sus amigos?

-Disculpen, la vampira se queda conmigo-intervino una voz familiar a sus espaldas. Las manos del hombre se posaron sobre sus hombros desnudos, le presionaron con suavidad. Reconocía a su salvador, claro. su amigo Leandro con sus grandes y suaves manos de estilista. Los tipos se miraron sin molestarse mucho, había varias chicas por ahí.

-Lean…

-Tu amigo no deja de llamarte entre vómitos.

-¿Tan mal está?

-Mejor, vamos o Mónica va a recibirse de niñera en menos de tres segundos.

Se encaminaron entre toda la multitud, sudada y lleno de silbidos por el cantante que se despedía de todos en el escenario. Leandro y Anahí llegaron a un rincón de la barra, reuniéndose con los demás. El alienígena estaba en problemas, aunque nadie pudieran verlo por la oscuridad, él estaba perdiendo su transformación de humano. Anahí se inclinó sobre él, tomándolo del mentón y obligándola a mirarla.

-¿Cuánto tiempo tenemos?-le preguntó, directamente, a Ivok.

-Anahík…Te ves bien, hueles a miel como siempre.

-Gracias, pero si no controlas tu poder, estamos jodidos.

-Esa mujer, me llenó de tragos mientras me contaba sobre sus prácticas de medicina. Te decepcioné, prometí no beber mucho.

-¡Un alien melancólico! Espero no olvidarme de este momento-dijo con sarcasmo. Se giró a sus amigos que estaban preocupados por el amigo de Anahí. Miró a Leandro, haciéndole una seña mientras mantenía sentado a Ivok- Tenemos que irnos, no está bien. Sé paso de tragos con esa chica.

-Creía que sabía lo pasaba cuando se dejan llevar por unos besos…-dijo Mónica suspirando de pena.

-Va a estar bien, mientras tomé algo de aire y descanse-aseguró Anahí. Volvió sus ojos al alienígena, que comenzaba a hablar en su idioma natal.

-De acuerdo, vamos por nuestras cosas y desayunamos-sugirió Norma acomodando la bandana de la mujer maravilla en su frente.

-No, se romperá la jeta con el desayuno en cuanto lleguemos.

-Bueno, los llevó a todos a sus casas, ¿les parece?-intervino Leandro de las indecisiones de las chicas. Se acercó a Ivok, levantándolo con apoyo de Anahí y comenzaron a caminar hacia el guardarropas.

-Anahík, ¿por qué todo gira? Tu mundo es muy interesante.

-Estás muy borracho, seguramente no podrás recordar casi nada de esta noche.

-No estás mintiendo…

-Claro que no, y es voluntario. Ahora, cállate y preocupate por llegar al estacionamiento.

-Sí, señora.

23. Sueños

Anahí había experimentado el verdadero terror cuando salían del estacionamiento, donde los ojos de él se volvieron negros por completo, sus amigos iban charlando sobre otras cosas, igualmente agotados pero no se dieron cuenta de eso, porque Anahí le colocó un antifaz de su atuendo. Ahora, se encontraba más relajada, pero recordando que el alcohol en Ivok no era nada bueno. Al día siguiente, Anahí terminó de ordenar la mesa del almuerzo, dejó la botella de vino y el servilletero sobre la mesada. Habían comido sin la presencia del extraterrestre que aún estaba durmiendo. Apareció su madre a sus espaldas, podía sentir esa energía. Se giró hacia ella, metiendo sus manos dentro de los bolsillos de su enterito.

-¿Qué pasó anoche, Anahí?- indago su madre cruzada de brazos que miraba fijamente a su hija-. No es humano. No tendría que haber tomado nada de alcohol.

-Ya paso-le dijo quitándole importancia, los ojos negros de la mujer fulminaron a la chica que se sonrojó, agregando: -Tuve suerte que no se descubriera la verdad.

-Mira, no puedo darte más responsabilidades por estos errores que tomas, siempre desinteresada.

-¡Ustedes le dieron el permiso! Es obvio que no conoces a la juventud de ahora.

-Hazme favor de ayudarlo ahora, vos hiciste que bebiera asique, ve a verlo.

-Está bien…

Su madre le entrego una bandeja con el almuerzo de Ivok, sin decirle nada más, continúo limpiando la cocina. La joven estaba apenada por el descuido que dejo que su huésped de piel gris y cuernos cortados «se la diera en la pera», todo por divertirse una noche. Anahí pensaba olvidarse que su oscuridad y su estado desanimado podría desaparecer en esa fiesta. Nada más creaba errores a sus decisiones, cuales eran pocas. Así no se podía vivir. Tomar riesgos es aprender, también, que existen cosas más peligrosas y sacrificios que dar por un bien mayor, ¿Acaso arriesgar su estilo de vida por un desconocido caído del cielo, era un bien mayor, sin saber nada de él? No sabía cómo hacer que se abriera a ella.

Entro a la habitación, por suerte, la puerta estaba abierta. Había una lámpara encendida del escritorio de su hermano volviendo todo en un lugar en penumbras, movió unos libros con el codo y apoyo la bandeja de comida sobre el mueble. Desde ese punto, miró a Ivok dormir con su forma natural, sus cuernos habían sido cortados que le daba la idea que pudo ser exiliado de su planeta, vagando por la galaxia hasta que su nave se quedó sin energías y cayó aquí, a consecuencia. La piel gris estaba brillante, transpirando y completamente dormido.

-¿Ivok…?- lo llamo dudando en dejarlo dormir, o tratar de animarlo en su estado. No estaba segura como afectaría el alcohol en su organismo, ni cuáles eran sus desventajas del día siguiente- ¡Arriba, estrellita! Ya tienes que levantarte, dormiste…-se detuvo, era inútil hablarle si estaba plenamente dormido. Se acercó hasta la cama, sacudió el cuerpo musculoso. Y, tentándose por tocar ese vientre plano, recorrer con sus dedos esos tatuajes misteriosos.

En ese momento, notó el pecho del extraterrestre hincharse, el sudor corría por su piel gris, saliendo de los poros. Anahí colocó una mano en la frente de él para controlar la temperatura, pero sintió que una energía desconocida de Ivok pasaba por ella como un cable, conectando sus mentes. Su telepatía.

Un niño llorando entre la multitud que corrían para protegerse del desastre. Una hermosa mujer de cabello negro azulado ensortijado estaba buscando a alguien, tal vez al niño o alguien más. El cielo era rojo intenso, el peligro y la oscuridad amenazaba toda la población.

-Huye, necesito que estés a salvo. Eres nuestra única esperanza-le pedía aquella mujer con armadura de acero, el hombre estaba llorando y veía como la muchacha lo guiaba a una nave.

Anahí no esperaba que aquel recuerdo personal del alienígena fuera compartido con ella. Claro que él estaba débil, el alcohol había enfermado a Ivok. Se quedó viendo a su huésped moverse entre sus recuerdos, aunque las preguntas crecían en Anahí. No estaba segura que se despertará por ahora, tenía que bajar la fiebre. Salió del dormitorio, tomando el termómetro del baño metiéndolo en uno de los bolsillos de su enterito, luego tomó un bol llenando con un poco de agua fría y tomó una pequeña toalla. Volvió al dormitorio, se colocó a la derecha de Ivok, metiendo el aparato de la temperatura en la boca y espero unos segundos. Se sorprendió, tenía unos cuarenta grados. El agua fría provocó un estremecimiento en el cuerpo de Ivok. Cuando apareció su madre, negó con la cabeza y se llevó la bandeja de la comida, sin decirle nada a su hija para no molestar ni perturbar el estado de Ivok. Pronto, escucharía un buen sermón.

24. El peor recuerdo

Habían pasado dos días, Ivok seguía con un fuerte resfriado a causa del alcohol, sonaba extraño. No estaba tan recuperado para volver a las actividades, mientras que Susana le cocinaba verduras y pollo para que se sintiera más cómodo, a veces, comía flan casero como consuelo. Anahí sentía celos, no siempre tuvo ese tipo de atención de su madre, ¿Cuál era la diferencia con un extraño?

Ya había pasado un mes y medio, Ivok no mencionaba la verdad de llegar a la Tierra. Después que Anahí, entró a la mente de él, involuntariamente, no dejaba de mirarlo con intriga.

Estaban desayunando, Facundo veía su celular e Ivok buscaba algo interesante en Netflix.

-En algunas de esas series, encontrarás la teoría de ciencia ficción que algunos autores imaginan a los alienígenas. Buenos o malos, depende del género que quieran usar-le comentó Facundo, bebiendo su tercer mate.

-¿Cuáles?-preguntó Ivok curioso. Bajando a la categoría de acción.

– Como el género de ciencia ficción de la película de Alien vs depredador-respondió Facundo, sin levantar la vista de su aparato-. Dos razas de alienígenas que se enfrentan. La original idea es sacada al cine por el cómic- agregó, pensativo para darle otro ejemplo-. Y, otro cómic de DC, sería Superman, ¿te acordas que te mostré las primeras pelis?

-Eso suena que puedo ser un millonario actor que interprete a mi especie-dijo bromeando. Los chicos sonrieron.

-Si es que el gobierno no te considera una amenaza mundial, entonces podrás hacerlo sin problemas-señalo Facundo. Había terminado de desayunar, bloqueo su teléfono para alistarse e irse a sus clases, supuestamente, un compañero pasaría a recogerlo.

En el comedor, quedó Anahí con el alienígena con su forma natural, solo vestía unos pantalones grises y todo su torso desnudo, donde sus tatuajes parecían provenir del centro de su tórax. Sin darse cuenta, estaba contemplándolo demasiado, casi sintiendo una conexión más fuerte a través de conectar sus mentes y no había olvidado que aquel recuerdo era una parte de la verdad de Ivok, por lo menos, un fragmento de sus explicaciones eran reales.

-¿Por qué me miras tanto?- se percató Ivok-¿ Tengo un tercer ojo, o dos cabezas?

-Dado qué eres una sorpresa para los humanos, no lo descartaría.

-¿Entonces, qué pasa?

Facundo apareció, su hermana se silenció. No quería preocupar a su hermano menor, ya tenía una obligación. El chico de gafas se despidió con una palmada y dejando un comentario «No se maten». No era una mala idea con las sensaciones de inseguridades y miedo de Anahí, aunque no se notara, no significaba que no estuvieran ahí, en su mente. Su hermano se fue.
Ivok continuo viendo las propuestas de Netflix con indecisión, la joven no se movió pensando tirar la primera pregunta.

-No sé cómo decir esto, sin que te enojes-comenzó diciendo la joven chica con las manos temblorosas.

-No te preocupes, Anahík- le dijo, sonreía calmado-. Te escucho.

-Ayer…Pasó algo entre nosotros-dijo, directamente. Eso sonaba romántico-. Nada amoroso, pero…vi un recuerdo tuyo. Quería despertarte para que comieras algo.

-¿Qué…? No cualquier persona puede compartir recuerdos así-dijo Ivok sorprendido, también preocupado-. Solo, sucede cuando las personas son íntimas. Es una manera de mostrar la afecto y la importancia de ambos sujetos.

-Íntimas-repitió sonrojada-. O, sea, que compartir algún recuerdo…¿se vuelve algo romántico?

-Podría ser así.

Las mejillas de la joven muchacha tomaron un tono tan rojo que estallaría, estaba incómoda y prefería no haber hecho la pregunta. Existiendo, inconscientemente, una atracción por él y de Ivok por ella. Siendo la única mujer que le trataba de buen modo, quien más conocía de su edad aproximada. Se quedó callada, no tenía palabras.

-¿Es algo malo?-preguntó Ivok.

-No lo sé…

-¿Qué fue lo que viste?-continuó él intentando entender que parte de su memoria fue expuesta.

-Creo que fue lo último que viviste. Tu esposa te pidió que escaparás.

-Entiendo, sí-asintió Ivok, pasó sus manos por sus cuernos-. En ese día, fue mi expulsión de las fuerzas armadas, y cortaron mis sensores para que no hipnotizará al rival. Aliana tenía la habilidad de predecir la muerte de las personas. Por esa razón, me escape.

-Perdón, seguramente ha sido el peor recuerdo que, sin querer, compartiste conmigo.

Ivok apagó la televisión, desganado y apenado por aquel recuerdo. Se reincorporó, comenzando a levantar las tazas del desayuno, significando que no quería hablar más del asunto. La joven no iba a preguntar cuál fue la causa que lo hayan reprimido tan agresivamente. Sus cuernos eran sensores emocionales, posiblemente que pocos de ellos lo tuvieran y era un método más eficaz que la telepatía. Era una combinación perfecta para un psicólogo en este mundo. Anahí se reincorporó de su silla, para vestirse con ropa de casa y empezar a ordenar su habitación.

25. Cree en algo

Su hermana mayor volvió a pedirle que cuidara de sus hijas, ya que tenía turno médico y no había nadie que se ocupara de ellas. Anahí aceptó para distraerse de sus verdaderos problemas. Sus sobrinas eran muy activas como cualquier niño de su edad. Cuando llegaron por la media mañana, Emma y Mora subieron corriendo las escaleras ignorando el reclamo de su tía, pues podían caer por ellas y no era nada divertido rodar por las escaleras. Anahí tenía esa experiencia solo por llamar la atención de sus padres en su niñez. Ivok había salido por las compras por tercera vez en los anteriores días, le iba bien manejando el dinero y siguiendo las leyes de tránsito.

-¿Quieren tomar algo?-le pregunto Anahí a las niñas.

-Por ahora, no-respondió Mora, la mayor por tres años- ¿ Y, tu amigo?

-En un rato, vuelve. Fue de compras.

-Me cae bien. Sabe mucho.

Anahí sonrió. El aprendizaje y entrenamiento para el extraterrestre sobre este mundo funcionaba cada vez mejor, sin problemas. Aun quedaban asuntos para enseñarle como la función y acciones en un banco, el sistema de salud del hospital (siendo peligroso que noten las diferencias de ADN y células de él. Habría que tener esperanza que nunca necesitará ir a un médico), y los contratos laborales, que seguían esperando la respuesta del departamento de investigación científica. Mora y Emma pidieron hojas para dibujar, su tía asintió buscando materiales para ellas. Solo, era el comienzo de entretenerlas.

Luego de veinte minutos, las niñas se quedaron viendo una serie animada por Youtube. Anahí estaba guardando las cosas de la cocina, que quedaron de anoche y esta mañana temprano. Pensaba que cocinarle a sus sobrinas, y no escupieran la comida por capricho. Recordó que ellas eran fanáticas de fideos con atún. La puerta de calle se cerró, había llegado Ivok seguramente desmaterealizara su imagen humana. Se alarmó por esa posibilidad, salió como un rayo en busca del alienígena. Y, sí tuvo razón. Ivok era Ivok. Tenía un brillo en sus ojos oscuros, algo interesante le ocurrió en el camino.

-Están mis sobrinas-le dijo por lo bajo.

-No entiendo. Habla más alto.

-¡Tía!

-Mierda…

Sentía el miedo recurrir, feurtemente, a ella. Mora salió, corrió a abrazar a su tía que estaba tensa como una roca. La mirada de preocupación de Ivok, cuando la niña rubia de redondo rostro ruborizado, gritó asustada y se escondió detrás de su tía, como un escudo que no pudieran lastimarla. Ambos estaban sorprendidos, queriendo evitar hace semanas esta situación. Ivok cambio de forma antes que Emma, también se enterará de que no era humano.

-No uses tu poder con ella. Esta creciendo.

-¿Y, cuál es tu fantástica idea? ¿Dejarme expuesto?

-Claro que no.

Mora estaba abrazada a su tía, aferrada con sus pequeñas manos en la remera. Por nada quería alejarse. A veces los niños inventan cosas, a veces dicen toda la verdad. Eran dos razones para sacar alguna ventaja de lo que fueran a creer su hermana y su cuñado. Ivok entró a la cocina para dejar las compras, estaba molesto. Mientras, la chica de ojos verdes y largas pestañas intentaba explicarle a su sobrina, que este ser desconocido a lo que ella conocía por dibujos animados. Describió a Ivok como alguien bondadoso y simpático, no le haría daño mientras que ella estuviera a su lado. Nunca dejaría que alguien lastimará cuando pudiera evitarlo.

-Es feo…

-Bueno, no lo es… Solo, que Ivok es diferente.

-¿Entonces, Papá Noel es una mentira?

-Sí… ¡No, no!

Anahí no sabía que más decirle para calmarla, la niña comenzo a llorar, y lamentarse que las cosas que creía fielmente, fueran inventos de los adultos. Anahí volvió a cagarla…

Luego de almorzar, la tensión en la mesa y los presentes se podía sentir como el viento frío de la Antártida. Emma hablaba sobre trivialidades, con pocas palabras entendibles a sus tres años de vid. Su hermana le negaba todo con mal humor, y furiosa. Su tía se arrepentía de impedirle a Ivok borrarle la memoria. Pero, dado que no fue en su momento, ya existía ese conocimiento en ella, almacenado en su mente, y era riesgoso, porque podría afectar otros importantes recuerdos. Realmente, le cagó la infancia y los regalos de Navidad. Un llamado interrumpió el almuerzo y mal ambiente. Era Leila, estaba esperando afuera con su esposo. Mora fue la más ansiosa por irse a su casa, metiendo sus muñecos y las hojas que dibujo para sus padres.

-Vamos, Emma. Acá son todos mentirosos y feos- se quejó Mora, tomando a su pequeña hermana de la mano. Su tía las acompaño, cuidando que no cayeran rodando por las escaleras, más bien, por la furia de Mora.

La joven estaba apenada por Mora ya no creía en nada, había que convencerla que la imaginación era un talento natural, y siempre teníamos que creer en algo, aunque no fuera real.

26. Atracción psíquica

Al día siguiente, la joven muchacha se encontraba perdida en una laguna de pensamientos pesimistas y oscuros que atropellaban el intento de calmarse escuchando sus bandas favoritas. Pero la motivación de la música no era suficiente para su mente, ¿es que no existía algo que haya hecho bien? Estaba causando muchos problemas, a todos. Quien más sufría era ella misma. Nada es peor que tu ego te coma vivo, siendo voluntario de herirse con tijeras en las piernas y las uñas maltratadas sangraban de los nervios. No hablaba, no había cenado anoche ni siquiera salió de su dormitorio desde que despertó. Sabía que el regreso de su padre por la tarde, traería noticias que no le agradaría escuchar sobre su sobrina y el primer trauma de su vida.

Sin aguantar más tiempo las ganas de orinar y comer, salió y entro al baño, rápidamente. Se sentía cansada mentalmente, o más bien, fatigada como enferma. De hecho, pensar una infinidad de cosas no era nada sano. Pero, Anahí sufría depresión, no había nada novedoso en eso. Lavo sus manos formando bastante espuma de jabón, enjuagó y se seco con la toalla. Salió, al tiempo que Ivok pasaba. Se chocaron contra cuerpo y cuerpo.

Una joven de cabello largo hasta la cintura, teñido de rojo estaba sentada en una habitación con personas enfermas. Algunas gritaban por los pasillos, otras fumaban como si mañana se acabará el tabaco. Pero, aquella joven pelirroja estaba callada hace mucho tiempo. Había enfermeras que buscaban a las pacientes. Llovía con fuerza, pero eso a nadie le importaba en este lugar encerrado.

Volvió a suceder. Los recuerdos compartidos, solo que este le correspondía a Anahí, uno de sus peores momentos de la depresión. Año en el que fue internada con otras mujeres con demencia, trastornos de personalidad. El extraterrestre retrocedió, estaban tan cerca que el calor de ambos se volvía un volcán, la tensión entre ellos era más inevitable. Casi toda la mañana estuvieron evitando chocarse, rozarse o lo que tuvieran contacto físico para no compartir sus mentes.

-Perdón…-dijo Ivok.

-Creo que estamos a mano.

-No, es solo el comienzo.

-¿Decís que habrá más comunicación psíquica…?-dijo Anahí, sonrojándose- Por favor, decime que existe una manera de no hacerlo.

-Lamento desilusionar tu esperanza,-le respondió, hundiéndose de hombros- es una conexión que será inevitable.

Los ojos verdes de Anahí se cerraron por unos segundos, no quería que sucediera con Ivok. Podía ser peligroso, confiaba que los recuerdos eran una etapa de la atracción que comenzaban a sentir ambos, sin reconocerlo. ¿Entonces, qué otras fases y poderes mentales faltarían? Eso era preocupante, y daba miedo.

A la tarde, los señores Rey habían regresado de hacer unas compras en un mercado mayorista con mejores precios. Todos ayudaron a subir la mercadería, acomodaron dónde iba cada una de ellas. Solo, Ivok y Facundo se encargaron de ello. Pues, Anahí estaba tomando una siesta, o eso creían los chicos. Porque, estaba escondida debajo de las sábanas jugando con su teléfono, con los auriculares colocados soltando un rock pop. Engañar es simple. Llamaron a la puerta de su dormitorio, pero no hablo. Entonces, alguien entro y encendió la luz, dado que las persianas estaban cerradas.

-Sé que estás despierta- murmuró su padre, avanzando unos pasos hacia la cama e inclino su cuerpo hacia ella. Quitó un auricular del oído-. Tenemos que hablar todos. Ahora.

– No quiero hablar. Ya hice mucho lío.

-Buscaremos soluciones si estamos unidos.

Era seguro que algo ocurrió, nuevamente, para que Alberto quisiera poner orden las ideas en l familia. El hombre se retiró dejando que Anahí se colocará unos shorts de tono verde y unas sandalias. Paso directamente al comedor, Susana estaba preparando mates. Todos estaban sentados. No cruzó mirada con el extraterrestre, vestido con una remera blanca y bermudas, estaba descalzo. Alberto aclaro su garganta, dando las noticias que la niña estaba tan alegre y olvidando el episodio, aún eso no tranquilizaba a Anahí. Su sobrina fingía olvidarlo, pero por dentro, odiaba todo.

-Decidí que todos hablemos, juntos-empezó diciendo Alberto, mientras sus hijos intercambiaban una mirada confusa-. Los agentes instalaron pequeños micrófonos, ¿cómo lo descubrí? ¡Uno estaba debajo de mi cama! Pegado a las maderas, estaba buscando un zapato y lo vi, una luz roja titilante.

-No…-murmuró Facundo incrédulo.

-Es la verdad. Porque, encontré cinco y los eliminé-afirmó Alberto, cruzándose de brazos contra su pecho.

-¿En qué momento lo hicieron?-pregunto Anahí, extrañada que no descubriera movimientos de esos agentes por la casa.

-Se separaron para revisar las habitaciones-confirmó Susana.

-Siempre estamos ordenando y limpiando-dijo más confundida.

-Nos confiamos todos-aseguró Alberto, negando con la cabeza apenado. Y, miró a Ivok-. Te fallamos.

Estaban en el infierno, directamente. El centro de investigaciones científicas estaban procesando todas las charlas de la casa, de la familia y las explicaciones de Ivok, cómo todos le daban enseñanza de cosas que era tan común. Lo peor, que contaban con poco tiempo para desarrollar un plan, pensaba Anahí. Aun así, las miradas preocupadas de sus padres indicaban que no quedaba nada que hacer, ya.

27. Paciencia, baby

Susana se despertó a las tres de la mañana, entrando con sigilo a la cocina preparándose un té verde y usando la laptop. Por otro lado, Anahí daba vueltas en su cama, enredándose con las sábanas, la gran frustración de no poder pegar un ojo como dirían los argentinos, -cuando es imposible dormir correctamente- Las luces de la calle atravesaban las fugas de las persianas, los ruidos motores de pocos autos que pasaban a toda velocidad, ignorando las leyes de tránsito; y otros con sus estéreos volando esa música por toda la ciudad. Anahí estaba incómoda, ya no lograría dormir. Decidió levantarse, pasar el baño y después de unos diez minutos, salió. Tenía su cabello recogido en una trenza, la piel grasosa por el sudor de estar cubierta por las sábanas en plena primavera. El calor era agradable, pero la joven muchacha estaba acostumbrada a sentirse protegida por alguna tela.

-¿Vos, tampoco podes dormir?-dijo su madre, cuando Anahí entró parpadeando por las luces del comedor.

-No…Me resigno.

-Está bien-dijo Susana- ¿Querés un poco de té? El agua sigue caliente.

-Creo que…comeré las empanadas de la cena.

-Quiero saber algo, ahora que estamos a solas

No tenía un buen presentimiento de esta charla, de madre e hija, mujer a mujer. Tampoco, imaginaba la incómoda charla de sexualidad. Eso ya lo vivió y experimentó sin el apoyo de sus padres ausentes. Tanto Anahí como sus hermanos aprendieron solos de las cosas de la vida. Porque, ser padre no es fácil, trabajar tanto años que te dan comida y educación a tus hijos, pero es imposible buscar un modo más grato de vivirlo con tu familia.

Anahí calentó su comida, llevando un vaso de jugo y se sentó cerca de su madre.

-¿Sientes algo por Ivok?-soltó su madre sin ser cuidadosa. Simplemente, lo dijo.

-¿Ah, qué…?-murmuró, masticando su trozo de empanada caliente, con un leve sabor a picante.

-Es que, tienes todo el tiempo invertido en él. No vi que salieras por tus cosas.

-Voy a terapia, me veo con mis amigos-le enumeró Anahí confundid.

-Me refiero a tus metas… Estamos cambiando el tema.

La joven rodeo los ojos, no sabía cuándo todo esto se volvería un momento incómodo y alguno de sus padres saldría en su defensa. En este caso, era su madre con un pijama de dos partes y escribiendo su computadora portátil. Anahí negó con la cabeza, tomó de su vaso de jugo.

-¿Entonces, que decís a eso?-insistio Susana.

-Que tenemos cosas más importantes a lo que pase con mis sentimientos.

-Pero, vos no sos muy buena controlando tus emociones- objeto su madre. Anahí arqueo una ceja incrédula que la mujer, pusiera el corazón y sentimientos en la madrugada, como si fuera lo que más importaba ahora.

-Mamá…

-¿Cuántas veces te has enamorado y te han roto el orgullo?

– Ya no soy así de tonta. El amor no es lo mío.

-No lo veo así. Sé que algo pasa, y terminarás lastimada, otra vez.

La joven terminó con su jugo, llevo las cosas al lavabo. Se volvió a Susana que le observaba en silencio. Había sido una conversación que no quería tener. Claro, que el amor es para todos, solo que Anahí no encontraba al hombre de su vida, sino, fracasos y confusiones amorosas, cada año, que intentaba conquistar a un hombre. Se despidió de su madre, para irse a dormir o pensar que las consecuencias de un guapo e intelectual alienígena le sacaría de sus penas. Porque, no todos estamos hechos con la misma fórmula, porque Ivok tenía algo que lograba que sus mayores miedos y asperezas de Anahí se volvieran humo a su lado. Es decir, el amor por él sería su cura.

En el día siguiente, la familia Rey estaba tirando ideas para resolver el asunto de Ivok. Todos se encariñaron con él, lo veían como un ser humano más, como un pariente lejano que desconocía la ciudad y sus peligros. Anahí no había hablado en todo el día, solo escuchaba pero se sentía impotente. Estaba jodida la cosa, solo un milagro haría que Ivok no fuera un experimento. Tampoco, podía olvidarse lo que dijo su madre sobre ella e Ivok, como pareja. No creía que este tipo pudiera lastimar más su ego, cuando otros hombres lo habían hecho sin pensar en ella, ni sus dolores psicológicos, que a veces eran tan fuertes que no tenía voluntad de levantarse. Anahí se reincorporó de su silla, llamando la atención de su madre.

-¿A dónde vas?

-A mí cuarto…

-¿Estás bien?- pregunto Ivok, entrando al comedor con una taza de té-. Te ves triste.

-Estoy cansada, y no tengo ideas…asique, no quiero estorbar.

-¿Quieres que te lleve algo de té luego?

-No, gracias. Además, no me gusta.

Sin nada más, Anahí se retiró dejando a los demás que pensaban en más ideas para llevar a cabo un plan para salvar a Ivok. La joven se encerró en su dormitorio por el resto del día, observando los diferentes retratos del alienígena en su escritorio. Luego, se colocó su pijama, un conjunto rosa pastel con dibujos de estrellas y se metió en la cama. Era la hora de la cena, pero ella prefería evadir a todos.

Casi estaba dormida, cuando alguien llamo a la puerta. ¿Quién más podía ser? Ivok, claro.

-¿Qué necesitas?-le dijo ella, abriendo la puerta.

-Esto te puede animar, aún me debes una demostración.

El extraterrestre tenía una guitarra en su mano, y un pequeño libro, que solía ser de ella, dónde tenía algunas canciones personales. Miró a Ivok, pensando que sus sentimientos crecían por este modo de ser, atento y dulce. Anahí acepto, dejando que pasará a su cuarto. Se sentaron sobre la cama, al mismo tiempo. Reviso su libro de música, pero no le convencía nada.

-Elegí vos-le dijo, pasando su cuaderno a las manos que se rozaron, una vez más.

Había una niña corriendo por un gran espacio. Era el colegio. Lloraba, mientras unas cinco niñas le seguían y delante de su camino, tropezó, siendo alcanzada por las demás compañeras, que comenzaron a golpearla, patearla e insultarla.

Las manos se alejaron pronto. Los ojos negros de Ivok entendieron un poco más, porque la joven le costaba hablar con la gente, por miedo a ser rechazada y lastimada. Anahí acomodo la guitarra, esperando una respuesta sin comentar ni justificar ese recuerdo personal. Ivok reviso las hojas, leyendo las pequeñas letras de las canciones y sonrió, cuando encontró una que le parecía interesante.

-Esta canción de aquí-le indico la hoja.

-Patience…guns and roses- leyó Anahí, sonrojada. A pesar que ese canción decía mucha cosas de ser tolerante a la separación de un ser querido, o una crisis en una pareja. Todo tiene que tener un paso lento, para que los problemas se resuelvan sin alteraciones.

-¿Puedes tocarla, o busco otra?

-Me parece una buena canción.

Las manos de Anahí se colocaron en las cuerdas, leyó los acordes casi olvidados y una melodía lleno el espacio silencioso con música. No sonaba muy bien, asique ajusto la cuerdas flojas y volvió a tocar, ahora tenía una mejor armonía. Cantó, no muy bien, pero Ivok no juzgo su voz sino, que disfruto que pudiera tener este momento con ella. Especialmente, creía que verla tocar música le generaría una estabilidad emocional.

28. Pura verdad

-¿Estás bien? ¿Estás segura que no queres que te lleve a tu casa?-preguntó Leandro, mirando a la joven que fumaba con el rostro sin color.

-Solo, me siento fatigada- le respondió. No quería irse, apenas paso media hora desde que llegó con sus amigos al bar.

-No hubieras venido-le dijo su amigo rubio, tirando humo de su boca y se formó una nube gris. Tocó el hombro de Anahí en sentido de consuelo por reunirse con sus amigos el fin de semana, saliendo de la nube de Ivok y sus padres protectores.

-Dejemos el tema-le pidió agotada de la misma historia de su estado anímico.

-Bueno-aceptó el muchacho que le sacaba dos cabezas de altura, sonrió desconfiado pero no quería hacerle enojar- Logré entrar a la academia de tecnología, ¡Por fin!

-Me alegro, sabía que podrías darle una buena oportunidad.

La noche era cálida, ya las fiestas navideñas se acercaban para diciembre. Las tiendas decoraban sus interiores, había promociones y rebajas en los juguetes, ropas y tecnología. De todo. Serían las primeras fiestas para Ivok.

Las estrellas vivían en un firmamento perfecto, donde su vida se volvió todo un cuento de ciencia ficción, desde que Ivok pisó la Tierra las cosas habían cambiado para ella. Creía en lo imposible, con gran razón, aunque esto tuviera que diagnosticarle un grado superior de demencia. Tampoco, quería ocultar esto a sus amigos, quienes más confiaba. Mónica y Norma regresaron del baño, uniéndose a la mesa.

-¡El baño es muy lindo! Pasan música-comentó Norma, sirviéndose un poco de su Coca Cola.

-¿Baño con música?-repitió Anahí.

-Sí, es genial.

-Claro, mientras meas como campeonato suena Lady Gaga.

Los chicos se rieron de su referencia. Anahí y sus amigos estaban en Palermo Soho, bebiendo unos preparados de vodka y comiendo burritos, nachos, también quesadillas. Era un nuevo restaurante mexicano que ofrecía estas delicias. Estuvieron un rato más, conversando sobre sus sueños y cosas cotidianas como el trabajo, novios y universidad. Pagaron la consumición, dejaron una buena propina entre todos. Tomaron sus pertenencias, saliendo del restaurante hacía el auto aparcado a dos calles a la vuelta del lugar. Anahí no sabía cómo expresarse con sus amigos acerca que vivía con un alienígena que estaba aprendiendo a ser un humano más. Y, seguramente, en menos de una semana, sería una novedad mundial, atrapado en una celda de alta seguridad de la NASA y amenazado de ser útil sus conocimientos avanzados. Era una pesadilla.

-Otra vez, estás rara-dijo Mónica a su izquierda, mientras intentaba encender su primer cigarrillo.

-Estoy bien, ¿por qué creen que estoy diferente?¿Tanto se nota?

-Es como si tuvieras un secreto-objetó Norma al otro lado.

-Sí…¡No!

Sus amigas intercambiaron una mirada sospechosa. Anahí mo quería arruinarlo, estaba volviéndose aún más loca con este tema. Nunca tuvo secretos con sus amigos. Si algo cambiaba, Anahí lo soltaba sin rodeos ¿Entonces, por qué era tan complicado explicar que había más vida luego de la Tierra? Había dos razones; estaba loca e iban a internarla. O, sería el verdadero fin de Ivok.

-Ana…¿Qué pasa con vos? Decinos la verdad.

-Sí lo hago, veran que no podrán creerme y tendrán miedo.

-Pruébalo-le propuso Mónica.

La chica respiró hondo, justo cuando llegaban al auto. Y, entraron luego de desbloquearse las puertas. Se acomodaron en sus correspondientes lugares, Anahí comenzaba a tener un leve dolor de cabeza. Finalmente, decidió dar toda la historia de Ivok a sus amigos, como hermanos de otros padres, hermanos que nunca iban a fallarte.

-¿Un alien…? ¡¿Ivok es de otro planeta?!-soltó Mónica desde el asiento de copiloto.

-Sé que parece imposible, hasta creerán que estoy haciendo un chiste pero, es cierto.

-¿Entonces, nosotros no somos los únicos en el universo?

-Eso parece.

-¡Mierda, Ana!-exclamó Leandro, se detuvo ante un semáforo- Sabes, que eso es raro pero, podrían lastimarlo. Y, me pareció un buen tipo…cosa.

-Ya sé, aun no sabemos cómo protegerlo. Capaz que no estamos a las expectativas de científicos y militares. Además, el gobierno puede darnos condena por traición.

Continuaron hablando sobre el tema, claro que sus amigos no estaban seguros de esto. Anahí prometió revelar la verdad, presentándoles la imagen natural de Ivok, cuanto pudieran volver a verse, si es que la NASA le daba tiempo para que fuera así.

Al día siguiente, Anahí se sentía más libre de presiones y secretos. Después de exponer la situación con sus amigos, estaba tranquila sin embargo, el miedo de perder a alguien que comprendía su estado de ánimo que respetaba sus pensamientos, donde los recuerdos más dolorosos y humillantes de su vida eran compartidos con el alienígena como un vínculo amoroso. Una única y especial experiencia que no podría vivirla con nadie más que él.

Salió del dormitorio, eran las once de la mañana de un domingo con densas nubes de tormenta. Sus padres estaban viendo las noticias, comentando sobre la injusticia e inseguridad de Argentina, que cada día, era condenarse al peligro. Argentina era el infierno, donde todos apuntaban a tener una mejor vida, pero llegando a la decisión de matar o robar al otro; donde los trabajadores pagaban varios impuestos, que si lograban tomarse unas vacaciones a Bariloche era todo un lujo; y, los estudiantes eran incapaces de proyectar un mejor futuro.

-Hola-saludó Anahí, media dormida. Se sentó en una de las sillas libres.

-¿Te divertiste anoche?-preguntó su madre, entregándole un mate caliente. Ella sonrió.

-Sí, comimos muy bien y estuvimos un rato en el río Costanera.

-¿Por qué no estás contenta?

-¿Todos me van a decir eso…?

-Es que, tu cara parece que vive en una pesadilla constante.

-Les dije la verdad, sobre Ivok. No pude soportar mentirles.

-¿Qué cosa…?-se alarmó Susana. Su padre está tan sumergido en la televisión que no puso atención- ¿Acaso sos estúpida? Estamos jodidos con las investigaciones, buscando una solución y ¿Te atreves a revelar todo?

-¡¿Qué mierda quéres que haga?!

Susana apretó los labios a punto de insultarla por su imprudencia. Pero, oprimió el deseo. No dijo nada. Anahí le devolvió el mate, levantándose y buscó unas galletas, regresó a su dormitorio con pena. Es que, no todos tenemos la fuerza de voluntad para mantener un secreto, se sabe que terminará siendo revelado por el gran peso de esa mentira. Cerró la puerta, suspiró y se encaminó a levantar las persianas dejando entrar al blanca luz de la media mañana al cuarto.

29. Cable a tierra

-Anahík…-llamó el alienígena del otro lado del dormitorio de la joven chica, quien estaba escuchando música por su celular. Como no recibió respuesta inmediata, asomó su cabeza gris y su mirada se detuvo en la imagen serena de la muchacha que oía por los auriculares, dejándose llevar por el ritmo y armonía de Imagen Dragons.

Él se acercó, caminando hasta la chica y tocó su hombro. Anahí pegó un salto de su silla, tirando unos libros tras el golpe involuntario que le dio al escritorio. Se quitó los auriculares, miró a Ivok y se relajó. Ambos se agacharon para levantar todos los libros esparcidos por el suelo, la mano del alienígena tocó la de la chica. Y, nuevamente, un recuerdo de Ivok se proyectó en la mente de Anahí; se trataba de su boda con Aliana, donde las risas y cariños eran perfectos. La chica sacudió la cabeza, dejando que aquel recuerdo se disolviera. Miró a Ivok, entendiendo que echaba de menos a su esposa, quien podría estar muerta, ya.

-¿Qué pasa?-le preguntó Anahí, cuando dejaron todos los libros sobre el escritorio.

-Por el momento, nada…Bueno, hablé con Susana.

-¿De qué charlaron?-preguntó indiferente. Apagó el reproductor de música del celular, sentándose al escritorio.

-De tus amigos.

-Oh, bueno…Tenía que decirle a alguien más sobre esto, espero que no estés molesto.

-Entiendo, en serio-asintió él, rascó uno de sus cuernos-. Querías quitarte un problema de encima con ellos, quienes confías y no voy a juzgarte por eso. Ya que, las cosas están muy tensas en la casa. Todos están preocupados por mi destino.

Anahí lo miró sorprendida que estuviera siendo sincero, o más bien, tenía empatía por cada uno de ellos. La chica se sonrojó, se reincorporó y caminó hacia él, observándolo con lástima. Realmente, no quería que se volviera una explotación mundial. Pero, así son los humanos, ¿no? Algo que vemos imposible le buscamos todas las explicaciones, teorías y pruebas para conocer su origen. Ivok se sonrojó un poco, su piel gris estaba más oscura cuando se sentía próximo a ella. Habían nacido tales sentimientos, que no podían esconderse entre ellos dos. Anahí extendió su mano, tocando el pecho de Ivok, donde estaba ubicado el corazón de él, cual latía de una manera muy acelerada.

«Había una adolescente, que reía con carcajadas ante la caída inesperada de otra joven, una amiga. Cuando estaban caminando por un gran patio, estaba lloviendo y la causa del suelo húmedo, provocó que la amiga de Anahí se resbalará»

«Se encontraba en una habitación de paredes lilas, pequeña pero cómoda. El llanto de un bebé llamaba la atención a la joven chica de unos veintidós años, confundida y algo inexperta recogió a su sobrina para calmar el llanto de soledad. La joven chica cantó una balada, pronto las lágrimas de la pequeña se silenció, prestando atención a esa melódica voz»

Fueron dos buenos recuerdos, donde expresaba la importancia de lo que le movía día a día y no rendirse a sus seres queridos, a no perderlos por sus miedos e inseguridades existenciales. La familia, y los amigos eran su motivación de todos los días. Tal vez, el amor por un hombre no resultará como esperaba, sin embargo el amor incondicional funcionaba muy bien para ella.

-¿Qué significa eso?-preguntó Ivok, cuando ella retrocedió y bajó sus manos, guardándolas en los bolsillos de sus jeans.

-Primero, que mis amigos transforman mi vida, con ellos puedo ser quien realmente soy. Libre de críticas o regaños-le explicó con una sonrisa-. Y, segundo, es que el nacimiento de mi sobrina me hizo recapacitar sobre la razón de seguir viviendo.

-Ah, sí, eso lo comprendo-asintió él, caminó hacia la cama tomando asiento- ¿Qué tiene que ver todo eso conmigo?

-Capaz que no estoy aceptando que te…¿secuestren? Sos mi cable a tierra.

-¿Cable a tierra?

-Sí, una referencia que me mostras la verdad de las cosas. Que no todo es fácil, que hay que seguir luchando.

-¿Gracias…?

Hubo una pausa, se miraron desde sus lugares, alejados por unos veinte metros y podían oír sus latidos perfectamente, llamando a ser comprendidos; desde una joven deprimida y un alienígena que perdió todo. Ambos se complementaban para ser fuertes a las adversidades de la vida. Anahí desvió la mirada, volviendo a su escritorio donde tomó su carpeta de dibujos y sacó uno de los retratos de hace unas semanas, finalmente terminado. Tenía unas gamas de color azul y violeta en acuarelas, la tendencia artística de los últimos años, le entregó a Ivok.

-Te lo mereces-le dijo la joven chica con una sonrisa.

-Se ve…moderno-comentó observando las líneas, los colores dispersos sobre el rostro de él mismo-. Me gusta bastante.

-También, mereces vivir sin ser perseguido.

-Eso no depende de nosotros, Anahík.

-Solo, digo la verdad.

-Lo sé, nunca he dudado de tus intenciones conmigo. Al principio, creía que todos iban a traicionarme por ser diferente. Que cualquier día podría estar conectado a una tortura eterna-dijo melancólico, levantó sus ojos oscuros con algunas lágrimas de tristeza-. Gracias por salvarme, por protegerme y por enseñarme a ser humano-continuó, se levantó de su lugar y caminó hacia Anahí. Se abrazaron, por primera vez.

Aquel abrazo, produjo una cantidad de emociones pasadas y presentes; tristeza, felicidad, nostalgia, dolor y amor. Un mundo de recuerdos, miles de ellos se proyectaron en sus mentes como una larga película. Estaban expresando todas sus experiencias en este abrazo de agradecimiento, o eso parecía ser.

30. Sobreviviente

Ya era otro lunes, nuevo comienzo de semana. Ivok limpiaba la habitación donde se alojaba con Facundo, tenía unos audífonos rojos y escuchaba un vals celta. La música actual le parecía abrumadora y muy ruidosa, le lastimaban sus oídos. Susana le sugirió ciertos artistas y compositores de música clásica, para eso Ivok era arte, nadie iba a negarlo. Por otro lado, Anahí estaba recién despierta, había tenido unas incómodas pesadillas que dejaron cierto miedo prevalente en su mente. No quería decir nada, pero era muy seguro, casi un hecho, que el extraterrestre se enterará por la conexión mental que estaban unidos desde aquel abrazo, involuntario del alienígena. Sus sentimientos cada día eran más fuertes, ya no temía que Ivok desplazará recuerdos personales, ni ella con él. Podía acostumbrarse, por un lado daba incertidumbre que todos los años de su vida fueran vividos en otra mente ajena no pudieran usarse en su contra.

Terminó de desayunar, limpió lo que usó y demás cosas que quedaron de anoche, entre otras vajillas. Sus manos estaban temblando de nervios, todo esto era tan nuevo que no controlaba sus pensamientos, pensando que Ivok pudiera presenciarlos, y también, las proyecciones de los recuerdos dolorosos de él, como el momento que cortaron sus sensores emocionales. Soltó un vaso de sus pasantes pensamientos, provocando un corte el dorso de la mano, alojándose un pedazo de vidrio, ardía e intento no llorar del dolor, arrancándolo de su piel. La sangre salió, sin preámbulos. Anahí colocó la mano debajo del agua, había quedado un poco de detergente en la herida, provocando una incomodidad. Apretó los dientes, para enjuagar toda la sangre. Se giró, chocándose con Ivok que le miró confundido de su inquietud.

-Estás herida…-dijo él.

-No tienes que hacer nada-le soltó Anahí, antes que quisiera sanarla con sus poderes, o algo así-. Es solo un corte, no es grave.

-¿Estás segura? Sentí tus emociones, pareces temerosa de esto que tenemos.

-Bueno, no lo sé. Eres el único extraterrestre que he cruzado en mi vida-se sinceró, ahora que no tenía el control mental, podía desarrollar con voluntad propia-. Eres todo un enigma, Ivok. No confió completamente en vos, sé que llegaste por una razón y aún no sé que es. Seguramente, mañana me despierte en un montón de escombros y cadáveres.

-Tienes miedo, todavía. Han pasado dos meses, sigues viéndome como el peligro de la humanidad-dijo apenado, retrocedió unos pasos-. Y, vos, sos la primera en negarse a entregarme…¿Por qué? No te entiendo, sos tan rara con tus decisiones. Un día, brillas, y al otro, te apagas.

-¡No sé! No puedo confiar en vos con totalidad…Sé que vienes por algo.

-Estás equivocada. Soy un sobreviviente, nada más.

Ivok pegó media vuelta, saliendo de la cocina sin mirar a la joven chica que había dejado todo en el aire. Ciertamente, no podía darle toda la confianza a él, le dejaba el beneficio de la duda como otras personas que esperaban que ella volviera a su lado, ¿por qué? No conocía qué hacer con su tonta vida, y lo irónico, es que más situaciones se presentaban con frecuencia donde debías tomar decisiones. Anahí lo odiaba, no podía resolver sus propios misterios, pero Ivok era algo que no podía rendirse. Claro que ahora fue poco amable con él.

A la noche, Alberto cocino un gran pollo, acompañado de dos nuevas ensaladas sacadas de internet realizadas por Anahí. La mesa estaba repleta de buenas actitudes, sonrisas y risas que pocas veces tenían la oportunidad de conectarse como familia. Sus comensales hablaban sobre sus días, Anahí se preocupaba por llenar su estómago sin mirar ni comentar nada en particular. Al frente de ella, estaba Ivok que sonreía, forzadamente, a Susana que le contaba sobre su época que viajó a Europa y le daba el aliento al extraterrestre de conocer otros países. Suficiente lograba entender a los argentinos, sería más complejo entender los extremos gestos de los italianos, o la natural frialdad de los franceses, el gran cariño de los españoles. Sería toda una aventura para él, claro.

Luego de cenar, Anahí quería mantener su mente ocupada con la limpieza y apoyo a su madre en ordenar todo de la cocina, como el comedor. Así, estuvieron trabajando casi una hora, un récord para ambas. Aun cansadas y con el sueño llegando a sus cuerpos, se tomaron unos minutos para tomar un té de manzanilla.

-¿Mamá?

-¿Qué?

-¿Cómo logras confiar en Ivok, sin temerle por su ser extraordinario?

-Porque, sufre todos los días. Veo que no serías capaz de lastimar a nadie, porque él está devastado con dejar todo, su esposa, su mundo. Sobrevivir a una guerra-respondió con calma, miró a Anahí comprendiendo que la pregunta era personal-. Mira, si hubiera querido destruirnos. Tuvo millones de oportunidades de hacerlo. Es claro, que está más preparado para una guerra que todos nosotros.

-¿Entonces, solo es un sobreviviente?

-Sí, Ana…Todos huimos de algo, pero no dejamos de revivir lo peor en nuestras mentes. Dónde realmente, está la gran lucha.

-Mierda…-dijo ella sonrojada por darle tan causa al extraterrestre, cuando él había sido estudiado por Susana desde que piso la Tierra.

-Sé que tienes muchas dudas, pero a veces, debemos arriesgarnos a confiar, tal vez nos llevamos una sorpresa en el proceso.

-Supongo que sí-murmuró, bebió unos sorbos de su té y pensaba que decirle a Ivok, quería disculparse, pero no dejaba de sentirse desprotegida. No estaba preparada de abandonarlo a su propia suerte, porque esperaba que él se abriera por completo, allí sería el momento de no temerle.

31. Corazón honesto

-¿De frutilla, o vainilla?-preguntó Ivok acercándose por el pasillo de aderezos y embutidos del mercado. En sus manos, traía dos cajas de postres para hacer-. Siempre está el de vainilla, ¿no es aburrido?

-Capaz…-respondió Anahí, perdiéndose en los cálculos para elegir entre tres paquetes de mayonesa-. Lleva los dos.

-Pero, no hay descuento en la segunda unidad. Por lo que, saldría más caro llevar dos.

-Entonces, elige el de frutilla-le dijo rendida de intentar recordar las cuentas en su mente. Se giró a él, cruzándose de brazos irritada de no terminar de pensar en los costos. Era agotador hacerlo todos los días para sustentar el abastecimiento del hogar- ¿Por qué preguntas por eso? ¡Solo, decide y ya!

Ivok arqueo una ceja por la reciente alteración de la joven chica, que suspiró y agarró una de las mayonesas, sin volver a usar su cerebro para resolver los descuentos, tal le enseñó su madre, quien era obsesionada con los ahorros. A unos metros de ellos, una mujer de suéter rosa los miró extrañada pero sonrió. Capaz que pensaba que era una pareja recién unida. O, eso Anahí intuía con las mujeres mayores que se detenían a mirarlos como si fueran perfectos. La joven muchacha le arrebató la caja de frutilla lanzándola al carrito de compras, quedando la congelada posición de Ivok con sorpresa de aquella reacción desesperante.

-Bueno…Decisión tomada, supongo-comentó el alienígena sonrojado- ¿Quieres contarme algo? Eso que no puedo leer lo que sientes porque, estás tan abrumada de otros pensamientos, pero no descubro lo principal.

-Es la mente de un depresivo, bienvenido-le confirmó con frialdad.

Anahí retomó el camino hacia las bebidas, sería lo último de la lista de compras. Pasaron unos pasillos, esquivando personas y algunos niños que jugaban, por suerte, no había un sector de juguetería. Era más bien, un mercado de barrio, lo justo y necesario para el hogar. Ivok se colocó delante del carro, deteniéndolo con sus manos evitando un golpe. La chica rodeo los ojos, no quería hablar con él desde anoche, aquella charla con su madre y entender su punto de vista sobre la llegada de Ivok, estaba sacando varias cosas de los cajones secretos de su mente. Por eso, Ivok le dificultaba mucho poder leer sus pensamientos, era una galaxia desconocida.

-Por favor-le dijo él, Anahí negó con la cabeza alejándose del carro para poder salir pronto de allí con las compras y no volver a ver a Ivok por unas horas, encerrada en su dormitorio-. Anahí, no podrás controlar todo eso, vos sola. Va a estresarte, y sabes qué sucede cuándo te esfuerzas demasiado.

-¡Qué lindo, te preocupas por mí, después de tratarte como una amenaza!

-Pts, nos pueden oír…

-Ivok, basta, en serio-le pidió, comenzaba a dolerle la cabeza- Busquemos las bebidas, y nos vamos a casa.

-Está bien, como quieras.

Unos veinte minutos después, salieron del mercado con las compras dirigiéndose a la casa, a una sola calle de distancia. Iban en silencio, observando a las personas y los gestos de Ivok conteniéndose de hablar, como si realmente lo necesitara, sólo debían esperar hasta llegar a la casa, donde podría soltar todo su argumento. Esperaron el semáforo, el alienígena con su perfecta y atractiva imagen de chico extranjero, saltaba en su lugar ansioso de expresarse. La luz roja apareció, continuaron caminando y otra calle más, avanzaron luego del último auto.

-¿Ya puedo hablar?-preguntó Ivok casi en un grito, tras llegar a la casa.

-Mierda, ¿qué te pasa?

-Necesito saber que te pasa a vos.

-¿Vienes a reclamar algo en particular, cuernis?

-Cuernis…Ingenioso insulto, saddy.

-¿Por qué «saddy»? Suena a un shippeo- comentó Anahí y abrió la puerta, entraron al mismo tiempo, pero Ivok retrocedió para darle lugar a ella.

-Lo es-asintió Ivok sonrojado. Cerró la puerta, comenzando a subir las largas escaleras hacia el interior de la casa, cambio su forma-. Dama triste, eso significa en inglés.

-Bien, mejor que mi «cuernis»…Sería como ¿Cuernos tiernos? Creo…

-No importa, no voy a recuperarlos, son cicatrices que no podré borrar como quisiera, esa es la verdad.

Dejaron las compras en la cocina, donde Anahí se sintió incómoda de aquel comentario del alienígena considerando que, fuera de ese modo. Nada volvería ser como antes para él, su felicidad y su paz murió con él en el espacio; llegar aquí, le dio una esperanza de vivir, completamente solo. Sintió la mano de Ivok sobre su cintura, eso le sobresaltó girándose hacia él y sus rostros estaban tan cerca, olían a café y canela. Los ojos negros de Ivok estudiaron las expresiones incómodas, decidiendo depositar un beso en la mejilla de ella y retrocedió sin cobardía, sino, por respeto a ella.

-Okay…-suspiró Anahí, dejando las cosas de lácteos a un lado y miró a Ivok, que intentaba leer los componentes de una lata de arvejas-. Sí, hay algo que no estoy demostrando.

-Lo sabía…¿Qué pasa?

-Veo que mi pasado está reflejado en vos-le dijo, midiendo las palabras para no ser tan bruta ni insensible-. Quiero decir, que viviste muchas batallas, capaz que has colocado más fuerza de voluntad que yo, pero lograste varias metas, imagino. Pero, llegó todo de golpe, te viste inseguro y desprotegido, quienes confiabas te arrebataron todo. Y, la única persona que amabas se aseguró que sobrevivieras.

-Algo así, ser militar te obliga a ser firme, decidido y darlo todo por tu gente. No puedes dudar mucho. Cuando crees que tienes algo bueno, te lo quitan.

-Bien, no estoy equivocada tras unir tus recuerdos-le dijo ella, sonrojada-. Cuando llegaste a la Tierra, el sistema de navegación ya estaba programado por tu esposa porque, su palabra era real. Quería verte vivo, o eso fue su último deseo. Caíste sin saber dónde estabas. Las primeras personas que viste, fuimos nosotros. Pensaste que todo el esfuerzo de vos y tu esposa sería en vano, si llegaban a matarte.

-Estaba aterrado, Anahík. Eran diferentes, ver sus pieles tan blancas y no tenían ningún tipo de sensor particular. Parecían tan sensibles, y ahí decidí tomar tu control, por lo menos…Sabría defenderme.

-Sí, y ahora vuelves a sentirte perdido, el gobierno va a cazarte.

El alienígena dejo la lata sobre una mesada. Se acercó a la joven chica, estiró su mano invitándola a tocarlo. Anahí dudo unos segundos, se acercó hasta él, lo suficiente para percibir su calor físico y fresco. Se colocó de puntillas, besando su mejilla y duro unos segundos pegada a su piel gris. Retrocedió, tenía un sentimiento de derrota. Ahora, que sentía que lo imposible era capaz de poder adaptarse y amar, iba a perderlo. Eso era la consecuencia de una de sus decisiones, aunque, la mejor de todas.

32.Tiempo fuera

-Familia Rey,- hablo un tipo de traje negro, mostrando una placa plateada enfrente a los ojos de Susana- están bajo arresto internacional, por traición y evasión de información.

-¡De aquí, me llevarán muerta!- gruñó la mujer de 66 años, cruzándose de brazos.

-Señora, no se haga drama-dijo el agente con calma-. No puede seguir mintiendo, ni ocultando a una «cosa» destructiva- repuso irónico que Susana pusiera su papel de lucha. El hombre hizo un gesto, dónde dos agentes se llevaron a Susana esposada y otros, subieron a la casa.

Los ladridos del perro de la familia alarmaron a todos. La tensión en los miembros de la familia explotó, Alberto no puso resistencia, y Facundo aplicó todos sus conocimientos de combate para reducir a los agentes, uno de los que logró resistirse saco una pistola apuntándole en el pecho. Facundo levantó las manos, cuáles fueron esposadas. Anahí estaba encerrada en su habitación, con Ivok, ya que estaba mostrándole nuevos dibujos en lápiz negro. Las hojas quedaron esparcidas por el suelo, cuando una luz plateada nació de las manos de Ivok, lo cual generó una relativización del tiempo, solo tenía unos segundos.

-¿Eso es otro poder…?-dijo ella asombrada.

-Concéntrate.

-No voy a dejar que te lastimen ¡Ni loca! Me llevo mucho tiempo entrenarte. Eres mí alumno más brillante.

-Todos sabíamos que teníamos poco tiempo, -le aseguro, ella sintió los miedos de Ivok- me salvaste y has hecho que todo valiera la pena. Estoy en deuda contigo.

-¿…te vas a entregar?

-Sos una estrella, que brilla y luego se apaga. Pero, no dejaras de ser eterna para mí, de seguro.

La relativización del tiempo se rompió. La puerta se abrió de golpe, Anahí cayó al suelo a causa que un agente la empujó para esposarla y luego, dos agentes apuntaron con sus armas a Ivok amenazándolo que podían herirlo si usaba otros poderes. Anahí vio todo tan rápido, el perro solo miraba como todos se iban. Anahí fue separada de Ivok, entro al mismo vehículo donde estaba su familia, y el alienígena era golpeado con la culera de una pistola, le clavaron una jeringa y luego, lo subieron a una camioneta. Todo acabo.

Después de un largo recorrido por todo Buenos Aires. La angustia y tristeza invadía los corazones de la familia Rey. Habían perdido. Fueron acusados directamente por la organización de espionaje y conducta de inteligencia de criminales. ¿Acaso proteger a otro ser de vida, era un delito? ¿Por qué? Ivok Korna… era un nuevo humano. Alguien que corrió sobre el fuego, resistiendo a través de la tortura de los suyos y, renaciendo un nuevo modo de vivir. El esfuerzo y la paciencia de Anahí, especialmente, había sido en vano. No era una superhéroe, solo una ciudadana con depresión y talento oculto.

Los agentes los escoltaron a unas celdas, separándolos a todos. Susana se quejaba con ellos, insultando y amenazándolos, como si fuera posible salir impunes de esto. Anahí cayó sobre el suelo negro, golpeando su cabeza, tardo en reaccionar. Las luces se apagaron. No se movió, se quedó quieta con el rostro contra el frío y sucio piso, sintiendo que su corazón latía con el mayor miedo de todos, y no era suyo. Era Ivok, aterrado.

Seguramente, haya pasado unas horas desde que su madre dejo de gritar. Desde los golpes violentos a la puerta de parte de Facundo. Solo, su padre y ella se mantenían tranquilos, esperando la condena del juicio.

Anahí sentía ese fuerte dolor, ese miedo, esa incertidumbre que representaba a Ivok. Estaría pasado todo esto él solo, sin nadie en quien mirar, a quien despedirse. ¿Dónde lo llevarían luego? ¿Rusia, Estados Unidos, China? Capaz que todos esos lugares, que no dejarían de examinarlo hasta encontrar lo que querían; conocimiento, poderes. Las cosas que la humanidad ha soñado desde miles de años, y ahora tenían el modo de obtenerlo. Asique, podrían tener a Ivok vivo, pero sufriendo por varios años.

No supo en qué momento se durmió, se despertó cuando un guardia arrojo una bandeja con comida y un papel. Anahí no pensaba comer, no tenía abierto el apetito. Recogió la hoja, con la poca luz que entraba de la puerta, leyó el contenido. Era su fecha de juicio, los delitos cuáles se acusaban y eso sería en una semana. Por lo tanto, seguiría encerrada. Lo peor de todo, que sus padres podrían enfermarse aún más sin sus remedios. Pero, los pedidos no servían de nada. Todas estas situaciones no eran normal en una familia. Prefería que haya una pelea interna con sus tías y padres, que perderlos porque la ley no se ajustaba a sus estados inestables de salud. El castigo del destino golpeaba injustamente. Anahí cerro los ojos, volviendo un bollo su papel y se acostó sobre el suelo, apretando sus puños.

33. Prisioneros

Había caído la noche en INVAP*, aquellas celdas donde la familia Rey seguía encerrada sin noticias. Sus temperamentos adaptativos al encierro era, inesperado como los ataques violentos de Facundo por la idea de romper la puerta a patadas, o los gritos insultantes de Susana para intimidar a los guardias ¡Por Dios, no eran criminales! ¡No lo eran!

La cena llegó a la celda de Anahí, el guardia se fue sin decir nada, siempre era silencioso pero tenía mirada penetrante con su rapada cabeza y el porte robusto. Ella no tenía habilidades de combate, o un buen cerebro para tomar un plan. Su tonta idea de quitarle el arma al guardia, sería inútil porque el tipo pesaba como noventa kilos y medía un metro ochenta, mientras que Anahí era una ardilla a su lado. Se acercó a la mesa de metal, estudiando la carne ennegrecida y los tomates parecían sacados de una trituradora.

Le daba impotencia la situación, tantas emociones compartidas con Ivok, y las suyas le provocaría un desorden emocional- psicológico. Sin sus remedios, terminaría buscando las sombras de su interior, ahogada en lágrimas oscuras.

La joven chica escucho voces masculinas parecía que su padre estaba hablando con el guardia. Unos golpes de combate, gruñidos forzados tras cada puñetazo y luego, silencio. Anahí corrió a la puerta, intentando descubrir la escena, lástima que solo veía una pared blanca, mucha luz. Por último, escuchó una queja. La resistencia entre estos hombres terminó.

-No lograran salir así, nomás-comentó el guardia-. El servicio militar de sus dieciocho años, no es lo mismo después de cuarenta años más. Hemos mejorado en todo.

-Es Argentina, somos el país menos preparado para una guerra.

-Están en una empresa de alta tecnología e investigaciones científicas.

-¡Sigo sin confiar en los pocos progresos del país!

-Tenemos honor.

-No me boludees con eso de «honor»-se mofó Alberto-. Mientras vos, aprendías a atarte los cordones. Otros, estaban perdiendo una guerra en las Malvinas.

-Tengo cincuenta y tres…Sé que sucedió.

-Pero, no sabes lo que es vivir en luchar y una guerra estúpida como esa-le cortó Alberto.

Anahí no volvió a oírlos, espero a una distancia prudencial de la entrada de su celda. Y, lo decepcionante, es que llegaron otros guardias para reducir a Alberto, mejorar la seguridad de las esposas y evitar otro tipo de escape. Anahí pateó la puerta con impotencia, arrojó la comida contra esta, usando su ira por primera vez. Los sentimientos del alienígena representaban la incertidumbre, el miedo y la inquietud de quienes lo tuvieran prisionero en algún lugar. Tanto que Anahí comenzaba a somatizarlo, por aquella conexión que poseían. No creía que fuera posible, aunque todo esto, era real. Todo podía llegar a ser.

La noche continuó su curso, el frío traspasaba los conductos de ventilación. Los cobijas gruesas cubrían todo el cuerpo tembloroso de Anahí, no calmaba su inquietud en sus pensamientos. Los ojos avellanas de la joven chica observaba todo, esto le recordaba cuando fue internada en un hospital psiquiátrico por alucinaciones y tendencias suicidas, ahora era mucho peor estando encerrada en una prisión del ejército científico. A todo esto, sentía que las sombras del sitio se transformaban en especies grotescas, bestias oscuras que esperaban someterla a la locura, nuevamente. Anahí sabía que era su mente asustada, y esas memorias del pasado saltaba desde su interior.

A los pocos minutos, volvió a sentir pasos, las horas de la madrugada habían corrido rápido, como la luz y volvía a escuchar voces masculinas, tomando órdenes. La familia fue liberada, usando esposas y delante de ellos apareció un sujeto. Era un hombre de unos treinta y cinco años, de rostro rectangular con una sonrisa torcida y un traje de servicio. Este sujeto se presentó como Dante Beccuni era el ingeniero mecánico de las fuerzas armadas de Argentina, y hablaba tres idiomas. Un cerebrito peligroso, pensó Anahí. La familia observaba los movimientos lentos del oficial Beccuni. Cuando se detuvo delante de ellos, mirando a Alberto.

-He buscado su expediente, en la época de la colimba*, señor Rey-le dijo con un intento de ser amigable-. Su rango como asistente de enfermería, rondas y guardias nocturnas. No ha tenido experiencia en la época de la dictadura.

-Recibir…

-No le di permiso de interrumpirme-le cortó con una ceja fruncida-. Terminó trabajando para la empresa independiente de su padre, y así continuó para sostener a su familia. Pudo haber acabado sus estudios secundarios, tal vez, tuviera una posibilidad en la universidad de ingeniería. Ahora, se destaca en sus productos de automotor, tiene un don y conocimiento en eso…señor.

-¿A qué quiere llegar?

-¿Acaso le pedí que hablará?-volvió a reclamarle. Alberto enrojeció de la bocaza del tipo uniformado- Susana…Una gran mujer, decidida y testaruda. Participaba de política en su juventud, un gran potencial para ser alguien de gran importancia. Pero, el amor y su familia le dejó debajo de todas esas oportunidades. Hubiera sido muy reconocida por sus grandes ideas.

Sus padres intercambiaron una mirada, parecía que entendían a dónde quería llegar el oficial Beccuni. Había una idea detrás de esos testimonios, esos análisis personales del matrimonio. El sujeto movió su mano para una orden. Alberto y Susana fueron escoltados por tres soldados fueran del sector de las celdas. Anahí estaba sudando, nerviosa y preocupada por el destino de sus padres. En tanto, Facundo medía la posibilidad de darle una cabezazo al oficial Beccuni, quien tomó una tablet y mostró unas calificaciones universitarias de Facundo.

-Eres muy inteligente, podríamos darte una pasantía en nuestras sedes-le propuso, sonrió con gusto. Facundo apretó su mandíbula, preparando un escupitajo que le baño la cara al oficial- ¡Corajudo el pibe!-dijo burlón, mientras limpiaba con un pañuelo la saliva en su rostro- Encierrenlo.

Los dos guardias que quedaban a disposición del oficial, metieron al chico que se resistía a ellos y lo lograron devolverlo a su celda. Anahí sabía que los enumerados historiales de sus padres y su hermano solo, eran para ser el detonante de su inquietud. El oficial Beccuni se dio dos pasos, más cercano a la joven chica que estaba soportando su presencia.

-Anahí Rey, solo quedas vos.

-¿Qué quieres?

-La verdad…Sé que puedo conseguirlo, no eres tan fuerte como intentas creer. Tus diagnósticos médicos y psiquiátricos lo aseguran. Depresión y esquizofrenia, no soportaras más días aquí encerrada-dijo con una sonrisa superior. La joven chica desvió la mirada, tolerando sus lágrimas de impotencia. El oficial se hundió de hombros-. Te quebrarás pronto, y sé que soltarás toda la información que guardas para no perder a tus padres y tu hermano.

-Que mi historia médica no te confunda, Beccuni-se atrevió a decirle, él se rió.

-No me confunde para nada. Sé que todos los pacientes mentales que tienen sus debilidades.

Glosario:

INVAP: Es una empresa de alta tecnología dedicada al diseño, integración, y construcción de plantas, equipamientos y dispositivos en áreas de alta complejidad como , y equipamiento médico y científico. Es considerada una gran empresa tecnológica y la más prestigiosa en América Latina.

Colimba: Servicio militar que se prestaba al Estado durante un período de tiempo

33. ¡Señor, si, señor!

La familia Rey tenían una vida normal y corriente hasta el día que la nave de Ivok cayó, casualmente, en su casa. La razón de Anahí para mantenerlo a salvo de las poderosas mentes humanas. Sus padres aterrados en su principio, no querían darle más techo a este ser desconocido. Claro, que la joven chica tenía sus argumentos para defenderlo, seguir con su ideología que no puedes juzgar a todos sin conocer sus historias. Porque, creía en el bien común, ella quería confiar en las personas, nuevamente; muchas veces se equivocaba y terminaba lastimada. Otras veces, prefería no haber tomado ciertas decisiones, sin embargo las consecuencias eran más complejas y dolorosas tras encontrarlas en el camino.

Estaba sentada en la cama, apretando las sábanas blancas entre sus dedos, formando remolinos de tela, que presionaban sus cortos dedos acumulando sangre, una manera de dañarse a sí misma. No recibió noticias de sus padres, o su hermano. El dolor en su pecho era el gran estrés que llegaba con ella. Tenía la mirada pérdida en un rincón del lugar, donde una sombra no dejaba de mirarla con constancia, esperando el momento para atacarla. Eran juegos mentales por la presión psicológica. Temía que el oficial Beccuni tuviera razón, no soportaría más tiempo mantenerse fuerte por salvar a su familia. Se preguntaba miles de veces, qué era más importante; su familia o Ivok.

«Sos una estrella, que brilla y luego se apaga. Pero, no dejaras de ser eterna para mí, de seguro»

No sabía porque pensaba en Ivok y sus últimas palabras. No era la respuesta para salir de este lugar y protegerlos a todos. Solo, era cuestión de tiempo para que su propia locura explotará y arruinará todo lo que era importante para ella.

La puerta se abrió. El oficial Beccuni y dos guardias con armas preparadas ingresaron. El joven hombre se encaminó hacia la cama, tomando asiento a unos metros de Anahí, y sonrió. Ella no lo miró, estaba nerviosa cada vez que esos ojos azules y expresiones superficiales le observaban capaz de atravesarla como afiladas dagas.

-Bueno, ¿no dirás nada? Te di tiempo para que decidas-dijo el oficial.

-No tengo nada para decir.

-¿Prefieres seguir aquí, sin hacer nada ni siquiera lucharás por aquellos que amas?

-Es curioso-dijo Anahí, moviendo su cabeza lentamente hacia él. Sus ojos tomaron un brillo casi siniestro, teñidos de oscuridad-. Debes proteger a tu gente, a tu país. Sin embargo, te pones en contra de ellos.

-Claro que cumplo mi deber, Anahí, ¿por qué no lo haría?

Ella no respondió. Volvió su cara hacia el rincón donde las sombras le intimidaban a todas horas. Uno de los guardias, se acercó hacia ella y le sujetó de la muñeca, despistándola de su visión y le tiró al suelo, Anahí se quejó por el golpe. Se reincorporó, mirándolos con odio. El oficial se levantó, acercándose a ella.

-Daremos un paseo, tal vez así puedas decidir más rápido-propuso el oficial Beccuni.

Anahí no se opuso, no tenía palabras para responderle a esa sugerencia, o más bien, algo obligatorio del militar. El primer guardia empujó a la chica para que caminará, perdida en sus pensamientos, otra vez. Salieron de la celda, continuaron caminando mientras Beccuni le seguía el paso a la inestable joven. Las puertas de seguridad se deslizaron a la derecha, dejándolos salir. Correr y huir no era buena idea, detrás de ella, estaban dos soldados armados, ¿quién pensaría en escaparse y morir en el intento? No era tan estúpida. Tenía que calmarse, ¡Por todas las formas posibles! Siguieron hacia un ascensor, estaban en uno de los subsuelos de la sede militar.

El recorrido fue incómodo, todo el tiempo siendo vigilada por los soldados a sus espaldas y el silencio frío de Beccuni. Ella observaba las habitaciones con los carteles correspondientes a sus servicios, entre ellas, estaban la armería y Beccuni tiró de su brazo, para que no se distrajera tan rápido. En ese momento, Anahí sintió que su pecho daba un vuelco tan fuerte que se frenó, llevándose una mano al pecho, y sentía dolor, mucho sufrimiento. Era Ivok.

-¡Dejalo libre!-inquirió Anahí en un grito de súplica- ¡Lo lastiman!

-¿Perdón, qué dices?

-¡Le duele, puedo sentir todo ese dolor que siente…por favor, basta!

Beccuni no entendía muy bien que estaba pasando con ella pero no se detuvo a poner atención. Siguieron caminando, hacia una de las grandes salas de investigaciones. Entraron por una puerta lateral, donde veían a los expertos moverse de un lado a otro, charlando y trabajando en lo que parecía ser una gran caja eléctrica. Anahí se sentía adolorida, casi no podía respirar de sentir los dolores de Ivok.

-Esto buscaba tu extraño amigo-dijo Beccuni, jalando del brazo de la joven y señalando aquel objeto de unos dos metros de alto-. La fuente principal de energía nuclear. Todo un gran misterio.

-No…¿por qué hacen esto?

-¿Por qué?-repitió él, sonrió-. Está en nuestro territorio, nos pertenece.

-Si vas con ese pensamiento toda tu vida, serás un cínico y loco militar-siseo Anahí disgustada.

-Bajemos, te presentaré al general Montenegro-dijo el oficial, volvió a empujar a la chica para que siguiera el paso. Bajaron hacia el salón de investigaciones. Era una área circular, con un entrepiso de observación. Y, habría unas diez personas trabajando en la tecnología alienígena- ¡Montenegro, tenemos visitas!

Un hombre de piel tostada por varias horas en un spa, de ojos verdes brillantes y el cabello rizado con aspecto de descendiente de indígenas y españoles. El traje de servicio le quedaba muy bien, parecía más rudo que Beccuni. Eso no le agrado a la joven chica. Luego de las presentaciones, Beccuni siguió su plan. Y, Anahí volvió a sentir agujas clavarse en su pecho, dolía tanto que podría vomitar de tantas sensaciones ajenas ¡Pobre Ivok!

-¿Y, ahora qué? No entiendo este paseo por la base-dijo Anahí, tomando asiento sobre una silla libre a su izquierda, casi doblándose de dolor- ¿Qué quieres que vea?

-La verdad, lo dije desde temprano, ¿recuerdas?

-¿Mis padres y mi hermano, dónde están?

-Están bien-dijo simplemente. Anahí sintió otra descarga de dolor, que provocó que cayera de la silla- ¿Qué te pasa?

-Lo estás matando…Lo matan…-susurró, con lágrimas correr por su rostro- ¡Basta! Él quiere ser libre, aprender de nosotros y vivir como cualquier humano más. Todos merecemos segundas…oportunidades, todos merecemos…

35. Resistencia

Anahí había sufrido un ataque cardíaco leve, a causa de experimentar las fuertes emociones del extraterrestre. La tortura representaban a los desesperados cínicos y maníaticos humanos. No esperaba que los militares aprobarán esto para buscar respuestas. Sabía no podía engañarse con la poca bondad de la gente. La justicia nunca era favorable para los inocentes, quienes pagaban las consecuencias por terceros, impunes a sus delitos ¡La vida daba asco! En tanto, los médicos militares mantenían a la joven chica estable en la enfermería, los padres estaba siendo juzgados ante un equipo de justicia. Su hermano, también. Solo, que lo principal era enfocarse en los daños psicológicos de Anahí, donde los militares creían que ella era la clave para descubrir el objetivo del extraterrestre. Si verdaderamente iba a invadir a la Tierra, o estaba buscando un nuevo hogar.

La joven muchacha conectada a cables sensoriales, entre otros aparatos médicos siendo estudiada desde el momento que se desmayó por la gran presión de la telepatía de Ivok, quien había dejado de ser torturado. La mente de Anahí estaba en coma voluntario.

«Sos una estrella, que brilla y luego se apaga. Pero, no dejaras de ser eterna para mí, de seguro»

La voz de Ivok era su fuerte en estos momentos. Todos sus recuerdos se reproducían como una película sin anuncios. La mente humana era misteriosamente brillante, y un conector vital para el riesgo de salud de Anahí. Porque, si dejaba de hacerlo, era una posibilidad de morir del corazón. Entonces, todo su esfuerzo para entrenar a Ivok a este nuevo planeta para él, sería en vano.

Las estrellas brillan cuando son una nueva creación de gigantescas nubes de gas interestelar, que son acumulaciones de materia difusa de generaciones anteriores de estrellas que expulsaron capas externas al morir.

-Ivok…-murmuró. Sentía que su cuerpo no respondía para moverse, e irse lejos de este lugar- Perdón, en serio.

-¿Señorita Rey, puede oírme?

-Perdón, en serio…

-¿Puede apretar mi mano?-le pidió la enfermera a cargo de ella. Anahí no logró lo solicitado por la mujer- ¿Quién es Ivok?

-Él…Merece una oportunidad, no un castigo.

-Eso no depende de mí, señorita Rey.

-Ajá…

Anahí insistió en moverse, pero estaba sufriendo un estado de baja presión y un bloqueo total de su cuerpo. No comprendía por qué todo esto estaba sucediéndole a ella. Debería estar luciéndose con sus retratos en alguna galería de arte moderno, pero las cosas no siempre son destinadas a sus verdaderos propósitos, y ella era una fiel creyente del destino, Ivok llegó para abrirle los ojos, para que volviera a creer en algo. Era un buen extraterrestre, un Clark Kent con la diferencia que tenía cuernos sensoriales y cayó en una dirección automática en la Tierra, no podía irse si su nave seguía averiada. Y, aquella caja de energía nuclear era la clave para que Ivok se fuera. Ahora, en manos del gobierno, un interés mundial para otros países que estuvieron varios años intentando conocer el espacio y sus extrañas formas de vida como las estrellas, nebulosas y Marte.

Estaba harta de esperar que las cosas llegaran por medios inesperados, por tener un tiempo dedicado para ella. Con sus veinticinco años, quería seguir adelante cuánto más pronto, mejor. Claro que las experiencias se presentan en determinadas situaciones que volvían al mismo lugar, siempre; sentirse marginada, y un miedo personal de hablar con la gente, más de diez oraciones estúpidas. ¡Estaba cansada de ser una mujer que sufriera por sus propias decisiones! No tenía que ser así. Ivok no era un error, estaba segura. Había que dejar de ser juzgados a primeras, algo que le pasaba continuamente a Anahí con la gente inepta. Lo odiaba.

Él cambio su vida. Él era su esperanza. Nadie iba a quitarle su razón de vivir.

Abrió los ojos. Las luces le cegaron por unos segundos, sus apreciados ojos avellanas estudiaron la habitación de la enfermería. Al parecer, no veía movimientos ni oía voces cercanas. No lo pensó dos veces, desconectándose de todos esos aparatos y salió de la cama. Terminó en el piso por su débil estado, se puso de pie tambaleándose un poco por la baja presión cardíaca y no sería un motivo para detenerla. Abrió la puerta, encontrándose a Beccuni.

-¿En serio?

-Vuelve a la cama, no estás en condiciones de hacerte la heroína-le dijo secamente.

-No, basta.

-No tienes posibilidades de salvarlo. Ya es nuestro problema.

-¿Nuestro, dices? ¿Es que, no tienes algo de compasión y humanidad?

-A la cama, chiquita-le insistió.

Beccuni no era un hombre que pudieras convencer fácilmente. Eso lo sabía, pero lo intento. Su cuerpo no estaba soportando tanto estrés. El militar le sujetó del brazo, ayudándola a caminar hacia la cama y volvió a conectarla, sin decir nada mientras veía las pantallas encenderse y dejar de hace ruidos agudos. El militar se quedó viéndola, perdida en su mente y mordiendo sus labios con impotencia.

-Estás enamorada de él-observó Beccuni-. Pero, ¿no crees que es peligroso enamorarse de alguien que puede destruirte?

-Lo lastimaron como si fuera una abominación. Es un hombre, tiene sentimientos y un objetivo de sobrevivir-le respondió incrédula que los militares fueron tan crueles. En las películas, mostraban ese lado salvaje y feroz de ellos en las guerras, ¡Por supuesto, que no cambiaba nada!

-Eso dice él…No te engañes mucho, lo peor es la desilusión de promesas que no van a cumplirse.

Anahí levantó su cabeza, estaba enojada que sus ojos arrojaban bolas de fuego de ira. Extendió la mano, sujetando un vaso y lo arrojó contra la cara de Beccuni, bañándose de agua. El vaso se rasgó, cayendo al suelo y rompiéndose en miles de pedazos. El hombre se sorprendió que Anahí respondiera con violencia, negó con la cabeza.

-Cometiste un error, niña estúpida.

En ese momento, sonó una alarma de su trasmisor y se alejó para verificar la urgencia. Anahí lo observó sonreír, mantuvo su mirada sobre él hasta que salió del dormitorio.

36. ¿Eso es todo…?

-¿Cómo te sientes?-le preguntó la enfermera, dirigiendo la silla de ruedas de Anahí por un pasillo.

-Odio todo esto, ¿sabes? Perdí el control de la situación.

-Todos llegamos a tocar fondo, linda-dijo la enfermera, dobló a la izquierda- Pero, significa que debemos volver a ponernos de pie.

Anahí soltó un resoplido de incredulidad que esta mujer militar estuviera dándole consejos, cuando tendría que estar en su contra. Se arrellanó en la silla, observando el cabello teñido de rubio de la enfermera, de piel clara y unas gruesas cejas oscuras. Tenía un aspecto afable, sereno pero una sensación que podría dispararte si llegabas a ofenderla de algún modo incorrecto.

-¿Cómo te llamas?-le pregunto Anahí.

-Sandra Herrera.

-Suena al nombre de un perro-bromeo ella. La mujer sonrió.

-El segundo es Andrea. Y, no suena como perro.

-Ese está mejor.

Siguieron hacia la recepción sin hablar, nada más. Anahí veía gran movimiento en el piso, le ponía nerviosa. Era obvio que no iba a volver a ver a Ivok, nunca más en su vida. Ya todo termino. Sentía un dolor de decepción, porque le falló y no quería que fuera así. Dieron su nombre en voz alta, su familia se acercó a ella. Todos tenían una mirada de alivio que ella estuviera bien, que su estado regresará a la normalidad. Susana, su madre, tenía la mirada de serenidad comprobando que su hija estuviera bien físicamente, porque sabía que sus daños psicológicos habían empeorado por el encierro y la ausencia de los fármacos, siempre existía la posibilidad de recaer.

-Vamos a casa-pidió Anahí desganada.

-Está bien, amor-dijo su madre.

Su hermano le ayudó a ponerse de pie, la enfermera se fue. Su padre, Alberto, abrazó a su hija medida que caminaban hacia la salida de la sede INVAP. La familia Rey quedó impune de delitos, solo que todos tuvieron que firmar la colaboración de entregar al ser extraterrestre para el estudio de la ciencia y que todo estuviera fuera de peligro de invasiones alienígenas. Nada más. A nadie le gustaba la idea de estar en la cárcel, ni mucho menos entregar a Ivok como si fuera un trofeo a las bases militares del mundo. La cosa no era fácil. Sus padres decidieron cuidar a sus hijos, protegerlos y estar juntos, porque eso era tener una familia.

El viaje en avión desde Bariloche a Buenos Aires duraba dos horas y unos minutos. Anahí le daba vértigo observar por la ventanilla, pero su madre no dejaba de llamar a las asistentes de vuelo para beber agua. Y, levantarse unas cinco veces para ir al baño. Su hermano, Facundo, leía una revista de videojuegos sentado junto a Alberto, que pasó el tiempo durmiendo, una excusa para no admitir que los aviones le daban un total miedo, ¡Pobre hombre!

El vacío que sentía sobre su corazón era una gran herida que sangraba, era el dolor de perder a alguien que amaba más, que los modelos suecos y las películas de ciencia ficción. De alguna manera, terminaba perdiendo lo que creía merecer.

CONTINUARÁ

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