En el pleno salir de las estrellas, en la ciudad de la suerte, un un hombre apuesto, pero no por guapo, sino por el hecho de vivir apostando, caminando por la acera, se topó con un pequeño casino; en ese pueblo Providencia, muchos de sus amigos le habían hablado de la suerte que allí se tenía. Y entonces aquel noche, en la ciudad de la suerte, decidió probar lo dicho, apostó todo su dinero en el casino, hasta quedarse sin un solo centavo en su bolsillo, sí, quedó en ceros, sin nada de nada, aquel hombre quería probar si está sí era la ciudad de la suerte. Y lo consiguió. Con monedas de oro le pagaron, sus bolsillos no podían más, y para derrochar su felicidad, se fue a buscar donde tomar, se le iban cayendo las monedas en el camino y siguió como si nada; tenía tantas que no le importaban esas ya.
El hombre se fue cantando y bailando por toda la ciudad.
Esa misma noche en Providencia, una chica poco apuesta, ha encontrado un cadáver, y en sus bolsillos mil monedas de oro. Sus amigas le habían dicho, qué Providencia era la ciudad de la suerte, aquella chica encontró a un supuesto hombre que murió de felicidad.
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