Tendría alrededor de veinte años cuando, al pasar por el templo de “La Merced” o “El Rosario” (1), decidí entrar para confesarme. Apenas crucé la puerta vi que en los costados del confesionario había aproximadamente veinte personas, todas mujeres. El sacerdote que en esos momentos administraba el sacramento era, nada más y nada menos, que el Padre Félix, un fraile dominico español muy conocido por su mal carácter. (2).

Me coloqué enfrente del confesionario, como era costumbre en mis tiempos y, en cuanto llegó mi turno, me acerqué y me puse de rodillas frente al sacerdote. Éste, con una cara de extrañeza y notoria molestia me dijo con voz grave y agresiva:

– ¡Y tú! ¿qué quieres? -.

– ¡Me vengo a confesar padre! – le dije.

– ¡Pues no!, ¡Yo no confieso a nadie de frente! Así es que, ¡párate y lárgate para la orilla! – me dijo, a la vez que me señalaba con su mano en dirección a una de las filas laterales.

    Un poco apenado con la regañada traté de disculparme y explicar mi proceder:

    – ¡Perdón padre! Pero es que en mi casa me enseñaron que los hombres nos debíamos de confesar de frente y las mujeres por los lados del confesionario -.

    – ¡A mí me importa un carajo como le hayan enseñado! – Me gritó enojado. – Y ¡aquí se hace lo que yo digo! Así es que ¡quítese y no me haga perder más mi tiempo! -.

      La gente no dejaba de mirarme y murmurar, algunos se burlaban en voz baja. Yo me sentía fatal. Estaba evidentemente ruborizado y, por dentro, encabronadísimo. Aun así, tomé mi lugar al final de la fila. ¿Qué le iba a decir al padre después de aquél colerón? ¿O acaso debía callar lo que sentía en esos momentos?

      Cuando por fin llegué al confesionario el fraile abrió la ventanita y me dijo:

      – ¡Ave María Purísima! -.

      – ¡Sin pecado original concebida! -.

      – Dime tus pecados -.

        Yo le contesté: – ¡Acúsome padre que le acabo de mentar la madre (3) a un sacerdote-.

        Fray Félix se levantó rápidamente para mirarme con detenimiento. ¡Sus ojos echaban lumbre!…Respiró profundamente, se volvió a sentar en el confesionario y con una voz ya más tranquila y pausada me dijo:

        – ¿Qué más hijo? – …

          1. El templo de la Merced es una hermosa construcción barroca de una sola torre, ubicada en la esquina de las calles Matamoros y Venustiano Carranza de la ciudad de Aguascalientes, México.

          2. Cuando se construyó el templo, allá por el siglo XVIII, era la orden de los Mercedarios quienes servían en este recinto que estaba dedicado a la Virgen de la Merced; cuando éstos tuvieron que irse, frailes españoles de la orden de Santo Domingo ocuparon su lugar, estableciendo el culto a la Virgen del Rosario.

          3. Mentar la madre es decirle a alguien que su madre es la más puta del mundo.

          Templo de «La Merced» o «El Rosario» en Aguascalientes, México (pinterest.com.mx).

          Templo de «La Merced» o «El Rosario» (ags.gob.mx).

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