Cuando mi cabeza retumbó sobre la inconsciencia de la almohada

traía la cabeza hinchada de pensamientos.

En un intento por salvarme

me los tragué para luego expulsarlos

en nubarrones de lágrimas

que mojaban la punta de mis orejas.

Lloré 3 horas.

Con un agujero a la mitad de mi pecho

que desmesuradamente iba creciendo

así como las margaritas en primavera.

Pero yo tenía una tormenta

que era incapaz de calmar.

Porque no estabas tú.

Etiquetas: poema

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