— ¡Mamaaá! ¡Mamaaá! El grito angustiado de mi nieta me saca de la cama de un salto. Corro a su dormitorio y la encuentro acurrucada, oculta la cabeza bajo la almohada. Aparto el embozo y entre la rendija asoman un par de ojillos asustados. Respira agitada. — ¡Que venga mamá! — Mamá está en el...
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