Con la tierna edad de los seis años tuve que enfrentarme a mis miedos más profundos. No me mires así, Ricardo, que ya sé lo que estás pensando, que soy una dramática y que no sería para tanto. ¡Pues sí! Había rumores por el colegio, los niños te hablaban en susurros sobre Fulanito o Menganita,...
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