En el invierno imposible de 1928, el pueblo ártico de Hvíturstrond sucumbió a un hambre más antigua que el hielo. Cinco cazadores partieron al mar congelado y solo dos regresaron, trayendo consigo algo más que carne: un líquido verde-negro, un susurro en noruego invertido, una ofrenda que convirtió el hambre en rito. La aldea bebió....
Seguir leyendo
5
0