Joaquín no era hombre de nostalgias ni de promesas. Tenía una relación cordial con el tiempo, un pacto, un acuerdo: lo dejaba pasar, sin urgencias ni reclamos. Le gustaba su vida tranquila, su cama grande y sin ruido, la quietud de los domingos. Practicaba el desapego como otros practican yoga o meditación. Y, sin embargo,...
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