«Extiéndete los labios de tu coño para mí bebé», dijo con voz áspera. Me acerqué a mis labios para descubrirlos empapados de dulce humedad. Hice lo que me dijeron y saqué la delicada carne rosada. Pude sentir el aire entrar. Se paró en la cama mirándome. En este campo, solo tenía un nombre. Dominar. «Quiero...
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