Entró al bar con las orejas congeladas y rojas. La empleada la recibió con un fingido entusiasmo que denotaba un día completo de trabajo, tenía los ojos cansados y solo sonreía con la boca. La hizo esperar y eso no le gustó. Al final, la misma empleada, cansada, la acompañó hasta su lugar: se sentó...
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