Bajo la lluvia -DN

Bajo la lluvia -DN

Sara

02/08/2020

El inspector Larraga se presentó junto a otro agente en nuestra casa por la mañana pidiendo que todos los miembros de la familia estuviesen presentes ya que tenía que darnos una importante noticia. Todos perdimos el aliento desde que vimos aparecer al inspector. Bueno, realmente la causa de nuestro malestar no era culpa del inspector, él sólo se dedicaba a hacer su trabajo.

– ¿Qué tal se encuentran? – Preguntó el inspector en cuanto todos estuvimos en la mesa del comedor sentados.

– Por favor, dinos por qué ha venido hasta aquí. – Sentenció Daniel.

– Sí… Tengo que comunicaros una mala noticia. – Titubeó antes de continuar. – Esta madrugada han hallado el cuerpo de una mujer en la orilla del río Sadar.

– No… – Sollozó mi madre.

– Todo apunta a que el cuerpo pertenece a Alicia Erasun…

El silencio envolvió la estancia hasta que mi madre se levantó de la mesa sin poder contener las lágrimas y salió corriendo por la puerta. Mi hermano fue tras ella y yo me quedé con el inspector sin siquiera saber cómo reaccionar.

– ¿Cómo ha ocurrido? – Las palabras salieron de mi boca sin apenas darme cuenta de lo que decía.

– Todavía es pronto, se están analizando todas las pruebas.

Le sostuve la mirada mientras me lo decía, el inspector estaba notablemente nervioso. Imagino que dar una noticia como aquella no es fácil. Pero quería saberlo todo acerca de mi hermana, estaba muy unida a ella y necesitaba toda la información. Cuando vio que no me daba por vencida, que con una simple frase preestablecida no me iba a tranquilizar siguió hablando.

– Apareció semidesnuda, con la ropa rota y con varias heridas de un arma blanca.

En ese momento apareció Daniel por la puerta pidiendo a los agentes que se fuesen, alegando que nuestra familia necesitaba asimilar la noticia y asegurando nuestra colaboración en caso necesario. En cuanto salieron por la puerta, mi hermano me miró fijamente y abandonó la habitación sin decir nada más.

Salí al pasillo y me senté en uno de los escalones que bajaban al portal. Siempre que me agobiaba en casa salía y me sentaba en aquella vieja madera para olvidarme de todo. No podía asimilar aquella noticia, era imposible que le hubiese ocurrido eso a Alicia, no se lo merecía. La muerte de nuestro padre en aquel accidente hace apenas dos años nos unió más que nunca, porque ella era la única persona que me entendía, al fin y al cabo ambas sufrimos el mismo dolor. Fue la única que intentó ayudarme, a diferencia de mi hermano y mi madre que me dieron la espalda, con tan solo 15 años, únicamente recibía reproches y malas palabras por todo lo que pasaba.

Alicia era una persona muy sencilla, ¿quién iba a querer quitarle la vida? Siempre se preocupaba por los demás, se ofrecía para prestar su ayuda en todo momento… No tenía sentido. Se que su relación con Martín terminó hace algún tiempo, y que él le seguía llamando, a veces oía discusiones desde su cuarto. La verdad es que no lo había pensado, pero Alicia llevaba unos días bastante triste. Martín no pudo haber sido… por mucho que discutieran o que se llevasen mal, él no era mala persona, siempre estaba cuando le necesitábamos.

Me levanté y volví a entrar dentro para ir a mi habitación, necesitaba descansar y asimilar este duro momento. Al pasar por la habitación de Alicia, vi que la puerta estaba medio abierta y sin pensarlo demasiado entré dentro de la estancia. Todo seguía igual. Olía a ella. Las lágrimas comenzaron a descender por mis mejillas a medida que me adentraba en su habitación. Fui hasta el tocador y me senté en la silla mirándome en el espejo en el que se arreglaba mi hermana. Cuando fui a coger un pañuelo de mi bolsillo para secarme las lágrimas me fijé en que uno de los cajones estaba mal cerrado y se intuía una fotografía. Lo abrí del todo y la cogí. En ella salía Alicia, tan guapa como siempre, con su largo pelo ondulado, junto a un hombre que no había visto nunca. Le di la vuelta y observé que había unas letras escritas en el dorso.

          Querida Alicia:

          Gracias por cambiar mi manera de ver la vida. Siempre te llevaré en mi corazón.

          Víctor Andueza.

“¿Qué? ¿Quién es Víctor Andueza? y, ¿por qué nunca he oído hablar de él?” Pensé dando la vuelta a la imagen para observar mejor. Cogí mi teléfono y busqué aquel nombre en Google. Enseguida encontré uno de los bufetes de abogados más importantes de Pamplona, Bufete Andueza, me metí en su página web y encontré la dirección que, curiosamente se encontraba a dos calles de nuestra casa.

No pude evitarlo, bajé corriendo las escaleras y salí a la calle notando como el frío se metía en mis huesos. Seguro que Víctor tiene algo que ver con todo esto, “¿cómo puede ser que mi hermana no me hubiese contado nada de esto? ¿Era su nuevo novio y me lo había ocultado?” las dudas se iban acumulado en mi mente mientras recorría los escasos metros que me separaban de aquel bufete.

“¿Que hago aquí?, ¿que pensaba decirle? Si ni siquiera me conocerá, debería volver a casa” Pensé cuando vi mi reflejo en aquella puerta de cristal. “No debería haber sido tan impulsiva, estas cosas debería investigarlas la policía y no entrometerme en estos asuntos. ¿Pero había ido hasta aquella calle para nada?”, no lo pensé ni un minuto más y llamé. La puerta se abrió nada más llamar y subí por las escaleras hasta el primer piso, siguiendo las indicaciones de un letrero pegado a la pared. Al final del pasillo pude ver una puerta entornada con un gran cartel que lucía el nombre del bufete en grande. Continué hasta llegar y entré sin miramientos.

– Buenos días, ¿en qué podemos ayudarle? – Dijo una secretaría sin levantar la vista de su ordenador portátil. Iba vestida con un vestido rojo muy ceñido, unas gafas de pasta negras y el pelo recogido en una larga coleta.

– Quería hablar con el señor Víctor Andueza – balbuceé.

Dando un brinco, la secretaria, se levantó como si hubiese visto un fantasma aparecer frente a ella. – Pero tu… Tu no estabas… – Dijo entrecortadamente justo cuando cuando salió de una de las puertas un hombre alto con un elegante traje negro ojeando unas hojas.

– María, puedes tramitar este expediente, necesito tenerlo en la base de datos para esta tarde… ¿Alicia? – Se cortó en cuanto levantó la mirada para mirarme.

– Perdone, no… yo soy su hermana, Julia. Me gustaría hablar con usted… si tiene unos minutos.

– Por supuesto, pase a mi despacho – Dijo apartándose a un lado para dejarme pasar.

El despacho era una habitación gigante rodeada de estanterías llenas de libros de todo tipo. Una de las paredes estaba cubierta completamente con cristales tintados desde donde se podía ver una de las calles principales de Pamplona. Delante había un gran escritorio de madera llena de folios y carpetas, además de un ordenador de última generación.

– Siéntate como si estuvieses en casa y dime, ¿qué te trae por aquí? Hace varios días que no veo a Alicia, tu hermana… Parecéis gemelas.

– Si, alguna vez ya nos lo han comentado… no sé si lo habrá escuchado en las noticias pero…

– No suelo ver mucho la televisión, apenas tengo tiempo – Dijo señalando con la mirada la pila de carpetas acumuladas en su escritorio.

– Ya, entiendo… El caso es que mi hermana desapareció hace dos días – Le dije mientras él me observaba atentamente con la mirada cada vez más preocupada – Hoy han hallado su cuerpo sin vida..

– No sabes cuanto lo siento Julia – Dijo levantándose y sentándose en la silla contigua a la que me encontraba yo – ¿Qué ha ocurrido? ¿Cómo ha ocurrido todo? Es la peor noticia que me podías haber dicho… Yo amaba a tu hermana… Nos conocimos el verano pasado y todos los días que pasaba junto a ella era feliz de verdad, pero ella decidió que no podíamos seguir juntos. – Me cogió una de las manos y continuó diciéndome que si necesitaba cualquier cosa podía contar con él.

Tras unos minutos más hablando con Víctor bajé las escaleras más confundida de lo que estaba cuando había llegado, aquel hombre había sentido mucho la perdida de mi hermana. Ya había anochecido aunque todavía no era muy tarde, no me apetecía nada volver a casa, pero la lluvia caía cada vez con más fuerza. “Hasta el cielo estaba triste por todo lo que ha pasado” pensé.

Anduve por todo Carlos III, hasta llegar a la plaza de toros y finalmente hasta el paseo que acompaña al río Arga. Nuevamente comencé a sentir el calor de las lágrimas recorriendo mis mejillas. Sólo espero que todo esto pase pronto. Que encuentren a la persona que le hizo eso a mi hermana, que pueda descansar tranquila…

Oyó un ruido tras ella y se giró rápidamente enjugándose las lágrimas con la chaqueta. Y allí estaba, tan deslumbrante como siempre a pesar de la lluvia que caía y empapaba todo a su paso.

– ¡¿Por qué has tenido que venir?! – Dijo con una voz grave, totalmente diferente a la que había escuchado minutos antes, y la mirada perdida.

– ¿Qué quieres de mí? – Pregunté asustada.

– ¿Qué quiero? ¡Quiero que mi vida vuelva a ser la de antes! ¡Lejos de ti y de tu familia! – Contestó fuera de sí.

– ¿Que…? – Las palabras no salían de mi boca.

– ¡Siempre lo estropeáis todo! ¡Primero fue Alicia y ahora apareces tu!

– ¿Qué sabes de mi hermana? – Mi voz apenas era un susurro.

– ¿Tu hermana? ¡Me quitó todo! Toda mi vida, perdí el amor de mi vida, Víctor, casi pierdo mi trabajo, y todo lo que tenía. ¡No aguantaba más! Y ahora vienes tú a preguntar por tu hermanita. – Con cada palabra que decía se acercaba más a mi y yo trataba de alejarme más, pero había dado con la valla que protegía de la caída inminente al río.

– ¡¿Que hiciste?! – Pregunte gritando al darme cuenta de lo que realmente había ocurrido.

– Lo que debía hacer para salvar mi vida y lo mismo que voy a hacer ahora contigo – Dijo con una sonrisa malévola.

No sabía qué hacer, no había nadie por la calle, ni siquiera veía coches. Llovía a mares y conforme pasaba el tiempo la oscuridad ganaba a la luz. Necesitaba hacer algo o moriría.

– ¡Mamá! ¡Mamá! – Grité a pleno pulmón.

María se giró asustada pensando que había alguien detrás y aproveché para correr intentando coger el teléfono de mi chaqueta. Se me resbaló de las manos cayendo contra el suelo, me agaché y lo volví a coger para marcar el número de emergencias. Al ver que estaba llamando por teléfono, salió corriendo y nunca más la volví a ver.

Dos días más tarde el inspector Larraga volvió a aparecer en nuestra casa para decirnos que María Eslava fue persona que le quitó la vida a mi hermana. Nos contó todo lo ocurrido. Víctor Andueza, había tenido un romance con María, pero al conocer a mi hermana, se enamoró de ella y dejó todo de lado. Pensó hasta en cerrar el bufete de su familia e irse con mi hermana cuando se enteró de que estaba embarazada. Cuando María se enteró de las intenciones de Víctor, no pudo aguantar y, por desgracia, fue a por Alicia. Lo que no sabía es que ella había decidido no tener al bebé y habían roto la relación. María ya está encerrada y a la espera de juicio. Pero el vacío que yo siento por dentro, nada podrá llenarlo.

– DN

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