Un atardecer con Eliane

Un atardecer con Eliane

Sofffía

18/07/2020

-Toma Sofi, mamá lo encontró en su habitación- dijo la hermana menor entregándole una foto
-Gracias, pero… ¿cómo estaba ahí? -respondió con entusiasmo y un poco sorprendida

-No lo sé, ya me voy chauuu- la hermana salió corriendo mientras se despedía

Sofía sostenía la foto mientras se sentaba en el sofá de su dormitorio, la nostalgia le invadía. En aquella foto estaba ella con su amiga, ambas de dieciséis años. Entonces recordó.

Era noviembre, Eliane y Sofía se habían conocido en la preparatoria. No eran muy sociables y a causa del destino o del cielo se sentaron juntas al fondo del salón sin conocerse antes. Ambas eran tímidas y tenían dificultad de hablarse por más que necesitaban algún lápiz o lapicero de la otra. Justo cuando la clase ya iba a comenzar, Sofía voltea hacia su mochila para encontrar su librillo y se da la sorpresa, por culpa de su torpeza, que lo dejo en casa. No sabía qué hacer. Tener el libro en clase era muy importante ya que tenías que guiarte mediante él. Sofía sin más remedio se acercó unos centímetros más a Eliane y le pregunto.

-Hola…mmm ¿podemos compartir el boletín? Lo que pasa es que me olvide en mi casa- le pregunto Sofía un poco nerviosa y acomplejada, a que se negara y le mirara con desprecio.

-Si claro- le respondió sonriente con sus pequeños ojos brillantes mientras acercaba su boletín al lado de Sofía

-Gracias- sonriendo y confiando en ella se acerco

Pasaron tres largas horas de trigonometría donde el profesor solo hablaba de las razones trigonométricas y los ángulos notables y mucho más (tema poco entendible, donde él pareciera que hablara solo y los demás esperaran a que el curso se acabe)… mientras que ellas conversaban en silencio de que bonita letra tenían; banda, actor, película, libro, color favorito, a qué carrera iban, por donde vivían, si vivían con ambos padres o no. En esas tres horas, conocían todo de ellas. Las tres horas mas productivas de toda sus vidas. Se sentían tan cómodas al estar con la otra; que su pequeña timidez se convirtió en ser cómplices de las mejores aventuras que tendrían. Cada día se quedaban a estudiar en la biblioteca, comían juntas. Reían de las mismas tonterías y de sus propias ocurrencias, si sentían que cometían un error, se lo confesaban entre ellas. Eran las constantes idas y venidas por los pasillos de las aulas, que se conocían toda la inmensa preparatoria, hasta los lugares que no permitían entrar. Sus vidas se convirtieron en pequeños logros de felicidad que muy pocas personas alcanzaban tener y sentir. Ambas se declararon las mejores amigas con un pacto infantil de mirarse a los ojos y darse pellizcadas en el antebrazo-para poder sentir que no estaban soñando- 

-Aaaahh que hermoso el atardecer, ven Eliane hay que tomarnos una foto- le dijo Sofía con tanta emoción sin pensar en perder la toma

-¿Ahora? pero estoy despeinada, el viento está que sopla en mi cara- le respondió recogiéndose el cabello que tapaba su cara

-Si si si ven rápido antes se oculte el sol

-Sof mira mi cabello- le dijo entre risas

-Te ves hermosa- le respondió Sofia soltando unas carcajadas

-Eres una mentirosa, me parezco a Mafalda despeinada- le dijo Eliane dándole un empujón

-Si te ves como Malfada despeinada pero linda- le menciono mirándola y riéndose sin tener temor a que se sintiera mal

-Si tienes razón me veo linda y sexy así- le respondió con una sonrisa coqueta, entrando en la broma

-Pues claro, seras la primera Mafalda sexy y despeinada 

Las dos rieron. Mirándose una a la otra mientras el viento soplaba en sus cabellos y estos armaban nuevos peinados despeinados en sus caras. Rieron como unos cinco minutos sin parar.

-Pronto hay que tomarnos la foto, quiero que este el atardecer con nosotras- Sofía, le dijo a su amiga, doblando su labio en forma de puchero

-Sí ahora, toma

-Ya está, mira ¿no es una foto hermosa?

-Sí, es hermosa, el atardecer, nosotras… Sabes sale perfecto. Gracias Sof, te quiero mucho- lo menciono Eliane con un nudo en la garganta deseando que aquel tiempo se detuviera así poder estar un rato mas junto a ella.

-Yo también te quiero mucho Eliane, sabes de acá unos años cuando miremos esta foto nos reiremos de nuestras caras, mira- le respondió Sofia con mucho entusiasmo y entrelazándose por su brazo.

Se acercaron juntas hacia el muro (del último piso de la preparatoria) que les separaba de la calle y se quedaron por un rato mirando el cielo anaranjado con chispas rosadas y moradas, pensando en ese preciso y mágico momento -sin pensar en el mañana incierto- hasta que el sol no pudo estar para siempre asomado y se ocultó.

Sofía se levantó de su sofá. Tomo la foto que tenía consigo y la coloco en su velador, al costado de su cama. Se quedó mirando un buen tiempo otra vez, pero ahora pensando en lo que se habían convertido. Pasaron tres años desde ese entonces, no sabían mucho de la otra. Ya no se comunicaban como antes. Pareciera que los recuerdos se hubieran detenido en esa foto. Sofía soltó unas lágrimas sin darse cuenta. Extrañaba demasiado a su amiga. Pero lo que más deseaba era que ella se encuentre bien, donde este y con quien este, que Eliane fuera feliz. Como lo había planeado hace años. Viajar, conocer lugares nuevos y enamorarse de verdad, y lo mejor de todo hacerlo con su mejor amiga. Era largo la espera de volverla a ver, pero tenía fe de que llegaría ese día. Sofía se limpió las lágrimas. Se levantó. Rozo la foto con mucha delicadeza. Y se fue. 

La foto revelaba a ambas muchachas abrazadas por el brazo de la otra. Mostrando un gran sonrisa de oreja a oreja, como nunca lo habían hecho. Sus ojos marrones café reflejaban los destellos de la luz del atardecer. Esos destellos que pasan solo una vez, que son imposibles de verlos de frente, pero si de cerrar los ojos y soñar un instante a través de ellos. 

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