Bajo una gran tormenta, entre árboles que se balanceaban y vientos que aullaban, se encontraba
aquella joven, Miss C, ofreciéndole al mundo más de lo que ella sospechaba, pues en realidad la
veía como una carga pesada, el fruto de una de tantas noches desarropada, su hija no deseada.

El padre, Mr M, estaba profundamente enamorado, y aunque no estaba seguro de que fuera una
buena decisión, optó por evitarle problemas adicionales a las mujeres de su vida, pronunciando la
muerte y llevándose a la recién nacida consigo.

Su primer viaje en coche de caballos la transportaba desde el cementerio hasta su hogar,
quedándose dormida con el sonido de los cascos hasta llegar. La casa no estaba a mucha
distancia, pero de alguna forma había viajado muy lejos. Algunos dirían incluso que del infierno al
paraíso.

¿Cuál es tu plan? ¿Qué estás haciendo?
La madre de Mr M, Ms J, estaba asustada. Por no hablar se su padre en estos momentos. Era
una situación insostenible, forzada a sostenerse sobre sus propias espaldas. Aunque ese trágico
caos estaba amortiguado por el amor. La pequeña, a la que llamaron A, era misteriosa y adorable,
profunda y humilde, sencilla y sofisticada. En poco tiempo se convirtió en la reina de la casa. Aquella enorme casa siempre había estado medio vacía, llena de libros que nadie leía.
Por fin empezaba a brillar, ni si quiera parecía el mismo lugar.

Mr M deseaba conocerla mejor. La miraba, la oía, pero no siempre la veía ni la escuchaba, y eso
le hacía deambular. Le llevaba de un lado para otro, reflexionando y anotando lo que descubría,
con el fin de acercarse más a ella. Tal vez si dejase de reflexionar, tal vez si sus sentidos
percibieran algo más. Puede ser que su reflexión más profunda fuese tan sencilla como dejar de
reflexionar.
¿Puede alguien escuchar si no deja de hablar? ¿Puede alguien ver si no deja de mostrar?
Entonces ella aparecía y le susurraba…

Como el viento en la noche acariciando las ramas, como el olor de la tierra con la lluvia mojada,
como el canto de un pájaro en una noche cerrada, como el calor del sol iluminando la cara, como
el llanto de una mascota abandonada, como el crujir de la madera encogiendo su alma.

¿Adónde me llevas? ¿estás conmigo? Sentía que volaba…

Y así era. Estar con ella desplegaba sus alas, le inundaba de satisfacción y le liberaba.
¿Cómo que te libera? Preguntaba Ms J, que aun dudaba. ¿No tienes miedo de qué será
de vosotros mañana? Como sabes, esta gran casa tiene muchos gastos, y tu sigues sin ganar
nada.
Claro madre, lo que no sé si recuerdas, es que esta gran casa durante mucho mucho tiempo fue
mi gran prisión. ¿De qué le sirve a alguien ganar el mundo entero si se pierde a sí mismo? Jesús
una vez preguntaba… Y yo he ardido entre abrasantes llamas, he mendigado como un vagabundo
sin cama, he cruzado el océano de la multitud como un fantasma, sin que nadie me viera ni me
mirara. No es ni esta ni ninguna otra la casa perfecta, pues la casa perfecta es aquella a la que se
le puede llamar hogar, y mi hogar vive conmigo, nació en aquella turbulenta noche agitada, y ella
me ha bendecido con la paz de no tener miedo de nada.
Me estás poniendo más nerviosa, respondía Ms J. ¿Qué quieres decir? ¿Aun estás enamorado de
Miss C? Ya sabes como es…

Miss C era una joven muy complicada. Una sirena de espíritu libre encadenada. Una gran bola de
fuego rodando y arrasando lo que encontraba. Cuando entró en la vida de Mr M, ya nada volvió a
ser como antes. Se podría decir que le asesinó y le salvó al mismo tiempo. Se podría decir que Mr
M había nacido para ese momento. Se podría decir que Mr M nunca la olvidaba. Y eso a Ms J de
nuevo la tenía preocupada.

Claro que lo sé madre. Tal vez no lo sepas tu. ¿Has visto el sol esta mañana? ¿Viste la luna
cuando te acostabas? Me gustaría que supieras lo que hay detrás. Me gustaría que confiaras en
la divinidad. Me gustaría que supieras que puedes descansar en paz.

Descansar en paz… Esa expresión está asociada con la muerte. Y a la muerte a menudo se le
tiene miedo. Por lo tanto, se le tiene miedo a descansar en paz.
¿Para qué estoy aquí? Tengo que luchar. Para conseguir lo que necesito, para seguir luchando.
Hasta que un día no puedes luchar más, y te rindes a la paz. Y descubres que la muerte no está
tan mal. Si tan solo pudiéramos morir antes de ser enterrados, tal vez descubriéramos que hemos
reencarnado. Que reencarnamos cada nuevo día, cada vez que espiramos. Pero eso qué más da,
tengo que seguir luchando ¿Y si dejas de reencarnar siempre en el mismo sitio?
¿Y si dejas que todo descanse sobre tu conciencia? ¿Y si el pájaro que canta es tu
subconsciente? ¿Y si estás luchando contra ti mismo?

Son palabras a las que se les suele llamar filosofía barata, palabrería, tonterías.
Eran la clase de tonterías que a Mr M le encantaban. No tenía trabajo, ni sueldo, por lo que tenía que decidir qué hacer para vivir por su cuenta. Vivir… Le gustaría encontrar esa forma de vivir que no supusiese luchar, y eso no es fácil dicen. Pero hay muchas guerras más atroces
que la que vivir le podría suponer a Mr M. Tal vez podría dedicarse a hacer ver que todas esas
guerras llenas de dolor, son con frecuencia fruto de la ambición del pozo sin fondo de las personas!
vacías por dentro. Si encontrara la forma de llenar ese pozo, sería un milagro!
Un milagro porque es en lo que llevan trabajando las personas más geniales toda la historia. Las personas más geniales son lo opuesto a las anteriores, son fuentes sin límites. Fuentes de
donde mana amor, paz y armonía constantemente. ¿Cómo es posible? ¿De dónde sale?
Tal vez los pozos sin fondo tienen una conexión con las fuentes sin límites. Tu puedes matar a
alguien. Pero a lo mejor no precisamente a quien tu querrías. También puedes amar a alguien que desearías no amar, pero con el tiempo puede ser tu salvación.

La pequeña A y Mr M cada vez estaban más unidos. A eso me refería. Mr M amaba a Miss C a
pesar de tener que estar distanciados. Era como el romance entre el sol y la luna. Y ese amor dio lugar a ese misterioso nacimiento, que fue la salvación de Mr M. Ya nunca se sentía solo. En cualquier situación, su existencia le llenaba. Y eso le convirtió en una persona genial, de donde!
sin fin amor manaba. Ahora podía descansar en paz. Y confiaba en que las cosas iban a salir bien.
No era necesario romperse la cabeza ni la espalda, aunque esa posibilidad tampoco le asustaba.

Parecía que la pequeña A tenía aun mucho que enseñarle a su padre sin embargo. A veces
gritaba, otras veces se quejaba. Mr M quería como siempre entenderla. ¿Qué te pasa cariño?
Aunque el amor en ocasiones es complicado. No sabes si debes entender o hacerte entender. No
sabes si tienes razón o no. Tener esa duda siempre ayuda. Te permite tener más de dos ojos y más de un cerebro. La fe y la paciencia te acercan adonde te gustaría llegar. No mañana, si no
ahora. ¿Qué hay de paciencia en llegar ya? Parece contradictorio. Pero para mí la paciencia no es
esperar. Para mi la paciencia es una actitud. Una forma de estar. Un reposo sin pretensiones de
alcanzar nada, si no de percibir lo que ya está ahí. ¿Y la fe? La fe diría que es un profundo
convencimiento de que todo lo que ocurre es la obra de Dios. Y si Dios lo está escribiendo así, no
es por casualidad. Es cierto que tu escribes tu parte, pero no escribirás nada que Dios no permita.
Así lo veo yo. Y la combinación de fe y paciencia es realmente poderosa.

El padre de Mr M, el señor Mr F, era el que más alejaba a Mr M de su querida hija. Al igual que Ms
J, era un escéptico total en cuanto a la capacidad de su hijo para mantenerla, incluso para
mantenerse a sí mismo, con los medios que Mr M pretendía. Por eso, le empujaba
constantemente a que ocupara su tiempo en otros quehaceres.

Tu y tu hija no llegaréis a ninguna parte. Tu hija no es nadie especial. Cualquiera tiene una hija
mejor que esa estúpida e inútil a la que tanto adoras.
Esos comentarios herían a Mr M, y le hacían perder el norte, perdiendo los nervios y estropeando
incluso la relación con su hija en esos agitados momentos. Pero su hija era una chica especial
realmente, aunque Mr F no pudiera verlo. Y un día, viendo una de esas escenas, le dijo a su
padre…

Papá, no me gusta verte así. He oído que hay un lugar donde la gente quiere conocernos. No está
demasiado lejos. ¿Porqué no nos vamos juntos allí?  

Dicen que no hace falta mucho dinero. Y que podríamos estar juntos el día entero.
Tu podrías escribir, cantar y meditar. Yo podría leer, bailar y soñar.
Es en ese complejo budista del que te hablé, en la provincia de Cáceres. ¡Aquí al lado!
¿No sería maravilloso?

El plan es muy interesante y prometedor cariño, lo voy a pensar. Hay algo que me hace dudar, y
es que no sé si es bueno abandonar así en vez de intentar resolver los problemas personales que
surgen en la familia. Ya sé que tu abuelo no ha hablado bien de ti, pero recuerda que la
compasión es una gran virtud, y quizás estemos aquí para demostrarle tu y yo que está
equivocado. Se comprensiva, está asustado, no es capaz de ver quien eres aun… Démosle un
tiempo, y mientras pensaremos si es esa la mejor decisión. Te quiero.

Es maravilloso oírte hablar así… Cada vez me siento más unida a ti. Es una bendición saber que
me has encontrado, que estás justo aquí a mi lado. Tal vez tengas razón, puede que no sea
necesario huir a ninguna parte, siempre que tu estés cerca me sentiré amada.
En ocasiones me gustaría saber donde está mamá. Algún día me lo contarás, ¿verdad?
Yo confío en ti, sé que tienes un plan… Tan solo me gustaría ayudarte.

¿Un plan?
La vida es eso que te pasa mientras estás ocupado haciendo planes. Sonrió Mr M recordando
aquella célebre frase. Tu madre está en un hospital. Pero es una mujer muy fuerte, y sé que me
crees cuando te digo que la distancia jamás nos separa. Ella vive en ti, vive en mi, y nosotros en
ella. Está trazando su camino, pero nunca está sola. La conocerás en el momento adecuado. Ese
día será el más feliz de mi vida. Pero recuerda que nuestro símbolo es el del infinito. Supongo que
entiendes qué significa eso.

Recostada en el fondo del mar, orgullosa y emocionada, feliz y asombrada, por fin enamorada.

Poco a poco la hija de Mr M y Miss C se va abriendo camino. No hay de qué preocuparse porque
ese es su destino. Está claro que la mayoría no puede verla, pero empiezan a escucharla e
intuyen que hay algo más, intuyen que les transporta a otro lugar. Sin necesidad de viajar, van
percibiendo la paz.
Bendito es el fruto, de tu vientre…

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