Sombras

Eran aproximadamente la una de la madrugada, me encontraba haciendo tarea de matemáticas con la televisión prendida en una película de acción. Las puertas corredizas del balcón estaban abiertas y una brisa suave refrescaba la habitación Decidí ponerme en pie y cruzar a la cocina a servirme una taza de café con leche. La cacerola sobre la candela bullía y la leche subía por sus paredes a punto de derramarse por los bordes. “Oh vamos” Si solo se tratase de agua no me encontraría en esta situación, pero al parecer era una de esas personas que no pasaban el café solo. Al colocar una cucharada de granos molidos dentro de la taza y después de diluirlo por unos segundos, volví a sentarme en el mueble junto al televisor. “Una nueva normalidad” Las palabras de la reportera de las nueve resonaron en mi cabeza. “Una nueva normalidad”, susurré. ¿Pero, por cuánto tiempo? Acerque los labios hacia el borde de la taza. Una corriente fría helo mis piernas. Lentamente giré la cabeza hacia el balcón como si el susurro del viento me hubiese llamado. Las cortinas blancas flotaban en el aire, y en su transparencia pude observar una niebla vaga de color negro. Antes de que esta desapareciese mis ojos lograron captar una sombra humana. No me asuste, ya la había visto antes. Desde que era pequeña veía este tipo de cosas. Sombras andando en la oscuridad y en el claro de día, pero en ese entonces era muy inocente para saber que o quienes eran esos seres.

Últimamente no he podido dormir mucho por el temor de nunca despertar. Le temo a la noche porque sé que no estoy al control de mi propio cuerpo. Al menos antes podía salir con amigos y distraer mi mente, fingir estaba bien, y hasta veces yo misma me creía. Pero algo anda mal. Lo he sabido siempre. Desde la primera vez que no pude contener el aire hasta estas últimas noches en las cuales he sentido como la temperatura de mi sangre disminuye drásticamente, y aunque aquello sea normal, no quita el hecho de que me siento muy despierta como para contemplar como poco a poco mi cuerpo se duerme sin mi permiso. El sonido de los carros en la carretera, helicópteros sobrevolando la ciudad. El grito angustiado de la incertidumbre que rodea mi habitación.

Me estiro unos segundos para luego agarrar el teléfono sobre la mesita de centro, eran la una y cuarenta y cinco. Ya todos dormían, pero yo no quería. Tenia miedo de las voces en mi cabeza, pues mas que voces eran mis propios pensamientos, tenían cara y poseían un cuerpo, lo cual terminaba por angustiarme mucho más. Mantuve mi vista en la puerta de mi habitación, desde donde estaba podía observar las persianas abiertas y recordar las veces que prendía la luz e iba corriendo a cerrarlas temiendo que ese algo me encontrase o peor abrir los ojos y encontrármelo. Se que estoy hablando disparates, pero ya van a ser las dos y mi cuerpo necesita descanso.

Vuelvo a estirarme mientras la taza de café descansa a lado mío sobre el colchón del mueble. Aquel eso del cual hablo no es algo que se presencia en el mundo físico en el cual vivimos, sino en el mundo de los sueños, en los cuales se requiere gran experiencia para poder controlar nuestra propia suerte. La mente es engañosa, pero es el subconsciente el cual uno debería temer, pues estamos atrapados en el casi la mitad de nuestras vidas. Volviendo a lo de las sombras, diré por que ya no les tengo miedo. Ellas vienen de afuera, no de mí. No ocasionan el inesperado temblor en mis manos ni la rápida palpitación en mi pecho. Se que no son reales, no existen, son simples reflejos de la esencia humana. Pero para personas como yo que viven en terror de lo que para otros es inexistente, esta esencia, esta naturaleza, no es más que un guía al mundo de los sueños, del cual previamente ya te he hablado. Es como si hubiésemos nacidos predispuestos a encontrarnos con uno de ellos alguna vez en nuestras vidas. Últimamente se ha escuchado de muchos entrando al mundo de los sueños, pero una vez que todo esto acabe, me pregunto si volverán a ser los mismos. Tal vez sí, tal vez no. Estos entes del cual les hablo se dividen en día y noche. Los del día se llaman soñadores mientras los de noche se los conoce por nieblas. Entiendo que esto sea un poco confuso, pero déjame explicarte un poco más. Ya he dicho que estos entes son guías, pero así mismo como hay sonadores en el día los hay en la noche, y así como hay nieblas en la noche también las hay en el día. Aquel que vi en la ventana era un soñador que me ha inspiro a escribir esta historia, pues así mismo como las nieblas no hacen temblar mis manos, los soñadores no mueven mis dedos sobre el teclado, pues como he dicho son solo esencias. Sin embargo, ambas conducen al mundo de los sueños. No se si has podido entender hasta ahora porque soy como soy. Tiendo a seguir tanto a soñadores como a nieblas. Y no es porque yo quiera, pues hay veces en las que me gustaría no sentir mucho.

Ya son las dos y media y la película ha acabado. Me pongo de pie, apago el televisor y me dirijo hacia la habitación. Y por si no has entendido, no le temo a las nieblas, pues son esencia de la naturaleza humana, en palabras simples son un reflejo de la maldad que habita en nosotros creando temores que no entendemos pues sabemos de lo que hemos sido capaces a través del tiempo. Y los soñadores son el sol en pleno resplandor del alba, el aire fresco que nos dice que estamos vivos, nuestra esperanza y deseos, y la inspiración de muchos. Ambas sombras son matices de la vida.

Me acomodo entre las sabanas de mi cama. Lamentablemente todo tiene un precio. Y no es que haya algo malo dentro de mí, solamente he reconocido mi fragilidad, la fragilidad humana, y eso es lo que mas me aterra.

Me despierto con la luz del sol sobre mi rostro. Las percianas estan abiertas. Despues de todo la vida es bella.

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