La banqueta de siempre, un atardecer cualquiera, pueden ser el escenario perfecto para conocer a un Emiliano perdido, hola, viene siendo la palabra vínculo para conocer a una persona y los medios de comunicación son independientes.
Ya casi eran las 15:00 pm, el viento sigiloso hacía notar una tarde de invierno, Paula se había mantenido expectante a la llegada del autobús, mientras batía sus piernas estando sentada en la banqueta, había notado la presencia de un muchacho en la esquina de la cuadra, ¿Quién es?, Nunca lo había visto por aquí, o ¿quizás sí?, empezó a preguntarse y como por arte de magia, el muchacho giro su cabeza y miro a Paula, ¡ups.! Rápidamente ella volvió su mirada hacia otro lugar y de pronto él empezó a caminar hacia Paula, al llegar mostró una sonrisa encantadora, un interés misterioso y con un guiño dice: ¿Te acuerdas de mí?
Imposible decía ella en sus pensamientos, como recordarlo, jamás lo había visto, pero mientras hacia un esfuerzo por recordarlo, ya surgió una afirmación:
– Estabas muy hermosa aquella noche, como ahora, sin duda una hermosa mujer.
Y Paula con ojos de asombro, movió su cabeza, encogió los hombros, soltó una sonrisa incrédula y se deslizo en la banqueta, invitándole al muchacho a sentarse.
-Estas confundido, si me miras bien, no soy yo a quien recuerdas, mirame bien , además mi rutina se ha mantenido desde siempre, casa – colegio y viceversa, no hay fiestas, no hay salidas, entonces admítelo no soy yo.
– ¿Estas segura?, y como es que recuerdo tu fragancia, mencionó mientras se sentaba alado de ella.
Entonces no se hizo esperar un silencio incomodo, los muchachos sentados en la banqueta ya habían puesto en marcha un plan por separado, ella lo tomaba a él por un completo desconocido aunque encantador y apenas llegase el autobús no dudaría en estirar su brazo y parar el autobús para regresar a su casa, por otro lado él, ideaba una pregunta contundente, que enganchara a la muchacha y pudiera hacer platica, pero era evidente, ella se había incomodado.
Con la incertidumbre de saber si el muchacho saldría con alguna otra declaración que la desestabilizara, Paula empezó a fijar la mirada sobre aquel muchacho.
– Bueno chico de la esquina, dime, ¿cómo es que te llamas?, no, es imposible que te pregunte eso, si ya nos conocemos ¿verdad?
– Por supuesto.
– Entonces la pregunta sería que haces por aquí, no me digas que este es tu sector para estar como picaflor y se echó a reír.
Algo que dijo con toda seguridad, pero al contemplar los ojos cafés y largas pestañas del muchacho, sentía que sus cachetes se empezaban a ruborizar, era algo con lo que ella no contaba, de inmediato los cubrió con sus manos frías que descansaban sobre la banqueta, intentando calmar su timidez imprudente.
El muchacho se había dado cuenta que esta vez no funcionaría su táctica de conquistador, entonces regreso a la presentación tradicional:
– Está bien, así no resultara, mucho gusto me llamo Emiliano, la verdad es que nunca te había visto, no nos conocemos, pero podemos hacerlo, y extendió su mano.
Paula frunció el ceño, tratando en lo más mínimo que se note su desaprobación y dejando al descubierto su cachete derecho, bajo su mano, hasta coincidir con la del muchacho.
– Me he quedado justo aquí porque he confundido la línea de autobús que debía tomar, por un momento he pensado en parar un taxi y regresar a casa, pero al disponerme a cruzar la calle, has aparecido tú, seguramente la vida te puso aquí por algún motivo y no pienso evadirlo.
– Podría creerte aunque no aparentas ser una persona que se pierda en el camino.
– Las apariencias engañan y quizás de aquí en adelante sea el guía de tu vida.
Se miraron fijamente y se echaron a reír, Emiliano apretó sutilmente la mano de Paula y se soltaron.
Como no todo pudo ser ideal, el autobús que esperaba Paula apareció, entonces ella debía despedirse de Emiliano de prisa para no perderlo.
– Ha sido un gusto conocerte y quizás más adelante dejemos de ser desconocidos, cuidate mucho Emiliano, hasta una próxima vez.
Y sin darse cuenta había mencionado muchas palabras en tan poco tiempo, cuando ella había tomado impulso para dejar la banqueta y correr hacia el autobús, algo impidió que se fuera, Emiliano se había levantado con más rapidez y sujeto el brazo de la muchacha.
– ¡Espera!, aun no me has dicho tu nombre y mucho menos si nos volveremos a ver, ¡hey! No puedes irte y dejarme así, con el corazón todo acelerado.
El autobús parecía tener prisa y rebaso a toda velocidad la parada de autobuses donde estaban los muchachos.
Paula no podía creerlo, la única salida que tenía para dejar atrás a Emiliano había fracasado, no puede ser, decía ella en su mente, y ahí estaba otra vez el color rojo y ardiente en sus cachetes.
– Y que es lo que propones respondió rápidamente Paula, o mejor dicho disculpa por ser tan despistada, mi nombre es Paula mucho gusto.
– ¡Genial!
– Si no te incomoda podrías soltar mi brazo, que estando así, la gente puede pensar que somos de esos enamorados que acaban de pelear y yo soy la chica histérica que no entiende de razones y justamente eso es lo que no quiero.
Emiliano soltó una gran carcajada y mientras soltaba el brazo de Paula exclamo: ¡Ay! Discúlpame mi amor, ya me portare bien.
-¡Vaya! así que Paula, que hermoso nombre y no te lo tomes a mal, me parecés una chica muy guapa, y tu nombre conjuga a la perfección contigo.
– Emiliano, también va a la perfección contigo.
– Quiero conocerte más, podemos ser amigos si me lo permite, no te arrepentirás.
Para empezar a conocerse sin duda su primer contacto podría ser telefónico y tener unas cuantas salidas, pero Paula aun notándolo sincero a Emiliano dudaba en compartir su número porque ahí estaba de nuevo el recuerdo de su última decepción amorosa y aunque encantador Emiliano era un completo desconocido.
Pero a ella, arriesgarse no le costaba nada y ahí estaba una vez más, el rubor de sus mejillas.
-Por el rubor de tus mejillas, entiendo que eres de esas mujeres a la antigua, encantadora sin duda, tienes la facilidad de intimidarme y me agrada mucho eso.
– ¿Por qué algo que a mí me da vergüenza a de encantarte?
– Es algo natural, un pedacito de tu forma de ser, por ahora suena a promesas falsas todo lo que pueda decirte, pero sabía que por algún motivo debía estar aquí, démosle al destino un día agradable por recordar y a nosotros la oportunidad de tener una nueva persona en nuestras vidas, ¿qué dices?
– Este color en mis cachetes, son como decir: estoy avergonzada, diré cosas por compromiso, quiero irme, si deseo conocerte, pero tengo dudas, ya me han mentido antes, entonces quiero que venga un autobús y me recoja.
Esa respuesta Emiliano no la esperaba, pero a la vuelta de la esquina ya hacia presencia otro autobús y esta vez no sería fácil que Paula lo volviese a perder.
– Escucha, una oportunidad es lo único que te pido, tú pones las condiciones y acepto que cortemos cualquier contacto si hago algo que no te guste.
El autobús ya se acercaba y Paula tenia los segundos contados para dar una respuesta, pero preocupada por no perder el autobús, fijo su mirada en este y estiro su brazo, el autobús empezó a disminuir su velocidad y mientras ella lo esperaba, voltio a mirar a Emiliano para contemplarlo por un instante, ella trataba de ir en contra de sus emociones, pero su corazón le alentó a arriesgarse una vez más y con un grito desesperado y claro dijo:
– ¡Emiliano!, pon mucha atención, 0999.
El autobús ya estaba en frente de Paula así que ella se subió y sin pensarlo 2 veces, corrió al último asiento para abrir la ventana, sacar su cabeza y completar su número, 569411, no lo olvides Emiliano, decía Paula mientras movía su mano como despedida.
Todo había sido tan repetido, que Emiliano no podía creer lo que había pasado, no había tenido la oportunidad de despedirse de Paula, solo se concentró en memorizar su número, rápidamente saco su teléfono y registro a Paula, fue de locos decir que él aceptaba las condiciones que Paula pusiera al querer ser su amiga, sin embargo, él estaba dispuesto a todo porque ella, era la mujer que había esperado por varios años, era Paula la mujer que había estado en varios sueños junto a él, cuando se visualizaba cumpliendo sus metas.
Y como si fuera un cuento de niños, Ricardo el tío de Emiliano que era vidente, ya le había mencionado que un 21 de Junio, conocería a su compañera de vida, que sería una mujer inesperada, con un rubor en las mejillas que le confirmarían que él, debía haber conocido a esta muchacha ese día y entregarse por completo al amor, a no necesitar a alguien para ser feliz si no a elegir con quien compartir su felicidad y dejarse querer.
Casi imposible le resultaba tomar aire y aceptar lo que había pasado, pero todo con lujo de detalles había sucedido como lo mencionó Ricardo, y era inevitable no creerle, porque todo lo que él decía que pasaría en la familia se cumplía.
Desde el día en el que su tío había mencionado esto, Emiliano vivía un poco incrédulo, pero querer visitar a su amigo Carlos y subirse al autobús equivocado, le confirmaron que ya había sido hora de curar su corazón y tener el inicio de una gran historia junto a Paula.
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