La voz de los no nacidos
«Reconozco muchas caras y conozco algunos nombres, pero pocos individuos que sepan quienes son. Me preguntas dónde puedes encontrarme y te digo en cualquier parte porque soy parte del universo. El nombre y el oficio son distracciones, cárceles, limitaciones; un camino que nos marcan y que seguimos ciegamente tan ocupados que jamás nos detenemos a pensar quienes somos, y el espíritu que es lo que somos, no acepta condiciones. Por eso no hay que confundir lo material con la realidad, por lo tanto no hay fronteras, aunque la mayoría las necesite por miedo al infinito; por eso inventó instituciones como el matrimonio, el nacionalismo, los ideales, la patria, estacas a las que se ata para no tener que vivir la totalidad».
Facundo Cabral
Existe un lugar sagrado para todos, que no reconoce religiones. En este lugar hay oscuridad y paradójicamente no existe otro lugar que dé más luz. Sangre, cordones, arterias, fluidos. Inervación, secreciones, cromosomas. El lugar del milagro, la genética en el estado más puro, la vida empezando a fluir. El útero.
Mientras en la Tierra los hombres toman café y leen el periódico. Los no nacidos contemplan lo que sucede, esperan para ir a ocupar sus cuerpos aún inacabados. Todos los niños del mundo en un mismo lugar, la antesala de la vida. Una especie de torre de Babel, en la que los niños se confunden y debaten sobre lo que ven y escuchan.
Jaime es Rubio, ya se le nota en las cejas, su piel es blanca y frágil, una pequeña mancha morada asoma del lóbulo izquierdo de su oreja, algunos dicen que tiene forma de uva porque su Mamá no las comió cuando debía.
—Mi papá ya me mostró de que equipo voy a ser, estuvo todo el día poniéndome la camiseta del club lo más cerca que pudo, Mamá tuvo que sostenerla para que no se cayera mientras hacían las fotos —Le dijo Jaime a otro de los niños—.
—Sí, el mío dice que voy a ser político como Él y el tío, que me va a encantar dirigir la nación —Contesta Ferrán—. Hijo de Catalanes.
En un rincón, Andreas de padres italianos, escucha la conversación y quiere expresar su preocupación. Entre gritos y gesticulaciones escandalosas Andreas añade —Yo ya estuve viendo en la repisa los libros que voy a tener que leer para ser médico como mi abuelo. Estoy tratando de decidir si ser médico o una eminencia, porque dijeron que eso también estaba muy bien. A lo mejor puedo estudiar unos años menos y ser una eminencia en vez de ser médico.
—Suena bien eso de ser una eminencia —Arriesga Ferrán—.
—Sí, pero al ver todos esos libros y a los adultos ahí tantas horas mirándolos, quietos, en silencio, me dan ganas de quedarme acá adentro. No sé si pueda estar quieto todo ese rato.
Jaime se queda pensativo y exclama al cabo de unos minutos —Yo tampoco sé si quiero salir. Si nos ponemos a analizar tenemos todo lo que necesitamos: Comida, un lugar donde jugar y estar calentitos. Afuera parece que hace frío, los adultos van con toda esa ropa encima. Además podemos ver todo y Mamá está siempre con nosotros.
Svetlana pasaba dando saltos por ahí y al escuchar, se freno en el aire, alguien más tenia la misma incertidumbre que ella sobre el mundo, no estaba tan mal querer quedarse. Entonces exclamó con su vozarrón ruso —No es una decisión fácil. Te entiendo, a mi me pasa algo parecido, ayer fuimos a un cumpleaños, estaba lleno de chicos comiendo hamburguesas y a mi me dieron muchas ganas de probar una, aunque Mamá ya me explico que está mal. Tengo miedo de tener ganas, de que me gusten, así que creo que sí, también prefiero quedarme acá adentro.
— ¿Qué es eso de las hamburguesas? ¿No podemos comerlas? ¿y para qué las hacen?
—No, no podemos. ¿Tu Mamá no te lo explicó Jaime? Están hechas de animales. Tienen caparazones de tortuga, ojos de peces, brazos de jirafas y algunas alas de pajaritos.
—¿Qué decís? —Exclama Jaime exaltado—. ¡Si a mis hermanos les encantan! Además ¿por qué no comerlas si es así? Por respeto, para que no se desperdicien se deberían comer.
—¿Por respeto a su memoria dices?
—Sí, por respeto a los cuerpos y a la memoria.
—Yo por lo único que quiero salir es para usar las piernas, quiero ver qué se siente. Dejar de flotar y empezar a caminar —Le dijo Ferrán a Svetlana para finalizar con la polémica—.
—Si bueno, yo escuché que te empiezan a doler las rodillas, prefiero seguir acá —Responde Svetlana cortante, y se va—.
—Dejar de comer por el cordón. ¿Vieron como comen con tenedores? todos esos colores y formas diferentes. Hay que salir a probar. — Exclama Anthony— un etíope lleno de hambre, de ganas de salir a comerse el mundo.
—¡Yo quiero salir ya! Necesito estar listo, alguien sabe si podemos salir antes de tiempo si lo deseamos muy fuerte —Dijo José, de padres Cubanos—. Lo dijo tan al pasar que si hubiera sido cualquier otra frase no hubiera sido oída y mucho menos tenida en cuenta. Pero esa combinación de palabras formando aquella oración dejó a los demás mudos. Hacia rato que quería interrumpir para preguntar eso pero es tímido y estaba buscando su oportunidad hasta que la encontró. Necesitaba esa información y tuvo que armarse de valor para preguntar.
El lugar no tardo en llenarse de murmullos —¿por qué querés salir? —Le preguntó Jaime—.
—Mi Mamá me leyó una carta hoy. Creo que tengo que apurarme.
— ¿Y era una carta bonita?
—No lo sé. Se me quedo grabada cada palabra, pero no lo sé ¿Puede una cosa ser bonita y triste a la vez?
—Sí, una canción que canta Mamá dice que eso se llama melancolía. Léela.
Para José:
Quiero que seas andinista desde pequeño para que tires piedritas y pidas deseos en la cima de cualquier montaña, y para que cuentes historias en refugios.
Quiero que seas chef y que vayas en busca de las especias del mundo probando los sabores de cada cultura, que tengas un paladar sin prejuicios.
Quiero que seas administrador pero no de empresas, o tal vez si, ¿quién sabe?, pero lo que quiero que administres bien es tu tiempo, porque no tenemos otra cosa.
Quiero que seas un juez prestigioso, que determines quien es el primero en contar en las escondidas y por cuántas figuritas se cambia la última del álbum.
Quiero que seas un gladiador cuando tengas que defender a un amigo.
Quiero que seas economista, que estés dispuesto a hacer recortes en todos los presupuesto excepto en el de dar.
Quiero que seas un inversor, que inviertas tiempo en tu familia, amigos y sueños, en ese orden.
Quiero que seas biólogo, para que puedas acariciar delfines y seguir caravanas de hormigas.
Quiero que seas rico, que tengas acciones en la bolsa de valores. La bolsa de valores de la humildad y la justicia. Que no te engañen hijo, no hay otra bolsa de valores más importante que esta.
Quiero que seas arquitecto, que construyas casas en los árboles pero además quiero que seas arquitecto de tu propio destino.
Quiero que seas músico, que vayas tarareando canciones al trabajo, que alguien tenga que pedirte que no grites tanto en la ducha, que le pongas música a los días.
Pero sobre todo, lo que más quiero es que seas auténtico, que pienses por vos mismo, para que luego puedas decidir por vos mismo y que cuando decidas, elijas alejarte de todo lo malo que hay en el mundo, que no es poco.
Yo no puedo estar para verte crecer, mi mayor esfuerzo no será suficiente. No quiero que te preocupes porque no te voy a dejar solo. No te va a faltar nada. Así me lo prometieron. Yo te dejo todo lo que tengo, que son este par de alas, serán tu única herencia. Confió que con el tiempo aprenderás a usarlas. No las cuides, raspálas, doblálas ensuciálas. Serán señales de que lo estas intentando.
Una cosa más, quizás la mas importante, te daré una semilla, quiero que te la tragues, que la metas en tus entrañas y que la hagas crecer. Será tu motor. Tu búsqueda constante, si haces que crezca invadirá todos los aspectos de tu vida y llegará un punto en el que no podrás librarte de ella nunca más. Es la semilla de la curiosidad, hijo. Te llevará a libros, a artistas, a fórmulas químicas y a constelaciones. Te llevará a personas con los mismos intereses que vos, rodéate de ellos y decí que si a lo que te propongan, pintate el SI en la cara, que sepan que sos de los que arden la vida.
Y ojalá algún día, cuando seas mayor, te lleve hasta mi. Ojalá me busques. Te pido que no hagas de esta una historia triste, porque saber que tendré un hijo libre que vuela movido por la curiosidad es una historia de victoria.
De pronto las eminencias, los deportistas, los políticos y las convicciones hicieron silencio. Ninguno fue capaz de hablar, todos entendían lo que estaba pasando. Todos sintieron ganas de contar historias en refugios y seguir caravanas de hormigas.
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