¿Todos los objetos producen sombra?

¿Todos los objetos producen sombra?

Landa

20/05/2020

En las dos primeras horas de la mañana de ese día miércoles, fue cuando nos encomendaron el trabajo de demostrar, cómo todos los objetos producen sombra, y nuestra profesora, la señorita Norma Cabrera, antes de entregarnos la dura tarea de exponer la veracidad gráfica de las pruebas constituidas por una de las ramas de la física y la química, en la cual demuestra que todos los objetos producen sombras, ahora caería sobre nuestros hombros, todo gracias a nuestra “querida” profesora, la señorita Norma Cabrera. Sería un gran peso, por el hecho de ser el último trabajo del año y el que le diría a la profesora, quién estaba apto para pasar al siguiente grado de primaria. Pero, aún sabiendo que la señorita era una persona muy amable, dulce, paciente, explicativa, dócil, honesta, amante de su hermosa profesión y muy sincera, eso a nadie le importaba, y, mientras que ella se esmeraba muchísimo para explicarnos y describirnos la forma de concretar el trabajo práctico implantado, todos los niños y niñas presentes, gritaban y no prestaban atención a nada de lo que decía la señorita Cabrera, por culpa de todo ese alboroto yo tampoco pude entenderla. Me puse muy afligida y comencé a soltar unas lágrimas y mientras lo hacía, dejé caer en su totalidad el peso de mi cabeza sobre el pupitre en el cual se encontraba reposando mis cuadernos, mis brazos y mi cartuchera de princesas. Entrelazando los dedos de mis manos entre sí sobre la parte trasera de mi cuello me quedé, mientras elevaba la mirada hacia el cielorraso del aula en donde me encontraba, solté un desaforado grito lleno de mucho odio y tristeza, lubricado con saladas lágrimas que emanaba sin restricciones algunas desde las puertas de mi alma. En ese momento la señorita Cabrera, quien se encontraba totalmente inmóvil, engrandece sus brillosos ojos negros y en el mismo instante, lleva el índice de su mano derecha sobre su boca y pegándolo en el medio de sus labios, suelta un zumbido muy elevado y muy parecido al sonido obtenido al presionar el gatillo de un sifón de soda, en ese mismísimo intervalo, todos los presentes, incluyéndome, nos sorprendimos muchísimo y permanecimos en silencio, sin ni siquiera parpadear. La señorita Cabrera, se coloca de pie y con pasos firmes y bien asentados, se dirige hacia adelante de su escritorio y mientras que nos penetraba con sus ojos grandes y negros, como si fueran dos aljibes sin fondos, cruza los brazos al frente de su estómago y dejando caer el total de su peso corporal, se sienta sobre la definida línea horizontal que se encontraba en su retaguardia, creada gracias a la unión de los bordes del escritorio. Justamente en el exacto segundo que sus cuerdas vocales se decidieron a convertir sus vibraciones en oraciones, suena la campana, indicando el comienzo del primer recreo del día.

  • ¡Todos quietecitos en sus lugares! Porque al volver no estaremos más juntos, así que, este trabajo lo llevaran como tarea práctica, y lo traerán terminado en la semana que viene, y deberá estar correctamente perfecto, si es que quieren pasar de grado, bueno ahora sí, guarden sus útiles y salgan hacia el patio de recreo – nos dijo la señorita Norma Cabrera, mientras se acomodaba el delantal blanco.

Pero, antes de que todos nos dirigiéramos hacia el patio de recreo, la señorita se me acercó y mientras, se apoyaba sobre mi pupitre con sus dos brazos rectos y sus manos abiertas, ella me mira a los ojos y suelta una pequeña sonrisa, para después comenzar a explicarme todo lo que estaba intentando decir anteriormente en su clase, y también, me entrega unos muy sabios consejos para que mi trabajo sea sobresaliente.

Después de un día largo de escuela, ni bien escuchó sonar el timbre de salida, me desplace corriendo a toda la velocidad que me entregaban mis finas, frágiles y largas piernas que poseía en mis diez años de vida. Al llegar a mi casa, comencé a buscar por todas partes los tres diferentes materiales que se utilizan para la creación de los objetos: opacos, transparentes y translúcidos. Como me había explicado la señorita Cabrera, pero solamente a mí, porque gracias a mi grito ella se dio cuenta que yo era la única a la que realmente le interesaba saber de su materia. Aunque se me hizo muy difícil encontrar esos objetos en mi casa, porque éramos una familia muy pobre, solamente mi padre trabajaba y no ganaba mucho dinero que digamos, por esa razón en mi hogar no existían tantos objetos de diferentes materiales, pero, no me rendiría, jamás lo haría. Comencé a buscar por todas partes, en la cocina, en el cuarto de mis padres, en el comedor y en la basura que se encontraba afuera, hasta que por fin los halle, por lo menos a dos de ellos. Y como sabía muy bien que tenía tiempo hasta la semana próxima para terminar con el proyecto de ciencias, no me preocupe tanto.

Al llegar el miércoles, todos en mi salón se encontraban muy nerviosos, por lo visto nadie había hecho la tarea encomendada, pero yo me hallaba muy feliz y en total armonía dentro de mi tristeza. La señorita Cabrera, acababa de entrar al aula, dejando su portafolio sobre su escritorio, nos miró fijamente y mientras que colocaba sus manos detrás de su espalda baja, nos dice:

  • ¡Párense todos, por favor! Muy buenos días mis queridos alumnos, espero que en todos estos días que no nos vimos la hayan pasado muy bien, pero, sin haber olvidado sus obligaciones como alumnos míos, es decir; espero que hayan terminado con el trabajo práctico encomendado por mí, porque no quisiera reprobar a nadie, y por favor ya que estamos, que pase el primero.

Mire a mi alrededor y nadie pretendía pasar. Y como explica el señor, Sigmund Freud: “en la psicología de las masas; los seres vivos son incitados a crear lo que la mayoría está haciendo”. En otras palabras, yo también me puse muy nerviosa y no quería pasar, comencé a sacudir mis piernas, y, a rasguñar mi pantalón negro largo, que tenía en ese día de muchísimo calor. La profesora me mira y al hacerlo, me indica frunciendo sus cejas, que poseía una confusión muy fuerte, por el simple saber del, por qué, yo llevaba pantalón largo en pleno mes de noviembre y estando en la provincia de Corrientes.

  • ¿Todo se encuentra bien con usted? Señorita Toledo.
  • ¡Sí profesora! Todo está más que bien – le respondí.
  • Bueno, me alegra mucho saber eso, y entonces, ¿qué le parece si es usted la primera en pasar a exponer su trabajo práctico? ¿O acaso, tampoco lo hizo? Eso estaría muy mal de su parte señorita Toledo.

Comencé a transpirar mucho y mi corazón parecía que se quería marchar ya mismo de ese lugar, salir corriendo desde mi pecho, pero, yo lo detuve colocando mi mano izquierda abierta sobre él y presionándolo hacia adentro nuevamente. Me levanté de mi silla, desclavé un gran suspiro y con una gigantesca sonrisa, de esas que te hacen doler las mejillas al finalizar, le dije:

  • ¡Claro que sí! Yo voy primero señorita Cabrera.
  • ¡Muy bien! Esa es mi querida alumna – me respondió.

Apreté inusitadamente mi cuaderno sobre mi estómago, el cual comenzó a rugir como animal salvaje, por no haber ingerido ningún tipo de alimento hace dos días, y mientras que no paraba de hacerlo, bajé mi cabeza y me dirigí hasta el frente del salón.

  • ¿Seguro que te encuentras bien? Lucía, si no es así, haré pasar a alguien más y vos descansas y te preparas para más tarde, ¿te parece bien así o quieres seguir?
  • No profesora, no se preocupe, yo estoy bien, yo haré mi presentación ahora mismo, sí, por favor.
  • Está bien, haz lo que te parezca mejor, ahora date la vuelta, mira a tus compañeros y comienza cuando estés lista, por favor.
  • Sí señorita, muchas gracias – le respondí.

Y mientras me daba la vuelta cierro mis ojos, dejo caer mis hombros y al abrirlos nuevamente, me quedé recorriendo con la mirada todo el salón y sin más remedio comencé con la explicación de mi trabajo de ciencias.

  • Bueno, préstenme atención por favor, comenzaré con demostrarles como todos los objetos producen sombra, aunque son diferentes unas de las otras, todos proyectan una, y si la profesora me permite, iré a buscar mi mochila, para demostrarles que es así.
  • ¡Qué! Sí, por supuesto que sí, por favor ve y recoge todo lo que necesites.

Volví hacia mi pupitre, tomé con mi mano derecha mi mochila vieja, sucia y toda desgastada, me dirigí nuevamente hasta el frente del escritorio, y mientras la abría, le pedí permiso a la señorita Cabrera, para utilizar toda la superficie superior de su escritorio.

  • Por supuesto que sí Lucía, es todo tuyo – me respondió, mientras que quitaba todas sus cosas de encima.

Después de darles las gracias a la profesora, saqué desde adentro de mi mochila toda vieja, sucia y desgastada, una botella de vidrio vacía, un frasco de plástico, un cinturón de cuero negro para hombre y por último, una linterna pequeña amarilla. La señorita Cabrera, nuevamente me mira muy sorprendida, pero, antes de que me dijera una sola palabra, le dije:

  • Realmente los necesito para demostrar mi proyecto señorita.
  • Ok, está bien, pero, ten mucho cuidado con la botella de vidrio sí, ahora prosiga señorita Toledo.
  • Muy bien compañeros y compañeras de clase, necesito que se acerquen un poco hacia mí, para que puedan ver muy bien y puedan entenderme, cuando les explique lo que estoy por hacer, bueno, comencemos, y primero lo haré con el objeto de material transparente; que son aquellos que permiten el paso total de la luz y por consecuencia, la sombra que se produce es muy débil y casi invisible, pero, eso no significa que no esté ahí, y si se acercan lo pueden ver ustedes mismos, mientras que yo alumbro con está pequeña linterna directamente sobre esta botella vacía de caña, dejada por mi padre, una de las tantas que deja tirada por toda la casa, ya que es su bebida preferida antes de quedarse totalmente dormido sobre el sillón del living y con la televisión encendida. Ahora seguiré por los translúcidos; son aquellos objetos de materiales que permiten solamente el paso de una fracción de la luz, y por esa razón sus sombras son más visibles que la de los materiales transparentes, pero también es una sombra sin mucha definición o en otras palabras, es difusa, y todos lo pueden experimentar, mientras que yo alumbro con esta linterna este frasco vacío de analgésicos que utiliza mi madre, después de que mi padre le grita, le sacude, le escupe y la trata de una inútil e incompetente mujer, como él la llama, aunque su verdadero nombre es Marisa. Bueno, ahora seguiré con el último material, el opaco; que son aquellos que no dejan pasar absolutamente nada de luz y en su efecto, se forma una sombra muy pero muy bien definida y totalmente visible, como lo puedo demostrar al alumbrar a este grueso cinturón de cuero negro de mi padre, y que aparte de ponerlo sobre su pantalón, también lo usa para pegarme cuando llega el fin de cada mes y él no tiene plata para comprar más botellas transparentes de caña, y miren, ya estamos a fin de este mes – les dije, mientras que levantaba las dos mangas de mi pantalón negro largo. 

Todo tendría un gran giro de cambio desde esa mañana, de ese día miércoles del mes de noviembre, la profesora se retiró por unos minutos hacia afuera del salón con los ojos llenos de lágrimas y se puso a hablar con muchas personas, reunidas en otro salón, las cuales después se dirigieron a hablar con mis padres. Obtuve un diez por ese trabajo y al día de hoy, me encuentro enfrente de mi nueva aula en la Universidad Tecnológica Nacional.

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