Me desperté en un sitio repleto de doctores. Sí, sabía que eran doctores pero solo por mera intuición ya que mi mente no daba para más. No me acordaba de nada. Tampoco me dolía nada en particular pero sentía una molesta pesadez en todo el cuerpo.
Me hicieron preguntas muy sencillas a las que yo realmente no pude responder ya no sabía nada de mí. Pero esperaba que ellos sí supieran algo.Un doctor de aproximadamente treinta y pico, creo que como yo, me sugirió dar una vuelta por los alrededores. Me pareció buena idea así que acepté sin rechistar. Me ayudaron a sentarme sobre una silla de ruedas ya que mis pies estaban muy débiles como para caminar.
El aire fresco de fuera me tranquilizó un poco. Me condujeron a un patiomuy amplio. Al parecer nos encontrábamos en un blanco edificio proyectado de forma circular. En el centro había un hermoso jardín rodeadode bancos, casi todos ocupados. Me fijé en que había muchos otros pacientes acompañados de doctores, todos ellos mayores de edad o por decirlo de otra manera, viejos. No quería alarmarme pero… ¿Qué pintaría yo ahí?
Mientras miraba el sitio en busca de alguna pista, el doctor que me acompañaba me dijo que yo tenía visita. Me sentí algo relajado. Al fin vería una cara conocida, alguien que quizá me ayudase a recordar.
– Ya llegó su visita – me informó el doctor.
Miré a donde señalaba. Una mujer de alrededor de treinta años caminaba hacia mí. No era la más guapa del mundo pero sí tenía su estilo. Cabello castaño recogido desordenadamente en una cola baja, ojos verdes, un cuerpo bien definido… ¿quién será ella? al acercarse más noté sus ojos algo rojos e hinchados, parecía que había llorado mucho. No me acordaba de ella pero por la forma en que me miraba parecía que ella de mí sí.
– ¿cómo está? – le preguntó al doctor.
– Sigue sin acordarse de nada, hemos intentado estimularle de varias maneras, pero ahora está estancado en los 55 – vaya… parecía que yo llevaba algo de tiempo ya sin acordarme de nada. Se me erizó la piel y la cabeza se me llenó de preguntas.La joven se agachó frente a mí. Sus ojos… algo en mí comenzó a revolverse y mi corazón latía más deprisa. ¿será…mi novia?
– Papá… – lágrimas rodaron por sus mejillas – papá… ¿dónde está Jaime? Por favor… – le tembló la voz – recuerda…
¿Papá? ¿Yo? ¿Me habré venido al futuro?
Ella seguía insistiendo con que recuerde a Jaime, angustiada. Miré al cielo, pidiéndole que me respondiera sus dudas, cada vez me era más difícil verla así, y mi mente se nublaba por el pánico y el miedo. No me gustaba ver a mi esposa llorar… y a ella tampoco. Ella… un doloroso flash cruzó mi cerebro.
– Flor… – musité descolocado – Flor ¿eres tú?
– Papá, sí papá ¡soy yo! – me apretó las manos.
– Mi Flor… – ¿cómo he podido olvidarlo? Mi cabeza daba vueltas y quería vomitar pero la alegría de volverla a ver se sobreponía. Ella era mi hija, el hermoso regalo que me dejó mi esposa antes de partir… ¿qué estaba haciendo yo aquí? Acaricié su cara para secarle las lágrimas.
– ¿Papá dónde está mi hijo? ¿Dónde está Jaime? – Jaime… Jaimeera mi nieto, Flor me dio un nieto, yo ya era un abuelo… – ¡Dónde está Jaime, papá! – ella comenzó a sacudirme, excitada. Estaba ya fuera de sí, abría los ojos como platos esperando a que le responda mientras yo estaba perdido en vagos recuerdos que intentaba juntar para que tomen forma.
Lloraba ya irrefrenablemente. Mientras los doctores corrían para sujetarlayo me perdía en mi cabeza. Jaime… era un muchacho brillante, tendría como cuatro añitos… se parecía a su padre pero tenía nuestros ojos verdes. Si no recordaba mal nos atacaron y alguien nos secuestró… mis recuerdos estaban divididos en fragmentos de cristal.
– Flor… Jaime… creo, creo que le escondí en el coche blanco – joder ¿qué coche? – era… – me estaba forzando a recordar, tenía náuseas y un fuerte dolor de cabeza. Le metí en un coche para esconderle… ¿qué pasó después?
– ¡vamos papá! ¡por favor!
– Era blanco… sin ventanas.
– ¿Dónde? ¿Dónde está el coche? – la miré a los ojos… era tan hermosa. Siempre se preocupaba por mí aunque yo era un cabezota. ¿Por qué hacía tanto escándalo? Solo fue un pequeño choque.
– Mamá estoy bien, de verdad, no llores – le dije. No quería verla llorar así, pero ella se cayó de rodillas al suelo, llorando con la cara entre las manos. Los doctores le ayudaron a levantarse ydespués de hablarle y convencerla se la llevaron, calmándola. Un par de lágrimas saltaron de mis ojos. La habré cagado pero bien… está destrozada.
– Doctor… ¿crees que está muy enfadada conmigo? Crucé en rojo y por eso me atropelló el coche. Habrá gastado mucho dinero.
– Está enojada, pero te quiere mucho, tranquilo – me respondió el doctor con tranquila voz mientras me llevaba a mi habitación.
Otro doctor nos acompañó. Una vez entramos a un cuarto completamenteblanco, cerraron la puerta detrás de sí. Solo había una cama y equipo médico.
– Se ha acordado de algo… ¿qué hacemos? – dijo uno. Mientras me miraban los dos.
– Creo que debemos aumentarle la dosis, sino acabará delatándonos. Si tan solo pudiésemos matarlo y ya.
– Cálmate, el jefe no quiere levantar sospechas después de haber secuestrado a su propio hijo.
– ¿De qué habláis? – les pregunté escandalizado.
– De una película, no te preocupes, Flor nunca sabrá dónde está Jaime. Ahora toca hacerte la cura chaval – asentí preocupado.
– La protagonista – ah… no entendía nada pero bueno, daba igual, esperaba volver a ver a mamá mañana.
OPINIONES Y COMENTARIOS