Las bellas noches y tardes de verano, que mi cabeza reposo sobre tu hombro, buscaba paz y algo de cariño, envolviéndome cerca del perfume que muy celoso se esconde por la autopista de tu cuello, momento mágicos de la juventud, corto en cuestión de tiempo, pero eternos para tus recuerdos.
Por mi cabeza no dejo de trazar los mapas, rutas, senderos, por donde nuestros pies incautos, nos llevaron, inconscientes de lugares nos permitieron ver personas, casas, carros; para partir de un hecho en ese momento, lo único que nos importaba era sentir el calor de la mano del otro, mientras la brisa o la lluvia nos tocaba.
La luna en el manto de la noche, fue cómplice de aquellas muestras de cariño, en el que nos comunicamos más que con palabras, con el braille idioma de nuestros cuerpos.
Si pudiera detallar los días, los momentos, las anécdotas, alegrías, palabras y tristezas; quizás me esclavizara tras un computador, sin ver las estrellas, sentado capturando las ideas que vuelan por mi cabeza, ignorando el transcurso de los días, redactando el pensar pavoroso de momentos del ayer.
Nunca creí, que aquel momento que me lleno de suspiros, que me lleno de ilusión tuviera un punto final, en esos momentos el único fin que veía, tomando en consideración que en la juventud de los 18 no piensas en finales, era detrás de una frase conmemorativa detallada por mi nombre, con el año de nacimiento y el que fenecí.
La dureza de una ruptura cuando estas seguro que conociste el amor, es muy dura, pasas los días detrás del cristal consumiéndote, recordando en cartas, en detalles si aquellas palabras que te dedicaron fueron realmente verdad, o simplemente te regalaron para hacerte sentir bien; pareciera que aún sintieras la miel de aquellos labios sedosos, mientras cierras los ojos.
Revives cada momento observando esas fotos, recordando ciertos detalles que te llevaron a estar capturado en ese pedazo de papel, esporádicamente ríes, pero esa misma sonrisa te causa dolor, agachas tu cabeza y empiezas a tatuar el suelo con aquellas gotitas del corazón.
Por momentos no dejas de pensar si la salida a esos momentos, es más fácil de lo que estas viviendo, encuentras una tijera para cortar aquellas fotografías o tal vez una vena, cobardía o no, sabes que ya no producirás una lagrima más, desde tu palpitar.
Ya pasaron un par de eclipses, pero sigues sin pasar tu vibrar doloroso, y no puedes concebir la idea que escuchas a menudo “ existen muchos peces en el mar “, aprendiste a salir de tu manicomio de cuatro paredes, pero aún sigues buscando extractos de aquella persona, en las personas que se te acercan, siendo casi como un repelente con quien tiene interés.
Ya todo te da igual, las metas que tenias de una prometedora carrera se van por el inodoro, los sueños de subir montañas, o de esquiar en los alpes van muriendo de a poco, no le encuentras un sentido, por que el motor que te impulsaba a tratar de hacer aquellas cosas, te dejo.
Después del dolor, de la pena y de casi secar tu cuerpo con las lagrimas brotando del corazón, te empiezas a llenar de ira, haciéndote preguntas que no tienen respuestas, reprochas muchas cosas que te dijo, maldices aquellas promesas que no fueron firmes, pues el viento las llevo.
A pesar de salir de tu casa, el miedo te invade, no quieres ver el mundo en su amplitud, intentas no repasar las calles que caminaste cuando cargabas una sonrisa en el rostro, mientras más piensas en no encontrarte con aquella persona, pareciera que los planetas, la galaxia; conspiraran en contra tuya, tienes como por arte de magia que ver a esa persona, derrumbando todo lo que habías logrado desde que se fue.
Tu respiración se entrecorta, tu corazón late muy rápido, sientes taquicardia, estas por desmayarte, lo más doloroso, es que lleva a alguien más de la mano, en el lugar que siempre ocupaste; con la sonrisa más hipócrita intentas saludarle, se atemoriza también al verte pasar, con un ligero hola, y paralizando el mundo por segundos, aquel momento parece pasar desapercibido, pero solo quieres estar en tu manicomio de cuatro paredes.
Pasan las horas, en la tortura de haberle visto con alguien más, pareciera que te empieza a faltar la respiración, no dejas de escuchar aquellas canciones de letras bonitas, suena tu teléfono, revisas el número es desconocido, pasas tu antebrazo por tus ojos limpiando lágrimas, contestas, y oh coincidencia es por quien lloras, que llama a decirte que se alegro de haberte visto más temprano, por Dios por que esto tiene que ser tan difícil, eres frío como el hielo, para evitar decir lo que llevas dentro, tienes miedo de preguntar quien era aquella persona con quien le viste, pero aún así lo haces, doliéndote mucho más lo que escuchas, en este punto solo buscas asentar, interrumpiendo lo que escuchas, mencionas una escusa que ni tu lo crees y cuelgas.
Con lo que escuchaste en aquella llamada, empiezas a entender, que no regresará contigo, que prefirió darse una oportunidad buscando felicidad, las ilusiones que tenías por regresar se van esfumando, quieres poder ser igual, e intentar darte una pizca de felicidad, pero para ti es mucho más difícil de lo que parece, sabes que en una relación siempre existe una persona que quiere más a la otra, en este caso creo que fuiste tú, entendiste que te entregaste sin limitaciones, y no puedes borrar algo que consideras especial.
Empiezas a ver una luz en la obscuridad, a lo mejor esto es a lo que todos llaman madurez, comienzas a discernir las cosas, los momentos, las palabras; aún con dolor decides no estancarte en el pasado, tratas de salir adelante por un mejor porvenir.
La vida es corta y efímera, para quedarnos estancados en un momento, lo que ayer me dolía, hoy me enseño a ser fuerte, a pesar de no tener a esa persona a mi lado actualmente, me alegro por entender que sucedió, no somos dueños de las personas, para obligarlas a que se queden, somos libres como el viento, y debemos estar en el lugar que nos llene de paz y amor.
Si ayer lloré, tantas lagrimas para llenar un estanque, hoy puedo nadar sobre esas lagrimas; aprendí a encontrar lo positivo buscando en lo negativo, no por eso me cohibiré de entregarme sin limitaciones cuando vuelva a conocer alguien especial, es parte de la vida, la alegría y la tristeza, el amor y el desamor; si la vida fuese solo felicidad sería cotidiana, algo aburrida; pienso que es necesario aquellos momentos tristes para poder valorar los buenos momentos, pero mucho más valoro que a pesar de cualquier sentimiento que podamos expresar, tenemos una vida para disfrutar.
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