Tú historia en otra dimensión

Tú historia en otra dimensión

Patricia Palao

20/04/2018

Pequeño ser de mis entrañas, bendecido y dado a luz entre la Oscuridad de tu otra mitad. En ti cae el peso de tu propia batalla, la que tendrás en un futuro preso de tu pasado y esclavo de tu destino.

Tus padres la Luz y la Oscuridad se rindieron una noche venidera, la luna se escondía ruborizada entre un manto de nubes densas, una sola estrella parpadeaba presagiando lo que vendría y una manada de lobos alaban aullidos desgarradores, los cuales podrían ensordecer a cualquier humano errante en medio de esa noche fría y escarlata.

Abandonada Luz, como marcaba su hilo rojo, humillada, golpeada y desolada fue salvada entre sollozos por las Hadas de la Fertilidad. Durante los siguientes nueve meses fue mimada por ellas, avivando su luz para que no se apagase, aunque otra labor les era más importante, tejer una estrella única con hilo de oro puro para que protegiese al primogénito de la oscura maldad que acechaba en las sombras.

Así pasaron los días y aquella noche fue olvidada, enterrada en un rincón del corazón. Algo brillaba en su vientre, algo emergía de la pena y se convertía en felicidad embriagadora.

Nueve meses pasaron para poder dar vida a Epifanio, de tez blanca y pelo dorado, magia en su sonrisa y un corazón noble, irradiaba amor y ternura. Las hadas le entregaron la estrella que ellas mismas cosieron con sus pequeñas manos para que siempre pudiese ver entre las tinieblas amenazantes.

Primera profecía cumplida y Luz ajena por primera vez a todo ello, volcó su resplandor en Epifanio que le devolvía la brillantez. La felicidad había vuelto y las Hadas adoraban al nuevo ser mágico.

Pasaban los años y Epifanio se preguntaba con más ansia quien sería su padre, por qué se le escondía y se le negaba cualquier información sobre él. ¿Qué le escondían? ¿Tal vez fue su madre quien abandonase a su padre? Tantas dudas tenía y tantas historias creaba su mente… que aún así ninguna de ellas se acercaba a lo realmente temible, ya no de aquella noche borrada, si no de los días que pudiesen venir, de cumplirse la siguiente profecía.

Vivía escondido, apartado de otros niños, en una burbuja de celestiales colores que aunque cielos hermosos eran, él ansiaba salir de allí y saber que escondía la mota de oscuridad que divisaba cuando subía al amanecer a aquella montaña.

Oscuridad le vigilaba de cerca, tenía un plan para él. Aprovechaba cualquier descuido de las hadas y de su madre por la noche, para invadir en sus sueños y despertarle poco a poco la negrura que tapaba su propia estrella dorada.

Una noche mientras todos dormían y atormentado por esos sueños perturbadores, Epifanio decidió ir directo a la mota de oscuridad. Aquella que cada vez que miraba, un fuerte dolor en el pecho sentía… Sin nada en las manos y con tan solo la estrella colgando de su cuello, dio comienzo su aventura que mal acabaría según la historia que acontecía.

Conforme se adentraba en el bosque, sentía como la ira se iba apoderando de él, el resentimiento y el dolor hacia su madre,odio hacia las hadas por retenerlo. Cada paso que daba, era más fuerza en su cuerpo, el calor emanaba de su corazón, le ardían las manos. La parte de Luz que tenía en su corazón se iba apagando e iba resurgiendo la parte de Oscuridad. La estrella dorada, luchaba por no apagarse.

La mota iba creciendo y sin darse cuenta se vio metido en sus adentros, no lograba ver nada, hacía frío, viento, la luna se volvía a ocultar esta vez atemorizada y los lobos acechaban a su alrededor, hambrientos…

Su corazón no puedo albergar tanto odio, rabia e ira y se desvaneció ante la atenta mirada de los lobos, una lágrima radiante de luz recorrió su mejilla, intentando darle así el último suspiro.

Luz se despertó, exaltada con una lágrima negra recorriendo su mejilla… Epifanio, Epifaniooooo ¡Se derrumbó culpándose de todo, culpándose del fin! Cuándo no le quedaron más lágrimas que derramar, se armó de valor, tomó camino y fue en la única dirección que sabía que Epifanio había tomado, la Oscuridad.

Para cruzar aquel bosque de la perdición, debía tener la mente despierta y el corazón puro.

Epifanio, tu luz no te abandonará.

Oscuridad ya lo tenía en su Reino aletargado. Pero Epifanio no sucumbió y gracias a la lágrima y su estrella, despertó… no sabía dónde estaba, que ocurría, porque había sentido tanta maldad en su corazón, si el provenía de la pureza, de la luz. Se levantó atemorizado y aferrándose a su estrella, aquella que nunca debería abandonarle. Recorrió un pasillo infinito, olía a moho y la humedad se le calaba, era estrecho, solo cabía él, no podía ver con claridad y realmente no sabía si era un pasillo o era fruto de su imaginación.Llegó a una estancia diáfana, donde el calor era insoportable. En medio, solo había un sillón y logró ver una figura oscura.

Epifanio… te esperaba… sabía que no me fallarías, bienvenido a las tierras de tu padre, Oscuridad, bienvenido a mis tierras.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Epifanio, a la vez que una tenue sombra iba apoderándose de su corazón recorriendo el resto de su cuerpo. La estrella fue absorbida también, aunque un resquicio de oro quedó intacto.

Luz cruzaba el bosque luchando por no caer en las tentaciones que florecían de las ramas de esos árboles milenarios y así, cautiva del miedo pero con esperanza, llegó a los lares de quien fue su amante.

Deslumbró la penumbra que rodeaba el paraje, avisando de su llegada.

Para aquel entonces, Epifanio ya estaba inmerso y junto Oscuridad asolaba todo aquel territorio en el cual Luz había dejado su reluciente brillo.

Luz calló devastada ante tal maldad, mientras Epifanio convertido en la oscuridad de su padre se acercaba lentamente hacia ella… fue el último suspiro de los tres, el pequeño ser de sus entrañas, no pudo soportar que su madre se apagara y decidió estallar la ira que le traspasaba su padre, agotando así la eterna vida de ambos acompañando a su madre en la devastación…

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS