Por fin alguien me escucha

Por fin alguien me escucha

Ksandra Cisterna

16/04/2018

Eran cerca de las siete de la tarde, iba rumbo a la casa de mi abuela. A mi lado un joven, un niño aun, tendría apenas quince años, tal vez menos. Al principio no consideré su presencia, no fue relevante para mí, pero mientras pasaban los minutos algo en él llamó mi atención; quizás haya sido su ropa o la expresión en su rostro. Estaba tenso, lo miré con cuidado para no incomodarlo, noté que no llevaba zapatos, estaba descalzo, aferrado a una mochila, como quien se aferra a la vida, negándose a morir.

Pasaron los minutos, la intriga y la nostalgia me consumían. Su mirada estaba perdida, podía verlo en el reflejo del vidrio. No sabía cómo empezar una conversación con él, hasta que noté en el suelo un candado con clave, de esos de mochilas. Lo tomé con cuidado de no llevar a pasar al joven, lo miré unos segundos, dudé, “quizás no sea una buena idea” pensé “tal vez qué cosas ha vivido en su corta vida”.

“¿Este candado es tuyo?” Pregunté al fin, él me miró y miró mi mano, con miedo respondió “sí, es mío”. Su mano temblaba cuando lo tomó de la mía, no comprendía que podría ser lo que lo tuviese en aquel estado. De pronto me mostró un fajo de dinero, como no había visto en mi vida, en sus ojos podía ver la vergüenza, su voz temblaba y yo me estremecía “ya sabes en lo que ando ¿no?” me dijo, lo miré con tristeza “no soy quien para juzgar lo que hagas” respondí. Sus ojos se llenaron de lágrimas, creo que se derrumbó al escuchar mis palabras, “¿puedo contarte algo?” preguntó con miedo, asentí con la cabeza, podría jurar que en ese momento vi en sus ojos como agradecía que lo escuchara.

“yo robo, no por gusto sino porque no puedo hacer otra cosa, sé que no hay excusas para lo que hago, pero la vida no es un campo de fresas a decir verdad, mi madre es drogadicta, ha vendido todo en la casa para consumir, mi abuelita nos ayuda con lo que puede pero sufre de esquizofrenia, todo el dinero que mi madre no gasta en sus drogas se va en los remedios y hace poco más de un mes que tuvo a mi hermanita, ni siquiera sé quién es el padre, supongo que ella mucho menos”, no podía creer lo que me contaba, era como de ficción, como una telenovela mexicana o venezolana, su voz tiritaba, estoy seguro que la pena y el dolor lo consumían, sentí lástima, y eso no era lo peor “hoy asalté a unos funcionarios de la policía, ellos me persiguieron por cuadras, pero llevo tanto tiempo en esto que me he vuelto más rápido cada día, un caballero me ayudó a esconderme, hasta que ellos perdieran mi pista, aún sigo asustado por ello. No puedo volver a caer en el centro de menores, no ahora, no con mi hermanita tan pequeña, ella es mi responsabilidad, mi madre con mucha suerte cuida de sí misma y mi abuela no podría con tanto”.

No puedo negar que me sentí mal, a veces vamos por la calle mirando en menos a personas como él, sin saber qué hay detrás de esa forma de vestir. Sentí vergüenza de mí mismo, no podría quejarme de mi vida, no si la comparo con la de él. Lo incité a continuar con su historia, preguntando algo que tal vez no venía al caso “¿A quiénes robas?”, él me miró sorprendido, agachó su mirada unos instantes y con nostalgia continuó su historia.

“Al inicio a abuelitos, eran una presa fácil, pero veía a mi propia abuela y me sentía más avergonzado aun, ser un viejo en este lugar no es fácil… menos con lo poco que les da el gobierno. Con el paso del tiempo y la enseñanza de mis amigos, mejoré en lo que hago, ahora sólo robo a personas que sé que si hoy les robo su celular, mañana se comprarán uno diez veces mejor, a veces quiero pensar que robar a los ricos no es tan malo, ellos lo tienen todo, mientras nosotros vivimos de formas miserables y a veces ni siquiera merecen todo lo que tienen”, sus palabras eran ciertas, en este mundo existen personas que lo tienen todo y no son capaces de valorarlo, a veces pienso igual que él, muchos no merecen lo que tienen, porque no han sido ellos los que lo han conseguido.

“Hay veces en que debo esconder todo lo que consigo en el día” continuó relatando “porque mi madre entra a mi pieza y saca el dinero de mis bolsillos para comprar drogas, olvida por completo que tiene una pequeña a la que debe alimentar. Recuerdo con pena una vez que mis amigos la ayudaron cuando caí al centro de menores, le dieron comida y ropa para ella y para mí… pero ella vendió todo, para conseguir sus malditas drogas, ha llegado a vender los remedios de su madre y la leche que le dan en el consultorio para mi hermanita. Muchas veces he pensado en irme de casa, pero sólo tengo catorce años y no puedo dejar a mi hermanita con ella, además ¿Quién me ayudaría o me daría trabajo?, con mi prontuario nadie confiaría en mí, por eso hago lo que hago, no tengo otro camino por más que lo intente, en varias ocasiones he estado en programas de reinserción social, pero son pocas las personas que creen en un cambio en nuestras vidas, las personas no son capaces de dar una segunda oportunidad a otros. Quedas marcado para siempre por tus errores…”

Pensé por algunos minutos su historia, mientras él observaba por la ventana, sólo tenía catorce años y ya había estado muchas veces en centros para menores, tenía una forma de ver la vida que ni siquiera personas de mi edad poseen. A su corta edad cuidaba de su pequeña hermana, de su abuela y de una madre drogadicta, arriesgaba día a día el recaer en aquellos lugares sólo para alimentarse y alimentar a su familia, al final sólo le pude decir “espero que la vida te de una mano, que vuelva a sonreírte y que puedas ser feliz, junto a tu pequeña familia, de todo corazón te deseo lo mejor. Sal adelante por tu hermanita y por ti, porque no eres una mala persona… luchas por alguien más y eso es lo único que debe importar”.

¿Alguna vez lo volviste a ver?

No… nunca volví a toparme con él. Hoy tendría unos dieciocho años o quizás diecisiete, a veces recuerdo aquel día cuando siento que la vida es injusta conmigo, pero en verdad debo estar agradecido, tengo una buena vida… sólo espero que él ahora esté siendo feliz junto a su familia, y que ya no necesite robar para salir adelante…

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