Alguien

Alguien a quien no le importe que llueva mientras sea bajo tus brazos. Quien baste mirarte para reconocer tu tristeza y la acaricie tan fuerte que desaparezca.

Quien te tome la mano mientras duermes para ahogar tus pesadillas. Que te cante tu canción favorita porque sabe que caes – y lo consigue – .

Alguien que te desvista como su prenda favorita y que te vista como su mejor obra de arte. Que te mire con fascinación, como su bien más preciado. Quien te haga llorar, con sus chistes malos. Y que la única medida que tenga en cuenta sea la de tu sonrisa. Que te monte películas, de tragicomedia y que prepare palomitas.

Que no le importen tus manías, porque es su mejor desayuno. Que crea en ti, porque te escogió, por ser el libro que siempre quiso leer. Que le ponga la zancadilla a tus miedos, y cuando te caigas, se tumbe contigo a ver las estrellas, que no corre prisa. Y que su San Valentin sea toda la vida. Alguien que te compre bombones solo para ver como disfrutas comiéndotelos, porque sabe que en el fondo estás harto de dietas. Porque te quiere así de una forma imperfecta. Porque desde el primer instante en el que te miro a los ojos supo que eras.

La Venus

Ella era un lienzo, un bodegón, pintura clásica.

Él, un pésimo artista.

Acumulaba bocetos, cuadros incompletos y entendía poco sobre colores cálidos. Manchurrones, sin composiciones, pinceladas rápidas, salvajes, espesas. Gotas de pintura manchando las sábanas, olor a corrosivo. El predominio constante del color vino y una sed insaciable.

Pero fuera de aquel espectáculo de impresionismo ambos sabían que aquella escena era una obra digna de admirar.

Al fin y al cabo hacían arte.

Desastre

Eran un desastre. Llegaban siempre a destiempo, de forma inoportuna y con prisas. Derrapaban y corrían, y si caían, un poco de saliva. (En)tendían sus mentiras hasta el punto de ser cómplices. Retaban a las alturas y olvidaban el paracaídas. Bailaban con Locura, el último baile. Les secuestraba la cama sin contrato de rescate.

Prometieron ser ateos, la religión del no creer, temiendo siempre caer en cometer -no vaya ser que prometamos demasiado tras beber-.

Perdían más dinero en excesos que en detalles.

Y es que en eso de quererse eran pésimos… Era parte del desastre.

Caperucita

Tenía suerte, tenía suerte de hacerme regresar. Ponía piedrecitas en el camino y yo era su Caperucita.

En los cuentos siempre hay final feliz, pero nosotros no comimos la perdiz.

Como personaje secundario, perdí la importancia y tu me relevaste. Tomaste todo el protagonismo , cambiaste el guión y te saltaste las siete vidas del gato.

Supongo que alguno de los dos tomó el camino equivocado y no supimos llegar al fin.

ECOS

Y cuando la tienes al frente, le miras a los ojos, y crea en ti un efecto anestesiante, y sientes que te debilita, te vuelve frágil, y de repente te sientes indefensa, no comprendes como llegaste hasta ahí , y sabes que su única pretensión fue la de protegerte, cederte todo su ser, todo lo que fue, todo lo que un día soñó.

Y ahora has subido un peldaño, un peldaño mucho más alto, ese escalón que te permite ver las vistas desde otra perspectiva, esa que transforma tu miedo a las alturas en ganas de correr el riesgo. Y miras abajo, y ya no está. Lo que fue, se fue, de una forma repentina, bidireccional.

Ya no la entiendes… Y tampoco te entendería.

No comprendes, o tal vez si… El vértigo nos convierte en invidentes. Tal vez invertiste demasiado tiempo buscando la salida.

Y cuando entra la mañana piensas que volverá, que esa parte de ti resucitará, y que va a continuar de tu mano, acompañándote en todas y cada una de tus etapas, que se emborrachara contigo cada fin de semana, compartirá tu almohada y sellará tus lagrimas, que firmará en todos tus errores. Pero esa parte decidió, y cambió la versión, alteró el factor y también el producto, obligándote a pasarlo a borrador.

Sin embargo, ahora parece que todo da igual, dejaste de buscar porque sabes que siempre quedan las noches de incendio o las tormentas bajo la manta, no crees que nadie pueda hacerte vivir – si no fuiste capaz tú misma -. Cambiar de opinión es la ecuación más difícil de resolver, pero entiendes que todo se puede lograr estratégicamente, la ciencia no falla, la conciencia es otro tema.

Mientras tanto seguiré perdiendo y recomponiendo pedazos, de ese alguien a quién creí.

Y YA

Y ya. Y yo. Y tú. Y ya he vuelto a llegar tarde. Y me levanto, y poso los pies en el suelo, y te pienso, mientras me bebo el café te pienso, como si todavía fuera verano y oliera la próxima primavera. Como cuando llueve, cierras los ojos y extiendes los brazos, y te empapas, te empapas de vida, esa vida que te encanta comerte a bocados. Como coger por el culo aquella cerveza, -y joder que putada eso de que te gusten las rubias-. Y ya.

Como cuando te dejas caer, con el riesgo, desde un precipicio, sin colchón, sin paracaídas. Y confesar lo inconfesable, y sellar unos labios a una parada dirección a la nada. Y ya.. Y un trago más. Salud. Como el que devora a su presa, y la muerde… y después, la besa. Como una casa desnuda, sin puertas. Como el primer rayo de la mañana. Y ya. Y… saltarse las normas, y que sé yo, perderme la película. Y temblar. Y romperte. Y reinventarte. Y explotar, estallar, desvanecerse. Y ya. Y un poco más. Cállate. Bésame. Qué pases buen día. Feliz lunes.

Como cuando viajas a través de unos ojos por mundos desconocidos. Como cuando bailas con una sonrisa. Y ya. Y de repente, resaca. Como cuando undes las manos entre el pelo, y todo es infinito. Como cuando buscas las cosquillas, y las encuentras. Como encontrarte, como buscarte, como descifrarte. Como entender que estás escrito en braile, y yo aquí memorizandote. Como cuando te dejas poseer, esquivo, como cuando te vas, como cuando vuelves. Como cuando vuelas, alto, y yo… yo disfruto de ese paisaje. Como lo incierto, como lo perecedero, como lo efímero, como un recuerdo, o un mañana. Como un quizás, como lo indescifrable.

Y te pienso, y te siento. Y ya.

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