Perdonar y ser perdonado.

Perdonar y ser perdonado.

mdp Borges

19/04/2017

Sentada en un banco en la plaza miraba la gente ir y venir, pero lo único en lo que podía pensar era en él. Cómo las cosas habían cambiado, qué había hecho yo para que él hubiera dejado de verme de la misma manera, y yo no podía hacer nada para cambiarlo me había engañado en cierta manera y no sabía cómo iba a mirarle a la cara de nuevo. Con paso lento volví de nuevo a la casa.

No sabía cómo había podido hacerlo, ella lo era todo para mí, había tenido momentos de dudas momentos de tremenda estupidez, pero si me dejara, si pudiera volver a mirarme a la cara le demostraría durante todos los días de mi vida que la quiero solo a ella y que para mí es la luz de las mañanas y lo que mueve mi universo. Había sido un estúpido, me daba miedo volver a casa, ver su dolor en sus ojos y su rechazo, ver la forma en la que lo intenta y no puede, no puede levantar la mirada y alumbrarme con su sonrisa. Y con un suspiro y poco a poco metí la llave en la cerradura.

Escuché que estaba en la puerta y estaba vacilante, pero no podía sentir su dolor solo el mío, era un momento en el que no me podía dejar llevar por lo que sentía por él, solo por lo que sentía yo, so yo a la que han herido. Sin embargo, habría dado mi vida por él hacía tan solo una semana.

Entré en la casa y la vi sentada en el sofá recogida con su manta favorita y un libro, haciendo sus cosas favoritas, pero esta vez no estaba yo a su lado acariciándole el pelo o las piernas y me estaba matando, no sabía cómo podía arreglar esto, pero tenía que hacerlo, necesitaba hacerlo. Ella era el amor de mi vida, y me había costado verlo, pero lo sabía. No recordaba aquellas conversaciones con las otras porque ya no pensaba en ellas no pensaba en nadie más porque sólo había hueco para ella. Y yo la había traicionado, pero iba a arreglar esto. Estaba decidido, no podía perderla, no iba a perderla.

Sabía que él estaba trajinando detrás de mí en la cocina, solo una semana y ya estaba notando las cosas que me faltaban cosas que solíamos hacer, yo aquí leyendo y el acariciándome el pelo. Él viendo sus videos de surf y yo mirándole por encima de las páginas, guardando cada pedazo de su rostro en mi memoria. No sabía si iba a ser capaz de superar esto. Y si no lo era sabía que acabaríamos teniendo que ir por caminos diferentes. Y tendría que ser pronto porque no podíamos seguir viviendo en la misma casa como si fuéramos desconocidos. No después de tanto tiempo. No después de que se hubiera convertido en esa otra parte de ti que hace las cosas que tu no haces como piezas de un reloj que trabajan unidas, pero con diferentes funciones. Mi estómago dio un rugido al olor de la comida…

Empezaría desde ahora me había pasado una semana sin hacer demasiado, no sabía bien qué hacer estaba perdido, no sabía cómo recuperar al amor de mi vida tras haberla fallado… pero empezaría desde el principio en versión mejorada, no habría más secretos, mi teléfono estaría siempre a la vista y le enseñaría las cosas que hago sin esconderme, no hay necesidad, ni la volverá a haber. Pero primero ella, la conquisté por el estómago, no necesitaba hacer de cocinero de hotel de cinco estrellas simplemente comida para que ella la disfrute y yo disfruto mientras cocino sabiendo que ella va a deleitarse, es la mejor recompensa. No volverá a ser destrozada por nadie, ni siquiera por mí.

Había que reconocer que una semana a base de sándwiches y galletas no era el mejor sustento, pero yo era un desastre en la cocina, y no quería pasar demasiado tiempo en ella además sabiendo que allí era donde habíamos pasado los mejores momentos. Siempre le miraba mientras cocinaba, y le veía sonreír y entusiasmado, creo que siempre quería impresionarme y se lo tomaba como su pequeño reto personal, pero hacía ya una semana que no lo hacía…hasta ahora.

Le puse el plato en la mesa que tenía delante con sus cubiertos como tenia las piernas en el sofá no me atreví a decirle que me dejara un hueco y me senté en el sofá contiguo. Y comimos en silencio. Y ella me miró y me dio las gracias en bajito, aunque apartó la mirada rápidamente.

Me quedé tan sorprendida que no me quedó más que mirarlo perpleja y agradecerle, pero las palabras no salían con la fuerza suficiente cuando al mirarle sentía una punzada en el corazón.

Esa noche me fui a la cama con el estómago lleno y saciada, cuando llegué a la habitación esta estaba iluminada con las luces que me gustaban encender siempre, las que tenía puestas en el cabecero de la cama. Pero esta estaba vacía. Me metí en ella.

Después de cenar recogí los platos y los lavé subí a la habitación lo más rápido que pude y le hice la cama, encendí sus luces favoritas y aireé la habitación para que tuviera su primera noche de sueño reparador.

A la mañana siguiente no había dormido mal por primera vez en una semana, pero no había dormido bien del todo había algo que me dejaba inquieta mientras dormía, y ni los gatos me habían dado la suficiente compañía que necesitaba.

Al día siguiente me costó menos meter la cerradura en la puerta estaba más decidido, sabía que todavía me quedaba mucho camino por delante pero no me iba a dar por vencido ayer me miró, aunque era sorpresa lo que vi en sus ojos era mejor que el dolor que siempre veía en ellos. Cuando entre en casa mi corazón cayó en picado seguía en la misma posición de ayer, pero con un plato vacío en la mesa, ya había comido.

Le oí entrar en la casa, y dejar las bolsas con la compra sobre la mesa de la cocina, sonaba a mucha compra para lo que estábamos comiendo últimamente. Si se pensaba que se lo iba a poner tan fácil lo iba a tener claro, asique me aseguré de tener mi plato vacío en la mesa para que lo viera. Y por un segundo pensé en su cara y me sentí un poco culpable.

Cuando volví a la habitación para irme a dormir vi que la cama y la habitación volvían a estar igual que ayer, con un aroma de fresa que provenía de una vela olorosa. Y en medio de la cama había un peluche de considerable tamaño. Era tonto, pero se me escapó una sonrisa. Había una nota que decía ‘espero que este otro oso haga mejor trabajo que yo’, lo que hizo que las lágrimas cayeran sin poder remediarlo. Lo echaba de menos, pero aún no sabía si era capaz de olvidar lo que había pasado sin más.

Sabía que ella había dormido mejor que otros días porque se había levantado con mejor cara esa mañana, pero la había oído dar vueltas toda la noche, y agarrar la almohada con fuerza, por lo que ese día le había llevado algo que fuera de soporte algo a lo que pudiera aferrarse mientras yo no pudiera…

Al cabo de unos días cuando llegue a casa él estaba en el sofá, pero no en el que no sentábamos siempre sino en el que se ha acostumbrado a sentarse ahora y olía a comida. Me había estado preparando la cena e incluso la comida, que dejaba en un táper para que me llevara al trabajo, todos los días. No intercambiábamos muchas palabras, pero habíamos llegado a una rutina medianamente soportable. Aún así esto ya me estaba teniendo cansada, no podía seguir así más tiempo, era hora de ceder terreno, o no.

Cuando entró por la puerta ya tenía la comida casi lista, asique en cuanto se quitó el abrigo fue a cambiarse y a por su libro para sentarse en el sofá, me sorprendió poniendo los platos en la mesa, mientras que yo preparaba la comida para llevarla a la mesa. Cuando ya la llevaba vi que ella estaba en su lugar de siempre, pero los platos estaban colocados juntos y creo que vio mi cara de estupefacción con la comida todavía en las manos, no sabía qué hacer. Movió las piernas dejándome un hueco a su lado. Eso fue lo que bastó para que yo no lo soportara más.

Cuando encogí las piernas mientras le miraba a la cara vi como su cara cambiaba, de perplejo a un par de ojos llorosos y un cuerpo que temblaba. Me levanté del sofá cogí la comida y la puse sobre la mesa, él seguía sin saber que hacer le veía perdido y le abracé, le costó unos pocos segundos reaccionar, pero cuando lo hizo me dio el abrazo de oso más grande y profundo de mi vida y yo enterré mi cara en su cuello, mientras las lágrimas se deslizaban por ambos rostros. ‘no hay oso más real que tú y espero que tú lo hagas mejor que el anterior porque no hay vuelta atrás estás conmigo hasta el final o no estás’.

Me separé del abrazo, y no necesitaba nada que pensar le agarré la cara con ambas manos y le dije que le amaba y la besé como parecía años que no lo hacía y con eso sellé nuestro pacto no iba a dejarla ir.

No iba a dejarle ir, podía vivir sin él, pero no quería.

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